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❀27

Narrador Omnisciente


La luna brillaba como un faro solitario en el cielo nocturno, y Amaltea se aferraba al barandal de la torre de astronomía. El viento susurraba secretos ancestrales mientras sus ojos miraban el horizonte. Recordaba, donde su madre, le había contado historias de estrellas y constelaciones, el como la familia de su padre estaba tan apegado a los nombres que tuvieran que ver con las constelaciones.

Pero esa noche, había algo doloroso, torturando su corazón. Era su padre, Regulus Black, quien había desaparecido de su vida antes de que ella pudiera siquiera recordarlo.

El sonido de pasos interrumpió sus pensamientos. Amaltea se giró, encontrándose con la figura inesperada de Theodore Nott. Había una rivalidad entre ellos, una tensión que se había arraigado desde hace años. Pero también había un pasado compartido, uno que Amaltea preferiría olvidar.

Pero en cuanto sus ojos conectaron con los de Nott, se le hizo imposible no recordarlo.

Recordaba aquella noche, en la que había peleado con Theodore en primer año, cuando se supo que Amaltea tenía relación con los Lovegood.






•••








—¿Qué haces aquí?—preguntó ella, su voz más fría de lo que pretendía.

Theodore la miró. Palabras tan cueles habían salido de su corazón en ese instante.

—No es asunto tuyo—respondió. —Pero si insistes en saber, estoy aquí para recordarte que no perteneces a este lugar. Tu sangre no es tan pura como la mía.

Amaltea apretó los puños.

—¿Crees que eso me importa? Mi madre es una Malfoy, que fue despojada de su familia por elegir vivir su propia vida y no ser una marioneta, Incluso si su sangre no fuera tan pura como dices, no me afectaría en nada, porque es mi madre y la amo. Si ella me odiara y quisiera sacarme de su vida, está bien, pero es mi madre y me preocuparía por ella incluso si ella no me amara.

—Eso no cambia la verdad. No eres como nosotros.

La ira se encendió en el pecho de Amaltea.

—¿Nosotros? ¿Qué sabes tú sobre mí, Nott?











•••
















Fuiste mi amigo una vez, ya no lo eres más, hasta que descubriste que mi familia estaba relacionada con los Lovegood. Entonces me dejaste de lado.

Theodore la atrapó por el brazo, sus dedos apretando con fuerza.

—No fue tan simple. No podía permitirme ser amigo de alguien cuya sangre estaba manchada.

—¡Manchada!—Amaltea se liberó de su agarre. —¿Crees que soy menos por eso? Mi madre me enseñó a amar, a buscar la belleza en lo desconocido. No necesito tu opinión, así que cállate si no dirás nada productivo. —Amaltea lo miró con una mezcla de desprecio y deseo, le pasó por un lado bajando las escaleras rápidamente.

—Tal vez no necesitas mi opinión, pero sí necesitas algo más. —Theodore la siguió por cada escalon hasta abajo, y cuando finalmente termino, se colocó frente a ella para que evitará caminar. Se acercó, sus labios rozando los de ella. —Necesitas sentir lo que yo siento.

El beso fue un torbellino de emociones encontradas: rabia, dolor, deseo. Amaltea se apartó, su corazón latiendo con fuerza.

—Esto no cambia nada, Nott. —murmuró. —Sigues siendo un idiota.

El aire vibraba con electricidad mientras Amaltea y Theodore se separaban. Sus miradas se encontraron, y en ese momento, ambos supieron que habían cruzado una línea peligrosa.

—¿Por qué?—susurró Amaltea. —¿Por qué ahora, Theodore?

Él se pasó una mano por el cabello, sus ojos aún fijos en ella.

—Porque no puedo evitarlo. Porque cada vez que te miro, veo a alguien que no encaja en este mundo de prejuicios y demás y... Y eso me intriga.

—Mi madre me enseñó a ver más allá de las etiquetas. Pero contigo diciendo idioteces es inevitable no juzgarte.

Theodore se acercó, su aliento cálido en su mejilla.

—Tal vez deberíamos dejar de luchar contra...esto y deberíamos explorar lo que hay entre nosotros.

Ella lo miró, sus ojos llenos de dudas y enojo.

—¿Qué hay entre nosotros, Nott? ¿Somos conocidos? ¿Rivalidad? ¿O algo más?

Él la atrajo hacia sí, sus labios rozando los suyos.

—Descubrámoslo juntos. —murmuró antes de besarla con una pasión que la dejó sin aliento.

El tiempo se detuvo en la torre de astronomía. Las estrellas parecían más brillantes, como si estuvieran celebrando el encuentro de dos almas perdidas. Amaltea se aferró a Theodore, sintiendo cómo el pasado y el presente se entrelazaban.

Pero cuando se separaron, la realidad volvió a golpear.

—Esto no puede ser. —dijo ella. —No voy a caer. No otra vez.

Amy...

—¡No me digas así! Solo Nelly, mi hermana y Eros pueden decirme así.

—Parecieras estar enamorada de Eros. —dijo el nombre con tanto recelo, que hizo a la rubia alzar una ceja. Sus palabras cargadas de tensión.

Amaltea rodó los ojos, y lo apartó comenzando a caminar, sin embargo, no llego demasiado lejos pues Theodore la tomo de la cintura pegando su espalda a la pared.

Theodore clavó sus ojos en Amy.

—Siempre lo eliges a él—murmuró con amargura. —Por sobretodo. En cada momento, en cada sonrisa, es Eros a quien buscas.

Amy se removió incómoda, aún más, por sentir el aliento a tabaco de Theodore justo en su rostro.

—No es así, Nott. Eros es solo un amigo. No te atrevas a decir cosas que no son ciertas.

—¿Un amigo?—Theodore se inclinó hacia ella, su voz un susurro amenazante. —Parecieras estar enamorada de él. —repitió de nuevo.

Amy tragó saliva. Eros, quien siempre había visto como un hermano, fue inevitable en ese momento no recordar los sentimientos de una pequeña niña rubia asustadiza de nueve años, que jamás le dijo a nadie acerca de sus sentimientos por su mejor amigo.

Pero también estaba Pansy, la chica que había conquistado su corazón. Eros y Pansy, una pareja que parecía sacada de un cuento de hadas.

—Es complicado—admitió Amy. —Eros y yo compartimos una conexión especial, al igual que con Nelly.

—¿Por qué no puedes elegirme? ¿Por qué siempre me dejas en segundo plano? Te dije lo que sentía por ti en segundo año, aún cuando tú me odiabas, recordé tu cumpleaños, le pedí a una de tus compañeras que te dejará mi regalo sobre la cama y sin embargo, tu lo desechaste. Me ignoraste. Pansy y Eros. Ellos son algo real. Nosotros lo somos. Solo que te niegas a verlo.

—¿Me niego a verlo?—Amaltea cuestionó con incredulidad. —Te recuerdo, que tú tenías novia, maldito idiota. Tu y yo, no tenemos nada.

Theodore la atrajo hacia el. Sus manos en su cintura, haciendo presión.

—Algo más. —susurró. —Siempre ha sido algo más. Tu y yo, siempre hemos sido algo más.

—No es verdad...

—Siempre lo eliges a él...—susurró. —Estas enamorada... Y sabes que yo tengo razón. Tal vez no ahora, pero tú lo sabes, y yo también, cuando supiste que Eros y Pansy comenzaban a salir tu corazón se rompió. El corazón de una niña que ocultaba sus sentimientos se rompió.

—Nott, cállate.

—Sabes que tengo razón. —Theodore sonrió con cinismo. —Por eso mismo no me aceptaste. Porque siempre lo eliges...

Sin embargo, le fue a Theodore seguir, pues Amaltea lo tomo de la nuca, besándolo.

Eso era lo que el quería lograr.

Pero esta vez no era como los besos anteriores, este era uno más fogoso, más apasionado. Sus labios se movían rápido pero de alguna manera encajaban perfecto juntos.

Las manos de Theodore volvieron a su cintura pero no se quedaron ahí, sino que fueron recorriendo su cuerpo, acariciando su espalda de manera suave, siendo todo lo contrario al beso que estaban teniendo.

Pareciera que incluso todo había sido planificado, pues Theodore, tomo los muslos de Amaltea, haciéndola sostenerse de su cadera, para después de unos segundos entrar en un aula que hace días habían suspendido para mantenimiento.

—Eres jodidamente adictiva rubia.

Sintió como su sosten se desprendía, y caían los tirantes por su hombro, unas juguetonas manos intentaban quitarlo, y Amy, ella solo se dejó llevar. Le demostraría a Theodore que no era cierto todo lo que él decía. Ella no sentía nada por Eros. Ella lo sentía todo por el.

Se separaron un segundo por falta de aire y Nott aprovecho para hablar.

—Eres tan hermosa que duele. — susurró, bajando la cabeza hasta su cuello, mordiendo y besando hasta llegar detrás de su oreja, y morder su lóbulo lentamente.

—Cállate y sigue Nott.

—Como órdenes, mi amor.

La empujó contra la pared, dejándola sobre el suelo, acorralandola con todo su cuerpo. Amy tampoco parecía quedarse atrás, pues metió sus manos dentro de la camiseta del castaño, con una sonrisa que pudo sentir en el beso.

Amaltea se separó para poder respirar, y Theodore no desperdició el tiempo, con una sola mirada, y el asentamiento de su contraria, comenzó a desvestirla, mientras besaba cada parte de su cuello, empezando desde el inicio de su mandíbula, hasta el valle de su senos.

La ropa termino tirada en el suelo mientras que iban moviéndose por la habitación sin separase.

Poco segundos después, Amy estaba sobre el escritorio, sintiendo el cuerpo de Nott colarse entre sus piernas, rodeando su cadera con ellas, atrapandolo, y sin embargo sus labios no estaban juntos, ella había comenzado a bajar por el cuello del castaño, dando pequeños mordiscos y lamidas.

No pudo evitar que algunos suspiros y gemidos por lo bajo escaparan de sus labios, por lo que Amy cubrió su boca con una mano, rápidamente, sin dejar de apoderarse de su cuello, dejando marcas de mordidas sobre sus clavículas, mientras que Theodore paseaba sus manos por dentro de las piernas de su castaña, dejando ligeros apretones en sus muslos.

—Silencio Nott, no queremos que nadie escuché y nos atrapé. —susurró sobre su cuello.

—Lo intento, pero me estas volando la cabeza.

—Me gusta tenerte así, es un lado que no conocía. —lo atrajo de nuevo, colocando sus manos en su nuca, y el en su cintura, inclinándose hacia atrás, Theodore se colocó sobre ella, dirigiendo una de sus manos en su cuello. —Veamos lo que sabes hacer, Nott. —susurró sobre sus labios, dejándola observar por un segundo una sonrisa arrogante, antes de bajar por su cuello y seguir por su abdomen.

—Esperaba que lo dijeras...


















































Lune_black

FUERTES declaraciones

Por una fracción de segundo vi en Theo y Amy a Lily y James...😑

Y si...¿Terminan igual?

Byeeeeeeeeeeee

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