𝟬𝟭. 💥 The Explosive Twins ( editado )
━ 💥・*。𝐈𝐆𝐍𝐈𝐓𝐄𝐃 。˚💥
001.┊ LOS GEMELOS EXPLOSIVOS.
❪ BOKU NO HERO ACADEMIA ❫ ೃ
—¡Estás muerto, tú pedazo de hermano inútil! —chilló Kirika Bakugō, bailando frente a la puerta cerrada del cuarto de baño. Quería dormir un poco más, pero la llamada de la naturaleza era una zorra y le exigía abandonar la comodidad de su cama para responder.
—¡Vete a la mierda! —No era la respuesta que la rubia ceniza quería oír de su cabreado hermano mayor── aunque no les separaban los años, ya que eran gemelos. Kirika se debatió entre patear la puerta o esperar como debería lo haría una buena hermana.
Sus mejillas se hincharon.
—¡Necesito hacer piiiis! —Estaba decidida── no era una buena hermana y, como tal, rozó la puerta con las yemas de los dedos. El súbito y ensordecedor sonido de una implosión, madera hecha añicos y chillidos de rabia llenó el pasillo.
En un abrir y cerrar de ojos, Kirika había metido a Katsuki Bakugō en la ducha de un empujón y había llegado al retrete segundos antes de que se meara encima. Su victoria duró poco cuando desde el fondo del pasillo la diablesa conocida como Mitsuki── o mamá── empezó a gritar a sus delincuentes gemelos mientras cargaba por el pasillo con la promesa de que se arrepentirían de haber nacido.
—Eres una pesada de mierda. ¡¿No podías haberte esperado otros diez puñeteros minutos?! —chilló Katsuki, sus ojos rojos escarlata mirando hacia abajo con ira mientras sus labios se curvaban en una mueca.
Kirika hinchó sus mejillas.
—¡Oh, perdóname por no ser capaz de acumular la orina en mi vejiga como un puto camello! —ignoró la fulminante mirada que le dirigió su gemelo. Él siempre estaba enfadado o cabreado por algo, así que ella había aprendido fácilmente a ignorarlo. Estos días, todo era para ponerse en su piel, algo que ella disfrutaba mucho haciendo.
Katsuki golpeó el costado de su cabeza.
—No hables así, maldita sea. —espetó pero recibió un puñetazo en su costado que lo dejó sin aliento— ¡¿Quieres irte de una puta vez?! —escupió él, cargando tras su gemela que se largó después de darle un puñetazo como una maldita cobarde.
—¡Puta cobarde! ¡Enfréntame como un hombre!
—¡No soy un hombre, imbécil!
Los gemelos corrieron, soltaron amenazas e incluso amenazaron con usar sus quirks durante todo el trayecto al instituto.
Kirika sólo se calmó cuando se agachó y pisó el pie de su gemelo antes de entrar corriendo en su clase. Mientras corría a su asiento, Katsuki abrió la puerta de un portazo causando que sus compañeros palidecieran y se encogieran al ver su expresión iracunda.
Haciéndose la inocente, Kirika silbó y miró por la ventana. Eso fue hasta que le agarraron la cabeza y le golpearon la nariz contra el pupitre. Dejando escapar un gemido de dolor, agitó los brazos, incapaz de levantar la cabeza mientras Katsuki la mantenía agachada, revolviéndole el pelo rubio ceniza y enredándoselo.
—Parece que los gemelos Bakugō están de buen humor.
—¡Oh, tío, su pelo estaba tan lindo hoy también!
—¡Demuéstrale quién manda, Katsuki!
La clase de estudiantes de secundaria vitoreó. Esto sólo pareció provocar que Katsuki sonriera y siguiera atormentando a su pequeña gemela. Eso fue, hasta que una voz temblorosa se alzó, poniendo fin abruptamente a toda charla o apuesta realizada. Unos ojos escarlata como espejos se clavaron en unos verde esmeralda que de repente se ensancharon con el pánico reflejado en ellos.
Izuku Midoriya── un chico de aspecto enclenque, pelo verde oscuro desordenado y alborotado, y ojos esmeralda muy abiertos─ estaba sentado frente a los gemelos; aunque su pupitre estaba mucho más cerca del de Kirika que del de Katsuki. Su cara redonda estaba roja como la remolacha, por lo que las pecas en forma de diamante en sus mejillas eran cada vez más prominentes.
Izuku tragó saliva visiblemente y su cuerpo tembló── sabía que no debía hablar contra ellos y, sin embargo, como un reloj, siempre defendía a Kirika del chico gemelo más ruidoso como si fuera una especie de héroe. Sabía que no lo era, y que eso hacía que todos se rieran y se burlaran aún más de él. Y sin embargo, aún así, abría la boca.
—Deku —gruñó Katsuki antes de hacer una mueca de dolor cuando su gemela se soltó y le golpeó la coronilla con el puño cerrado. Su cuerpo se desplomó sobre su pupitre y las chicas de la clase vitorearon mientras los chicos hacían muecas── sabiendo que era mejor no decir nada en contra de ninguno de los dos gemelos.
Refunfuñando, Kirika se pasó los dedos por el pelo hasta la barbilla.
—Buenos días, Izuku —saludó alegremente al chico pecoso—. Gracias por distraer a Kacchan.
Balanceándose sobre las patas traseras de la silla de su escritorio, evitó por poco que su gemelo le diera un puñetazo en la nariz. A pesar de que le había estampado la cara contra la mesa, su nariz no había recibido mucho daño── ambos gemelos tenían cuidado de no romperse el uno al otro salvo en su entrenamiento── pero basándose en la expresión de enfado que adornaba la cara de Katsuki, no iba a correr ningún riesgo.
Ya sin temblar, los ojos de Izuku se iluminaron y una sonrisa radiante y juvenil se dibujó en sus labios.
—¡Buenos días, Kichan! Y yo... ¡yo siempre estoy encantado de ayudar!
—¿Ah, sí? —Katsuki se burló— Eso es porque eres una mierdecilla sin quirk que no vale para una puta mierda —Su comentario fue despreocupado mientras balanceaba su silla sobre las patas traseras── el intrascendente montón de extras que toleraba era menos interesante a la luz de lo que cojones le estuviera hablando su gemela al imbécil de pelo verde que debería vivir bajo una roca por su propia cordura.
Izuku sintió que se le secaba la boca. «Hoy está muy enfadado». Se le encogieron los hombros y trató de acurrucarse en sí mismo, bajando la cabeza mientras sus dedos apretaban la tela negra de sus pantalones.
—No puedes ser amable antes del mediodía, ¿eh? —El tono relajado de Kirika y sus mejillas infladas sólo consiguieron que su gemelo la fulminara con la mirada.
No dudó en darle un fuerte puñetazo al respaldo de su silla── lo agarró mientras el cuerpo de su hermano se deslizaba hacia delante y su cara se estrellaba contra la superficie del pupitre── si no lo hubiera hecho, la silla le habría dado en la nuca y no tenía ganas de provocarle una conmoción cerebral tan temprano por la mañana.
—¡Muy bien, todo el mundo! —anunció el profesor, con la esperanza de evitar que los gemelos se enzarzaran en una pelea— Poneos de pie cuando se os pida —empezó a pasar lista, más concentrado en su portapapeles que en los alumnos.
Inclinándose más cerca, la voz de Kirika se volvió baja y suave.
—Con o sin quirk, Kacchan seguiría siendo un capullo, no dejes que te afecte lo que diga, Izuku —le ofreció una sonrisa sincera antes de levantarse al unísono con su gemelo── ambos levantaron los brazos en lugar de decir "presente". Al hacerlo── y como siempre parecía── Kirika pasó por alto el sonrojo en las mejillas de Izuku y la suave sonrisa anhelante que le ofreció.
Katsuki y Kirika Bakugō eran gemelos.
Era un hecho indiscutible para cualquiera que mirara hacia ellos. Aunque no eran idénticos── aparte del hecho obvio de que Kirika era una chica── las ligeras diferencias eran suficientes para dejar a todo el mundo preguntándose si iban a darse un puñetazo el uno al otro o a enfrentarse al mundo entero uno al lado del otro. Desde sus cabellos ligeramente dispares hasta sus puntos de vista sobre la vida en general, todo era ligeramente distinto entre ellos y la mayoría asumía que se debía a sus quirks.
Katsuki Bakugō── el más abrasivo, el que se burlaba más y degradaba a cualquiera que estuviera por debajo de él y su gemela podía crear explosiones por medio de su sudor── aunque sólo podía crear explosiones usando las palmas de las manos y los dedos. Si el quirk hacía el alma, entonces funcionaba en dulce armonía con Katsuki y cómo estaba lleno de explosiones, ya fuera literal o verbalmente el chico nunca tenía miedo de retroceder o incluso empezar algo.
Kirika Bakugō── la más sarcástica, la que criticaba más tu gusto por los animales o los snacks que degradarte, podía crear implosiones usando el sudor que generaba su cuerpo── aunque sería la primera en admitir que sus implosiones eran extrañas── nunca se le dio importancia. Ya fuera por la tormenta que se arremolinaba dentro de su alma o por la típica sonrisa perezosa que se le dibujaba en la cara, Kirika podía hacer que cualquiera y todo implosionara desde dentro.
Lo que realmente conectaba a los gemelos era su forma de afrontar las cosas. Ya fuera algo tan insignificante como limpiar el colegio a deshoras o estudiar para los exámenes, los gemelos lo daban todo── no creían en dejar ni una sola cosa a medias.
Por eso estaban en la cima del proverbial tótem de la escuela secundaria Orudera── todos querían ser sus amigos tanto por estatus social como por la esperanza de crecer tan fuertes como ellos parecían. Sin embargo, el único inconveniente era que Katuski era un matón y prefería burlarse de cualquiera en lugar de ayudarles a entrenar o con sus clases, mientras que Kirika disfrutaba de la compañía del chico más ignorado, e intimidado, Izuku Midoriya.
Desde que los gemelos tenían memoria── e incluso Izuku── siempre habían estado involucrados el uno con el otro. Su crecimiento y el hecho de que Katsuki se convirtiera en un matón nunca cambiaron la forma en que Kirika veía a Izuku, ya fuera por nostalgia o por lástima, la chica gemela siempre se sintió orgullosa de enfrentarse a su gemelo o a cualquiera que hablara mal de Izuku y le hiciera sentir menos de lo que ella creía que valía.
Si alguien tuviera que adivinar, tal vez Izuku era odiado sobre todo por ser el único chico de su instituto que no tenía quirk── algo que cortó cualquier amistad que él y Katsuki habían tenido alguna vez── y aunque eso le valió el apodo de Deku, la visión que Kirika tenía de él nunca vaciló y era la razón por la que sólo Katsuki le hacía bullying abiertamente.
Inflando las mejillas, Kirika refunfuñó.
—Estoy tan cansada. —No estaba para nada interesada en lo que decía el profesor, sino en que el escarlata encontrara el esmeralda y vio cómo él salía de cualquier aturdimiento en el que se encontraba para mirarla embobado— ¿Cómo está Inko-San? —habló, refiriéndose a su madre── una mujer a la que Kirika adoraba y a la que normalmente se podía encontrar adulando por lo linda que era y por lo mucho que Izuku se parecía a ella── estaba agradecida por ello, basándose en el único recuerdo que tenía de su padre.
Antes de que pudiera balbucear una respuesta, una grumosa bola de papel encintada surcó el aire, dándole a Izuku directamente entre ceja y ceja con tal fuerza que este chilló, empujando instintivamente las manos contra su pupitre y haciendo que su cuerpo── y la silla── chocaran con dureza contra el suelo.
Mientras toda la clase reía a carcajadas, Kirika se inclinó y recogió la bola grumosa. Tirándola dos veces al aire, la lanzó perezosamente en la dirección de la que había venido── nadie esperaba que de repente fuera a implosionar, asustando incluso al profesor, que balbuceó y se agachó un poco más detrás de su podio.
—Bakugō──
—¿Cuál de los dos? —dijeron los gemelos al únisono, Katsuki sonriendo al patético profesor mientras Kirika se aseguraba de que Izuku se había levantado con torpeza y estaba de nuevo sentado en su pupitre── con la cabeza gacha y negándose a levantar la vista.
Carraspeando, el profesor se enderezó un poco.
—Bien, como iba diciendo. Estando ya en tercero, deberíais empezar a pensar en serio sobre vuestro futuro. Además de lo que quieren hacer con sus futuros y sus vidas —apoyando las manos en el podio, bajó la mirada hacia una pila de papeles.
Katsuki se recostó en su silla, dejando que Kirika bostezara y jugueteara inconscientemente con su pelo. «Es lo mismo que lleva diciendo desde nuestro primer curso. Si alguien no sabe qué hacer a estas alturas, probablemente no lo sabrá a largo plazo». El pensamiento fue compartido entre los gemelos a pesar de que no pronunciaron ni una sola palabra── suspiraron fuerte y sincronizadamente, provocando escalofríos en los alumnos cercanos── aún no acostumbrados a ello.
Entusiasmado por haberse librado del gemelo explosivo y la gemela implosiva, la voz del profesor aumentó de volumen.
—Pasaré unos formularios para que me digáis vuestros planes, aunque... —con una sonrisa recogió un montón de papeles de su escritorio y los lanzó al aire mientras giraba— Todos vais a... estudiar para ser héroes, ¿verdad?
Con expresión plana, Kirika observó cómo sus compañeros activaban sus quirks, todos riendo y gritando sus respectivas escuelas e ideales como futuros héroes profesionales.
Personalmente, le daba igual lo que fueran a hacer todos, en lugar de eso, mantuvo su atención centrada en hacer girar el suave pelo de Katsuki alrededor de las yemas de sus dedos── con cuidado de no tirar demasiado de los mechones y hacerle daño. Era de conocimiento público a dónde iban los gemelos y ninguno de los dos tenía ganas de perder el tiempo mostrando sus quirks. Con un suspiro, retiró la mano mientras el profesor conseguía que todos se acomodaran una vez más.
—¡Eh, profe! —Katsuki eligió ese momento para permitir que su voz se elevara por encima del resto, con una sonrisa burlona incrustada en sus labios── puso los ojos en blanco cuando Kirika suspiró odiosamente fuerte— No nos metas a Kir y a mí en el mismo saco. ¡No pensamos quedarnos rezagados con todos estos desechos! —reprimió un gruñido cuando de repente le tiraron del pelo.
—Y tú no me metas a mí en tus tendencias arrogantes, Kacchan —Kirika tuvo la amabilidad de alborotar el pelo que le había jalado con dureza.
Ignorándola, Katsuki continuó.
—Vale, bien, yo soy el verdadero negocio, pero estos extras tendrán la suerte de terminar como celebridades de segunda —miró a su gemela por encima del hombro—. Y si ese es el caso, te denunciaré como mi gemela.
—Estoy herida —el seco comentario de Kirika se ganó una risa ahogada mientras su gemelo ponía los ojos en blanco. Cuando sus palabras hicieron efecto, todos empezaron a gritar que él no era mucho mejor que todos ellos── aunque sólo tenían un poquito de razón.
«¿En serio acaban de pillar su insulto?». El pensamiento dejó a Kirika con muy pocas esperanzas en su clase y en el momento en que su gemelo saltó encima de su pupitre declarando cómo él, y si no era una desgracia, ella, serían los primeros de su instituto en ser aceptados en la gran U.A── se quedó hinchando las mejillas y resistiendo las ganas de implosionar el aire para que se sentara.
Por supuesto, él tenía un punto. Si querías ser un héroe profesional, las escuelas de élite eran el camino a seguir. Todos los grandes héroes del pasado y del presente habían asistido a una de las dos prestigiosas escuelas de héroes de Japón── la más conocida y a la que aspiraban los gemelos era la academia U.A.
En años anteriores, cualquiera podía intentar entrar en la academia, pero hace unos meses se anunció que el examen escrito se había eliminado gradualmente── lo que hará caer la ya de por sí baja tasa de aprobados muy por debajo de la de su escuela rival.
«Izuku». Su nombre recorrió sus pensamientos, haciendo que Kirika volviera la vista hacia el muchacho sin quirk. Toda su vida no había querido otra cosa que ser un héroe, ayudar a los que estaban en peligro o que simplemente necesitaban ayuda para cruzar la calle.
Kirika siempre pensó que Izuku había nacido para ser el mejor héroe de la historia── aunque nadie más lo viera y aunque no tuviera un quirk, ella seguía creyendo en él y a menudo estudiaba con él para los exámenes de simulacro durante el verano anterior. Aun así, por mucho que ella creyera y él quisiera, la triste realidad era que sin un quirk── no podías acceder al curso de Héroes de la U.A.
—Ya, ya, siéntese —ordenó el profesor estampando sus manos en el podio, y Katsuki se dejó caer en su asiento—. Los gemelos Bakugō han obtenido resultados impresionantes, ambos empatados en el primer puesto; otra vez.
—No suena tan jodidamente roto por ello —se burló Katsuki.
—Creo que nos va a echar de menos —dijo Kirika al mismo tiempo que hablaba su gemelo.
El profesor se estremeció. «No echaré de menos que hagáis eso de los gemelos, eso está claro.»
—Bueno, a lo mejor entráis ambos en la U.A. —Ante esto, toda la clase sudó y miró a los gemelos, dándose cuenta de lo fuera de liga que estaban en comparación con ellos. Katsuki se encontró con sus miradas con una sonrisa audaz── Kirika parecía aburrida mientras se peinaba el pelo con los dedos.
—¿A la U.A? ¡¿No es un instituto a nivel nacional?! —Maki, que estaba sentado dos asientos detrás de Kirika y tenía una nariz larga y ganchuda, se quedó boquiabierto— ¡Encima la tasa de aprobados es de un 2%!
—Sí —Kirika se giró para mirarle—. Es bastante intenso, pero creo que al final valdrá la pena —vio cómo sus ojos se abrían de par en par y empezaba a sudar profusamente.
Resoplando, Katuski atrajo su atención.
—No seas tan modesta, Kir. La U.A. es la única escuela digna de nosotros.
—¿Oh? —Kirika sonrió— ¿No estoy siendo repudiada? —su sonrisa se amplió al ver que una vena aparecía en su frente, y que todo su cuerpo se giraba para fulminarla con la mirada── toda la clase retrocedió en sus pupitres ante la intensa expresión.
En lugar de hacer algo físico, volvió a afirmar que se iba a convertir en el héroe número uno── mejor incluso que el actual número uno y Símbolo de la Paz── All Might. Ante este anuncio, Kirika resopló, agachándose y esquivando por los pelos los puños de su gemelo.
Acostumbrado a sus payasadas, el profesor continuó.
—Ah, sí, Midoriya también quería entrar en la U.A, ¿no?
Kirika atrapó el cuello del uniforme de su gemelo un milisegundo antes de que pudiera arremeter hacia atrás contra Izuku, que no pudo hacer otra cosa que encogerse detrás de sus brazos. «Maldito profesor, tenía que irse de la lengua». Apretó el agarre y bloqueó los insultos de Katsuki── todo era mierda que ya había dicho antes, y estaba bastante segura de que podría recitarlo todo dormida si lo intentara.
Entre insultos y los intentos de Izuku por recordarles que este año incluso los estudiantes sin quirk podían presentarse── sonó el timbre, dando por terminada la tutoría y permitiendo que el profesor saliera corriendo a beber y no se hiciera responsable de lo que hicieran los gemelos.
Al final del día, Kirika estaba ansiosa── se había metido en problemas todo el día por implosionar varias cosas, señaló que podría haber implosionado a los bocazas de los estudiantes que se burlaban de Izuku── los profesores tomaron sus palabras al pie de la letra y por suerte la dejaron en paz. Mientras rebotaba en la puerta del colegio, se debatía entre posponer la compra del supermercado─un castigo que los gemelos tenían que sufrir por el calvario de aquella mañana── para ver cómo estaba Izuku.
Una repentina explosión resonó en el aire de la tarde, haciendo que Kirika abandonara a su gemelo para ver una libreta vagamente familiar salir volando desde una ventana en el tercer piso── exactamente donde se encontraba su aula y donde había dejado a su gemelo para ir a hacer pis antes de ser sometida a la tortura que era hacer la compra con él. Antes de que pudiera dirigirse hacia la libreta aparecieron su gemelo y sus lacayos, riéndose a carcajadas de lo que fuera que hubiera hecho Katsuki.
—Vosotros tres, ¿no os cansáis nunca de hacer el gilipollas? —Kirika sonrió cuando los dos chicos chillaron como niñas pequeñas── claramente no se habían dado cuenta de su presencia— ¿Qué has hecho esta vez, Kacchan? —habló sin lugar a debate.
Burlándose, Katsuki se echó la mochila al hombro.
—Le he dejado las cosas claras al jodido idiota. En serio Kir, deberías agradecérmelo. Ese pringado sin Quirk Ese perdedor sin quirk no se merece ni el aire que desperdicias en él —Katsuki de verdad odiaba cómo su gemela podía perder tanto tiempo con Deku. Llegó al punto de que el único momento en que ella parecía querer estar con él era cuando entrenaban juntos.
Kirika fijó su vista en el chico de alas rojas y coriáceas.
—Oye tú, el de las alas, ¿qué ha hecho Kacchan esta vez? —No se molestó en hacer caso a Katsuki── probablemente le daría el doble de puñetazos si lo hiciera.
El chico cacareó, como el chillido de un murciélago.
—Le dijo que saltara desde el tejado y que rezara para nacer con algún quirk en su próxima vida──
Fue cortado por Katsuki dándole un puñetazo en el costado de la cabeza y Kirika desapareció, dejando nubes de polvo a su paso.
—¿Izuku? —gritó Kirika, con el pecho agitado por el pánico más que por el ritmo acelerado que se había impuesto a sí misma— ¡Izuku! —abrió de un portazo la puerta del aula con tanta fuerza que se desprendió del herraje y cayó al suelo.
Su mirada escarlata se fijó en la ventana abierta y el corazón se le subió a la garganta mientras se lanzaba hacia delante, cayendo por poco por la ventana en su propia preocupación. La mirada frenética de Kirika escudriñó los terrenos de abajo hasta que divisó una familiar figura encorvada y un cabello desordenado de color verde oscuro que se mecía con la brisa.
—¡IZUKU! —la voz de Kirika resonó, asustando a Izuku y haciéndolo saltar y girarse── Katsuki incluso la oyó desde donde se había quedado parado también. Agitando bruscamente la mano, Kirika ni pestañeó a la hora de lanzarse por la ventana abierta, oyendo los gritos de pánico de Izuku.
En el último segundo posible, Kirika dirigió su mano izquierda hacia abajo y creó una implosión en el aire. La fuerza hizo que los oídos de Izuku zumbaran y se formara un cráter de tamaño decente, el suelo blando era mejor que la tierra compactada para aterrizar para Kirika quien── al aterrizar── se echó la mochila a la espalda y pisó el suelo corriendo, acortando la distancia entre ella y el tembloroso y balbuceante desastre de chico.
Sonriendo como si nada hubiera pasado, Kirika se paró frente a él.
—Hey —ella lo vio desplomarse—, parece que te vendría bien un minuto —riendo, se agachó junto a él, balanceándose sobre sus pies e inconscientemente conectó sus pecas con la punta de su dedo.
Al cabo de un momento, la rubia ceniza volvió a hablar.
—Kacchan es un idiota —El esmeralda se alzó para encontrarse con el serio escarlata—. Así que, por favor, no lo escuches. Creo que el mundo necesita más personas como tú.
Los hombros de Izuku se hundieron y su cabeza se inclinó hacia otro lado.
—Personas sin quirks, ¿verdad? —De pronto, sus dos mejillas fueron pellizcadas y se vio obligado a volver a mirar la mirada escarlata con la que soñaba cada noche.
—No, bobo —las mejillas de Kirika se inflaron de fastidio ante sus palabras. Soltando sus mejillas, ahora rojas, le tocó las pecas mientras hablaba—. Personas que nunca pierden la esperanza —levantándose, le ofreció la mano── aunque sus palabras iban en serio, no creía que él las entendiera, ya que su mirada brillaba con lágrimas y sus mejillas ardían más que nunca.
—Kichan —Izuku sollozó. Sin darle ninguna oportunidad y casi como si fuera algo natural, sus dedos rodearon los suyos y lo levantó con facilidad── era la única que lo levantaba y él se juró a sí mismo que haría lo mismo por ella── algún día.
Agitando la mano ante su expresión ida, Kirika puso los ojos en blanco.
—Tú nunca cambias, Izuku —le pinchó las pecas── acostumbrada a que se perdiera en su cabeza tan a menudo, le preocupaba que a veces se perdiera el aquí y el ahora.
«Oye, es un centímetro más alto». El pensamiento la hizo resoplar. Izuku era bajo para su edad y aunque esto se sumaba a las razones por las que era acosado── Kirika lo veía como algo bueno porque al menos estaban más cerca en estatura que ella con Katsuki, quien parecía volverse más alto cada día que pasaba.
Finalmente, Kirika decidió que el hecho de que ambos se quedaran allí parados como idiotas no ayudaba a nadie.
—¡Izuku! —gritó, dándole un suave golpecito en el espacio entre los ojos. Con ojos más claros, observó cómo se sobresaltaba, sus manos agarrando instintivamente las correas de su mochila amarilla mientras se tambaleaba hacia atrás── como si estuvieran demasiado cerca.
—¡Ah, ah! ¡Lo siento, Kichan! —Izuku sintió que sus mejillas estallaban en carmesí mientras buscaba a tientas las palabras adecuadas para decir, pero ella agitó la mano, en un gesto despreocupado.
—Está bien —le aseguró Kirika—. Sólo te estaba diciendo que tengo que irme ya. Tengo que hacer la compra como castigo. ¡Ten cuidado al volver a casa y dile a Inko-San que la echo de menos! —se fue, despidiéndose con la mano y sin molestarse en mirar atrás.
Si lo hubiera hecho, habría renunciado a su castigo, pero sobre todo habría visto cómo le ardían las mejillas a Izuku mientras estiraba el brazo hacia fuera── como si le suplicara en silencio que se quedara con él.
Después de casi una hora y media, Kirika logró localizar a su gemelo en el distrito comercial.
—Una razón —le saludó, dando un brinco para darle un puñetazo en el espacio entre los omóplatos.
—Es un puto inútil —gruñó Katsuki, y su mirada se desvió hacia su izquierda, donde encontró la enfurecida escarlata mirando hacia fuera y ahora lejos de él. Sabía que la había cagado, que había llevado las cosas demasiado lejos con Deku basándose en que ella había utilizado su frase favorita── aunque sólo la pronunciaba cuando estaba totalmente preparada para partirle la cara y dejarle mareado y exhausto durante los días siguientes. Por mucho que le matara admitirlo, su pequeña gemela era fuerte.
Metiéndose una de sus manos en el bolsillo, avanzó hacia el supermercado. El mal humor de Kirika siempre presente mientras caminaba a su lado.
—Deja el ceño fruncido hacia mí, idiota —su voz era áspera mientras le daba un puñetazo en el costado de la cabeza y, sin embargo, su mirada era suave── una suavidad sólo reservada para ella.
Había un millón de palabras que Kirika podría decir, pero al final del día, era malísima hablando.
—No le digas que se muera. Estaría triste —se conformó con golpear su hombro más débilmente de lo que lo había hecho en todo el día. Y empezó a rebuscar en su mochila la lista desordenada que su vieja bruja les había metido a ambos por la garganta.
—Claro —farfulló Katsuki—. Sería una verdadera tragedia si el sin quirk de Deku──
Todo pensamiento razonable voló de su mente al encontrarse con una expresión oscura que le atormentaba incluso a él. A pesar de todos sus chillidos de rabia, su gemela era la verdaderamente aterradora. La mirada le hizo estremecerse y dar un paso atrás; en un intento de evitar una expresión tan mortífera, aplastó la mano contra su cara.
Kirika le agarró con fuerza de la muñeca.
—Eres una desgracia cuando hablas así —arrancando la ardiente palma de su cara le dejó atrás.
«Estúpido Kacchan, ¿por qué demonios es tan horrible con Izuku? Es sólo un chico que hace lo mejor que puede y es amable, no importa cuántas veces la gente sea dura con él. Siempre se levanta y nunca deja de intentarlo». Gruñendo, Kirika sabía que sus pensamientos no cambiarían nada.
—Maldito gemelo —ignorando las miradas confusas de los extraños con los que se cruzaba, las mejillas de Kirika se inflaron antes de que una sonrisa ladina se dibujara en sus labios.
»Compraré todo lo que quiera y fingiré que lo que él quería estaba agotado —asintiendo a su malvado plan, Kirika volvió a meter la lista en su mochila, pero se detuvo cuando una fuerte explosión cortó el aire antes ocioso. No tardó ni un segundo en girar sobre sus talones y correr hacia la segunda explosión. Aunque la gente corría gritando, Kirika corrió hacia el ruido porque conocía esa explosión.
»¡Kacchan! —Kirika se encontró siendo empujada y apartada más lejos de la dirección que tan desesperadamente intentaba alcanzar.
Explosión tras explosión sonó y, de algún modo, se había desatado un incendio. El pánico se apoderó de la gente, era difícil saber qué había provocado aquel caos repentino, pero en su mente estaba su gemelo. Tenía que llegar hasta él, saber que de algún modo estaba a salvo e intentaba llegar hasta ella.
Al llegar al mercado de frutas, Kirika fue repentinamente empujada hacia atrás por un hombre corpulento que agarraba con fuerza una gran maleta y se abría paso entre todo el mundo. Al chocar contra un puesto, ignoró el repentino martilleo en su cabeza o la forma en que su visión tenía manchas que no se desvanecían correctamente con su rápido parpadeo.
Luchando por ponerse en pie, estampó la mano izquierda contra el suelo, provocando una pequeña implosión que hizo que todo el mundo patinara lejos de ella. Con el camino despejado, echó a correr hacia delante acercándose solo unos metros a las explosiones── de repente fue detenida por un bloqueo que ya se había formado.
—¿Kacchan? —su apodo escapó sin aliento de sus labios. A su alrededor había policías, equipos de noticias, transeúntes curiosos y prohéroes que se situaban en el lado más seguro del bloqueo. En un callejón, fuera de su alcance, había una especie de gran monstruo de lodo verde. En su centro fue donde la mirada de Kirika cayó y toda cordura voló de ella.
—¡KACCHAN! —gritó Kirika, dejando caer su mochila y saltando por encima del bloqueo, sobresaltando a policías y prohéroes por su repentina aparición— ¡AGUANTA! —No pensaba con claridad── ¿cómo iba a hacerlo? Su hermano mayor, su gemelo, estaba en peligro, obligado a crear explosiones el tiempo suficiente para que pudiera respirar algo más allá del lodo que lo mantenía completamente encerrado.
Los idénticos ojos escarlata chocaron y una explosión resonó en el aire.
—¡CORRE! —gritó Katsuki, con la voz ronca por el lodo, pero había conseguido gritar── tenía la boca tapada y el asqueroso lodo se le encharcaba en los labios, forcejeó con mucha más fuerza y salvajismo al ver a su hermana pequeña corriendo hacia él, con la rabia y las lágrimas ardiendo en su mirada.
Kirika no podía pensar.
El corazón le retumbaba contra la caja torácica mientras chocaba de cabeza contra el asqueroso lodo. Gritaba incoherencias, activando su quirk y agarrando puñados del lodo que parecía fundirse más rápido de lo que ella podía implosionarlo. Empezó a hiperventilar, movía los labios pero era sorda a su propia voz── el lodo pronto cubrió todo su cuerpo, y moverse era casi imposible pero, de alguna manera, se las había arreglado para agarrarse a la mano de Katsuki.
«Hice lo correcto». El pensamiento fue fugaz, hizo todo lo posible por contener la respiración, resonando ruidos amortiguados de explosiones e implosiones, pero era inútil.
«No me arrepiento de nada. ¿Verdad?»
Nadie intentaba ayudarles, todos se mantenían a salvo y a distancia── ni siquiera los supuestos héroes se atrevían a acercarse. Esto hizo que el villano se jactara de haber capturado a dos grandes anfitriones, pero sus palabras fueron ensordecedoras para los gemelos, que luchaban por mantenerse conscientes── ambos intentando salvar al otro a pesar de estar los dos al borde de la muerte.
«No-no puedo respirar». La realidad de que este podría ser el final golpeó a ambos gemelos── sus cuerpos habían dejado de luchar pero sus manos permanecían firmemente agarradas la una a la otra.
«Mamá, papá, Inko-San. Izuku. Lo-lo siento». La visión de Kirika se nubló y su mundo se volvió cada vez más tenue.
—¡¿Kacchan?! —Una voz distante hizo eco.
—¡¿Kichan?! —su nombre estaba siendo gritado— ¡KIRIKA! —la voz se extendió, envolviendo a ambos gemelos pero fue Kirika quien primero forzó sus ojos a abrirse. El pánico esmeralda chocó con el apagado escarlata, que se iluminó.
«¿Izuku? ¿Izuku!». Kirika luchó, era el final para ellos, pero eso no significaba que tuviera que serlo para él. Ella le suplicó que huyera── pero esa no era la verdad. La verdad era que en el instante en que sus miradas chocaron ella estaba llorando, arañando el lodo con desesperación para alcanzar a Izuku, que corría hacia ellos, con lágrimas y pánico llenando su expresión.
«Ayuda, Izuku.»
Kirika no sabía cuánto tiempo llevaba inconsciente.
Cuando finalmente volvió en sí, los equipos de cámaras intentaban acercarse a ella── pero lo más importante es que el monstruo de lodo ya había desaparecido. Con arcadas, Kirika salió disparada hacia el suelo, tosiendo sobre su mano. Tambaleándose, vomitó el lodo que le quedaba en la boca── había intentado desesperadamente evitar que entrara en sus pulmones antes de desmayarse. Un gran peso golpeó su espalda, haciéndola resollar y mirar con ojos llorosos hacia un lado.
—¿Kacchan? —Kirika se congeló, sus ojos cayeron sobre su gemelo que parecía cabreado mientras frotaba círculos algo gentilmente en su espalda— Hermano mayor.
Era la única vez que lo había llamado así y, con las lágrimas llenándole la vista, se aferró a él como si fuera su salvavidas── y tal vez lo fuera de verdad. Evitar que se le saltaran las lágrimas fue fácil, pero sentir el peso de él abrazándola tan fuerte como ella a él no fue tan fácil de ignorar y la impulsó a apretar un poco más fuerte y a quedarse un poco más.
Una voz aguda interrumpió el momento.
—¡Idiota! —Girándose para mirar por encima de su hombro, Kirika encontró al Pro Héroe, Kamui Woods de pie sobre un tembloroso Izuku que estaba siendo duramente sermoneado— ¿Acaso tienes un deseo suicida?
Katsuki se giró para ver qué tenía la atención de su hermana.
—El bastardo se involucró —Katsuki siguió la mirada de su gemela para fulminar con la mirada a Deku—. Estúpido —Su atención fue atraída por otros pro héroes, que se acercaron a ellos── para su sorpresa, estaban siendo elogiados.
Kirika se movió inquieta.
Le temblaban los dedos mientras los tenía apoyados en el teléfono fijo de la cocina. Podría haber usado el móvil, pero estaba sin batería y no tenía intención de devolverlo pronto a la vida. Tampoco quería esperar hasta muy tarde, pero tampoco estaba segura de de si ahora era un buen momento. Su mirada escarlata se entrecerró e hinchó las mejillas antes de golpearse la cabeza contra la pared al lado del teléfono.
—¿Qué coño estás haciendo? —refunfuñó Katsuki, entrando en la cocina con la toalla de baño aún descansando en su pelo húmedo— Si quieres un daño cerebral, sólo tienes que venir aquí, estaré encantado de dártelo —Había estado borde con ella desde que llegaron a casa── casi como si no hubieran estado a punto de morir.
Kirika le señaló de espaldas antes de sacarle el dedo corazón.
—Ya te lo he dicho, Kacchan, vinimos juntos a este mundo, bien podríamos dejarlo juntos también —dejó de golpearse la cabeza y se limitó a dejar descansar la frente contra la pared mientras inflaba las mejillas.
«Ni siquiera se me pasó por la cabeza, la idea de vivir sin Kacchan no es algo en lo que haya pensado nunca». Estremeciéndose, Kirika no tuvo que mirar para saber que Katsuki se había unido a ella en golpear la cabeza contra la pared. «Hoy, estaba dispuesta a morir con él aunque no quería morir.»
—Jodida idiota. Corriendo así cuando te dije que huyeras. ¿Quién es el puto mayor? —Katsuki se golpeó la cabeza, una y otra vez, sin dedicarle una mirada a pesar de estar hablando con ella.
Kirika se burló.
—Supéralo. Y actúas como si tú no hubieras hecho la misma condenada cosa —se irguió y alargó la mano hacia el teléfono── hasta que su mano se congeló una vez más en el aire.
Katsuki suspiró.
—Esa no es la puta cuestión, idiota —agarró el teléfono y se lo puso en la mano—. Sólo por esta vez te permitiré hablar con el puto Deku —cruzando los brazos con fuerza contra su pecho, él la miró mientras ella ponía los ojos en blanco── sin pensarlo marcó el número.
—¿Cuántas malditas veces lo has llamado? ¡¿Eh?! ¡¿Por qué tienes memorizado su número?! —Katsuki se puso rojo ante la implicación. Alcanzó el teléfono para colgarlo, pero se congeló cuando los ojos de Kirika se iluminaron y saludó a Inko Midoriya. A pesar de que Deku le caía mal, Katsuki no podía evitar que le cayera bien su madre, después de todo, la única vez que fueron a visitarles antes de que los gemelos adquirieran sus quirks, la mujer, bastante bobalicona y amable, preparó un montón de comida picante sólo para ellos.
Kirika contuvo la respiración mientras esperaba a que Inko fuera a buscar a Izuku. Al cabo de un momento, la amable mujer volvió al teléfono y le informó que Izuku aún no había llegado a casa pero que le haría saber que ella había llamado. En lugar de decir por qué había llamado, la chica de ojos escarlata prometió pasar más tarde a tomar el té de nuevo antes de colgar. Sus ojos se apagaron y suspiró── esquivando el puño de Katsuki.
—Ambos tenemos que darle las gracias —señaló Kirika, que recibió un buen derechazo, pero contraatacó con otro buen zurdazo. Ambos gemelos gimieron y se frotaron las mejillas magulladas. No hace falta decir── que fue un maldito día largo.
—No pedí su maldita ayuda, y lo teníamos. Nuestros quirks se llevaban... —Katsuki parpadeó cuando se dio cuenta de que Kirika se había ido de la cocina— ¡Oye! ¡Te estoy hablando! —chilló, pisando fuerte tras ella y recibiendo una bofetada en la cara con la lona.
Le resultó fácil ignorar los chillidos de su gemelo para poder entrar en el baño. «Todo el mundo decía que All Might nos había salvado». Desnudándose, abrió el grifo de la ducha y se metió en el agua caliente, que llenó el baño con el vapor que salía de ella, ignorando la lona de plástico que ondeaba al pasar Katsuki.
«Pero fue Izuku quien nos alcanzó primero.»
Por mucho que Kirika diera vueltas en la cama, no podía dormir. No dejaba de ver al villano de pringue con el cadáver de Kacchan colgando de su estómago. Se imaginaba que estaría traumatizada por un tiempo, pero deseaba que ocurriera durante el día y no mientras trataba de dormir.
—Hey —llamó Katsuki bruscamente desde la puerta. Vio cómo su gemela se incorporaba y se pasaba los dedos temblorosos por el pelo enredado—. Levanta el culo y vístete, vamos a entrenar.
—Vete a la mierda, Kacchan —Kirika se echó hacia atrás y se cubrió los ojos con el brazo. Gruñó cuando un puño golpeó su estómago—. ¿Quieres ser la única manera de que nuestros padres tengan nietos? —espetó, fulminándole con la mirada cuando ambos estaban sentados frente a frente, con los brazos cruzados, una pierna cruzada y la otra descansando en el piso, en el caso de ella, sus dedos del pie rozaban el suelo.
Katsuki se mofó.
—No te pegué tan fuerte, deja de quejarte —pasó la mirada de ella a los alrededores de su habitación—. Joder, eres jodidamente deprimente —señaló la falta de pósters en su cuarto. Su habitación era sencilla pero era un lugar en el que él se encontraba descansando cuando sentía que su propia habitación le gritaba.
—Y tú eres jodidamente escandaloso. ¿Sabes? Mamá y papá están tratando de dormir. ¿De verdad quieres despertar a la bestia durmiente? —Los gemelos hicieron una pausa, forzando su audición por un momento. Cuando no oyeron nada, se estremecieron antes de mirarse el uno al otro y reír suavemente.
Katsuki suspiró y se rascó la nuca.
—No pienso decirle una mierda a Deku, pero tú sí puedes. Yo no le pedí su maldita ayuda, así que no le debo nada.
Kirika puso los ojos en blanco.
—Bueno, yo estoy en deuda con él porque nos ayudó. Él no tiene un quirk y aún así corrió hacia esa cosa de cabeza —Sus ojos se suavizaron—. Realmente puede ser estúpido, haciendo algo tan peligroso como eso.
—¿De qué demonios hablas? —Katsuki gruñó—. Tú fuíste la primera en correr de cabeza hacia esa cosa. ¿Qué? ¿Por fin te has dado cuenta de que eres mejor que él y que no deberías perder el tiempo con ese inútil?
Kirika sonrió y le pegó un puñetazo.
—Te quiero, Kacchan.
—Que te follen —Kacchan gruñó, la fuerza de su puñetazo le sacó el aire de los pulmones y cayó de espaldas en su cama, donde terminó quedándose dormido. Kirika pudo dormir con seguridad, sabiendo que su gemelo no había muerto y que estaba a su alcance y siempre lo estaría, mientras ella se mantuviera fuerte.
A la mañana siguiente, los gemelos Bakugō estaban de un humor extraño.
Ambos se habían despertado, se habían lavado civilizadamente los dientes, habían desayunado en silencio e ignorado los intentos de ambos padres de que se quedaran en casa y tuvieran un día extra de fin de semana. El camino a clase también fue extraño, ninguno de los dos habló; sólo mantuvieron el mismo ritmo, entraron silenciosamente en su aula y se sentaron sin hacer ruido en sus pupitres.
No hace falta decir que fue raro, hasta que Kirika gimió tan fuerte en la clase que hizo que los chicos se pusieran rojos, incluso algunas de las chicas se sonrojaron. Esto provocó que Katsuki le diera un puñetazo y que los gemelos se lanzaran de nuevo a sus habituales payasadas. Sin embargo, estaba claro que todo el mundo se alegraba de oírles pelear. Y así, los rumores de ayer quedaron reducidos a silenciosos murmullos.
—¡Te voy a mandar directa al puto infierno! —chilló Katsuki, abalanzándose directamente sobre su gemela, que llevaba puesto unos pantalones cortos de gimnasia que despreciaba porque eran demasiado cortos y hacían que todos los chicos se le quedaran mirando. Había sido enviado a la oficina demasiadas veces para contarlas y, aun así, siempre había un imbécil que se quedaba mirando a su hermana.
Kirika bailó a su alrededor.
—¡Te arrastraré conmigo! ¡No pienso llevar tus estúpidos y holgados pantalones de chándal! —para darle más énfasis, le sacó la lengua.
Sonaron explosiones en la palma de las manos de Kacchan.
—¡Lo harás y jodidamente te gustará!
—¡Vete a la mierda! —Kirika esquivó el quirk de su hermano y le propinó un codazo en el estómago. Oyó a todo el mundo animar y el fuerte silbato del profesor de gimnasia.
—¡¿Quién te enseñó ese puto lenguaje?! —Katsuki la agarró y golpeó su cuerpo contra el suelo. Pero no lo suficientemente fuerte como para que la pequeña mierda fuera derrotada.
Kirika rodó, agarrándole el tobillo y tirándolo también al suelo.
—¡Tú quién crees, gilipollas!
Y de alguna manera, así sin más, los gemelos estaban de vuelta y el incidente en el que estuvieron a punto de morir quedó atrás.
Al final del día, Kirika no esperó a su gemelo. Sus ojos se iluminaron cuando encontró a Izuku saliendo de la clase, su hermano también estaba guardando sus cosas, pero la atención de la rubia ceniza estaba puesta en el joven muchacho que se iba. Abalanzándose sobre el chico de pelo verde, lo abrazó con fuerza. Lo oyó aspirar aire y aflojó el agarre, pero no se apartó.
—Gracias, Izuku —Kirika había querido decir más, pero fue empujada hacia atrás y arrastrada por Kacchan. Vio las mejillas de Izuku teñirse de un rojo carmesí y ella se despidió con la mano. 'Nunca me di cuenta, pero se ve lindo cuando está nervioso.'
Katsuki miró por encima del hombro y vio el brazo de Deku extendido hacia ellos.
«Puto Deku, alégrate de que la haya dejado abrazarte tanto tiempo.»
Se dio la vuelta y siguió arrastrando a su hermana todo el camino hasta casa; ignorando sus quejas de cómo quería agradecérselo mejor a Deku, pero ambos sabían la verdad. Cada vez que se trataba de Kirika Bakugō hablando con Izuku Midoriya, ella siempre se contenía.
Y para Katsuki, esa era otra razón para odiar al chico sin quirk.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro