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𝟎𝟏𝟑. sleepy head

CAPÍTULO TRECE: DORMILÓN
MUSUTAFU, JAPÓN
RESIDENCIA DE LOS BAKUGŌ

Tras la escena que armaron cuando Hachiro no pudo contener sus emociones, las cosas se tranquilizaron. Habían bajado ambos a acompañar a terminar la comida, a pesar de que Mitsuki Bakugo no quería aceptar que el pelinegro perdiera su tiempo junto a ella. Pero para el joven Morikuro no se trataba de una molestia, sino de algo que por respeto debía hacer. Al menos, así le enseñaron a él.

Mientras estaba junto a la rubia, Katsuki solo los vigilaba desde el sofá. Seguramente esperaba a que su madre no dijera nada para avergonzarlo. Eso hizo pensar a Hachiro de que, en realidad, el chico explosivo nunca invitaba a nadie que no fuera de su familia al hogar. O quizás solo le ponía incómodo ver a sus amistades en su hábitat natural.

Pero, si ese fuese el caso, ¿a qué lo invitó?

De todas formas, con Hachiro y Mitsuki cocinando, no tardó mucho en estar lista la cena. Al menos así, había aprendido una receta que la mujer le enseñó y aplicó en los platos, realmente le sorprendía lo bien que podía cocinar. Eso veía que también había heredado su hijo de ella.

La noche cayó lentamente sobre Japón, trayendo un manto bastante caluroso y húmedo. No faltaba mucho para que el verano diese comienzo. Y tampoco para que la Yūei cancelara el receso que se dieron para empezar nuevamente con las clases. Posiblemente, de unos dos días para retomar el órden en el sistema interno.

Se sentaron en la mesa de los Bakugo, con la cena ya servida sobre esta. De mala gana, Katsuki se había encargado de cubiertos y platos, y a Hachiro le pareció bastante tierno verlo trabajando por el bien de otros. A parte, sus brazos se plegaban y mostraban sus músculos mientras bajaba los utensilios.

Igualmente, Hachiro era un maestro a la hora de esconder sus sentimientos y sus expresiones, exceptuando aquel momento anterior en la habitación del rubio, donde su presión acerca del tema lo hizo quebrar una de las paredes alrededor de su corazón helado. No se podía permitir mucho que aquello siguiera ocurriendo, debía ser precavido.

La cena iba entre todo tranquilo, estaban hablando de cosas triviales, incluyéndose Katsuki siempre con su tono molesto y sus expresiones verbales algo vulgares. Pero parecía que no era ninguna peculiaridad escucharlo maldecir en su presencia. Todo iba bien, hasta que Masaru Bakugo decidió que era momento de interrogar al nuevo amigo de su hijo.

─Hachiro, ¿has hablado con tus padres sobre el incidente de hoy?─el aludido detuvo su accionar de comer, mirando a Masaru quien había hecho aquella pregunta. Hizo un mueca que no pasó desapercibido, había sido muy irresponsable de no haberse comunicado con ellos.

─No...─murmuró muy despacio, mordiéndose el labio inferior como reflejo.─Dejé el celular en casa, pero seguro ellos saben que estoy bien.

Mentira, tan pronto contestara sus mensajes sería presa de represalias de su madre e insultos por su comportamiento infantil e inmaduro.

─Hablando sobre eso, me interesa saber por qué quieres ser un héroe, Hiro.─señaló esta vez Mitsuki, demostrando estar realmente interesada en conocer más sobre el tema.

Hachiro alzó las cejas levemente, y miró de reojo a Katsuki, quien estaba cruzado de brazos esperando su respuesta de la misma manera. Decidió no hacerlo muy largo para los demás. A pesar de que conversar de manera alargada no era su fuerte cuando apenas entraba en confianza, se trataba de no ser tan idiota por al menos unas horas. Luego tendría la oportunidad de hacerle pasar lo mismo al rubio.

─Bueno, mis padres siempre me enseñaron que si tienes un gran poder debes apostarlo para ayudar a quienes lo necesitan.─comenzó a hablar, con una sonrisita escapando de sus labios, parecía un niño soñador nuevamente.─En lo personal, estoy acostumbrado a superar. Creo que soy bastante apto para afrontar situaciones extremas sin inmutarme mucho. Aparte, el hecho de saber que puedo salvar personas me gusta. La violencia represiva solo genera más odio.

Katsuki golpeó sus puños contra la mesa, asustando a todos en la mesa. Era una reacción bastante inesperada.

─¿¡Estás queriendo defender a los villanos con eso!?

Hachiro suspiró, no quería discutir frente a los padres del rubio.

─No... En realidad, dije lo que quise decir. La violencia represiva sigue siendo violencia.─quiso explicar de manera pacífica, volviendo a su comida con lentitud. Katsuki sentía un ojo titilar.

─¡He visto como le pateabas el trasero a todos los villanos en la U.S.J! ─Katsuki exclamó furioso, recibiendo una mala mirada de su madre  ─Disfrutaste de esos encuentros, pude verlo en tu mirada. ¿Cómo explicas eso? Te tiras como carnada.─tenía bastante razón en realidad.

─Olvidas que no había nadie a quien salvar.─remarcó el pelinegro en la mesa, dejando en claro lo obvio.─Eso, fue una cacería Katsuki. El mundo de los villanos es más retorcido de lo que crees. La reacción de ellos es culpar a los demás, de hacerlos culpables de su dolor interno. Pero lo hacen por puro placer.

─¡¿Y cómo lo sabes?!

Mi hermano es un psicópata que me mantuvo al borde de la muerte, pensó. Pero no lo dijo. Solo mantuvo la vista fija en él, arrugando un poco la nariz para contener cualquier sentimiento negativo de salir de su ser. No iba a llorar, y si se lo proponía así sería.

Así, en respuesta al chico Bakugo, se encogió de hombros, sin pronunciar ninguna palabra. Eso dejó a Katsuki aún más confundido.

─Oh, lamento si te hicimos sentir incómodo, Hiro.─el padre del chico explosivo fue quien habló ahora, haciendo que el pelinegro girara su cabeza en su dirección.

Hachiro sonrió ampliamente, negando.─¡No es molestia! Solo... No soy de hablar mucho.─esta vez, el avergonzado era él.

Era obvio que se había ganado a los padres de Bakugo, era bueno prediciendo a las personas y podía verlo venir. Lo trataban con mucho respeto, algo que agradecía mucha en realidad. Y aparte, veía a la mamá de Katsuki muy divertida con la leve pelea que ellos habían tenido segundos atrás. Seguramente verlo tan sereno y seguro de sus palabras fue una buena señal de paciencia para ella.

La cena tuvo un desenlace tranquilo dentro de todo, con Hachiro ayudando a levantar la mesa. Era el padre quien insistió ahora con lavar los platos y cubiertos, negándole la participación de dicha actividad al pelinegro. A duras penas aceptó, y subió junto a Katsuki a su cuarto. No le gustaba ir a casas ajenas y no ser de ayuda en nada.

Tan pronto estuvieron en la misma habitación, encerrados y solos, sintió a Katsuki abalanzándose sobre él. Como broma, pensó en hacer un comentario sobre que si podía esperar a que se lavara los dientes primero, pero no fue precisamente para darle un beso que se le acercó.

Insertó un golpe en su estómago que le sacó todo el aire a Hachiro, haciéndolo caer sobre sus rodillas al suelo.

─¡ERES UN IDIOTA, TE DIJE QUE NO MIENTAS! ¡RATA INMUNDA!─los gritos de Bakugo eran bastantes audibles. Hachiro estiró una mano para indicarle que se calmara un poco.

─Kats, no mentí tonto. ¡Estaba siendo sincero!─se defendió, cubriéndose un poco con sus brazos para evitar cualquier otro golpe del rubio. Este bufó molesto, y lo tomó de las axilas para subirlo y ponerlo a su altura.

─¡NO ME DIGAS KATS!─casi le escupió las palabras en la cara.

─Está bien, pedazo de mierda viviente.

La cara del rubio fue un poema indescriptible de comparar con algo antes visto.

─¡¿AH?!

Hachiro rodó los ojos aburrido, dio un paso más en su dirección, acercando su nariz al cuello del rubio. Le dio un abrazo, que en realidad usó como excusa para poder perderse otra vez en su olor a caramelo tan embriagante. Sin embargo, Bakugo seguía molesto, por lo que se lo sacó de encima sin mucho esfuerzo, empujándolo hacia la cama con brutalidad.

Ante la acción, Hachiro quedó sorprendido, sin sentir dolor. Subió una ceja, preguntándose que era ahora lo que pasaba.

─Si me tocas mientras duermes, voy a quemarte el trasero.─señaló con su dedo índice, muy cerca del rostro del pelinegro. Este solo se concentró en esa extremidad, que pronto agarró entre sus dientes y mordió sin mucha fuerza, provocando que Katsuki gritara.─¡Hijo de puta!

Miró a los ojos a Katsuki, soltando su dedo de su boca. Pero fue una mirada tan extraña para el rubio, que no pudo evitar que algo en su interior se revolviera fuertemente. Tanto que tuvo que mover su cabeza para esconder un sonrojo violento que recorrió desde sus mejillas hasta sus orejas.

Cuando Hachiro se lo proponía, era un maldito enfermo.

─Ah, encontré tu punto débil entonces.─el pelinegro sonrió aparentando inocencia, causando una mueca graciosa en Katsuki.─Tranquilo, a mi me desquician las cosquillas y los mimos. Pero te aconsejo que no trates de hacerme cosquillas.─agregó, dándole la espalda para ir en dirección al baño a lavarse los dientes.─Oye, no podr...-

Sus palabras quedaron en el aire cuando las manos de Bakugo se posaron en su cintura, buscando hacerle lo que justamente le dijo que no debía: cosquillas. Al parecer, el rubio había elegido ese día la opción de morir, pero Hachiro era un ser piadoso y le dio la posibilidad del perdón. Movió sus antebrazos, alejando las extremidades del contrario, irrumpiendo en su espacio personal.

─¿Me prestas algo para lavarme los dientes?

Iba a ser una noche interesante.

No podía dormirse, Hiro daba vueltas en la cama. No le era muy cómodo compartir cama con alguien que dormía en la punta extrema y le sacaba todas las sábanas únicamente por el gusto de hacerlo pasar frío. Y le resultaba irónico que luego dijera que el demente era él. Aunque no pensaba quejarse mucho tampoco, pues Katsuki tenía razones para molestarlo. Había ido a su casa, comido con su familia, había discutido con él y también llorado frente suyo. Era demasiada vergüenza para un mismo día.

Se sentía patético.

Pero tenían frío, la temperatura había bajado.

Tocó la espalda de Katsuki con la punta de su dedo, solo recibiendo un gruñido en respuesta. Por sus movimientos constantes, el rubio tampoco se pudo dormir, así que sí estaba algo enojado.

─Tengo frío, Kats.─murmuró cerca de su oído, viendo tensarse al aludido mientras seguía insistiendo.─Por favor, ¿compartes tu cobija?─esta vez, tiró de su camiseta un poco para captar su atención.

Katsuki ya cansado, se dio vuelta quedando enfrente al pelinegro. Su ceño fruncido lo examinó de arriba a abajo, y esa mirada hizo sentir a Hachiro como si un hilo de sangre le iba a bajar de la nariz. Muy intenso para estar con la mente y el cuerpo al borde caer rendidos en los brazos de Morfeo.

El rubio viró los ojos, tapando con parte de las cobijas a Hachiro, dejando uno de sus brazos más calientes sobre él a su vez. Si su madre entraba en aquel momento podría apreciar la escena y malinterpretar todo. Porque claramente, solo eran dos amigos compartiendo cama para no morir por el cambio de clima instantáneo del fin de temporada.

─Gracias...─murmuró Hachiro, cerrando los ojos y dejándose llevar por el calor que lo cubría ahora.

Sin embargo, no importaba que hubiese anunciado que ya estaba durmiéndose, la mirada carmín de Bakugo seguía sobre él todavía. La sentía, era muy profunda y analítica, tanto que por primera vez en tiempo puso nervioso a Hachiro. No estaba en el mejor momento como para prevenir una reacción algo alocada del rubio, pues sabía que si sucedía algo en esa habitación sería difícil detenerlo por la susceptibilidad de su cuerpo a sentirse protegido. Después de todo seguía débil.

─¿Qué pasa, por qué me miras?

─¡Solo duérmete, maldita sea Hiro!

Hachiro decidió confiar en el rubio bipolar. Había sido un día bastante pesado, iba a dejar de lado su parte histérica y le haría caso para darle el placer de ser escuchado al menos una sola vez. Y su sueño fue cómplice en el crimen que lo llevo a un mundo de fantasías irreales, en el que cayó profundamente dormido.

Y Katsuki, desconociéndose a si mismo en todo el trayecto, no pudo evitar actuar con lo que su corazón le decía que debía. Llevó sus brazos a la cintura del pelinegro, envolviéndolo así en su cuerpo, lo atrajo a él y sintió el olor fresco de su cabello entrar en sus fosas nasales.

Aquel demonio estaba sacando las mejores partes de él.

Pero...

¿A qué costo?

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