CAPÍTULO 51: THE GREAT WAR
—— THE GREAT WAR ——
—Debemos de prepararnos, la barrera está apunto de caer.— Informó Amber a todas las hadas.
—Vamos, Beatrix.— La dijo Stella a la hada de aire al ver como esta no se separaba de su hermana, a la espera de que esta despertara.
—Yo me quedo con mi hermana, si Yelena descubre que sigue con vida vendrá, ella o cualquier bruja. Yo puedo encargarme.— Se limitó a decir mostrando que su lealtad estaba puesta en su hermana y en protección.
—Me quedo contigo.— Dijo Bloom mostrando que no confiaba en Beatrix ni en nada de lo que ella pudiera decir.
—Puedo cuidar de ella sola, ¿acaso crees que sería capaz de hacerla algo?— Preguntó la hada mostrando lo mucho que la ofendia que pensara aquello de ella, principalmente por qué estaba hablando de su hermana, de su sangre, de la única familia que la quedaba.
—No me sorprendería.— Alegó la hada de fuego mientras la miraba con dureza.
—Bloom.— La llamo Stella en señal de que no era momento de que discutiera con Beatrix por algo tan insignificante como era la lealtad, ahora mismo todos tenían un enemigo en común y debían de ser lo más fuertes que pudieran.
—No soy una santa, pero tu tampoco. No eres la más indicada para darme lecciones, es mi hermana, y si esta así es por tu culpa. Por que querías respuestas.— La acusó Beatrix mostrando que ella no se iba a callar, ni iba a dejar que Bloom la hiciera sentir culpable cuando ella lo era aún más.
—Ella también las quería.— Se defendió la pelirroja cruzandose de brazos.
—Pero no arrastraba a nadie a por ellas, tu sí. Tu sabes lo que supone que estéis unidas, y aún así lo ignorabas. Ignoras lo que ha sufrido por todas las veces que has salido herida de alguna forma. Así que en vez de juzgarme a mi por ser egoísta, deberías de mirarte a un espejo, por que tu eres la primera que ha sido egoísta. La primera que solo, y únicamente, ha pensado en ella sin tener en cuenta las consecuencias que eso podría suponer.— La recordó la hada de aire esperando hacerla ver que la verdadera responsable de todo lo que había pasado era ella, la llama del dragón. Y por supuesto Fallon había ido con ella, no por querer ayudarla que tal vez pudiera ser, sino porque debía de protegerla de cualquier cosa que la pasara, por que en caso de que ocurriera ella saldría herida.
—Bloom confía en ella, además te necesitamos allí. Cuantos más seamos será mejor.— Intervino Stella sabiendo que debía de hacer algo para que reinará la paz o por lo menos para calmar la situación, porque de no hacerlo las cosas se pondrían mucho más violentas de lo que cualquiera de ellas quisiera.
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Los ojos de Fallon lentamente empezaron a abrirse, acostumbrados ya a la oscuridad que reinaba en la habitación. Lo primero que atrajo su atención fue el silencio que reinaba en la cabaña, para después ser sustituto por el ruido del exterior, el cual, obviamente, avecinaba que una guerra estaba teniendo lugar y que requería de su presencia, de su poder. Y aunque volver a enfrentarse a todo ello, después de haber tenido un momento de paz era algo que no quería, quería volver a aquella paz, aquella tranquilidad, pero sania que era imposible, y más aún cuando sus deseos de venganza estaban creciendo y estaban exigiendo cobrarse la vida de aquella que había orquestado todo aquello. Su instinto primitivo quería y exigía una única cosa: la sangre de Yelena Shields siendo derramada por los alrededores de Alfea.
—¿Estas bien?— Beatrix miró a Fallon esperando que ella la dijera que sí, pero podía ver en su rostro que algo no estaba del todo bien. —¿Fallon?— La volvió a llamar como preocupación mientras en su rostro podía verse el alivio que sentía al saber que estaba bien.
—¿Dónde está ella?— Preguntó la Ignis con una expresión donde lejos podía verse que fuera a tener lugar un momento agradable donde diera gracias por estar con vida. —¿Dónde está Yelena?— Volvió a preguntar con dureza mostrando el deseo que tenia por vengarse.
—En la barrera, están buscando un punto débil para entrar.— La reveló haciéndola entender que su "hermana" se había aliado con las brujas de sangre para poder obtener la venganza y el poder que siempre había ansiado poseer.
—Yelena es mía.— Se limitó a decir mientras se levantaba.
—No, no puedes ir. Ya te ha matado.— Beatrix se interpuso delante de Fallon, mostrando su preocupación por el hecho de que la pasara algo.
—Me mató por la espalda, algo que solo hacen los cobardes, pero no me ha matado, como ves estoy viva. Pero no va a ser el caso de ella.— Aseguró mostrando que sería capaz de matarla, en aquel caso seria capaz de hacer cualquier cosa para proteger a todos los que quería, pero también para reclamar venganza, por ella y por su familia. —Yelena no tiene esto.— La recordó mostrando el fuego sagrado, haciéndola ver que ella seguía teniendo su poder, y en cuanto Yelena lo supiera iría a por ella de nuevo. —Esto es lo que la puede matar, y es lo que voy a usar para acabar con ella.— Sentenció sabiendo que en aquella pelea solo una de las dos saldría con vida, y Fallon tenía claro que sería ella.
—¿Estas segura de que tienes el poder suficiente?— Preguntó la hada de aire sabiendo de lo que su hermana era capaz de hacer.
—Sí, lo sé. Y créeme que no va a escapar de mi.— Aseguró mientras sonreía con algo de maldad, para a continuación dirigirse a la puerta. —Beatrix.— La llamo mientras se detenía para darse la vuelta y poder mirarla. —Ve con los demás, necesitaran tu ayuda. Pese a todo lo que ha ocurrido has sido leal a Alfea y eres poderosa, vamos a necesitar tu ayuda.— Afirmó sabiendo que toda la ayuda era bienvenida, no podían rechazar a nadie por errores que hubieran cometido, porque entonces ella sería la primera que debería de ser rechazada.
—Ten cuidado.— La pidió Beatrix esperando que ni a ella ni a su hermana las pasara nada, ambas se merecían vivir juntas la vida que el destino las había vetado tener.
—Tenla tu, hermana.— Sonrió la fénix con una sonrisa al mismo tiempo que hacía aparecer dos enormes alas de ave, las cuales eran de color rojizo con dibujos de llamas, sorprendiendo a la hada de aire, ya que aquellas alas eran las de fénix, las alas que su hermana todavía no había hecho aparecer hasta ahora.
Fallon se alejo de la cabaña mientras en la lejanía se escuchaban el sonido de la guerra y el cielo oscuro de la noche era iluminado por la magia de todas las hadas que estaban luchando. Conforme se acercaba una parte de ella se iba contrayendo, la culpabilidad inundaba cada cavidad de su cuerpo. Todo aquello estaba pasando por su deseo de recuperar a su hermana, una falsa hermana que había jugado con su deseo de querer tener una familia sin darse cuenta de que la tenía, sus amigos eran su familia y Beatrix era su hermana biológica. Tal vez ambas no tuvieran nada en común o tal vez sí, pero de lo que la fénix estaba completamente segura era de que Yelena pagaría por todas y cada una de las muertes que había orquestado.
La morena recorrió toda la distancia observando desde la oscuridad la guerra que había, sorprendida por todo cuanto estaba viendo. Sobretodo por todas aquellas hadas que estaban siendo drenadas por los raspadores. ¿Cómo era posible que Yelena hubiera caído tan bajo? ¿Acaso era eso lo que hacía el lado oscuro? ¿En aquello podría llegar a convertirse? ¿Hasta aquel punto llegaba el deseo de poder?
—Sacar a los heridos.— La voz de Silva hizo que Fallon se acercara y viera como Stella, Terra, Aisha y Bloom luchaban contra los raspadores al poder hacerlo con un poder aún más poderoso del que existía.
—Tenemos que replegarnos, nos están ganando terreno. Tenemos que sacar de aquí a todas las hadas posibles.— La voz de Amber la hizo entender a la fénix la gravedad de la situación, Yelena estaba haciéndose más poderosa de lo que había imaginado, y eso solo podía generar en ella la pregunta más importante de todas. ¿Cómo la iba a detener? ¿Cómo detendría a alguien que en aquellos momentos era la criatura más poderosa que existía?
Desde su posición observaba todo y no podía dejar de sentirse culpable, todos y cada uno de los problemas que había eran por su culpa, aquella era su responsabilidad y era por ello por lo que debía de solucionarlo aunque no supiera como.
—¡Fallon!— La voz de alivio de Amber captó la atención de todos cuanto la escucharon, al ver aparecer de entre la oscuridad del bosque a la ignis, la cual portaba en su mano una espada de fuego, pero era de un color diferente pues este parecía reflejar cada una de las emociones de la morena.
Pocas veces había hecho uso de ese poder, de la capacidad de crear armas a raíz del fuego sagrado, pero en aquellos momentos sabía que era necesario, y más cuando varios raspadores fueron hacia ella como si fuera un imán.
Aunque el ruido, en un momento, llegaba a ser incluso ensordecedor, en aquel instante, Fallon no era consciente del ruido, ni de las miradas, ni de nada. Había fijado un único objetivo, y era aquella mujer que blandia su poder como su fuera un juguete, como si aquello no fiera importante. En aquellos momentos, Fallon sólo tenía un objetivo e iba a ir directamente hacia la mente maestra de todo aquello, iba a matar a Yelena antes de que todo fuera demasiado tarde, antes, incluso, de que se cobrara la vida de alguien importante o de cualquiera que estuviera luchando por su propia supervivencia.
—Vaya, vaya, vaya.— La voz de Yelena resono en la cabeza de Fallon como si estuviera a su lado, haciendo que la expresión de la morena se endureciera. —Parece ser que la rama familiar heredó mi fuerza a la hora de no querer morir.— Añadió con orgullo.
—Créeme que hoy vas a reencontrarte con la muerte, y que pagaras por todo lo que has hecho.— Sentenció Fallon mientras esquivaba el ataque de una bruja de sangre, para a continuación darle muerte.
—¿Eso crees, criaturita?— Preguntó con burla. —No puedes matarme, yo también controlo el fuego sagrado, y ya sabemos lo que dicen, no apagas un incendio con más fuego.— Respondió creyendo que aquello seguía estando bajo control, pero desde el instante en el que Fallon había hecho acto de presencia, Yelena ya no tenía nada bajo control.
—Puede que tengas razón, pero el fuego sagrado me eligió a mí, no ha ti. Yo soy su legítima portadora, y no ha hará daño, porque sabe reconocer a un Ignis, de un fénix que erró en su cometido. Así que, esta vez, Yelena, no lo tienes tan fácil. No vas a degollarme por la espalda, porque como verás sigo con vida.— Respondió mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa donde podía apreciarse la diversión que sentía al ver como el rostro de Yelena intentaba ocultar la ira que sentía al ver que ella seguía con vida, ya que eso significaba que algo sí podía acabar con ella de una vez por todas, y que el linaje de los fénix no estaba muerto como había creído. —Puede que creas que tienes mi poder, pero no es así. Yo soy el último Ignis con vida, soy la última de un linaje de fénix, y créeme que voy a destruirte. Porque nosotros, los Ignis, somos los portadores de la destrucción.— La recordó justamente cuando de su espalda crecían dos impresionantes alas en forma de águila, las cuales en la parte superior eran de un tono marrón, y en las puntas eran completamente negras, a excepción de algunos dibujos de llamas que somo podían verse cuando la luz reflejaba en ellas. Además, en la parte superior de ellas, había dos uñas, que las hacía ver aún más amenazantes de lo que su tamaño hacía ver, ya que estas la llegaban a la morena justamente por sus tobillos.
Cualquiera que las viera no dudaría en pensar que serían las alas más hermosas jamás vistas, superaban incluso la belleza de las alas de las cuatro hadas transformadas, pero para Fallon no era un momento de admiración, sino era el momento que durante tantos meses había esperado. Finalmente tenía sus alas como fénix, finalmente tenía aquellas alas de las que su madre la había hablado horas antes, y para ella era como un puente que la comentaba a ella y a sus antepasados.
—Bueno, pues si quieres jugar, juguemos, llamita.— Comentó con burla la morena, justamente cuando hacía aparecer sus alas, las cuales a diferencia de las de Fallon eran simplemente marrones, de un mismo tamaño y sin la uña, y era ahí donde se veía la diferencia entre un fénix y un Ignis.
Antes de que Fallon pudiera responder, la batalla se intensificó, esta vez porque el ejército solariano había llegado, ante aquel momento de distracción, Yelena aprovecho el momento para atacar a su antecesora, agarrándola del cuello y obligando a las alas de ambas a salir volando, haciendo que una pequeña ráfaga de aire hiciera mover las ramas de los árboles.
Las dos forcejeaban y se atacaban, pero estaba claro que el instinto de supervivencia y el de guerra, no iba a decantar a ninguna de las dos como ganadora. La única que parecía tener ventaja en ello era Yelena, la cual contaba con el poder que los raspadores habían robado, junto al que tenia por ser medio bruja, lo que hacía que la labor de Fallon fuera mucho más complicada de lo que podía imaginar.
—"Debes de invocar la llama sagrada, debes de transformarte en un Ignis, debes de ser la destrucción personificada para derrotarla".— Las palabras de Dominique resonaron en la cabeza de Fallon justamente cuando una llama de un rojo brillante aparecía en las palmas de sus manos, la chica las miró con duda. Tenía miedo, miedo de hacer daño a los demás, miedo a volverse lo mismo que ella, pero sí tenía que elegir entre salvar a su mundo o evitar aquello que la daba miedo, su decisión estaba clara.
Yelena retrocedió en el aire al ver las llamas que habían surgido en las palmas de la morena, al alzar la mirada y centrarla en Fallon, pudo observar como empezaban a surgir finas venas de color naranja, las cuales se parecían a las grietas de un plato que amenazaba con resquebrajarse en cualquier momento.
Y enefecto, eso fue lo que ocurrió. De aquellas venas salió una potente ola de calor que la distrajo, lo suficiente para que la Ignis se acercara a ella, Yelena intentó huir, gritaba por su vida, sabiendo que no tendría escapatoria, y más cuando había sentido como sus alas estaban desapareciendo junto a su poder.
—¿Acaso no quería el poder del fuego sagrado, Yelena?— La voz de Fallon sonaba como un eco de muchas otras, como si más criaturas se hubieran juntado en ella para poder ayudarla, y aquello solo hacia que agrandar el miedo que la fénix tenía, jamás había visto ni leído nada así. —Esto es el fuego sagrado.— Respondió con una maligna sonrisa mientras las alas de Fallon desaparecían dejandose consumir también por su propio poder, el cual se movía a su antojo y sin herir a nadie mas que no fuera la rubia. —La destrucción de la magia, tu destrucción.— La recordó mientras atraía hacia ambas todo el fuego que las rodeaba, para a continuación centrarlo en Yelena, a la cual hizo desaparecer en cuestión de segundos, siendo los ojos, completamente naranjas, de la Ignis, lo último que viera.
★★★
Tras tanto tiempo de espera, Ignis regresa con un nuevo capítulo, y sin duda es un capítulo que roza lo intenso.
Lo primero que quiero destacar de él es la escena entre Bea y Bloom, quería mostrar ese choque entre ambas de proteger a Fallon, pero donde Bloom no es consciente de que todo ha sido su culpa y no llega a asumir esa responsabilidad, aunque lo hará. Las palabras de Beatrix lo hacen.
Por otro lado tenemos el despertar de Fallon, el cual a pesar de descubrir que Beatrix es su hermana, sus deseos de venganza son mayores, aunque no podía dejar terminar esa escena sin una escénica donde Fallon sabe que son hermanas.
La aparición de Fallon es épica, debía de serlo, debía de aparecer en el momento idóneo para salvar el día, aunque siendo sinceros en ese momento está completamente cegada por la sed de venganza.
La escena de la pelea se que puede dejar algo que desear, pero de verdad os garantizó que para mí es perfecta, porque siempre ese imagine a Fallon colapsando de una manera épica.
El elegir que se volviera la destrucción, es solo para explicar y mostrar el poder al que la especie llegaba estando en sintonia con el fuego sagrado, por lo que os podéis imaginar lo que puede haber sucedido a la inversa.
Ya para terminar, el título, de verdad o ponía ese, haciendo homenaje a una de mis canciones favoritas del álbum de Midnights de Taylor o yo me muero. Y sabéis que me encanta hacer referencias a ella ya sea en los títulos o mencionandola, por lo que este es un pequeño tributo, aunque puede que no sea el último.
Como nota final, no se si os acordareis del enfrentamiento entre Fallon y Sebastián en la tienda, cuando Bloom ve las venas por su cuerpo, y luego creen que está muerta. Lo que en realidad pasó es que Fallon se volvió, por primera vez, en la destrucción personificada, por eso sucumbió, porque de alguna forma... más espiritual, no estaba preparada.
Por cierto, ¿habéis visto la nueva portada? Es hermosa y creo que va perfecta para esta segunda parte donde Fallon es consumida por el fuego sagrado.
¿Qué os ha parecido el capítulo?
Os leo ♥️
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