51| ❝Alexandria❞
╰─────➤No hay que temer
a nada en la vida, sólo tratar
de comprender.
M.C
ENTRARON A LA comunidad a paso lento y precavido, alertas. Calipso llevaba a la bebé en brazos, a la delantera del grupo. La mujer Dixon examinó cada parte que podía ver desde allí, era lo que antes se llamaba un "barrio privado", con casas similares y calles bonitas. Estaba bastante limpio. Los recibió un tal “Nicholas", pidiéndoles que dejen las armas, pero ellos se negaron y Aarón los dejó conservarlas.
—deja que hablen con Deanna primero —le aclaró Aarón.
—¿Quién es Deanna? —repitió con sorna, Abraham.
—les dirá todo lo que quieran saber de este lugar —Aaron explicó amablemente —Rick, ve tú primero.
—¿Debemos ir separados? ¿Por qué no nos explica a todos juntos? —preguntó Calipso alzando su mano que quedó en el pecho de Grimes, impidiendo que pase.
Escucharon gruñidos y voltearon, vieron a un caminante acercándose.
—Sasha —pidió Grimes. Sasha alzó su rifle y le disparó en la cabeza, la reja fue cerrandose. Todos voltearon a ver a Nicholas y Aarón —que bueno que llegamos —ironizó Grimes, Calipso sonrió por lo bajo, bajando su mano para acomodar a Judith.
—¿Dónde nos recibe Deanna? —pronunció con burla, Calipso.
Aarón les hizo una seña y lo siguieron.
Estaban en Alexandria.
[…]
Calipso miró a su hermano, Daryl la observaba de misma manera. Los dos serios e incómodos pero diciéndose todo a través de la inexpresiva mirada Dixon. “si pasa algo, grita” le comunicó casi mentalmente y Calipso asintió a modo de “igualmente, no te alejes”. Pero sus idénticos orbes también decían “no temo a matar a la primera persona sospechosa que señales”.
Calipso subió su mano al picaporte y la bajó, entrando con cuidado al cuarto que le señaló Rick anteriormente. Miró a los lados y se encontró con Deanna, la mujer castaña y de baja estatura, edad avanzada, tenía un vaso en su mano. Tal vez licor.
—¿Qué es ese olor de mierda? —fue lo primero que dijo Calipso al entrar, su nariz dolió y sintió sus tripas revolverse mientras arrugaba su rostro asqueada.
—ahm... Puede ser que la lavandina, acabo de pasar el trapo y el olor es fuerte. Tal vez te mareé —dijo Deanna sonriendo incómoda, esperaba un saludo o algo. Pero a Calipso pareció solo darle náuseas el olor a lavanda —Calipso ¿Verdad? —preguntó amablemente. La nombrada asintio con su cabeza —soy Deanna. Un placer. ¿Gustas sentarte?
Calipso caminó hasta sentarse en el sofá pequeño frente al extenso sillón donde la mujer se sentó. Detrás de ella pudo ver una cámara.
—¿Te gusta? —preguntó tratando de sacar tema de conversación. Calipso no se movió —¿Te molesta si grabo nuestra conversación?
—¿Por qué? ¿Hay shows los viernes por la noche? —cuestionó sarcástica y subió una pierna al sofa, apoyando su brazo sobre está.
—no —negó riendo —Simplemente me gusta tener todo archivado, somos transparentes, queremos que lo sean. Si no quieres está bien —Calipso se encogió de hombros —¿Quieres contarme tu relación con los del grupo? Tengo entendido que Daryl es tu hermano ¿No?
—el único vivo, hasta el momento —afirmó sonriendo de forma ladina. Deanna se sirvió más del vaso y le señaló a Calipso por si quería beber, pero ella negó —Damon también es mi hermano. Los únicos tres Dixon.
—Bueno, me alegra saber eso... ¿Y con Carl, Judith y Rick? —preguntó bebiendo un poco del vaso. —Aaron dijo que no sabía bien, ¿Carl y Judith son tus hijos?
—si, si lo son.
Deanna sonrió, tenía una capacidad para leer a las personas, o eso creía ella, podía identificar que Calipso decía la verdad pero Aaron le dijo que Calipso negó ser la madre de Judith.
—¿Y Rick? Él es el líder pero... Tú tomas las decisiones —Sugirió alzando las cejas. Le costaba hacer que Calipso hable. —¿Están juntos?
—No —negó secamente.
—¿Y entonces? Se debieron conocer desde antes del apocalipsis, él dijo que pocos se conocían desde antes —Comentó, mas Calipso no respondió, solo la examinó, a ella y al cuarto entero, paseando su cautelosa mirada por todos lados. Deanna, al no recibir respuesta, cambió de tema —¿De qué trabajas antes de esto?
Calipso pensó ¿Qué tenía que ver? ¿Para qué querria saber qué hacía con su vida hacia tres eternos años de días largos y duros?
—Cientifica nuclear —mintió curvando sus labios hacia arriba.
—¿En serio? —preguntó con sutileza, Calipso asintio con burla —¿Estás siento sarcástica? —delató mientras Calipso mostraba al fin su sonrisa completa —no se puede hablar ni de relaciones, ni de trabajo ¿Qué te parece pasatiempos?
—me gusta clavar flechas en cráneos.
Deanna suspiró con disimulo al ver la vacía sonrisa desafiante de Calipso. Sus ojos mantenían esa chispa ardiente que gritaban problemas.
—te gusta cazar —quiso intentar Deanna.
—personas, caminantes y animales, si —Continuó provocando más a la mujer.
—que bueno que necesitamos gente así —Comentó levantándose —si quieres irte, puedes hacerlo, Calipso.
—que considerada, muchas gracias —Le agradeció sin gracia, levantándose y yendo a la puerta.
—¿Puedo hacerte una última pregunta? —cuestionó mirándola antes de que Calipso tome el picaporte. Ella giró. —si tuvieras que darme una razón para dejarlos quedarse ¿Cuál sería?
Calipso lo pensó, ¿Debería responderle? ¿Decirle la verdad? No sabía si estaba segura de quedarse, pero el grupo lo necesitaba, Carl y Judith lo necesitaban... Ella lo necesitaba.
“Que le conviene tenernos de aliados y no de enemigos.” quiso decir.
Pero en cambio, sonrió.
—que todo este movimiento es porque ya nos tienen dentro, sería una total vagancia hacer todo este desastre para al final no quedarnos. Mucha pérdida de tiempo.
Y salió.
[…]
Una vez la mayoría fue a las entrevistas a las que los sometía Deanna, todos se dirigieron a la parte trasera del edificio. Calipso estaba sentada en una banca, detrás de todos. Una mujer regordeta y amable, con anteojos, trajo un carrito para que todos dejen sus armas allí. Era el primer paso para quedarse, para tener una estadía. Nada de armas en la vida cotidiana.
—aun son sus armas —habló Deanna, viendo a todos ir a dejar sus pistolas en el carro —pueden pedirlas cada vez que quieran cruzar el muro pero aquí dentro las guardamos por seguridad.
Abraham le daba miradas recelosas a Deanna mientras abandonaba sus pistolas, Glenn le dió una vista de advertencia, también despojandose de sus pertenencias. Luego fue Carol.
La mujer sonreía dejando torpemente una pistola, luego se quitó con dificultad su gran rifle colgado y Calipso se levantó al ver eso, mordiéndose el interior de las mejillas para no sonreír.
—Damon, hijo... —Carol, al “no poder”, llamó al chico a su cargo, Damon se acercó a ayudarla —gracias, cielo.
—de nada, ¿Estás bien? —él, también enterado de la actuación como todo el grupo, acarició el brazo de Carol y la acompañó a un costado.
Después de la fingida vejez incapaz Carol, todos miraron a Calipso.
La mujer estaba de brazos cruzados, viendo cómo todos los del grupo, más la mujer regordeta de anteojos y Deanna la observaban. A la espera de que se mueva. Calipso se señaló, sin entender, todos asintieron mostrando que esperaban que se despoje de sus armas como el resto.
—ah, no, no, ni lo piensen —se negó convencida y miró como Damon y Glenn ponían cada uno una mano sobre sus hombros y la empujaban hacia adelante —traidores.
Calipso se quitó la pistola que estaba a la izquierda de su cinturón y la dejó sobre el carrito, iba a retroceder pero Maggie aclaró su garganta y la mujer Dixon blanqueó sus ojos. Se sacó los tres cuchillos que estaban en su cinturón a la derecha, los dejó en el carrito dispuesta a retroceder pero Maggie tosió más fuerte y Calipso se agachó a sacar los dos cuchillos escondidos en sus botas y la pistola que tenía detrás, dejando así todo lo que tenía sobre el carrito bajo la atónita mirada de las dos mujeres. Calipso sonrió con falsedad, quedándose solo con su arco y flechas.
—debi traer otro más —Susurró la mujer retrocediendo con el carro.
—si, eso parece —comentó sarcástica Calipso con su falsa sonrisa —si quieres te libero peso. —Incentivó a tomar de nuevo sus armas.
—no. —Le dijeron al unisono Maggie, Glenn y Damon.
—Ya no dejan a nadie ser buena persona caritativa y ayudar a los demás.
[…]
Dos casas, dos enormes y lindas casas frente a Calipso, Rick y Carl como un regalo en bandeja de oro, Aarón se las estaba entregando. Ya eran suyas, con un cartel delante un poco más. La mujer Dixon tenía un brazo sobre los hombros de Carl, acariciando el pecho del preadolescente. Rick estaba a un lado de Calipso. En medio de ella y Aarón.
—¿Las dos? —repitió incrédulo, el mayor de los Grimes.
—para ustedes —asintió Aarón con las manos juntas, detrás de su espalda —yo me quedaría con esa —señaló la más larga —es más... Pintoresca.
Calipso lo miró ceñuda. ¿A caso él no se daba cuenta de lo que sucedía? ¡Estaban eligiendo una casa como si fueran una familia recién mudada! Ellos no tenían una casa decente desde que todo comenzó, estuvieron en un campamento, luego en un edificio científico, después en una granja y luego una prisión, el colmo fue una iglesia. Después fue todo deambular, allanaban casas y no se quedaban allí por lo inseguras que eran. Ahora tenían dos que no necesitaban seguridad por la gran muralla.
Simplemente no estaban acostumbrados.
—oigan, sé que aún no confían en nosotros —Aaron resaltó —pero es bueno que vinieran.
—no es que no confiamos en ustedes —Calipso aclaró con una mueca —ya vimos que son más inofensivos que un caminante en proceso de quedar solo en huesos; no confiamos en su sistema —miró a los al rededores —ya vimos un lugar como este —recordó la villa del gobernador y Terminus —toda cosa simple y perfecta tiene defectos.
—bueno, en cuanto los encuentres, espero lo digan. Nos serviría —sonrió amable y Calipso evitó mirarlo —aun que Deanna nos pidió que les demos espacio, así que nadie los asfixiará. —y observó a Calipso —asfixiar en termino no literal, en modo de que no los molesten porque... Bueno —sonrió incomodo, sabiendo que Calipso parecía tomarse algunas cosas muy a la defensiva. Casi la veía como si fuera un animal.
—entendí, Aarón, no somos salvajes, bueno, no tanto —sonrió con cinismo al imaginarse a Daryl y Damon como salvajes.
—Si, bien —rió un poco y tosió —pueden tomarse su tiempo, exploren... Si hace falta algo, me llaman.
—¿Te enviamos la batiseñal? —preguntó sarcástica.
—ah, no —rió embarazoso rascando su ceja, a Calipso le causaba gracia lo fácil que era poner en situación penosa a Aarón —quise decir... No hay teléfonos, vivo a cuatro casas —señaló la dirección.
—gracias —Carl le dió la salida y Aarón se fue a un paso lento e incómodo.
Calipso tomó su arco y le colocó una flecha por reflejo, como cada vez que entraban a una casa, Rick también tenía esa consecuencia, ya que abrió la puerta pero lo hizo de costado y alerta. Carl se asomaba detrás de ambos, queriendo ver algo.
Al entrar, se podía ver unos cuadros sin foto apilados a un costado, la casa estaba limpia, sin vidrios rotos, ni nada desparramado. Linda decoración, sillones, una mesita, sábanas y mantas a un lateral. Era una casa decente con todo lo necesario para alguien que se muda.
La única mujer fue a la sala, mirando a los al rededores, sintió una presión en su pecho. Jamás, de los jamases, había estado en una casa así.
Su casa era una cabaña en medio del campo, había cigarrillos en el suelo, revistas para mayores por todos lados, y botellas de cerveza por doquier. Nunca tuvo la oportunidad de tener un hogar como la gente de clase media. Ella era de la clase baja.
Se colocó de vuelta el arco en su brazo y subió su mano para comenzar a morder sus uñas con pesadumbre. Su cuerpo estaba nervioso y sintió una mano en su espalda que la acarició hasta bajar a su cintura, Calipso miró a Rick.
—es todo tan raro —admitio, sonriendo de una manera que él jamás vió, era una incomodidad que no era normal en ella —esto es nuestro, Grimes... —se giró a él, Grimes la abrazó por la cintura. —sé que no quería y no debo disfrutarlo, me ves anormal pensar que conseguimos lo que siempre quisimos, pero... ¿Es real? ¿Qué sigue ahora?
—disfrutar, pero sin bajar la guardia —le susurró en sus oído, acariciando la cintura de su mujer.
Escucharon los precavidos pasos de Carl bajar por las escaleras y se alejaron, los tres fueron tan lento como nunca a la cocina, el menor abrió la canilla y vieron agua salir de ahí. Agua limpia.
El regocijo rodeó a la chica, tanto que se puso recta sin darse cuenta, el júbilo le rogaba ir a ver si la ducha era igual de prometedora.
—Hay... Hay ropa ahí —Calipso señaló detrás —¿Quieres ir primero a bañarte, Carl? Luego ve a buscar a los demás. —le sugirió al chico que sonrió sin contenerse, Calipso igual sonrió, mordiendo su labio inferior —¡Ve, ve! —lo empujó al baño y Carl fue riendo.
Calipso volteó sonriente a Rick que parecía aún ensimismado en una melancolía, se acercó y lo abrazó por la espalda, él puso sus brazos sobre los de Calipso.
—¿Estás bien? —le preguntó al ojiceleste. Él afirmó con su cabeza.
—solo... Atontado —admitió, sintiendo como Calipso apoyaba su cabeza contra su espalda. —seguiremos analizando las opciones y...
—Grimes —lo interrumpió, abrazándolo con más fuerza —No soy sentimental pero... Déjame disfrutar, jamás tuve algo así.
Rick volteó y la abrazó bien, Calipso se refugió en el agarre de él, escuchando los latidos del corazón de Grimes y contandolos mientras bajaba unos momentos su defensa para poder apreciar lo que estaba sucediendo.
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