
|14| Manabu
El sol se asomaba en el horizonte, dejando que los rayos de su luz de filtraran por las ventanas del hogar de los Hisahide.
El primero en despertar fue Niwa, quien se estiró luego de levantarse y fue a preparar el desayuno.
A pesar de que estaba un poco contento porque poco a poco el estado de ánimo de su hermano parecía mejorar, aún lo escuchaba llorar por las noches hasta quedarse dormido. Además de pillarlo con los ojos rojos y las mejillas mojadas cuando no estaba ocupado haciéndolo preocupar, sin embargo no quería presionarlo en contarle que le pasaba.
Prefería solo abrazarlo y que supiera que estaba ahí para él, que no iba a dejarlo solo por nada del mundo.
Hoy iba a llevarlo con otros herreros y un amigo para enseñarle a usar una katana. Por alguna razón que desconocía, Haku tenía ganas de aprender a usar una y era bueno según su pensamiento, le alegraba que quisiera defenderse.
—Niwa, si vuelves a no compartir a Haku te voy a golpear. —Una señora lo abrazaba con bastante fuerza, no la conocía pero al parecer ella a él sí.
Niwa se rio con fuerza viendo el "sufrimiento" de su hermano.
—Yamada, estás aplastando al niño—. Esta vez un hombre mayor habló a la mujer.
—El señor Ishikawa tiene razón, mira ya se está poniendo morado. —Una tercera persona se presentó.
La mujer a regañadientes soltó al menor. Haku solo se abrazó a sí mismo sin estar acostumbrado al afecto físico de otras personas que no conocía. Aunque recordaba vagamente haber leído sus nombres en la historia de Wanderer.
—No es justo Nozaki, Haku es muy tierno, solo mira esa carita—. Se quejó señalando al niño.
Nozaki rodo los ojos con diversión e Ishikawa negó con la cabeza divertido.
—¿Saben donde está Suguru? —Cuestionó Niwa.
—Debe estar en la playa Nazuchi, sabes que le encanta pelear contra los Nobushis que suelen merodear ahí.
Niwa asintió, se le olvidó ese pequeño pero gran detalle. Por un momento pensó llevar a Haku con él. Pero era mejor si se quedaba aquí.
Haku, milagrosamente, logró entablar conversación con los tres herreros que conoció. Le hablaron sobre sus vidss, las espadas y su pasión por herrar.
Mostrándole su arte, como le llamaban. Escucharlos hablar sobre lo que les gustaba con tanta pasión, hacía crecer el interés de Haku por aprender. Era nuevo y lo nuevo siempre llamaba su atención.
De repente una figura se presentó, era un hombre alto y su cabello negro estaba atado en un moño dejando un pequeño fleco recorrer su frente y sus ojos violeta oscuro. A su lado estaba un Niwa sonriente con las manos en su cintura.
—Niwa me dijo que querías ser un espadachín. ¿Por qué el repentino interés, Haku? —Cuestionó al llegar y pararse frente al niño cruzado de brazos, mostrando una clara diferente de altura.
Haku lo miró serio sin mostrar no una pizca de intimidación. De este si no había leído nada.
—Quiero proteger a los que quiero. —Respondió sin vacilar.
Ambos se miraron, como si estuvieran en una guerra de miradas en la que ninguno quería perder. Suguru sonrió de lado y revolvió el cabello blanco del pequeño.
—Bien, mañana a primera hora empezamos. Yo te iré a buscar y espero que estés listo.
Habló y sin más, se fue.
—Otra vez, otra vez, otra vez—. Repetía una y otra vez Suguru mientras miraba los movimientos de Haku. —A ver, lo estas haciendo mal.
Se dirigió hacia el menor para poscionarlo de la manera correcta.
—Aquí—. Agarró la mano derecha del menor y la puso cerca de la guarda pero sin tocarla, la izquierda debajo de esta. —Así debes colocarlas.
El peliblanco sostenía una "espada" de madera por precaución, no quería que Niwa se molestara por herir a su hermanito.
—No estés tan rígido—. Esta vez el sacó su propia espada y se posicionó frente del pequeño mostrando como debe de estar.
Haku copió su acción mirándose a sí mismo y luego a Suguru varias veces, para posteriormente mirarlo a los ojos.
Suguru asintió mientras lo miraba de vuelta. —Sigue.
Luego de estar haciendo lo mismo por casi dos horas, Suguru dijo que iban a correr, a lo que Haku obedeció sin más.
Corrieron por el bosque y la playa. Haciendo algunas pausas para descansar, quince segundos. Suguru estaba impresionado por la resistencia del menor, no era normal que un niño a su edad pueda resistir bastante corriendo.
Su entrenamiento terminó al atardecer. Suguru llevaba al peliblanco cargado en su espalda, este estaba dormido.
—¿Cómo estuvo? —Niwa preguntó al verlo y agarrar a Haku quien se acomodó en sus brazos.
—Es bueno, tiene una gran resistencia y es fuerte. Nunca había tenido un pupilo antes, así que, hasta yo estoy aprendiendo se podría decir.
El castaño contuvo su risa para no despertar a su hermano y movió su cabeza para indicarle a Suguru que pasara. Acostó a su hermano en el futon que compartían para luego volver con el pelinegro.
—Puedes quedarte a dormir si quieres. Tu casa está bastante lejos.
Niwa propuso, la casa de Suguru estaba en la aldea Higi, él seguía sin entender como Suguru pasaba más tiempo en Tatarasuma qué en su propia aldea.
Suguru se encogió de hombros, no le importaba quedarse en casa del castaño y volver a su casa tan tarde no le llamaba la atención.
—¿Quién soy yo para negarme?
Siento la tardanza, espero les guste.
Si no comentar no actualizar (Hablo enserio)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro