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𝟎𝟑𝟖. onsen

CAPÍTULO TREINTA Y OCHO: ONSEN
U.A. MUSUTAFU, JAPÓN

«─Será un entrenamiento intensivo. Deben pensar en como mejorar sus trajes para trabajar mejor sus dones y hacerlo con una mentalidad Plus Ultra. ¿Están listo?»

Aquellas habían sido las últimas palabras de Aizawa esa mañana de entrenamiento.

Tras regresar a las clases con normalidad, el peso del estudio cayó sobre Hachiro como literalmente un par de cadenas lo harían sobre su espalda. Las miradas de reojo no faltaban por parte del colegio, preguntándose por el estado del Morikuro que terminó brutalmente dañado por el ataque de la Liga. Aquél que se rumoreaba que había vuelto a la vida como un zombie, o que sólo sobrevivió porque su sangre estaba maldecida por parte de su núcleo materno. Eso, entre otras estupideces con menos sentido que había oído de parte de Kaminari, que traía las noticias como si al azabache realmente le importaran.

Sus profesores en reiteradas ocasiones se acercaron a preguntar de su estado, a lo que únicamente les respondía con un asentimiento y procedía con un "me siento bien". Una respuesta que sólo dejaba más preocupados a los adultos, pero que por dentro para él sólo era su sinceridad.

Se sentía bien porque después de tanta tormenta, logró encontrar algo de lo que aferrarse.

Miró de soslayo a Bakugo, que ya estaba en su versión de salvaje de la jungla. Una sonrisa creció en sus labios. Aunque la misma desapareció totalmente al recordar su posición.

No podía entrenar de forma activa junto a los demás por su salud. Le habían sacado los puntos hacía poco y por ese mismo motivo tenía que esforzarse lo menos que podía, una tarea que lo traía fastidiado. Quería trabajar como el resto y participar sin miedo en el exámen de las licencias, pero sabía que de seguir así solo llegaría a dar pena a la hora de mostrarse.

Mínimamente, los fines de semanas regresaría a su nueva casa para entrenar su kosei con su padre. Eso ayudaría en algo.

Frustrado, ahogó un grito entre las palmas de sus manos, llamando la atención de una minoría de los alumnos. Sus ojos platinos buscaron entre los profesionales en presencia de la clase, encontrando al profesor que impartía matemáticas entre ellos.─Ectoplasm-sensei, ¿no puede hacer aunque sea un solo clon contra mí?─preguntó con parsimonia, sin querer sonar muy desesperado por un poco de adrenalina.

El profesor tan sólo volteó en dirección a Aizawa, que solo entrecerró sus oscuros orbes.─No sé si sea lo mejor para su salud, Morikuro.

Hachiro hizo su mayor esfuerzo para no rodar los ojos. No llegaría a ningún lado faltándole el respeto a sus mayores, así que sólo se levantó de su lugar en el suelo, doblándose sobre su estómago en señal de reverencia.

─Sólo uno, sensei, no seré molestia. Lo prometo.

Con aquella última súplica, solo escuchó a Aizawa suspirar por lo bajo, dando la afirmativa para que le prepare un clon. Hachiro volvió a enderesarse en su pose, sonriendo apenas con las comisuras de sus labios, aunque su respuesta le resultó suficiente como para alegrarle la mañana. No planeaba quedarse todo el día sentado y observando a sus compañeros ser productivos.

La réplica del sensei se materializó en una zona cercana a la entrada del gimnasio Gamma, donde Cementoss no había creado todavía ninguna plataforma. Este mismo, estiró sus manos hacia el suelo, conectando su quirk hasta que desde lo más profundo de la construcción empezó a emerger un montículo de cemento. Hachiro caminó hacia la zona, subiendo cuando aún estaba a una altura baja para no tener que depender de otros para llegar a su cima.

Con una paz que parecía ser atormentable, se posicionó frente al clon de Ectoplasm, observando a sus al rededores e intentando encontrar un punto del cual aferrarse. Atacar sin tener idea sería imprudente y impulsivo, y si había insistido tanto en practicar era porque realmente estaba motivado para hacer las cosas bien.

Después de todo, lo del campamento había sido lamentable.

No lo decían, pero sentía la mirada de culpabilidad de su madre y la decepcionada en su padre, inclusive Shota que tanto había estado para él se terminó apartando. Sabía que era culpable por no haber estado atento a quienes se hablaban a sus espaldas, por no haber previsto que un segundo villano le arrebataría la delantera; y con ello casi la vida.

Suspirando estiró sus brazos hacia la réplica de Ectoplasm, envolviendo con una bruma oscura ambas manos. Una sensación pesada se esparció entre sus músculos, tensando los mismos en un espasmo que lo hizo temblar levemente en su lugar. De forma instintiva, quienes estaban practicando a su alrededor se giraron curiosos para ver como podría desarrollarse ese encuentro, puesto que sería la primera vez que utilizaba su kosei en un ataque tras su accidente.

Hachiro dio el primer paso, comenzando una carrera hasta llegar frente a el clon. Dio un golpe con su puño en el rostro, que fue fácilmente desviado. Su "sensei" tomó su antebrazo, girándolo en una llave tras su espalda. El azabache ahogó un gemido de dolor al sentir su hueso ser forzado de dicha manera y le propinó una patada en las partes bajas estando todavía en esa pose. La réplica no se dejó vencer fácil ni se quejó por dicho golpe, sino que volvió a repetir la misma acción de antes y ahora tomó su pie; con una fuerza que el menor dudaba que realmente tuviese, terminó empujándolo unos cuantos centímetros lejos.

Morikuro, de cara al piso, hizo su mayor esfuerzo por levantarse aunque el golpe le hubiese dolido. Otra vez con sus antebrazos ya cubiertos de un tono negruzco y la bruma en forma de runas, apuntó al profesor y dejó que sus instintos tomasen el lugar de su propia lógica, nublando sus sentidos poco a poco. Sus ojos platinos comenzaron a esfumarse en un negro sólido que contaminó la esclerótica y ocultó su iris.

Las ventanas del gimnasio comenzaron a temblar, la atención se desvió a ellas. El ruido del cristal rompiéndose poco a poco desconcentró a la copia comandada por Ectoplasm, y el mismo sentimiento de curiosidad fue intercambiado por la sorpresa cuando estas reventaron.

El vidrio, lejos de caer sobre los estudiantes, se acumuló en el aire, dirigiéndose a una velocidad indescifrable hacia la copia de Ectoplasm. Hachiro no cambió la trayectoria, manteniendo su concentración en aquel oponente y muy asegurado de que debería derrotarlo a la primera, sin necesidad de segundas oportunidades. Los trozos afilados del material de cristal atravesaron a la copia, haciéndola desaparecer en el instante.

Hachiro giró sobre su lugar, con casi un ejercito completo de aquél material afilado a sus espaldas, enfrentando a Aizawa más a que a otro de los profesores del lugar.

─¿Puede darme otro?

Los onsen transmitían un calor casi insoportable tratándose del clima veraniego en el que seguían. La cantidad de personas dentro también podía resultar preocupante, pero no parecía ser un tema de mayor índole, pues casi todos los estudiantes masculinos se encontraban en su correspondiente baño preparándose para ducharse.

Bakugo deseaba poder decir que todo estaba en un perfecto silencio y una paz inquebrantable, pero iba a salir mintiendo como el peor de los idiotas. Llevaba su toalla amarrada a su cintura, sin todavía entrar a las duchas y observando como en el onsen estaban todos los chicos "idiotas" que formaban parte de su grupo de "amistades". Quiso virar los ojos, y lo hizo, cuando vio a Kaminari Denki gritando y sumergiéndose dentro del agua como un niño pequeño e inquieto.

Kirishima tampoco estaba muy tranquilo, pues tenía una charla tres tonos más altos de lo normal con Sero, lo cual desde su lugar a Katsuki ya le irritaba.

Volvió a virar los ojos, chasqueando la lengua de por medio, decidiendo finalmente acercarse a sus compañeros. El pelirrojo que ahora llevaba su cabello bajo lo observó con una sonrisa, que le aseguró a Bakugo sobre la estupidez que llevaba en su cerebro, a su parecer, pequeño.

Antes de que una sola palabra abandonara los labios de Kirishima, Bakugo se adelantó.─¿Dónde está el pelo quemado?─indagó, todavía sin ingresar dentro del agua para evitar perder el tiempo. Necesitaba hablar con el azabache y no verlo en el lugar sólo aumentaba su impaciencia.

─Hachiro...─murmuró Kirishima, como si estuviera pensando bien antes de dar una respuesta.─Él y Midoriya se quedaron hablando en el ascensor, supongo que vendrán más tarde.─Bakugo abrió los ojos con sorpresa, siendo realmente inesperada aquella confesión. Que él supiera, la relación entre esos dos siempre fue de compañeros de clase, resultándole a Hachiro la personalidad de Izuku demasiado entrometida e irreal.

Sin mostrar su disgusto, Bakugo Katsuki sólo se limitó a dar la vuelta en su lugar y caminar hacia la salida de los baños, ignorando a su vez cualquier llamado que le involucrara.

La curiosidad era algo seriamente peligroso y él lo sabía, en especial tratándose de alguien que jamás se rebajaba a un nivel en el que el resto descubriera lo que ocultaba. Así que tomando el resto de su ropa, Bakugo tomó la decisión de esperar a que ese particular dúo ingresara a los onsen. No quería ni pensar que el mismo idiota que se le había confesado la noche anterior traía cosas ocultas tras Deku.

Y así fue como sucedió.

Tras ser desocupados los baños, Hachiro e Izuku entraron en silencio, uno más nervioso que el otro. El azabache por su lado traía la toalla puesta a la altura de su cintura, sin dirigirle la mirada al peliverde para no incomodarlo. Habían entablado una conversación minutos antes que se desvaneció tan pronto el calor del lugar los golpeó de lleno.

Cuando ingresaron dentro del onsen, fue Midoriya el primero en hablar, sin percatarse de la tercera presencia escondida de la vista de ambos.

─Para ser honestos, no me imaginé que te acomplejaran tus cicatrices, Hachi-kun.

El silencio se extendió aún más por el lugar de ser posible, determinando una cosa en su mente: Izuku Midoriya era demasiado directo en cuanto a él se trataba, posiblemente a sabiendas de que el balbuceo molesto y la inseguridad ajena solo lograba infundirle aburrimiento. Sin embargo, la falta de tacto impresionó un poco al azabache.

Poco a poco, dejó su cuerpo hundirse dentro del agua caliente, sintiendo el vapor profundizar el tacto en su piel ahora levemente más viva.

Le dio una mirada de soslayo a Izuku, antes de levantar la cabeza y apoyarla contra el borde de la gran bañera, concentrándose así en el amplio techo.─Es irónico, en otros se me es normal, pero en mi mismo me provocan disgusto.─concluyó sus pensamientos, recibiendo la atención de Midoriya, que empezaba a tallar uno de sus brazos.─Desde que Stain nos enfrentó no dejo de pensar en lo horrible que es tener una marca así en mi rostro.─seguido a ello, señaló con un dedo vago su ojo derecho, dejando en evidencia aquella línea oscura que cruzaba el mismo.

Izuku suspiró, para luego proporcionarle una sonrisa honesta al de hebras azabaches.─No puedo decir mucho, a mi me sucede por igual. Pero supongo que, tanto tú como yo, deberíamos sentirnos orgullosos de cómo las conseguimos.─los ojos platinos de Hachiro captaron al joven con atención, escuchándolo más a fondo mientras observaba como su cabello peliverde comenzaba a aplastarse contra su rostro. Por suerte, su cuerpo era cubierto por el agua.─Intentando salvar a otros, así las conseguimos.

Hachiro sonrió, muy amplio, para soltar una risa nasal y bajar la cabeza. Como si aquello hubiese sido un buen chiste a sus oídos. Midoriya le observó con sorpresa por su reacción, pero el azabache tomó partido para sumergir la cabeza bajo el agua y emerger nuevamente con su cabellera mojada.

─Intentando...─murmuró, más para si mismo mientras se frotaba los ojos.─Y sin embargo no he salvado a nadie.

Midoriya volvió a sonreír, como si no le agotara realmente hacerlo.─Dudo que sea así.─comentó con tranquilidad, comenzando a masajear su propia espalda. Una leve mueca se plantó en du rostro, pero siguió hablando. Hachiro lo miraba aburrido.─Yo sé que eres cercano a Kacchan, Hachi-kun. Y desde que entramos a la U.A, él cambió mucho.

Hachiro lo pensó para sus adentros y le emocionó, en gran parte, pero no perdió su postura neutral ante la situación. De todas formas, no le cerraba a qué punto de la conversación quería llegar Izuku con aquel comentario, por lo que se armó de paciencia para esperar que lo concluyera.

Después de todos, ambos estaban allí porque les avergonzaba que los demás vieran lo que sus debilidades provocaron.

─Supongo.

Midoriya, de la nada, se vió enrojecido en un brutal sonrojo, dónde comenzó a mover sus manos enfrente a su rostro, confundiendo aún más de ser posible a Morikuro. Izuku intentó cubrirse con sus brazos, pero de un movimiento de manos Hachiro logró con su particularidad evitar ese ataque instantáneo de timidez.

Con una ceja alzada, Hachiro lo obligó a hablar. E Izuku suspirando, cedió.

─A lo que voy es que, tú y Kirishima son quienes más confianza tienen junto a él. Y Todoroki-kun muchas veces nos habla sobre ti en los comedores, y creo que eres una persona estupenda.─su balbuceo rápido fue poco comprendido por Hachiro, quien tan solo llevó a su oreja su mano para ajustar el aparato que sobresalía de la misma.─En fin, gracias.─otra sonrisa de parte del peliverde.─Me ha costado tanto tiempo conseguir la amistad de Kacchan, y tú lo lograste en tan sólo unos meses. Me gustaría poder estar celoso de ti, pero simplemente es imposible estarlo. Ver feliz a un amigo, es un sentimiento indescriptible.

Las palabras de Midoriya sorprendieron una vez más a Hachiro. No se esperaba que el pecoso comenzara a hablar sobre aquel tema en particular, en realidad esperaba algo más suave de su parte, pero se veía verdaderamente honesto y sincero. Morikuro chasqueó la lengua con suavidad, moviendo su cabeza a un lado para evitar su sonrojo y exponer su perfil.

Suspiró, sintiendo el aire mucho más pesado de lo común y sabiendo que en poco tiempo sería necesario salir.

─No creo ser el motivo por el cual Bakugo haya cambiado, creo que es parte del crecimiento de uno mismo.─los ojos platinos de Hachiro se encontraron con los esmeraldas de Izuku, el azabache prosiguió en su habla.─Pero aún así, a mí también me gustaría agradecerte y pedirte un favor.

Midoriya frunció el ceño, confundido.─¿Agradecerme? ¿Un favor?

Hachiro asintió con levedad, acortando sus dudas en un santiamén.─Shoto... Sólo protejanlo si no estoy. Él es muy importante para mi.─murmuró, como si fuera un tema especialmente delicado, o como el siseo de un deseo de tal magnitud fuese posible de conceder si lo impartía de dicha forma.

Pero Izuku Midoriya era del tipo de chicos que solía pensar demasiado las cosas que los demás decían.

─¿Si no estás, a qué te refieres?─volvió a indagar con curiosidad, casi exclamando por cada poro de su piel por una respuesta.

Y sin embargo, Hachiro Morikuro seguía siendo el mismo adolescente misterioso que se ocultaba tras una capa de falsa seguridad y neutralidad.

─Sentido figurado, nada de qué preocuparse.

Izuku asintió, prosiguiendo a hablar.─Bueno, en ese caso protege a Kacchan si no estoy, ¿okey? Aunque estés seguro de que no lo necesita, quédate a su lado.

─Haré lo mejor que pueda.─contestó el azabache, mostrando sus dientes en una sonrisa amplia y honesta.

Un par de pasos a sus espaldas llamaron la atención de ambos muchachos. Estos compartieron una mirada, uno de temor por haber sido escuchados y el otro en defensa por la hostilidad que significaba husmear en conversaciones ajenas. Pero allí estaba él, caminando como si estuviera pavoneándose de ambos, pero con una seriedad mortal acompañada de su ceño fruncido. Su cabello rubio puntiagudo se movía a la par de su cuerpo, que se hallaba completamente desnudo, llevando la toalla para cubrir su intimidad sobre su hombro izquierdo.

Midoriya apartó la vista al instante, incómodo e intimidado por la aparición de su amigo de la infancia. Mientras, adrede, Morikuro recorrió con sus ojos el cuerpo totalmente desnudo de Bakugo. De arriba a abajo, sin perderse ningún detalle que pudiera resultar significativo en un futuro. En especial en esa parte.

Supo bien que eso sólo aumentó el ego de Bakugo, pues se posó exactamente a su lado, alzando las cejas de forma altanera, pero sin sonreír por la molestia que parecía expulsar de cada uno de sus poros.

─¿Ya terminaron de hablar de mi?

Midoriya y Morikuro compartieron una mirada apenada.

Estaban jodidos.

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