𝟎𝟑𝟕. the moon is beautiful
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE: LA LUNA ES HERMOSA
U.A. HEIGHT ALLIANCE
A veces la hipofrenia arrasa sin piedad el alma de los hombres.
─Hachiro...
Sus ojos platinos abandonaron el paisaje iluminando proyectándose en la ventana, regresando su vista al adulto frente suyo. Todo aquello, con una parsimonia digna de alguien que ha estado perdido en sus pensamientos por horas, sin prestar un mínimo de atención a su entorno social.
A veces llega, y lo hace para quedarse.
─¿Cómo decía?─atinó a preguntar el azabache, parpadeando levemente y rascando de forma inconsciente su cicatriz en su ojo. El psicólogo frente suyo sonrió apenas visible, mientras bajaba sus ojos tétricos a la hoja con anotaciones en el escritorio. Escribió un par de cosas, pero antes de que Hachiro pudiese siquiera curiosear, cubrió el papel con sus propios brazos.
─Estabamos hablando de la operación. Los informes indican que la sensibilidad de la zona y la sanación están en un óptimo estado.─Hachiro miró el bolígrafo del psicólogo, golpeando la mesa ligeramente mientras pronunciaba sus palabras. Comenzaba a divagar en sus pensamientos, hasta que un nuevo comentario le llamó la atención.─A lo que voy, ¿tú sientes que estás, físicamente hablando, en un óptimo estado?
La pregunta le hizo fruncir el ceño.
─Me siento bien.─contestó tajante, encogiéndose de hombros.
El doctor Yazumi asintió, volviendo a tomar el bolígrafo con su diestra para escribir en sus anotaciones. Hachiro viró los ojos hasta encontrar de nuevo la ventana en su campo de visión, enfocándose en ello.─Tu oído, ¿el implante se te es cómodo?
─Supongo.
Yazumi levantó la vista de su libreta, dándole una intensa mirada cubierta por el marco de sus anteojos.─Ha pasado una semana, Hachiro. ¿El tiempo concuerda con lo que has sentido?
Hachiro hizo una mueca, volviendo su atención por segunda vez al hombre. Alzó las cejas, sin comprender completamente el significado oculto entre sus indagaciones y los resultados que buscaba obtener.
─El tiempo es relativo, ¿o no?
El hombre sonrió, alegando un "si" con una media sonrisa. Siguió anotando un par de cosas en su libreta, dando preguntar cortas que Hachiro podía responder en cortos segundos, justamente para no incomodarlo. Cómo él había dicho, acababa de pasar al menos una semana desde que el hospital le consiguió el alta médica para que retomara la escolaridad al mismo tiempo que sus compañeros, poniendo algunas condiciones. Una de ellas era asistir a una visita semanal con un especialista en psicología para llevar a cabo un estudio entre sus emociones previas al accidente y las posteriores.
Con todo el alboroto de su caso, terminó saliendo a la luz su trastorno disociativo. Sus padres fueron los que peor la pasaron, podía verlo en las miradas de ambos progenitores cargadas de culpabilidad a si mismos. Podía verlo cuando le quitaron la bata del hospital y lo único que pudieron hacer fue observar las nuevas cicatrices que le había costado ese encuentro casi letal con Maneater. La mitad de un pulmón dañada de por vida, costillas rotas, la falta de sangre en su sistema, todo había concluído en un colapso total. Sin olvidar que viejas heridas se reabrieron y con ello, su capacidad auditiva se volvió casi nula.
Y no era noticia alguna que su quirk hubiese evolucionado en esos días de inconsciencia. Las células viejas fueron reemplazadas poco a poco por nuevas, alcanzando un nivel que se temía que pudiesen conocer. Desde ese momento, no volvió a probar su uso, no por miedo a hacerlo, sino por precaución a lastimar a otros.
Y hablando de otros.
Cuando despertó, Katsuki Bakugo fue el primero en recibirlo. No sabía que hacía en su cuarto, pero la necesidad de volver a desmayarse cuando este lo abrazó no faltaron. Había estado pocas veces en el hospital luego de eso, probablemente por su orgullo de acero. Quienes más habían estado a su lado habían sido sus padres y Shoto Todoroki.
Por ejemplo, en esas instancias, cuando salió del edificio del psicólogo tras su visita, el de cabello bicolor y mirada heterocromática, lo esperaba a la salida. Sostenía en sus manos dos envases plásticos, probablemente se trataba de un batido helado. Hachiro no pudo evitar sonreír de lado, avanzando con cuidado de no tropezar en su propio alboroto para tomar uno de los vasos entre sus manos.
─Es de frambuesas y moras.─comentó Todoroki, mientras llevaba la pajita de su propia bebida a sus labios, sorbiendo precavidamente.
Hachiro sintió la punta de sus dedos arder sin motivo, posiblemente sus mejillaa también se habían tintado por ese acto tan dulce. Todoroki recordaba sus sabores favoritos.─Gracias, Shoto.
El aludido asintió, mientras comenzaban a avanzar en las calles con tranquilidad absoluta. No tenían muchos minutos de caminata, teniendo en cuenta que los Morikuro habían conseguido el mejor psicólogo cercano a la zona. La idea era que Hachiro pudiese ir los viernes antes de regresar a su hogar, ya que los fines de semana tendrían los horarios desocupados.
Pero entraba la nueva idea de la Yuuei: Height Alliance.
Para que sus padres aprobaran la idea, Aizawa y All Might tuvieron que rogarles recuperar su confianza para proteger a Hachiro. Él estuvo presente durante la discusión, ya que fue en medio de su cuarto en el hospital. Solo observaba como su madre llevaba la voz de la razón, mientras que Yoshio Morikuro destruía con la mirada al tutor de la clase 1-A. La situación en otro momento le hubiera resultado graciosa, pero de tener la fuerza para reírse hubiese comenzado a toser sangre.
Ahora tenía su cuarto a medio terminar, sólo habían subido sus pertenencias a su piso y quedaba decorarlo.
─Shoto.─Hachiro llamó tras unos segundos de silencio. El bicolor lo miró por un corto período de tiempo, asintiendo. Dio a entender con esa acción que tenía permiso para seguir hablando.─¿Terminaste con tu cuarto?
─Si. ¿Necesitas ayuda con el tuyo?─Hachiro se concentró en uno de sus cabellos azabaches, ee los que se cruzaban sobre su rostro, mientras asentía todavía bebiendo de su malteada. Shoto suspiró, apenas audible, mientras comenzaba a diferenciar las calles: estaban cerca de la U.A.─Hablaste con Bakugo, ¿verdad?
La pregunta tomó por sorpresa a Hachiro, pero no lo dejó en evidencia.
─No hay nada que hablar.─respondió con simpleza el de cabellos azabaches.
Todoroki hizo una mueca, sintiendo pena ajena y un retorcijón extraño en su estómago ante la aparente indiferencia de Morikuro a un tema que antes podría haberle resultado el fin del mundo.
─Yo creo que ustedes dos tienen mucho que aclarar.
Con aquellas últimas palabras pronunciadas por el heterocromático, prefirieron seguir en silencio las últimas dos cuadras que les quedaban, para luego continuar en subida hasta Yuuei. Los comentarios de Todoroki aún permanecían rondando en la cabeza de Hachiro, quizás admitiendo en su interior que quedaban temas por zanjar. Todo lo que había sucedido previamente al momento en que despertó, lo tenía aturdido. Estaba más que seguro de sus sentimientos por el rubio, y también que eran correspondidos. Pero lo que todavía le dejaba un mal sabor era la posibilidad de perder a alguien que tanto le importaba a causa de ellos.
No sabía siquiera cuánto tiempo le quedaba, no estaba seguro de si quería arrastrar a Bakugo en una relación tan tormentosa junto a él.
No podía ser simplemente cosa de un enamoramiento o una atracción tonta, simplemente no quería aferrarse a la idea de que sería esa típica historia que los adultos cuentan sobre sus años de juventud, alegando que los amores de secundaria nunca duran.
Extenderlo al mismo tiempo que alargaba las posibilidades de que no se aplicara la situación, añadía probabilidades de que se comenzaran a desgastar.
En un suspiro, Hachiro fue consciente de su ambiente, saliendo de sus pensamientos. Ya estaban frente a Height Alliance. Todoroki le dio una mirada de soslayo antes de abrir la puerta del complejo, permitiéndole la entrada al de menor estatura. Hachiro hizo una mueca y avanzó, esperando que ninguno de sus compañeros estuviera en el salón principal como para hacer preguntas.
Y sus plegarias fueron oídas, el lugar estaba en un silencio sepulcral.
Todoroki se acercó a su lado, con su aura frívola y misteriosa, compatible a la perfección con la de Morikuro, que de un momento a otro sintió el sueño invadirle el alma.─Tu piso es el cuarto, Aizawa-sensei pidió que te avise.─comunicó entonces Shoto, mientras avanzaba con ls finalidad de que el otro le siguiera.
Presa de la curiosidad, Hachiro frunció el entrecejo, comenzando a sentir pesado su cuerpo: su intuición.─¿Quiénes están en ese piso?
Shoto lo miró por sobre su hombro.
─Adivina quien.
Un suspiro abatido salió de sus labios, cuando terminó de mover la cama contra la pared. Llevó una de sus manos a su frente removiendo hacia atrás los mechones rebeldes que se interponían en su visión, dejando su frente descubierta como muy pocas veces lo hacía. Tenía encima una musculosa oscura, algo estirada por el uso constante, y unos pantalones de mezclilla en la parte inferior.
Todoroki había sido de gran ayuda a la hora de pintar las paredes y cambiar el piso, pero los muebles y decoraciones decidió ponerlas él mismo con el soporte de su quirk. Nada extraño sucedía hasta el momento, solo se sentía diferente.
Con algo de pereza instalada en su ser, analizó el resultado de sus arduas horas de trabajo, mientras llevaba ambas manos a sus caderas en una pose de jarrón. Las paredes pintadas de un tenue lila grisáceo eran cubiertas por las decoraciones, dejando poco espacio de esta misma libre. Tenía un escritorio a su derecha, acompañado de un mueble de estanterías en donde colocaba sus libros, velas, algún que otro elemento decorativo y unas pocas plantas. Por el lado izquierdo, estaba su cama de dos plazas, decoradas por un firme edredón oscuro y una pila de almohadas. La cabecera de la misma en este caso, iba contra la pared, teniendo a sus costados espacios para guardar su calzado y ropa, siendo acomplejados de una cómoda negra.
Sobre la ventana, que por estar oscureciendo todavía se hallaba abierta, habían unas luces decorativas enredadas entre unos helechos, muy natural pero manteniendo el entorno sombrío.
Suspiró, se sentía en casa.
Aún si su tormento, literalmente, estaba a un cuarto de distancia.
Decidió que su estómago no se encontraba con las fuerzas suficientes como para comer algo, a pesar de que les habían incluido un pequeño refrigerador a cada estudiante. Posiblemente Todoroki se había asegurado de guardarle algo dentro mientras le ayudaba a acomodar, pero no se preocupó por revisar.
Un golpeteo fuerte y constante en su puerta le hizo sobresaltar, llevando una mano a su oído de forma inconsciente.
Acelerando sus pasos hasta abrir la puerta, puso su mejor mueca inexpresiva, dirigiéndole al instante una mirada cargada de indiferencia a la persona que estaba del otro lado. Sin embargo, antes de poder arrepentirse, tuvo que recurrir a crear un escudo con las sombras acopladas al cuarto, para cubrir la explosión de Bakugo que voló directo a rostro.
─¡No me pongas esa cara de puta triste!
Su exclamación y el impacto de la explosión que nació desde su dermis, hicieron a Hachiro retroceder, dando completo lugar al de cabellos rubios cenizos como para ingresar dentro.
Morikuro se sobó su brazo, donde las sombras terminaban de extinguirse para denotar las venas marcadas en tonos negruzcos.
─¿Qué haces aquí?─indagó con normalidad, mientras cerraba la puerta a las espaldas de ambos, escuchando a lo lejos voces ajenas, posiblemente en los ascensores. Bakugo chasqueó su lengua, mirando de soslayo a Morikuro.─Oh, adivino, "bastardo mitad-mitad dijo qué".─imitó moviendo sus manos en un gesto apresurado, irritando aún más al rubio.─Estoy bien, no jodas.
El ceño cenizo del de ojos carmines solo se frunció aún más ante sus palabras, dando media vuelta en su lugar para empujarlo fuertemente. Hachiro trastabilló, sintiendo su pecho doler, pero prefirió ignorarlo.─¡Las cosas van a estar bien cuando puedas mantener una pelea sin un solo rasguño, estúpido Hachi!─exclamó seguido de sus acciones.
Hachiro rodó los ojos.─Te levantaste y elegiste violencia.─murmuró con una sonrisa burlesca y falsa en sus labios, bajando la cabeza hacia el suelo.─Ya hablamos esto en el hospital, Bakugo, no quiero que toques el tema. Ni tú, ni nadie. Lo que pasó fue culpa mía y de nadie más.─con lentitud, sus ojos escalaron el ambiente, encontrándose con los orbes brillantes de Katsuki.─Excepto que haya algo que te concierne.
Aquella oración, impartida con un tono seductor, algo poco común estando en situaciones críticas. Eso alarmó a Bakugo, sabía que nada estaba bien, y también las consecuencias de seguir escarbando la llaga.
Antes de que alguna palabra saliera de los labios entreabiertos de Bakugo, una brisa fresca se coló en el cuarto.
Los ojos platinos de Hachiro se movieron como en una danza hacia el balcón de espacio regular. Caminó hacia este, indirectamente señalándole al rubio cenizo que le siguiera. A regañadientes, Bakugo lo hizo, permaneciendo a una distancia piadosa para poder estar al tanto del comportamiento de su amigo.
Pero Hachiro ya estaba cansado de tanta mierda. Quizás por una noche, mandaría a todos y a todo a la mierda.
Una sonrisa casi imperceptible, pero honesta, creció a partir de sus comisuras.─Es curioso que los dos somos tan tercos y competitivos, que ninguno va a aceptar caer antes que el otro.─comentó como si de un chiste a la ligera se tratara, que claramente a Bakugo no le agradó.
─¿Caer ante ti?─un jadeo altanero abandonó los labios de Katsuki, mofándose de él.─¿En serio creíste que me iba a enamorar de ti? ¡Qué estúpido!
Hachiro sonrió de lado, mirándolo fijamente.
Adrede.
─Supongo que es estúpido si se trata de ti.─ante ese comentario, fue inmediata la reacción natural de Bakugo por querer explotarle el rostro, sacando de sus palmas leves estelas provenientes de las explosiones.─¿Te cuento algo cursi?
─¡¡No, emo sucio de mierda!!
Hachiro viró los ojos y con un movimiento de sus dedos, hizo que la telequinesis arrastrara a Katsuki hasta su lado. Morikuro leyó sus defensas antes de que el rubio pudiese atacarle, juntando las manos del mismo por detrás de su espalda, obligándolo a quedarse a pocos centímetros de su propio cuerpo. Lo miró, de arriba a abajo, como un lobo que analiza su presa antes de degustarla, clavando aquellos profundos ojos platinos que bajo la luna brillaban en un tono casi marfil.
─¿Me vas a escuchar o tengo que enseñarte a golpes?─preguntó y por primera vez en mucho tiempo, Katsuki pudo asegurar que sintió una pequeña parte de su ser atemorizada. Jamás habiéndolo visto de esa forma tan superior a la suya, experimentando la sensación de ser ahora él la piedra en el camino del azabache.
Y ciertamente, Hachiro estaba hasta las bolas.
Soltando la presión de su quirk sobre el cuerpo de Bakugo, comenzó a tranquilizarse, tomando asiento en el mismo suelo del balcón. El rubio lo siguió, sin quitar su mueca de rabia.─La primera vez que alguien se me confesó, dijo que mis ojos tenían el color de la luna.─comenzó a hablar el azabache, tan sólo recibiendo un "que asco" como respuesta.─Yo creo que es tierno, en realidad. Tenía razón, pero en ese momento mis ojos no se veían así.
Bakugo rodó los ojos.─No quiero escuchar otra de tus putas cursilerías.
Hachiro decidió ignorarlo, tomando un respiro para continuar.─La luna no es sólo de un gris aburrido, amargado y triste. La luna es de un color platinado brillante, refleja su soledad por las noches cuando el sol se oculta y desaparece detrás suyo cuando es el día.─hizo una pausa, breve, como si estuviera asegurando la veracidad de sus palabras con cada párrafo. Bakugo suspiró, abatido.─Es de un color que le da esperanza a una minoría, pero que provoca intimidación a otros, solo porque lo distinto es aquello a lo que mas le tememos.
Pero cuando sus ojos se encontraron, no tuvieron más opción que olvidar la tensión del momento. Hachiro, con total libertad, tomó la mano de Katsuki. Suave, como si de porcelana se tratara, atrayendo la atención del momento hacia aquella extremidad y ganándose así su sorpresa. Bakugo no era una persona acostumbrada a aquellos actos, por lo que su único reflejo fue apartarse del agarre.
Pero Hachiro no estaba dispuesto a dejarlo ir sin oír todo lo que tenía que decirle, aún si se arrepentiría luego.
─A pesar de todo, a pesar de que depende de otro espectro para ser ella misma, a pesar de ser de un aburrido gris o de sólo brillar con intensidad una vez al mes...─sus ojos, aquellos platinados tan atractivos, insistieron en el contacto, perdiéndose entre los tonos flameantes de la mirada carmín de su contrario.─Yo creo que la luna es hermosa. ¿No lo crees tú?
Hachiro estaba con el corazón en la mano. Sus ojos lagrimeando, al borde de romperse nuevamente frente a alguien que le doblaba en fuerza y tenacidad, frente a una persona que había llegado a admirar incondicionalmente hasta el punto de enamorarse como si no hubiera persona viviente sobre la Tierra. Se aferró tanto a una esperanza junto a él, que estaba seguro que terminaría matándolo, pero simplemente no podía dejarlo ir.
─La luna siempre fue hermosa.─fue su única contestación, seria y concisa.
Hachiro sonrió, con una amplia sinceridad, gesto que achinó sus ojos. Una lágrima gruesa rodó por su mejilla. Tomando aire, se preparó para desarmar el nudo en su garganta y liberar la tensión de su corazón.─Bueno, Bakugo Katsuki, yo siento que la luna empezó a brillar en el momento en que te conocí.
El de hebras rubias cenizas, solo pudo parpadear confundido, quizás anonado por el golpe de sentimientos reciente que había recibido. Tardó poco en recomponerse, cuando ya estaba gateando hasta llegar a Hachiro. Tomó entre sus manos su delicado rostro, admirando con total deseo sus facciones, como si intentara memorizarlas en un lienzo mental.
Morikuro solo sintió su corazón acelerarse a la vez en que sus respiraciones se entrelazaban, creando un ritmo constante entre sus latidos. Acortando el espacio entre ambos, Bakugo lo tomó por detrás del cuello, acercando sus labios finalmente en la travesía de conectarse en un beso. Al principio tierno, sintiendo la piel del otro arremeter con presión en un gesto dulce. Hachiro cerró los ojos, llevando sus manos al cabello rubio de su compañero, enredando sus dedos en el mismo. Había soñado tanto con ese momento, que simplemente vivirlo le resultaba irreal.
Sus labios comenzaron a moverse sobre los del contrario, creando un ritmo en el cual sus lenguas se unieron. Hachiro intentó tomar el control de la situación, poniéndose sobre Bakugo en un gesto imparable de dominancia, pero recibió un gruñido de parte del rubio, que apretó su cadera para reiterarle con movimientos brutos que se quedara quieto.
Tan pronto la lengua de Katsuki acarició la suya, soltó un jadeó ahogado por la boca ajena. Succionó la misma, mordiendola a su gusto, cuando de forma inconsciente su espalda se arqueó. Las manos traviesas del rubio decidieron abandonar su cuello para tras su camiseta, acariciando con la yema de sus dedos los omóplatos escondidos tras las capas de ropas.
Hachiro, todavía aturdido, aumentó el agarre en el cabello de Katsuki, tironeando de él a su gusto hasta sacarle un suspiro a este mismo. Rompió el beso por instantes para recuperar el aire que le escaseaba, concentrándose ahora jadeante en los ojos rubíes de Bakugo.
─Entonces...─jadeó, lamiendo su labio inferior para cortar un hilillo de saliva que mantenía unido sus bocas. El acto, atrajo la atención nuevamente a la zona, haciendo que Bakugo regresara con la intención de devorar sus belfos, más fue detenido por Hachiro.─¿Qué significa esto?
El rubio rodó sus ojos, tomando su mandíbula con fuerza.
─Que eres y siempre fuiste mío, y como vayas a olvidarlo juro que te destruiré. Y créeme, es fácil aplastar cucarachas.─espetó sobre sus labios, robándole en el instante un beso casto, pero húmedo. Bajo este, Hachiro sonrió, alzando las cejas con escepticismo.
Así que alzando su cabeza en alto, y dando un golpe suave en la entrepierna del rubio, logró quedar al fin encima suyo, dejándolo aprisionado contra el suelo. El contacto obligó que los ojos rojizos extasiado por su actitud chocaran con los suyos. Y aseguraba que los pensamientos de Katsuki solo viajaban entre mil formas de hacerlo sufrir con lentitud y las aptitudes amplias que tenía para ser, en pocas palabras, "una perra".
─Si yo soy una cucaracha, que será tú... Confesándote como un cobarde cuando, no podía oírte.
Otra sonrisa arrogante.
Acababan de sellar un pacto, quizás, con el mismo diablo.
Y ninguno se arrepentía.
i guess, san valentin wiiii
si gente ya están, ya se dan
ya, ya, 37 capítulos pa que pase
igual sigue la historia, no se crean.
nunca les dije el seiyuu de hachiro,
pero yo le imagino con la misma
voz que Dabi (hiro shimono) , litt así lo veo
edité todo juju
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