𝐈𝐕.
La brisa marina sigue acariciando mi rostro, pero ahora el océano parece diferente.
Hay algo oscuro y profundo que se agita en sus entrañas, algo que no puedo ignorar. El Guardián.
La palabra resuena en mi mente como un eco lejano, impregnada de una sensación de peligro inminente, pero también de algo más profundo, algo que no puedo descifrar del todo.
Jake me observa en silencio, su figura iluminada por la luz tenue del atardecer.
A pesar de la tranquilidad en su mirada, siento que me oculta algo, como si supiera más de lo que dice. Pero no me atrevo a preguntarle. Algo en mí ya conoce la respuesta, aunque no quiera admitirlo.
—No tienes que hacerlo hoy —Dice finalmente, su voz rompiendo el silencio como una suave ola—. El océano sabrá cuándo estás listo.
Me quedo mirando las olas, tratando de entender la magnitud de lo que he visto en mi mente.
Esa figura oscura, ese Guardián, parece irreal, pero al mismo tiempo, su presencia me resulta extrañamente familiar. Como si siempre hubiera estado allí, en algún rincón olvidado de mi ser, esperando el momento adecuado para aparecer.
—¿Qué es el Guardián realmente? —Pregunto, aunque sé que Jake no me dará una respuesta clara. No puede. Sus palabras, siempre envueltas en un aire de misterio, tienen una extraña forma de esquivar lo obvio.
Jake desvía la mirada hacia el horizonte, sus labios curvándose en una leve sonrisa.
—Es todo lo que te detiene. Todo lo que te ha mantenido atado, inmóvil. —Hace una pausa, volviendo a mirarme—. Pero no puedo decirte más. Es algo que solo tú puedes descubrir.
Sus palabras, tan vagas como siempre, deberían frustrarme, pero en lugar de eso, siento una extraña calma.
Porque, aunque no lo diga abiertamente, entiendo que el Guardián no es solo una criatura marina. Es algo mucho más íntimo. Algo que probablemente vive en mi interior, que me ha estado acechando durante tanto tiempo que me he acostumbrado a su presencia sin siquiera darme cuenta.
El océano, con su inmensidad, me atrae como un espejo que refleja partes de mí que nunca he querido ver de cerca.
Me doy cuenta de que este viaje no es solo hacia sus profundidades físicas, sino hacia algo más profundo en mí mismo. Y Jake...
Jake está aquí para guiarme, pero también es parte de ese anhelo que llevo dentro. Su presencia me reconforta, me da una sensación de pertenencia, algo que he buscado desesperadamente.
—¿Qué pasa si no puedo vencerlo? —Le pregunto en voz baja, temiendo la respuesta.
Jake se acerca más, sus dedos rozando los míos. Hay un calor en su toque, una promesa de que no estoy solo, aunque en el fondo sé que esta batalla es solo mía.
—No se trata de vencer —Responde suavemente—. Se trata de enfrentarlo. De aceptarlo.
Me quedo en silencio, dejando que sus palabras se asienten. De alguna manera, siempre he pensado que para liberarme de mis miedos, tendría que derrotarlos, erradicarlos por completo. Pero Jake tiene razón.
No se trata de destruirlos, sino de aceptarlos como parte de mí. Solo así podré encontrar la libertad que tanto anhelo.
El sol comienza a hundirse en el horizonte, tiñendo el cielo de colores cálidos. La línea entre la realidad y los sueños se vuelve cada vez más borrosa, como si estuviera flotando entre dos mundos. Miro a Jake y, por un breve momento, me pregunto si él es real o simplemente una creación de mi mente, de mis deseos.
—Jake... —Digo en voz baja, una duda creciendo dentro de mí—. ¿Tú eres real?
Él me mira, sus ojos brillando con esa intensidad que me ha fascinado desde el primer momento. Su sonrisa es suave, pero también parece cargada de una tristeza que no había notado antes.
—Eso depende de lo que creas, Sunghoon —Responde, su voz suave como el viento que acaricia las olas—. Soy real en el sentido de que estoy aquí contigo, ayudándote. Pero también soy una parte de ti. Algo que has estado buscando.
Las palabras de Jake me golpean con una claridad dolorosa. Lo sé. Siempre lo he sabido.
Jake es el reflejo de lo que siempre he deseado: alguien que me entienda, que me complemente, que me guíe en los momentos de mayor incertidumbre. Pero también es un sueño. Un anhelo que ha tomado forma en este lugar entre la realidad y el océano.
—Entonces, ¿me dejarás? —Pregunto, con un nudo formándose en mi garganta.
Jake sacude la cabeza lentamente, su sonrisa melancólica.
—No estoy aquí para quedarme o irme, Sunghoon. Estoy aquí para ayudarte a encontrar lo que buscas. Y cuando lo hagas, no me necesitarás más.
Me siento sobre la arena, dejando que el peso de sus palabras me envuelva. El océano sigue rugiendo a lo lejos, pero ahora lo escucho de manera diferente. No es un enemigo, no es un lugar de escape. Es un reflejo de todo lo que soy, de todo lo que he sido y de todo lo que podría ser.
Amo esta historia 🥲
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro