No me iré
Cuando era más joven, nunca necesité la ayuda de nadie, pero ahora que estos días se fueron, no estoy tan seguro así. Ahora me doy cuenta de que he cambiado de opinión y he abierto las puertas. Ayúdame si puedes, me siento deprimido.
Kazutora tomó con rapidez su teléfono mientras comenzaba a subir las escaleras, esperando a que el número que había marcado respondiera.
—¿Hola? —se escuchó la voz de Smiley al otro lado de la línea.
—¡Smiley! ¡Takemichi está en el borde de la azotea aguantando a alguien que está colgando! —dijo con rapidez, tropezando en sus palabras.
—¡¿Qué?!
Con rapidez se lo comunicó a los que estaban a su alrededor y con desespero se dirigieron a la azotea, encontrándose con Kazutora en el camino, él estando demasiado nervioso como para explicar bien lo que había visto, y al escuchar que era Mikey se puso peor, no podía morir sin antes disculparlo, no podría vivir tranquilo, además, era su amigo, que aunque no quisiese verlo en pintura era parte de sus seres queridos.
—¡Sanzu! ¡Takemichi está en el borde de la azotea! ¡Y Mikey está colgando! —se apresuró a decir Ran mientras todos subían delante de él, ignorando el pensamiento de por qué el pelirosa y Koko estaban abrazados, o siquiera el hecho de que Sanzu estaba llorando.
—¡¿Que Mikey qué?! —dijeron Koko y él a la vez, sorprendidos al instante, y enseguida los siguieron.
—Takemicchi... yo... —hablaba un poco más calmado el de hebras blanquecinas, con sus ojos húmedos por las lágrimas que recién dejaban de caer. El pelinegro se separó un poco para verlo a los ojos, solo escuchándolo, aún soltando lágrimas angustiadas, y de la nada miraron sorprendidos hacia la puerta de las escaleras, viendo cómo de golpe había sido abierta y atravesada por los chicos con rostros asustados.
—¡Mikey! —se les acercó Sanzu corriendo, en un segundo rodeándole con los brazos al lanzarse al suelo sin importarle ensuciar su tan fino traje, aferrándose a él con fuerza, porque aunque no estaba en el borde como todos esperaban, los segundos que estuvieron subiendo las escaleras para él se sintieron como horas de agonía, temiendo a perderlo.
—¿S-sanzu? —lo abrazó también, pero viéndole sin entender absolutamente nada, tampoco el por qué todos suspiraron con alivio al verlo sentado en el suelo.
—Maldita sea, ¿por qué me asustaste así? —escondió su rostro en su hombro, Takemichi mientras se levantaba sonriendo al verlos juntos, entonces acercándose a Kazutora, quien veía a Mikey fijamente, con una expresión que reflejaba preocupación, sorpresa, tristeza y muchas cosas más, sobre todo abrumación.
—Te ví desde abajo y... le avisé a los chicos que Mikey estaba en el borde... —se explicó, sin verle a los ojos, no le quitaba la vista a Mikey, quien sonreía divertido al ver que Sanzu no quería soltarlo y dejaba caer varias lágrimas en su hombro, sin importarle la mirada de los demás sobre él.
—Ya veo... —lo observó con algo de preocupación—...¿quieres hablar con él?
Kazutora pareció pensarlo, pero al final negó con la cabeza.
—No, yo... no por ahora —se dió la vuelta, sacando un cigarrillo de su bolsillo y comenzando a caminar para salir de allí, entonces Takemichi le siguió los pasos.
—¿Eso significa que sí le hablarás? —sonrió con emoción y el de mechas lo observó de reojo, sonriendo levemente.
—Tal vez después —cerró sus ojos agrandando la sonrisa y terminó por desaparecer en la oscuridad que inundaba las escaleras, los ojos del pelinegro iluminados de ilusión unos instantes al saber que hablarían para arreglar los problemas entre ellos.
Pero aquella sonrisa desapareció de sus labios al escuchar la voz de Sanzu desesperada.
—¿Mikey? ¡Mikey responde! —lo sacudió un poco, el chico que ahora tenía los ojos cerrados parecía no responder ante los estímulos, con su rostro más pálido que nunca, su cuerpo sin fuerzas, totalmente relajado, inmóvil, parecía un cadáver, y ellos lo sabían, porque ya habían visto muchos.
—Sobredosis —Kokonoi se agachó a su lado y lo ayudó para que lo levantaran, Sanzu sosteniéndole en sus brazos.
—Llévenlo a mi auto, debemos ir rápido al hospital —se apresuró a decir el Haitani mayor, todos comenzando a bajar las escaleras, Takemichi al lado de Sanzu, viendo a Mikey con preocupación.
Llegaron abajo con rapidez, subieron Sanzu, Takemichi y Mikey al auto de Ran, este encendiendo el auto apresurado.
—Me apresuraré tanto como pueda —dijo, y en un segundo ya iban rodando sobre la carretera, los demás acordando ir tras ellos en el auto de Kokonoi, a excepción de Souya, quien tuvo que quedarse a cuidar el Haitani menor, que después de haber bebido tanto sentía su cabeza dar vueltas.
—Mikey... —susurró Takemichi, acariciando la frente del chico que se encontraba recostado en sus piernas, con su cabeza en sus brazos y sus piernas en los muslos de Sanzu, apartando sus cabellos de allí, y lo abrazó más contra él, intentando mantenerle cálido, porque lo sintió tan frío, y no sabía si era porque se estaba congelando con el viento de la azotea o porque estaba perdiéndolo de nuevo. No pudo evitar deslizar sus dedos por su rostro, por dentro sintiéndose tan mal al verle así, y tanto Sanzu como Ran se observaron a través del espejo retrovisor, compartiendo los mismos pensamientos, sorprendidos un poco por la dulzura con la que le hablaba, había muchas cosas más en su tono, en el modo delicado que le sostenía.
Llegaron después de varios minutos, Ran pasando de largo por varios semáforos en rojo, y Takemichi no tenía idea de cómo seguían vivos.
Apenas entraron al hospital subieron a Mikey en una camilla, pronto desapareciendo a través del pasillo blanco, y Takemichi bajó su vista hacia sus manos, moviendo sus dedos, tratando de aferrarse a la sensación de su piel en la suya, y el Haitani mayor y Sanzu le miraron en silencio, porque aquel no se veía como alguien que estaba enamorado de su futura esposa.
Los dos chicos se sentaron a esperar, pronto Ran sintiendo su teléfono sonar con Smiley al otro lado de la línea, entonces saliendo a atender la llamada.
—Puedes sentarte, ya me he intoxicado otras veces con droga y tardan un rato, no lo sacarán de inmediato —informó, Takemichi viéndole, y se sentó, con la mirada preocupada, jugando con sus dedos, totalmente nervioso.
—Al parecer el auto de Koko se averió a medio camino, tardarán un poco en llegar —dijo Ran una vez entró, sentándose al lado de Sanzu, y ellos asintieron.
Takemichi se sentía abrumado, la ansiedad comenzaba a desesperarlo demasiado, las gotas de sudor frío corrían por sus manos, y entonces tan perdido en sus pensamientos no escuchó a Sanzu llamarlo hasta que dió un toque en su hombro.
—¿Eh?, ¿qué pasa? —preguntó algo desorientado.
—¿Estás bien? —el Haitani lo analizaba con la mirada.
—Tu teléfono está sonando —se apresuró Sanzu, y Takemichi observó la pantalla de su celular, de pronto paralizándose al ver el nombre en él.
—Hina... —susurro, y los chicos lo veían extrañados, pues parecía dudar responder, y al final colgó, ellos solo viéndole en silencio, el chico dándose cuenta que tenia más de diez llamadas perdidas por parte de la pelirosa, seguramente no se dió cuenta al estar concentrado en Mikey—. Ahora vuelvo —y se levantó, saliendo de allí con el corazón acelerado, una vez salió respiró profundamente, tratando de controlar su nerviosismo, entonces tomó su celular, viendo que nuevamente estaba sonando, pero esta vez el nombre que aparecía era "Kazutora"—. ¿Si?
—Takemichi, ¿dónde estás? —sonó preocupado, dejando un poco confundido al ojiazul, hace unos minutos fue que se habían despedido.
—En el hospital, Mikey se desmayó poco después que te fueras, parece que está intoxicado —dijo jugando con sus pies mientras recostaba su espalda a la pared, estaba realmente cansado.
—Ohhh, ¿y como está? —Takemichi pareció sonreír levemente al ver que Kazutora se preocupaba por él, entonces se animó a responder.
—Hasta ahora no nos han dicho nada, sigue adentro.
—Entiendo... bueno, te llamaba porque Hina me llamó preguntando por ti, dice que no le contestas sus llamadas —un silencio se apoderó del ambiente a través de la línea, entonces volvió a hablar, pensando que se había cortado la llamada—. ¿Takemichi?
—¿Qué le dijiste? —soltó de repente, y Kazutora se extrañó por su tono desesperado.
—Dije que habías estado conmigo, y que ahora estabas en Bonten, pero que no se preocupara, que no te habría dejado solo allí de saber que te harían algo.
—¡Kazutora! —reclamó y el otro cerró sus ojos con fuerza.
—¡No podía mentirle! —devolvió con el mismo tono en su voz— Además, ¿por qué no le contestabas?, está preocupada, recuerda que te casas en siete días, no le traigas problemas ahora —regañó, y Takemichi bufó por algunos instantes, entonces colgando la llamada, y Kazutora maldijo al solo escuchar el silencio del otro lado de la línea.
—Solo cuido de Mikey —susurró bajando la mirada—, porque somos amigos... —dijo, más que nada tratando de convencerse a sí mismo, ahora y de la nada temiendo volver a casa, sin saber que le diría a Hina.
Entonces una notificación llegó a su teléfono, él leyéndola en silencio antes de entrar nuevamente al hospital.
"Takemichi, ¿por qué no contestas mis llamadas? Por favor, vuelve a casa, te amo."
Entró al lugar con los ojos clavados en el suelo, solo queriendo borrar sus pensamientos y solo centrarse en el estado de Mikey, ya mañana hablaría con Hina, porque no planeaba ir esta noche, debía cuidar de Mikey.
Entonces vió a Ran y Sanzu caminar hacia él.
—Pagué para que le dieran una habitación para él solo, ya hablamos con él, puedes pasar ahora —le habló Sanzu mientras pasaban por su lado, Ran lo suficiente concentrado en su teléfono y los mensajes de Nahoya como para prestarles atención.
—Está bien, ¿y ustedes? ¿se irán?
—Esperaremos a los demás afuera, seguro también quieren hablar con Mikey —dijo y las últimas palabras fueron ya fuera del lugar, entonces Takemichi observó la puerta de aquella habitación, de la nada surgiendo pequeñas lágrimas que había ocultado delante de esos dos, y corrió, lo más pronto posible quería verlo.
Abrió la puerta sigilosamente, si estaba durmiendo no quería molestarlo, pero lo encontró en la cama, conectado a una introvenosa sin tener idea de qué le ponían en las venas, observaba la ventana, viendo el gran manto de estrellas en el cielo nocturno, era bastante tarde, y a Takemichi solo le dolió verlo ahí, parecía tan pequeño y frágil.
Se acercó un poco, y el peliblanco le miró aturdido, los ojos de ambos llenándose de lágrimas.
—¿En serio eres real? —tenía que preguntarlo, porque aún había droga en su sistema, y le aterraba la idea de que desapareciese en cuanto ellas se fueran.
—Estoy aquí —le recordó, tomando sus manos al sentarse en el borde de la cama, ante el tacto, ambos temblando, y Mikey intentó tragárselo, pero no pudo, dejando sus lágrimas caer, y cubrió sus ojos con su antebrazo, no quería que lo viera llorar, Takemichi lo apartó con suavidad—. Déjame verte —susurró tomando su rostro con su mano libre, Mikey sintiéndose tan cálido de repente y solo temblando al ver esos ojos que parecían un océano, demasiado intensos, mucho para él, y bajó la mirada, entonces Takemichi tomando su mentón, obligando a verlo a los ojos—, no te ocultes más, Manjiro —sonrió con suavidad, Mikey dejando caer más lágrimas, sin poder creer tenerlo después de tantos años anelándolo—, no tienes que ser fuerte delante de mí, no voy a juzgarte, déjalo salir, llora hasta que estés satisfecho —acarició su mejilla con sus dedos, sintiéndose extraño al hacerlo, ambos compartiendo una mirada, entonces el de cabellos blanquecinos abrazándole de repente, llorando como un niño pequeño en su hombro.
Después de tantas lágrimas cayó dormido, y Takemichi lo recostó, agradeció que era una habitación especial y la cama era de dos personas, por lo que pudo ir al otro lado y sentarse allí, manteniéndose cerca de él, y ni siquiera se acostó, porque no dormiría sabiendo el estado en que estaba, que podía despertar sintiéndose mal, se quedaría despierto toda la noche si era necesario.
Minutos después sintió la puerta abrirse, dejando ver a Kokonoi y los demás, quienes en silencio parpadearon al mismo tiempo al ver a Takemichi acariciando el rostro de Mikey con suavidad y delicadeza, entonces Koko se dió la vuelta, sacándolos de ahí a todos después de compartir una mirada con Takemichi, era mejor verle en la mañana, cuando estuviese mejor, ahora solo le hacía falta aquel pelinegro de ojos azules, que no llegó a sentir sueño en ningún momento por la emoción de tenerle ahí, cuidando de que cada vez que se removía en pesadillas dejaba caricias en sus manos y rostro, solo con esos toques Mikey logrando volver a dormir tranquilo.
Horas después sintió sed, y a pesar de no querer dejarlo solo se levantó, no había comido nada en la tarde, por lo menos agua debía beber. Entonces se dirigió a la cafetería, allí encontrándose a Sanzu fumando un cigarrillo al lado de Ran, y los vió sorprendido, pensó que él era el único que se había quedado.
—¿Qué hacen aquí? —se detuvo delante de ellos, y le observaron deteniendo su plática.
—Sanzu quiso quedarse, porque como está muerto con Mik- —el Haitani recibió un fuerte codazo en su estómago por parte del pelirosa, dejándole sin aire unos segundos.
—No es hora de bromas estúpido —le regañó y el de cabellos morados bufó, solo quería suavizar la atmósfera—. Nos quedamos por si necesitaban algo —explicó, entonces Takemichi asintiendo con la cabeza.
—Entiendo, pero pueden ir a casa, todo está bien —les sonrió un poco, y Ran comenzó a caminar a la salida.
—Oh que bien, entonces adi- —Sanzu agarró la parte trasera de su cuello y lo jaló nuevamente hacia ellos.
—¿A dónde crees que vas? —lo detuvo, mirándole amenazante, y el chico sonrió nervioso, entonces Sanzu dejando caer sobre él todo el humo del cigarrillo en su boca, el chico comenzando a toser.
—Jeje, nomás iba a mirar el auto —rascó su nuca excusándose y sacudiendo su mano tratando de deshacerse del humo, Takemichi riendo en susurro.
—Parece que se llevan bien —se burló mientras tomaba el agua que le había brindado una enfermera de allí, y ambos se observaron con cara de no saber si era con ellos, y comenzaron a reír, no creyéndose que había dicho aquello, porque si se llevaban bien, eran muy buenos amigos, pero eran tan orgullosos que no lo aceptaban, estando siempre en la constante competencia de quién era el mejor.
Algunos minutos después Takemichi regresó a la habitación, y justo cuando abrió la puerta vió a Mikey caer al suelo frente a él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro