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𝐈𝐈.

—¿Qué...? —Jongseong frunce el ceño, claramente confundido. Da un paso hacia mí, la preocupación marcando sus facciones—.¿De qué hablas, Hoon? No puedes irte por el mar, ni siquiera eres un buen nadador. Es una locura.

Sonrío ligeramente, pero mis pensamientos ya están lejos de la conversación. El océano, vasto y enigmático, siempre me ha llamado, como un susurro constante al que finalmente había decidido escuchar.

Jongseong no entiende. Nadie lo hace. Mi vida en la corte, rodeada de pretensiones y falsas sonrisas, me asfixia. La única verdad que me intriga es la que se encuentra en la libertad del basto océano.

—Es la única forma de ser libre —murmuro, mirando las olas con una determinación que no había sentido antes—. El mar no tiene fronteras, ni reglas absurdas. Es... puro.

—Puro y mortal —replica Jongseong con exasperación—.No puedes simplemente zambullirte y esperar que el mar te acoja como si fuera tu aliado. Esto es una locura, Hoon.

Antes de que pudiera responder, siento una vibración en la arena bajo mis pies, como un presagio. El viento se intensifica y las olas parecen responder, elevándose con mayor fuerza. Algo está cambiando, algo que no puedo explicar, pero que me impulsa a seguir adelante.

—Debo hacerlo, Jay. —Digo finalmente, usando el apodo que solía suavizar sus preocupaciones. Coloco una mano en su hombro—.No tienes que entenderlo, solo... confía en mí. Esto es más grande que yo, más grande que todo lo que conocemos.

Jay me observa en silencio, intentando encontrar en mis ojos algún resquicio de duda, pero no lo encuentra. Finalmente, suelta un suspiro resignado.

—Prométeme que volverás —dice en voz baja—. No puedo perder a mi mejor amigo por una locura.

Sonrío con gratitud y asiento.

—Lo prometo.

Sin esperar más, me deshago de mi capa pesada y corro hacia las aguas heladas. Las olas golpean mi cuerpo, pero no las siento como un obstáculo, sino como una invitación. A medida que avanzo, las olas me envuelven, hasta que finalmente me sumerjo por completo.

El agua estaba más fría de lo que había imaginado, pero no me importaba. Nadé con todas mis fuerzas, adentrándome más y más en el océano. Los sonidos del mundo exterior se desvanecieron, reemplazados por un silencio abrumador. Sentí una extraña paz mientras el mar me rodeaba, como si estuviera destinado a estar aquí desde el principio.

Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba, mi energía comenzó a flaquear. El frío se hacía más intenso, y mis músculos, antes ágiles, ahora se sentían pesados. Intenté seguir adelante, pero el océano, tan sereno en apariencia, comenzó a arrastrarme hacia abajo. Mi visión se oscureció, y el aire que aún quedaba en mis pulmones se iba agotando.

Cuando pensé que todo estaba perdido, algo me envolvió, como una corriente poderosa pero no agresiva. Antes de que pudiera procesarlo, sentí que mi cuerpo era arrastrado con rapidez hacia la superficie. Abrí los ojos, aturdido, y lo vi.

Un tritón.

Su piel tiene un suave tono azulado que brilla bajo el agua, y su cabello, dorado como los rayos de sol, flota a su alrededor. Me mira con unos ojos profundos y curiosos, pero llenos de una fuerza tranquila. Sujeta mi cuerpo con firmeza, guiándome hacia un lugar seguro.

Finalmente, llegamos a una pequeña cala oculta, protegida por rocas que amortiguan las violentas corrientes del océano. Apenas mi cuerpo toca la orilla, me desplomo, respirando con dificultad.

—¿Estás bien? —Me pregunta el tritón con una voz sorprendentemente suave, que resuena en mi mente como si viniera de lejos, a pesar de estar frente a mí.

—¿Quién... quién eres? —Logro preguntar, aún tratando de recuperar el aliento.

El tritón me observa por un largo momento antes de responder.

—Mi nombre es Jake. Y te salvé porque tienes un destino que cumplir en este mundo, Sunghoon.

Me quedo atónito. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Cómo sabía mis intenciones al lanzarme a nadar al basto océano? ¿Qué era todo esto?

Jake se acerca un poco más, sus ojos brillando con un misterio que parece infinito.

—Tu vida no termina aquí, Príncipe de Snowy Hill. El océano te ha llamado porque formas parte de algo más grande de lo que jamás podrías imaginar. Y yo... —Hace una pausa, como si sopesara sus palabras— .Estoy aquí para ayudarte a cumplir esa misión.

Las palabras de Jake resuenan en mi mente, haciéndome comprender que todo lo que había sentido hasta ese momento, toda la frustración, toda la búsqueda de algo más, no era en vano.

Hay algo en este vasto océano que me espera. Y ahora, con la ayuda de Jake, un nuevo camino se abre frente a mí.

Sin saber exactamente qué vendrá después, solo puedo sentir que mi vida está a punto de cambiar para siempre.

𝐉𝐚𝐤𝐞❃
𝐓𝐫𝐢𝐭𝐨́𝐧
¿𝐄𝐝𝐚𝐝?

Tenía un fuerte bloqueo de escritora con esta historia, pero la inspiración volvió

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