𝐀𝐏𝐀𝐆𝐔𝐄́ 𝐌𝐈 𝐌𝐎́𝐕𝐈𝐋 𝐘 𝐅𝐔𝐈 𝐀 𝐄𝐍𝐂𝐄𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐋𝐀 𝐋𝐔𝐙 𝐏𝐄𝐑𝐎 un movimiento en la mesa me hizo reaccionar de golpe. Me giré para saber cuál era el causante de aquel ruido. Un bolígrafo y un folio. El bolígrafo estaba moviéndose como si alguien lo sostuviera, como si alguien estuviera escribiendo con él.

Me fui hacia la pared mientras mis piernas temblaban. Observé que Dalton estaba dormido.

—Dalton... —susurré, deseando que me oyera—. Dalton, despierta. Despierta, por favor.

El folio empezó a levitar de la mesa y agudicé la vista. Tenía algo escrito pero la oscuridad no me dejaba ver con nitidez y al ser consciente de ello, se acercó más a mí. Mi espalda estaba apoyada contra la fría pared de modo que no podía retroceder más.

Apreté los labios y los puños en un gesto para frenar los nervios pero cuando leí lo que estaba escrito no pude evitar proferir un pequeño grito de asombro.

«Soy Dalton».

Era lo que estaba escrito.

Me había fijado en su letra cuando firmaba sus retratos y la que estaba escrita en el folio era exactamente igual a la de él. La misma curvatura. El mismo tamaño.

Miré a Dalton de nuevo, respiraba con calma y sus ojos estaban cerrados a cal y canto. Luego observé el folio nuevamente con el ceño fruncido.

—Puede que tengas su misma letra pero eso no significa que seas él. —Intenté decir, no con cierta calma—. Dime algo que solo él sepa y me lo haya contado.

El folio voló por el estudio pero no como un ave en pleno vuelo sino como un cuaderno que es transportado hasta el pupitre más cercano por un joven. Me costaba creerlo, sin duda.

Debía de estar soñando. Solo era mi imaginación.

Sí, eso era.

—Solo es mi imaginación... —farfullé por lo bajo, ignorando que el folio volvía de nuevo hacia mí. Tenía miedo de saber qué ponía.

Las letras esta vez eran mucho más grandes, conformadas por una tinta totalmente negra y espesa.

«Pudín en pañales» «Never ending story» «puerta roja»

No podía ser verdad. Era Dalton en realidad.

—¿Cómo... es posible? —pregunté asombrada; meneé la cabeza con pesar—. ¿Lo has vuelto a hacer?

El folio hizo un movimiento de arriba a abajo. Me lo tomé como una afirmación.

—¿Me estuviste espiando? —Mis ojos se movieron hacia un lado, hacia el lugar que intuía que estuviera Dalton pero el folio esta vez se movió de un lado al otro horizontalmente, negándolo. Alcé una ceja, no me lo creía—. ¡Siento mucho lo de Foster...! Sabes que necesitamos ayuda y él puede tener las respuestas que deseamos saber para poder acabar con ese... demonio que te persigue.

Cuando dije la palabra «demonio», el folio cayó a mis pies y Dalton se despertó y atisbé cierto temor en sus rasgos. Al incorporarse, me acerqué a él y me puse a su lado.

—¿Estás... bien? —pregunté algo perpleja. Él me miró e intercambiamos una mirada de alivio pero eso solo me exasperó más por lo que le hice.

—Lo siento —dijimos al unísono. Una pequeña carcajada, tímida y casi insonora, rompió el silencio del ambiente pero en cuanto tuve la menor oportunidad de explicarme, lo hice.

—Siento lo de Foster. Sé que no querías involucrarlo en esto pero es tu hermano y estará dispuesto a ayudarte; a ayudarnos. No le va a pasar nada, te lo prometo —contesté, en voz baja.

Dalton lanzó una ojeada rápida hacia mi cama y las mantas esparcidas por los lados.

—Y yo siento haberte... espiado y asustado. —Intentó explicarse pero ladeó la vista hacia un lado justo cuando iba a mirarme. Estaba claro que se sentía avergonzado—. No era mi intención. Solo vi luz y... quise acercarme. Nada más. Espero que puedas perdonarme. Y en cuanto a Foster, está bien pero necesito saber que también se marchará si...

—Si las cosas se ponen feas —le interrumpí sabiendo lo que venía a continuación—. Sí, sí. Ya lo has dicho mil quinientas veces.

—Por supuesto que no, solo han sido más de dos veces —replicó él con cierto sarcasmo—. Deberías descansar. Yo por mi parte te prometo que... no lo haré más.

Me incorporé y me puse en mi cama. Aproveché para colocar las mantas debidamente. Dalton hizo amago de levantarse para ayudarme ya que se sentía culpable por el desastre pero yo le hice un gesto de despreocupación con la mano.

—¿Cómo lo haces? —le pregunté casi de manera inconsciente—. ¿Cómo haces para viajar astralmente en sueños?

—Simplemente me sale solo —me dijo él a modo de respuesta mientras se encogía de hombros—. Es como si fuera algo natural.

No quise darle más vueltas al tema.

—Está bien. Ahora descansa pero de verdad. Mañana tenemos el día completo —comenté poniéndome cómoda en la cama—. Iré a buscar a Foster a su casa... a vuestra casa. Puedes acompañarme si quieres aunque me dará su localización —O eso esperaba.

—Te acompañaré pero vamos a tener que llevar tapones para los oídos —dijo con un tono un poco burlón. No sabía por qué lo decía.

—¿Y eso? —pregunté. Mis ojos se fijaron en el folio caído y luego en él. Dalton miraba al techo y tenía los brazos cruzados sobre su pecho.

—Le gusta mucho la música y hacer mezclas con ella. A veces se pasa de la raya y pone los altavoces en casa. Ya no lo hace mucho y suele usar los auriculares pero mejor prevenir que curar.

—Te ha tocado un hermano disc jockey de pies a cabeza, felicidades —bromeé.

Nos reímos durante un rato y de nuevo, se volvió a hacer el silencio. Los ojos me escocían un poco por haber forzado la vista con el móvil pero en cuanto cerré los párpados, el cansancio se apoderó de mí.

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