𝟎𝟏𝟓. tongue
CAPÍTULO QUINCE: LENGUA
MUSUTAFU, JAPÓN
Tras el anuncio del Festival Deportivo de la escuela, todos los estudiantes de la U.A habían comenzado a prepararse. Los entrenamientos se volvían pesados, estaban asegurándose de que todo pudiera salir a la perfección. Pues claramente, era el momento de que pudiesen mostrar su capacidades y hasta donde podían llegar con ellas. Hasta lo que sabía, sus propios compañeros dejaron de ser tan molestos por el grupo que tenían, estaban empeñados en sus cosas.
Sin embargo, Hachiro se aburría demasiado.
Aizawa estaba de malhumor, lo había ido a visitar en la mañana. El ser una momia viviente entre tantas vendas no ayudaba en que su temperamento estuviera calmo, parecía estar sacado de quicio. Y se dio cuenta de que tampoco estaba sólo, por lo que únicamente se quedó hablando con él unos segundos antes de partir a su departamento de nuevo.
No tenía espacio ni ganas de entrenar, había salido a correr en la mañana unos minutos, pero nada más. Ni siquiera ocupó las barras en su edificio para practicar acrobacias, en lo que en realidad era bastante bueno. Sabía utilizar las barras fijas a la perfección, siendo que de pequeño se dedicaba a ello en su tiempo libre, hasta que dibujar se le hizo más atractivo.
De todas formas, seguía en la misma. Tomó el teléfono mirando el grupo que tenía con sus amigos, y escribió rápido en el teclado. Su mensaje exactamente había sido: "¿Se murieron todos?" Esperó unos segundos tras escribir aquello, y el primero en contestar fue Sero, escribiendo algo en un extraño tipo de español que no entendía. No sabía que Hanta tenía ascendencia latina.
"Sepa la bola, chavo."
Hachiro miró el teléfono de una manera indescriptible, sin entender nada lo que Sero quiso decir. Su español en sí era pobre, y que usara expresiones raras le comenzaba a causar ansiedad. Solo contestó con un signo de pregunta y un sticker de un gato llorando, para luego apagar su celular.
Iba a salir a hacer alguna estupidez.
Y de paso pensar en esa mierda que le carcomía el cerebro. Tomó sus llaves y salió del apartamento, cerrándolo tras su paso. Su mamá tenía llaves, así que si llegaba en un momento en el que él no estaba podría entrar igual. Por ese momento, pensaba en dirigirse al shopping grande que estaba bastante cerca de su edificio, buscaría algo de comida para guardar; y cuando decía comida, se refería a chocolates con frutos secos y algunos snacks picantes.
Durante su caminata a su destino, no evitó pensar en todo lo que venía sucediendo hasta el momento. Estaba en la U.A, había hecho amigos verdaderos por primera vez en su vida, fueron atacados por villanos, y ahora iban a competir por un lugar en la cima hasta destrozarse. Pero retomando el ante último ítem, no podía pasar de largo la cantidad de información privada que involucraba una práctica escolar.
Los villanos no podían solo averiguar a donde irían con suerte, no eran algo normal, excepto que tuvieran una persona con un kosei de telepatía, lo cual en realidad sería sumamente raro. Eso reducía las probabilidades a la de que un traidor estuviera entre ellos. Pero si lo pensaba bien, no tenían pista de si algún profesor era sospechoso. O incluso, si un alumno fue parte de todo eso.
Si debía sospechar tenía varios en lista. La chica invisible, debía empezar por ahí. Escuchó decir que había estado con Todoroki, que casi la congeló por no notarla, pero no podía ser posible cuando el chico heterocromático era muy observador y atento. Podía ser una gran candidata.
Sino... Tenía otra persona en mente, a la cual rogaba que por favor no fuese. Obviamente no iba a demostrar nada, pero si resultaba ser él un traidor, se retiraría del mundo de la confianza y no volvería a hacerse un puto amigo.
Con un suspiro de dolor, siguió su camino. Estaba muy preocupado en señalar otros, cuando era probable que la escuela lo tuviera en la mira por su relación familiar con su hermano mayor. Era de esperarse, pues una persona que sufre de estrés postraumático no se transforma en alguien ejemplar en un parpadeo. Aparte, era un chico bastante reservado, tenía perfil para un villano. Eso era lo que más dolía.
Intentaba no desconfiar de otros, porque sabía que si los demás desconfiaban de él actuaría como si nada, pero estaría devastado.
Cuando menos se lo esperó, había llegado al shopping gigante. Había demasiada gente entrando y saliendo, por lo que sumergió su billetera mas adentro de sus pantalones rasgados para poder protegerla de cualquier intento de robo.
Había dejado su teléfono en su departamento, por lo que no había manera de que se pudiera desconcentrar con este. Avanzó entre la multitud de gente en la entrada y directamente se dirigió hacia el centro del lugar. Había muchos lugares por los cuales revisar, pero no iba a actuar como un turista, no le gustaba para nada hacer compras. En especial por las personas respirando cerca suyo.
Mientras analizaba con disimulo las tiendas desde fuera, notó algo que llamó su atención, haciendo aparecer una sonrisa ladina en sus labios. Quizás era una locura de la cual se iba a arrepentir mucho en un futuro, pero su cerebro por primera vez coincidía con su corazón, dándole todas las positiva de que se dirigiese hacia allí.
Una tienda de piercings.
Si por él fuera, tendría toda la oreja perforada. Pero si su madre lo veía de aquella manera, seguramente se la arrancaría y le cosería una nueva para no tener que verlo de esa forma que ella consideraba grotesca. Como si fuera un papel engrapado.
Aunque tenía sentido.
Caminó con paso seguro al lugar, metiéndose rápido aprovechando que no había nadie esperando. Y si tenía suerte, quizás se lo hacían sin necesidad de un turno, lo cual en realidad era poco probable pero no imposible si pagaba la cantidad necesaria. Aparte, el hombre atendiendo parecía un estadounidense, así que supuso que sus normas no serían tan estrictas como en otro lugares.
─Hola, lamento molestar.─saludó Hachiro, acercándose al hombre que atendía. Estaba tatuado en su mayoría su cuerpo, lo cual indicaba que posiblemente era tatuador también.─Quería saber si atiendes sin turno previo, es para un piercing.
─Lógicamente.─sonrió el hombro, moviendo unas cosas detrás de su escritorio, buscaba papeles.─¿Dónde?
─Lengua.
El hombre levantó la vista, entrecerrando sus ojos.─¿Seguro? Si eres menor de edad más te vale no hacerme una denuncia por mariconear.─murmuró, levantándose ahora de su asiento. Hachiro sonrió, parecía que estaba hecho.
─Para nada.
─Pasa allá.─señaló un asiento negro, donde debía sentarse para comenzar la esterilización.─Seguro sabes el procedimiento, es un pinchazo y listo.
Se sentó en la silla, mirando como el hombre sacaba de una caja un marcador de un solo uso, una aguja americana y una especie de pinza que había visto que se utilizaban para perforar la lengua. Parecía ser una costumbre aquello para él, ya que estaba bastante tranquilo preparando todo.
Sus manos transpiraron un poco, pues no podía creer que en serio estaba por hacer esa estupidez por aburrimiento. Tragó saliva como pudo, intentando disimular.
─A ver niño, saca la lengua.─Hachiro obedeció sin rechistar, sacando la lengua lo más que pudo. El hombre del cual no sabía su nombre, pero se veía de unos veintitantos, examinó la zona. Pasó un algodón con alcohol esterilizado, y luego marcó un punto en la zona adecuada para el piercing.
Hachiro estaba demasiado tranquilo. En general, no le tenía nada de miedo a las agujas, no era algo raro para él, pues le parecía exagerado temerle a un objeto. Era mejor temerle a la persona, pero el hombre que lo atendía parecía de fiar, y se mantenía en un ritmo que inspiraba confianza.
Sintió la pinza tomar su lengua, y la aguja ubicarse debajo. Cerró un ojo para no ver la escena de una manera tan extraña desde arriba.
─Mi kosei es de curación, no dolerá tanto si cierro la herida luego.
Antes de que Hachiro pudiera hacer o decir algo, sintió la aguja atravesando cada capa de su lengua de un solo tirón.
Dolía como trecientas patadas en el culo.
Pero era psicológico, se repetía.
Tras terminar con el piercing en la lengua y pagar, fue que el chico que lo atendió clavó una de sus uñas en su cuello y cerró la herida en la zona. Claramente con una habilidad así era fácil conseguir clientes, quizás tan sólo había tenido suerte aquel día.
Le había dicho que intentara no ingerir nada sólido por las próximas veinticuatro horas, y que no se le ocurriera ingerir alcohol o tabaco por una semana. Obviamente, parecía que él no se esperaba que Hachiro participara en el Festival Deportivo, quizás en parte había sido una idea un tanto mala en un momento poco indicado.
No se preocupaba mucho, estaba muy contento con el resultado. Seguro porque no lo había planeado de un inicio, había sido espontáneo, y cuando las cosas surgían de esa manera su humor despegaba. Se sentía vivo.
Por eso, caminaba por el shopping dirigiéndose a la salida con una leve sonrisa en sus labios, aún con la capucha de su buzo sobre su cabeza.
─¡Hachiro!
Escuchó su nombre en un grito.
Al instante, como si de un exorcizado se tratara, giró en su lugar confundido. Tenía dos opciones, o ese había sido Kirishima llamándolo o ya estaba quedando bastante estúpido por el momento que escuchaba voces inexistentes. Sin embargo, la última teoría se vio descartada cuando el pelirrojo se acercaba amistosamente hacia él, con Katsuki a sus espaldas caminando molesto.
Eso lo hizo confundirse aún más.
Habían salido juntos, no habían dicho nada en el grupo que tenían, lo que significaba que habían arreglado en particular. Eso causó que el ceño de Hachiro se frunciera en molestia, quizás celos. Pero no lo iba a admitir para sí mismo. Aunque era de esperarse, si desde el primer día de clases el pelirrojo tenía controlado a Bakugo para que se comporte como un ser humano mínimamente decente.
─¡Hachiro, ¿Qué haces aquí?!─el pelirrojo abrazó a su compañero, apretándolo fuerte contra su cuerpo. Morikuro soltó un jadeo de dolor, pero devolviendo el gesto con una leve caricia en la espalda de Kirishima. Le gustaban los abrazos, pero daba vergüenza admitirlo.
Cuando Kirishima se alejó, le mostró las bolsas a modo de respuesta. El pelirrojo, abrió la boca en una "o", en señal de entender. Hachiro tenía un poco de miedo de hablar y que su piercing nuevo se comenzara a inflamar.
─¿Ustedes?─murmuró algo bajo, haciendo una mueca cuando el acero golpeó su paladar. Sabía feo. Katsuki notó su acción, y se acercó.
─¿Qué mierda te importa?
─¡Necesitaba mancuerdas!
Ambos amigos hablaron al mismo tiempo, con Kirishima deteniendo a Bakugo para que no avance a amenazar al pelinegro. Este solo volvió a alzar una ceja, viendo las manos de Eijiro en el pecho del rubio con bastante recelo. Lo estaba disimulando bastante bien para ser que estaban a una distancia muy corta.
─Suerte entonces.
Iba a darse la vuelta, pero Katsuki le agarró la capucha del buzo, haciendo que se diera vuelta hacia él. Hachiro lo miró de arriba a abajo con asco, siendo bastante hostil al soltarse. Ahora era notorio que estaba molesto, y el único confundido entre ellos parecía ser el cabeza de piedra. Como acto siguiente, sintió la mano de Bakugo apretar sus mejillas, obligando a que abriera su boca. Lo hizo con tanta fuerza que fue imposible no ceder.
─¿Así que eso hacías aquí, eh?─Katsuki se corrió a un lado, para que Kirishima pudiese ver también. Este se acercó curioso, para sorprenderse.─Eres un maldito emo.
─Como no corras tu asquerosa mano sudorosa de mi cara voy a morderte.─amenazó Hachiro, empujando con fuerza al rubio, quien seguía con su sonrisa burlona.
─Se te ve genial, Hachiro, no entiendo porque la vergüenza. Muy masculino.─Kirishima le sonrió con cariño, haciendo que el contrario se sonrojara y le diese la espalda. Comenzaba a darle cosquillas que chicos lindos le dieran cumplidos.
─Porque me duele, par de bolsas de semen coagulado.─espetó con enojo fingido, haciendo reír nervioso al pelirrojo.─Nos vemos.
Antes de poder escuchar las quejas de los otros dos, aceleró su paso para salir del lugar. Estaba maldiciendo a todos los dioses que podían existir por haberlo puesto en una situación tan vergonzosa, ahora se estaba arrepintiendo de hasta nacer. Metió sus manos en los bolsillos, apretando la tela para no estresarse y controlarse un poco.
No entendía que carajos le pasaba con Katsuki, o si en realidad era con Kirishima. Era como sí fuera muy sobreprotector alrededor suyo, no le gustaba ver al pelirrojo encima, y menos al revés pero no era algo que sucediera. El caso es que él no tenía mucha vergüenza a la hora de estar cerca de Eijiro y acostarse en su hombro o abrazarlo, por eso le parecía extraño.
Su sangre le hervía, como si se sintiera traicionado. Sabía que no podía ser el único, pero la idea de que su relación con Kirishima fuera mejor que la de él le enojaba. Le frustraba. Sabía que era una bola de carne reprimida y sentimental, seguro por ello era un peor amigo. Debería aceptarlo y seguir entonces.
Si ni siquiera podía mantener una conversación normal con Katsuki luego de haber estado en su casa y haber compartido la misma cama con él, que mierda más se iba a imaginar. Era como dar vueltas constantes; mientras más creía avanzar, más cerca del inicio estaba.
Suspiró, despeinándose el cabello con frustración. Debía aceptar que las amistades no estaban incluidas en su estilo de vida, y menos en su personalidad controladora.
Pero dolía.
chile- esto es alto relleno, pero le quería poner un piercing a mi hachiro. aparte, les voy a compensar con otros caps.
luv you ❤️
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