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O2 | 𝐄𝐋 𝐂𝐇𝐈𝐂𝐎 𝐑𝐔𝐁𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐎𝐉𝐎𝐒 𝐋𝐈𝐍𝐃𝐎𝐒

CHAPTER TWO . . .

❨El chico rubio de ojos lindos.❩


━━━ Los tres jóvenes avanzaban con paso firme, sus miradas fijas en el tumulto que se formaba en el corazón del campamento.

──Debe estar muerto, ¿no?── murmuró Lyon, con un tono que oscilaba entre la preocupación y la certeza, mientras sus ojos se dirigían fugazmente hacia Desmond, cuyo semblante permanecía inalterable.

──Grover dijo que estaba vivo, pero...── comenzó a responder Desmond, antes de que la duda y la incertidumbre en su voz se vieran interrumpidas.

──Claro que está muerto, seguro que lo está. Ya habrá encontrado su lugar entre los héroes caídos... pobre chico.── Lyon negó suavemente con la cabeza, como si ya estuviera despidiéndose de un alma que aún no había dejado este mundo.

──Lyon, no lo entierres antes de tiempo.── intercedió Alek, sus brazos cruzados y una expresión de serena convicción en el rostro ── su mirada fija en la multitud como si pudiera ver más allá del caos── Seguro que ese chico está más vivo que nosotros.

──Sí, deja de decir tonterías, Lyon.── añadió Desmond, una chispa de burla iluminando sus ojos mientras esbozaba una sonrisa socarrona. Al recibir el comentario, Lyon frunció el ceño y le devolvió el golpe con un pequeño puñetazo en el hombro al rubio.

──¡Silencio, Annabeth! ──gritó Quirón de repente, su voz poderosa cortando el aire, obligando a los tres a dar un pequeño salto──. Y ustedes también, guarden silencio ──su mirada afilada se posó sobre Alek y su grupo, ordenándoles sin necesidad de más palabras.

El aire se cargó de expectación mientras todos los campistas retrocedían un poco, susurrando entre ellos. Quirón se acercó al chico que yacía en el suelo, sus ojos se entrecerraron cuando lo vio mover sus párpados.

──Ya despierta... por favor, denle espacio. ──dijo, y al instante, los jóvenes se apartaron. El chico, con un esfuerzo evidente, comenzó a abrir los ojos lentamente. ──Bienvenido al campamento, Percy Jackson. Te estábamos esperando.

Los ojos azules del rubio parpadearon por última vez antes de cerrarse de nuevamente, y Lyon, sin poder contenerse, murmuró en voz baja:

──Descansa en paz...── Agachó la cabeza en señal de respeto, pero su reflexión fúnebre fue bruscamente interrumpida por un fuerte zape en la nuca, cortesía de Desmond.

──No seas idiota, no está muerto. Míralo, está respirando, baboso.── Desmond se cruzó de brazos con aire de suficiencia, mientras los demás campistas comenzaban a dispersarse, ya sin el asombro que los había atraído al principio. El caos se desvanecía, pero la incertidumbre y la emoción permanecían latentes, como una tormenta contenida en el horizonte.

Lyon miró al chico inconsciente en el suelo, su rostro endurecido por la incomodidad de la situación.

──Vámonos.── dijo de manera cortante, mientras comenzaba a caminar. Alek lo observó por un instante, preparado para seguirlo, pero algo lo detuvo en seco. El peso de una sensación inexplicable le impidió dar el siguiente paso; una voz interna, casi un susurro, le decía que debía ayudar a ese chico, aunque no lo conociera, aunque no entendiera por qué.

──¿No vamos a ayudar?── preguntó Alek, su voz teñida de duda y esperanza. Miró primero a Lyon, que seguía avanzando sin volver la vista atrás, y luego a Desmond, buscando un aliado en la decisión que su corazón ya había tomado──. Digo, el chico va a ser parte del campamento, será uno de nosotros.

Desmond, con un gesto entrecerrado, contempló al muchacho de ojos azules tendido en el suelo. Grover, visiblemente agotado, luchaba por levantarlo, pero no tenía la fuerza suficiente para cargarlo por su cuenta. Desmond dejó escapar un suspiro, como si acabara de tomar una decisión que pesaba más de lo que hubiera esperado.

──Debemos ayudar.── afirmó finalmente, su voz firme pero cargada de resignación. Se acercó a Grover y, sin vacilar, levantó al chico por los pies, asegurándose de mantener un equilibrio precario pero funcional. Al ver a su amigo tomar la iniciativa, una sonrisa se dibujó en los labios de Alek. Rápidamente se unió al esfuerzo, ayudando a Grover a sostener las manos del joven.

Mientras ellos se encargaban de la situación, Lyon se detuvo por un momento, el aire cargado de tensión a su alrededor. Giró la cabeza lo suficiente para ver cómo sus compañeros unían fuerzas para ayudar al desconocido, y su mandíbula se tensó. La frustración burbujeaba bajo su piel, su impaciencia palpable.

──Ustedes hagan lo que quieran, yo me voy.── gruñó el hijo de Ares, mientras se alejaba, sus puños apretados con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. No era alguien que disfrutara de la espera, ni de las decisiones que implicaban complicaciones emocionales.

Alek lo observó desaparecer, sabiendo que esa era la manera de Lyon de lidiar con lo que no comprendía o no quería confrontar. Pero eso no importaba ahora. Lo importante era el chico que, con un poco de esfuerzo y cooperación, ya estaba siendo llevado a un lugar seguro.

( . . . )


──¿Creen que estará bien?── preguntó el sátiro, con una mezcla de preocupación y esperanza en su voz, mientras sus ojos recorrían los rostros del hijo de Hécate y el hijo de Afrodita.

──Sí, por supuesto que lo estará, de todos modos, Alek y yo lo vendremos a ver cada tanto.── Desmond respondió con convicción, su mano apoyada en el mentón mientras observaba al chico rubio recostado en la camilla de la enfermería. Había algo en la tranquilidad de su respiración que lo hacía sentirse seguro de que todo estaría bien.

──Está solo aquí... al despertar, necesitará amigos en quienes apoyarse...── agregó Alek, cruzando los brazos con una expresión seria, su mirada llena de una determinación que hizo sonreír al sátiro. Grover asintió suavemente, agradecido por la promesa implícita en las palabras del chico de rulos.

──Gracias por la ayuda.── dijo el sátiro, sus ojos brillando con sincera gratitud mientras dirigía una sonrisa cálida hacia ambos semidioses.

──No es nada. Supongo que ya es momento de que nos vayamos, pero... si el chico despierta, nos gustaría saberlo.── añadió Alek, dirigiéndose hacia la puerta y tomando a Desmond por el brazo para llevárselo con él. Grover asintió de nuevo, despidiéndose con un gesto amable.

Al salir de la enfermería, el primero en recibirlos fue Lyon, quien los esperaba afuera, cruzado de brazos. Su rostro estaba tenso, y sus ojos destellaban con una mezcla de duda y desconfianza. Sin perder un segundo, se acercó a ellos y habló:

──Perdón, pero ese tipo no me da buena espina. ¿Matar a un Minotauro? ¿Hola? ¿Soy el único que se pregunta cómo un chico tan... corriente pudo matar a uno? Ningún hijo de Ares lo ha logrado, y ese niño... ese mocoso debe estar mintiendo.── Lyon soltó sus palabras con un tono amargo, mientras Desmond y Alek lo miraban con el ceño fruncido. Sabían bien que a Lyon le encantaba ser el mejor en todo, y su orgullo herido se reflejaba claramente en su actitud.──No me miren como si fuera un maldito lunático, imbéciles. Saben de lo que hablo...── añadió, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño mientras los observaba con una mezcla de frustración y desafío. El sol comenzaba a bajar en el horizonte, proyectando largas sombras a su alrededor, las nubes grises empezaban a aparecer poco a poco. Desmond y Alek intercambiaron miradas antes de volver a enfocarse en su amigo.

──Tienes razón... es completamente extraño. Sin embargo, Grover confía en él, y si Grover confía en él, a mí me basta. ¿Y a ti, Alek?── Desmond preguntó, buscando el apoyo de su amigo, quien asintió con determinación.

──Grover confía en todos. Yo sé lo que digo, no deberían confiar en él.

──No sabes lo que dices, Lyon.── replicó Desmond, acercándose para poner una mano en el hombro del pelinegro. Pero Lyon lo miró con furia en los ojos, como si ese simple gesto fuera una afrenta.

──Suéltame. Ya van a ver, ese chico los llevará a la muerte.── Lyon gruñó con brusquedad, empujando a Desmond para apartarlo, antes de dar media vuelta y alejarse con pasos rápidos y decididos.

Ambos lo observaron mientras se iba, dejándolos solos en la penumbra del atardecer.

──¿Por qué se enoja tanto?── murmuró Desmond, aún cruzado de brazos y visiblemente molesto por el empujón que acababa de recibir.

──Porque es un tonto.── respondió Alek con un suspiro, pateando una pequeña piedra que estaba en su camino mientras veía cómo Lyon se alejaba. Era su amigo, pero había veces en que su obstinación lo hacía actuar como un completo idiota.

──Hey, debo irme. Quedé con Luke, pero... nos veremos más tarde.── dijo Desmond, despidiéndose de Alek con una sonrisa que apenas ocultaba su preocupación.

──Nos vemos.── asintió Alek suavemente, observando a su amigo marcharse antes de quedarse solo, con el eco de las palabras de Lyon resonando en su mente.

Alek comenzó a caminar hacia su cabaña, el peso de la conversación con Lyon y la imagen del chico rubio aún frescos en su mente. Los truenos empezaron a retumbar con fuerza en el cielo, como si los mismos dioses estuvieran inquietos. Cada paso que daba resonaba con el eco de sus pensamientos, haciendo que su mente girara en torno a la imagen del chico tendido en la camilla.

Alek no podía dejar de pensar en él y en lo que Lyon había dicho. Había algo en ese chico que lo inquietaba, algo que iba más allá de la simple curiosidad. ¿Cómo un chico igual a ellos había logrado lo que ningún hijo de Ares había conseguido? La pregunta lo perseguía, repitiéndose una y otra vez, como el retumbar de los truenos que ahora llenaban el cielo.

La lluvia comenzó a caer, primero en gotas ligeras que apenas acariciaban su piel, y luego en un torrente que parecía reflejar la tormenta interna que Alek intentaba comprender. Su ropa se empapó rápidamente, pero no le importaba; estaba demasiado inmerso en sus pensamientos para notar el frío o la incomodidad. Algo en él le decía que ese chico no era sólo un hijo de un Dios más. Había una chispa en él, algo que Alek no podía definir, pero que lo hacía destacar de una manera que lo intrigaba profundamente.

Con cada trueno que rasgaba el cielo, Alek sentía cómo crecía en su interior una necesidad inexplicable de conocer más, de entender qué significaba todo esto. Mientras caminaba hacia su cabaña, el sonido de la lluvia se mezclaba con sus pensamientos, creando una sinfonía caótica que reflejaba su confusión y su deseo de respuestas. Al llegar a la puerta de la cabaña, Alek se detuvo por un momento, el cabello empapado pegado a su frente, antes de abrirla y entrar en la penumbra.

El rostro del chico rubio seguía apareciendo en su mente, aún después de haber cerrado la puerta tras de sí. La tormenta en el exterior continuaba, pero la verdadera tormenta estaba dentro de Alek, una que sabía que no se disiparía hasta que encontrara las respuestas que buscaba.

Como hoy es el cumpleaños de Percy les traigo el capítulo dos de este fanfic 🥳
Tenía planeado subirlo pero se me había complicado un montón, espero que les guste.  💖

Tiktok: _itsjosxs

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