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𝟎𝟏𝟐. after all

CAPÍTULO DOCE, DESPUÉS DE TODO
U.S.J. MUSUTAFU, JAPÓN
RESIDENCIA DE LOS BAKUGŌ

Tras la batalla tan fuerte que habían tenido contra la cantidad de villanos de la U.S.J, todos los estudiantes serían retirados por sus familias de las instalaciones. No iban a regresar la escuela, esta estaba cerrada. Pues la falta de docentes allí ponía en peligro al resto de los ingresados.

Hachiro, estaba agotado. Le costaba respirar bien, pues la emoción ya había pasado y se sentía pesado en su propio cuerpo. Tanto que, al estar sentados en el suelo, no evitó pedirle permiso a Kirishima para apoyar la cabeza en su hombro y descansar un poco.

Necesitaba recuperar energías si iba a caminar a su casa.

Y hablando de eso.

─Hiro, ¿Quién va a pasar a buscarte?─fue Kirishima quien preguntó esto, mirando con cierta ternura al pelinegro a punto de dormirse sobre él.─Tus papás siguen en Tokio, ¿verdad?

Hachiro asintió agotado.─Aizawa debería, pero esta inconsciente.─murmuró, causando confusión en los demás compañeros cerca. Bakugo, en especial, frunció el ceño y se molestó.

─¿Y por qué Aizawa se haría cargo de ti?

─Es mi padrino.

Silencio. Lo que justamente necesitaba.

Kirishima hizo una mueca, mirando levemente a Kaminari y a Sero que también estaban con ellos y se veían incómodos. Pues, a pesar de no saber lo de que Aizawa era padrino suyo, les era raro la tensión constante entre Katsuki. Y peor aún, era que el rubio provocaba siempre la reacción negativa del pelinegro.

─Hombre, igual no te iras caminando. Es peligroso, y más si ese villano te conocía.─Kirishima esta vez se levantó del suelo, obligando a Hachiro hacerlo también. Este parecía un bebé mimado, pues no tenía intención de moverse de la comodidad del pelirrojo.─Aparte estás muy cansado, ¿no sería mejor si vas al hospital?

─Estoy excelente.─esta vez, habló mas fuerte y sonando convencido.

Bakugo rodó los ojos y caminó en su dirección, tomándolo del brazo para arrastrarlo con fuerza.

─No lo estás, terco.

─Si lo estoy.─gimoteó más tranquilo, sin sentir dolor ante la fuerza del más alto.─ ¿Acaso no confías en mí?

─No.

No lo admitía, pero eso si le dolió un poco. El estar en aquel estado enfermizo, se comportaba de manera mas llevadera, sin llegarse a ver vulnerable ante los demás. Porque no estaba lastimado, solo que nunca había utilizado su kosei defensivo durante tanto tiempo seguido, y ahora estaba afectándole en su contra.

Aparte, había sido un día bastante pesado.

Bakugo lo apartó del grupo unos minutos, llevándole un poco lejos de donde estaba también la prensa, que rápidamente se enteraron del atentado contra la escuela. Y cuando tuvieron un poco de privacidad fue que al fin el rubio pudo hablar.

─Me buscan en un rato, vienes conmigo.─no fue una sugerencia, sino más bien una orden la que emitía Katsuki. Hachiro ni siquiera quiso negar, pues supuso que una acción así de su parte significaba demasiado.─Ya hablé con mis padres, así que no puedes decir que no.

¿Acaso desde antes planeaba invitarlo a su casa? No recordaba haberle dicho nada, Hachiro creía que solo puso atención a la conversación porque Kirishima la había iniciado. Su estómago se revolvió un poco, sin saber bien su significado.

Hiro le mostró una sonrisa sin dientes.─Gracias, Katsuki.

Bakugo Katsuki hizo un ruido incomprensible, como un chasqueo de lengua y apartó su mirada del chico de dos centímetros más pequeño que él. Estaba seguro de que le iba a sangrar la nariz si seguía viendo a los ojos platinos del chico. Y por otro lado, Hiro seguía analizando la extraña conducta del chico.

─Lamento haberte golpeado antes, fue injusto.─murmuró esto último el pelinegro para apartarse de su lado un poco. El rubio de frunció el ceño, recordando el momento y enojándose un poco. No tenía que pedirle disculpas, ni siquiera lo había sentido, pero Hachiro lo hizo igual.

Antes de poder replicarle algo, su madre apareció en su campo visual.

No hizo falta que Mitsuki Bakugo le gritara a su hijo algo para que notara su presencia, pues su hijo fácilmente la podía ver llegar. Su rostro tranquilo cambió por una mueca de enojo, y sus finas cejas se fruncieron indicando esto mismo. Fue un poco sorpresivo para Hachiro su reacción, así que giró en dirección a donde su compañero miraba.

De todas formas antes de que dijera algo, le tomó de la muñeca y lo guio en dichosa dirección. Ni siquiera le dio tiempo de saludar a sus demás compañeros.

La mamá de Katsuki era muy parecida a él, por no decir que era una copia. Su cabello rubio era corto pero puntiagudo, justo como el de su hijo. Y tenía un par de ojos color carmín. Sí, eran iguales. También, ella se veía bastante joven, así que supuso que debía tener unos treinta y tantos.

─¡Tú debes ser Hachiro!─dijo la mujer con una sonrisa leve, pero sincera. El aludido parpadeó confundido, la actitud no era tan similar a la de su hijo.

─Soy Hachiro Morikuro, señora Bakugo. Es un placer.─le sonrió de vuelta el adolescente, aunque sostenía su mirada cansada. Eso causó cierta ternura en la adulta, y una confusión que desencadenó en molestia de parte de Katsuki.

─Llámame Mitsuki, por favor. Suban al auto, me imagino que deben estar muy cansados.

No se esperaba realmente tanta tranquilidad de parte de la mujer, pero obedeció a sus ordenes. Simplemente siguió a Katsuki, rogando que no lo dejara por su cuenta. Si se lo proponía, podía llegar a ser demasiado tímido con los adultos, o hasta incluso más sociable con ellos que con los chicos de su edad.

El viaje fue bastante tranquilo. Katsuki viajó en la parte trasera junto a él, dejando el asiento de copiloto vacío, pero aquello no parecía molestar a su mamá. Y hablando de Mitsuki, la rubia le hizo algunas preguntas de mera curiosidad, sobre sus padres y cómo estaban, también le preguntó sobre como le iba en la escuela. Y para sorpresa de ambos adolescentes, Hachiro contestaba con una sonrisa leve y un tono calmado.

No le molestaba tener conversaciones con esa mujer, en realidad se veía amigable, pero no entendía las reacciones de Bakugo.

─Katsuki me contó que estás viviendo solo, Hachiro, ¿ya vas preparándote?─la mujer lo miró por el espejo retrovisor. La pregunta lo agarró desprevenido, y lo dejó ver en sus expresiones.

No se lo esperaba. No tenía una respuesta pensada para la misma. No le gustaba hablar de sus sentimientos acerca de su familia, pero supuso que mentirle iba a ser bastante feo para una primera impresión.

Pero tras analizar la frase, notó una segunda particularidad. ¿Acaso Katsuki hablaba de él con su familia? No perdió nada de tiempo en darse vuelta hacia el rubio cenizo y fulminarlo con la mirada. Para luego calmarse, y contestarle de manera educada a Mitsuki.

─Me obligaron a inscribirme en la U.A.─comenzó hablando Hachiro, moviendo ahora su pie de manera inquieta. Katsuki por primera vez, prestó atención, interesándose.─Ellos trabajan en Tokio, y el viaje es muy caro y largo, así que pensaron que iba a ser mejor que viniera solo.

─Pero imagino que sigues comunicándote con ellos, ¿verdad?

─Si, ayer hablé con mi madre, pero siempre está molesta.─suspiró pesadamente, amaba con el alma a su madre pero a veces lograba molestarlo demasiado, y no se podía contener con su propia familia.─Y mí papá... Bueno, él es... Sensible. Habla mucho.

Katsuki lo miraba fijamente, captando una fugaz mirada de parte del pelinegro, que ahora si estaba un poco incómodo. Sin embargo, la mujer de cabellos cenizos no se contuvo en hacer una broma en relación con su propio hijo.

─¡Eso explica tu amistad con Katsuki entonces! En realidad, nunca lo noté tan tranquilo. ¿Está todo bien cariño?─la mujer sonrió de manera socarrona, mirando al aludido anteriormente. Hachiro quería hundirse en el asiento y desaparecer para no reír.

Katsuki solo murmuró un par de palabras inentendibles llenas de cólera.─Maldita bruja.

─¡¿Cómo me dijiste?!

Hachiro solo rogaba por auxilio.

Ya cuando llegaron a la casa de los Bakugo, no pudo evitar su rostro curioso recorriendo el lugar con la mirada. Katsuki solo seguía molesto a su lado, mientras que su madre se mostraba más amigable. Conoció allí también a Masaru, el padre del reconocido chico explosivo, quien era demasiado generoso y amable. Realmente, parecía que nada concordaba con lo que en su mente se esperaba.

Igualmente, el adolescente de cabello cenizo no le dio tiempo de hablar mucho con su progenitor, ya que lo arrastró- literalmente hablando- por las escaleras. Hachiro estaba bastante avergonzado por su actitud, pero no le recriminaría nada en su propia casa.

─Me estoy arrepintiendo.─escuchó murmurar a Katsuki cuando ya estaban en la segunda planta.

─¿Dije algo malo?

El rubio detuvo su andar, para girarse en su dirección. Su ceño fruncido desapareció lentamente, dejando una mueca de cansancio en su lugar. No le sonrío, porque no sentía la fuerza como para hacerlo, pero Hachiro sintió que quería hacerlo.

─No, en realidad ya les agradas.─dijo Katsuki, convencido de sus palabras.─Solo, demonios, no finjas nada. Sino me pondré incómodo y te patearé el trasero enfrente a ellos.─amenazó con su voz ronca, queriendo sonar intimidante. Más sus formas de causar miedo provocaban otro tipo de efectos en Hachiro. Este solo se mordió el labio levemente, mirando al sus pies para no mantener contacto visual.

─Está bien, Kats.

Bakugo tenía un cuarto bastante organizado. Lo había notado mientras que estaba ahí. El rubio le había permitido que se acostara en su cama a descansar, pues notaba como Hachiro parecía estar a punto de desmayarse en cualquier momento. Y él iba a aprovechar mientras que Katsuki se bañaba para cerrar los ojos un rato y dormitar un poco.

Y así lo hizo, en realidad.

Cuando Bakugo salió del baño recién duchado y se dirigió hacia su armario, fue que Hachiro comenzó a dar vueltas en la cama desperezándose. Había pasado quizás una hora, parecía que el rubio era una princesa a la hora de ser higiénico. Al menos no tendría que soportar un mal olor de su parte.

Hachiro pensó mucho cuando se sentó en la cama y refregó sus ojos con el dorso de su mano, llegando a ver perfectamente a Katsuki frente a él.

Vistiéndose.

Ya se había puesto un pantalón bastante holgado, que lo tenía un poco por debajo de la cintura por habérselo calzado con prisa, y estaba pasando su musculosa por sus hombros. Fue rápido a la hora de darle un vistazo, pues sabría que le lloverían golpes si era captado siendo un pervertido en acción. Y tampoco quería serlo.

Solo que era imposible no observar ciertas cosas.

Se le hizo imposible a su vez no notar algunos vellos rubios asomarse desde su pubis por culpa de la posición de su pantalón. Su abdomen también atraía su atención, tenía el cuerpo esculpido. Rápidamente, Morikuro cambió su posición, para levantarse e ir en dirección al rubio. Este, se asustó al ver a su amigo tan cerca de repente, pero no dejó que su sorpresa se viera.

─Gracias por el show, me lo debías después de tantas veces mías. Pero me gustaría darme una ducha, si no es molestia.─Hachiro sonrió de lado, mostrando una vez más su faceta coqueta, logrando erizarle los pelos de la espalda a Katsuki.

─¡Cállate, pelo quemado! Eres un pervertido.─espetó empujándolo sin mucha fuerza, haciendo que la sonrisa del otro creciera más.─Usa mí baño.─Katsuki se alejó de él, acomodando por última vez sus prendas.─Te dejo ropa afuera, yo iré a hablar con mi vieja.

No tardó mucho el pelinegro en ingresar al baño. Había un sospechoso olor a caramelo bastante llamativo, lo cual le sorprendió mucho. No pensaba que Bakugo usara ese tipo de fragancias para su cuarto y baño propio, pero tampoco le molestaba el aroma. Procedió a cerrar la puerta y desvestirse poco a poco, para luego ingresar a la ducha.

El agua estaba templada, por lo cual su tacto dejó escapar un suspiro de sus labios.

Los recuerdos estaban atormentándolo nuevamente, y esta vez no podía contenerse. La conversación con Mitsuki Bakugo en realidad si tocó algo fuerte en su corazón, no se hacía una idea de cuanto necesitaba a su familia a su lado en aquellos momentos. Sentía que su propio mundo se comenzaba a colapsar. No encontraba un sentido por el cual seguir luchando estando por su cuenta, solo a sus amigos que ni siquiera sabía si de verdad lo eran.

Estaba jodidamente asustado porque era débil, porque su vida no valía nada en comparación a otros. Solo era un alma buscando venganza de algo que seguramente en un futuro ni siquiera podría ejecutar.

Era inservible, un pedazo de basura andante.

Ni siquiera merecía el mugroso poder que tenía, si a fin de cuentas, seguiría dependiendo de los demás para subsistir.

No se dio cuenta, pero las lágrimas comenzaban a salir a montones. Tuvo que llevar una mano a su boca para ahogar los sollozos furiosos que escapaban de ella. Estaba avergonzado y decepcionado de sí mismo, de tener que ser tan cobarde de esconderse en una ducha para llorar sus sentimientos.

Si su hermano hubiese acabado con él cuando debió hacerlo, nada de esto hubiese pasado.

Comenzaba a sentir una fatigues horrible, como si el aire le faltara y no pudiese respirar. Como si su pecho se estuviera contrayendo de dolor. Las lágrimas no dejaban de caer y los sollozos no paraban tampoco, dificultando aún más el ingreso del aire.

No quería preocupar a Bakugo, no sería tan inservible, así que solo intentó tranquilizarse pensando en otras cosas. Intentó despejar su mente para no sufrir un ataque de pánico peor que el que tenía.

Salió del baño completamente limpio, con una toalla envuelta en su cintura, y el rostro cabizbajo. Katsuki había regresado hacía un rato a la habitación, y se veía tranquilo dentro de todo. Sin embargo, Hachiro ni se inmutó por su presencia, continuó ocultando su mirada cristalizada y su cara roja por el llanto.

Obviamente, Katsuki Bakugo no era un chico tonto.

─¿Te quemaste con el agua, ojo de cuervo?─el rubio espetó con una sonrisa burlesca, mirándolo fijamente para intentar entender que sucedía ahora.

No sabía si preocuparse por su actitud o si mirar a otro lado para no perderse en el cuerpo del adolescente y evitar un sangrado en su nariz.

Hachiro solo asintió, tomando la ropa que su compañero dejó sobra la cama. Se colocó la remera rápidamente, era un poco más grande que la talla que generalmente usaba, pero no era molestia alguna. En sus movimientos, Katsuki pudo notar sus ojos hinchados por el llanto, más prefirió no hacer ninguna pregunta que pudiera ponerlo incómodo. Quizás lo mejor que podía hacer era ignorarlo.

Pero Hachiro no quería que lo ignorara.

Por dentro, imploraba que el rubio reaccionara y lo abrazara, que a pesar de ser débil le haga saber que era fuerte por soportar día tras día la vida. Pero no iba a pasar. No iba a pasar porque los sentimientos que tenía estaban mal.

Se colocó el bóxer por debajo de la toalla en su cintura, dejando en claro que próximamente se la quitaría para proceder con el pantalón, y fue allí donde Katsuki corrió la vista.

─No soy bueno escuchando. Pero si quieres llorar puedes probar hacerlo sin gastar la puta agua de la casa.─las palabras de Katsuki iban dirigidas con cierto tono mezclado entre el humor y la preocupación, era algo bastante obvio para Hachiro.

─No estaba llorando.─contestó tajante pero con tranquilidad, intentando sonar convincente. Por suerte la voz no se le quebraba tan fácil frente a otros.

─¡Entonces no te drogues en mi baño!─esta vez, era sarcasmo puro y enojo. Una inesperada combinación de molestia.─Un puto misterio, eso es lo que eres.─finalizó de hablar para caminar en su dirección, irrumpiendo en su espacio personal de manera grotesca.

─Es porque nadie pregunta.

─Es porque siempre mientes.

Hachiro achinó los ojos, estaba un poco molesto.

Pero no podía controlarse del todo un bien estando en un momento de quiebre, y le molestaba romperse poco a poco frente a los demás. La fuerza de voluntad le falló, terriblemente. Una lágrima rebelde escapó de uno de sus ojos, recorriendo rápido toda su mejilla. Ni siquiera bastó alguna palabra, pues Bakugo lo había atraído hacia él en un fuerte abrazo.

Hachiro correspondió rápidamente, hundió su rostro entre el espacio de la cabeza y el hombro de Katsuki, sollozando fuerte y de manera desgarradora. Sus manos tomaron con fuerza la camiseta del rubio, tirando de esta en manera de consuelo. Estaba dejando salir todo lo que tenía guardado, y aquello era demasiado para el rubio cenizo, que se asombraba de la situación que él mismo estaba manejando. Sin duda alguna, Hiro tenía serios problemas.

Así que sintió una de las manos de Bakugo tomar su cabello entre sus dedos, y la otra hacerle leves caricias en su espalda mientras descargaba su llanto cada vez más suave. Iba calmándose poco a poco con su ayuda. Hachiro intentó con toda la voluntad que pudo reunir dejar de llorar, sorbiendo por la nariz para evitar algún accidente asqueroso.

Inhaló levemente el aroma del cuello de Katsuki, sintiendo un olor a caramelo similar al del baño, y sería raro admitir que no podía parar de olerlo, pues era de verdad atractivo.

Le hizo tranquilizarse.

─H-hueles a caramelo.─murmuró Hachiro apenado, separándose de Bakugo cuando por fin logró calmarse. Su rojo estaba todavía más rojo que antes, parecía un tomate.

─Y tú a pino mojado.─Katsuki le dio un golpe sin fuerza en la cabeza, haciendo sonreír a Hachiro entre hipidos.─¿Ya está? Ahora van a pensar que te golpeé o algo.

Hachiro hizo una mueca, si lo habían escuchado llorar juraba que iba a acabar con su vida saltando de un edificio. Demasiada vergüenza.

─Perdón, no sé que me pasa. Y gracias. Necesitaba un abrazo.

Katsuki chasqueó la lengua, quitándole importancia y volviendo a actuar desinteresado. Parecía que su mecanismo de defensa contra cualquier sentimiento positivo era ese: cerrarse y escapar.

─Sí, como sea imbécil.

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