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❀21

Narrador Omnisciente

—Quisiera saber cómo acabe en todo esto. —murmuró Pansy, siguiendo a Hermione y Harry a través del pasillo.

—Solo, no le digas a Eros o me matará por ponerte en riesgo a ti, a mi, a Ron y a Hermione, cuñada. —dijo Harry, que era el que lideraba el paso.

—Hecho.

Sosteniendo la varita ante sí, Harry abrió la puerta de una patada.

Crookshanks estaba acostado en una magnífica cama con dosel y colgaduras polvorientas. Ronroneo al verlos. En el suelo, a su lado, sujetándose la pierna que sobresalía en un ángulo anormal, estaba Ron. Con Pansy, Harry y Hermione se acercaron rápidamente.

—¡Ron!, ¿te encuentras bien?

—¿Dónde está el perro?

—No hay perro—el dolor le hacía apretar los dientes a Ron. —El... Harry, esto es una trampa...

—¿Qué...?

—Él es el perro. Es un animago..

Ron miró por encima del hombro de Harry. Harry se dio la vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puerta tras ellos.

Una masa de pelo sucio y revuelto le caía hasta los codos. Si no le hubieran brillado los ojos en las cuencas profundas y oscuras, estaba segura de que Pansy habría creído que se trata de un cadáver. La piel de cera estaba tan estirada sobre los huesos de la cara que parece una calavera. Una mueca dejó al descubierto sus dientes amarillos. Era Sirius Black.

—El perro de Eros...—murmuró Pansy, y rápidamente la mirada de Harry se dirigió a el.

El lo sabia; pensó Harry.

—¡Expeliarmus!—exclamó, dirigiendo hacía ellos la varita de Ron.

Las varitas que empuñaban Harry y Pansy saltaron de sus manos, y Black las levantó del suelo. En cuanto a la de Hermione, la bajo con discreción, pero en alerta.

—Pensé que vendrías a ayudar a tu amigo—dijo con voz ronca. Sonaba como si no la hubiera empleado en mucho tiempo. —Han sido muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias. Esto lo hará todo mucho más fácil...

—Si quiere matar a Harry, tendrá que matarnos también a nosotros—dijo Ron con fuerza, aunque el esfuerzo que había hecho para levantarse lo había dejado aún más pálido, y vacilaba al hablar.

—Échate—dijo Sirius a Ron en voz baja—O será peor para tu pierna.

—¿Me ha oído?—le repitió Ron débilmente, Pansy se acercó para que se apoya y se mantuviera en pie. —Tendrá que matarnos a los cuatro.

—Sólo habrá un asesinato esta noche respondió Black, acentuando la
mueca.

—¿Por qué?—le preguntó Harry, tratando de soltarse de Hermione, pues Pansy seguía sosteniendo y soportando casi todo el peso de Ron. —No le importó la última vez, ¿Verdad que no? No le importó matar a todos aquellos muggles al mismo tiempo que a Pettigrew...¿Qué ocurre, se ha ablandado usted en Azkaban?

—¡Harry!—sollozo Hermione—¡Cállate!

—¡El mato a mi madre!—gritó Harry. Y haciendo un último esfuerzo se liberó y se lanzó.

Había olvidando la magia al igual que olvidando que era bajito y que tenía trece años, mientras que Black era un hombre adulto y alto. Lo único que sabía Harry era que quería hacerle a Black todo el daño posible, y que no le importaba el que recibía a cambio.

Tal vez fuera por la impresión que le produjo ver a Harry cometiendo aquella necedad, pero Black no levantó a tiempo las varitas. Harry sujetó por la muñeca la mano libre de Black, desviando la orientación de las varitas. Tras propinarle un puñetazo en el pómulo, los dos cayeron hacia atrás, contra la pared.

Hermione, Pansy y Ron gritaron. Vieron un resplandor cegador cuando las varitas que Black tenía en la mano lanzaron un chorro de chispas que por unos centímetros no dieron a Harry en la cara.

Pero Black se aferró con su mano libre al cuello de Harry.

—No. —susurró. —He esperado demasiado tiempo.

Aprieta los dedos sobre su cuello. Harry se ahoga. Las gafas se le han caído hacia un lado, y en un momento, Sirius recibió una fuerte patada en las costillas. Black soltó a Harry jadeando de dolor. Ron, atrayendo a Pansy con el, se arrojó sobre la mano con la que Black sujetaba la varita.

—i¿En qué rayos están pensando los dos?!—el grito de Eros, hace que la atención se concentre en el. Harry que aún era sostenido por los hombros, por su hermano se alejó, pues estaba enfadado por el secreto acerca del perro que habían adoptado.

—¡Eros! ¡Pensé que se lo habías dicho!—reclamó Sirius en un momento.

—¡Y pensaba hacerlo! ¡Amy y Nelly también! ¡Incluso Pansy!—Sirius llevó su mirada hasta la castaña de Slytherin, que aún seguía llevando a Ron sobre su hombro, para después volver a ver a Eros. —¡Pero el se alejó de mi! ¡Le creyó a James!

—James...—murmuró Sirius. —¡¿Le creíste a James?! ¡¿Quién le creé a James?!—volvio su mirada a Harry indignado. —¡Ni siquiera Eros Parkinson le creía a James!

—Y-Yo...

—No estamos aquí para hablar de James. —interrumpió Eros.

—Cierto. Eros, quiero a la rata, y ese niño no me la quiere dar. —señalo a Ron, que se escondió detrás de Pansy, y escondió a la rata detrás de el. —Dile que me la de.

—Primero, Harry tiene que escuchar toda la historia. —dijo Eros.

—¿Toda la historia?—repitió Harry, con un furioso martilleo en los oídos. —Entregó a mi madre a Voldemort, eso es todo lo que necesito saber.

—Tienes que escucharme—dijo Sirius con un tono de voz roto en la voz—Lo lamentarás si no.. si no comprendes...

—Comprendo más de lo que creé—respondió Harry con la voz cada vez más temblorosa—Usted no la ha oído nunca, ¿verdad? A mi madre, impidiendo que Voldemort me matara... Y usted lo hizo. Lo hizo...

Antes de que nadie pudiera decir nada más, algo canela pasó por delante de Harry como un rayo. Crookshanks saltó sobre el pecho de Black y se quedó allí, sobre su corazón. Black cerró los ojos y los volvió a abrir mirando al gato.

—Vete. —le ordenó Black, tratando de quitarse de encima al animal.

Pero Crookshanks le hundió las garras en la túnica. Volteó a Harry su cara fea y aplastada, y lo miró con sus grandes ojos amarillos. Hermione, que estaba a su derecha, lanz un sollozo.

Harry miró a Black y a Crookshanks, sujetando la varita aún con más
fuerza.

—Harry—dijo Pansy con calma, aún sujetando a Ron. —Déjalo que hable...

Pasaron unos segundos y Harry seguía inmóvil, con la varita en alto. Sirius lo miro fijamente, con Crookshanks sobre el pecho. En la cama en la que estaba tendido Ron, que con ayuda de Pansy lo había logrado, se oía una respiración jadeante.

Hermione permanecía en silencio. Y entonces oyó algo que no habían oído hasta entonces. Unos pasos amortiguados. Alguien caminaba por el piso inferior.

—¡Estamos aquí arriba!—Hermione de pronto—¡Estamos aquí arriba! ¡Sirius Black! ¡Dense prisa!—gritó.

Black sufrió tal sobresalto que Crookshanks estuvo a punto de caerse.

Harry apretó la varita con una fuerza irracional. Pero los pasos que subieron las escaleras se oían cada vez más fuertes.

—Si es James ahora sí voy a golpearlo...—murmuró Sirius, siendo escuchado por Eros, quien sonrió encantado.

La puerta de la habitación se abrió de golpe entre una lluvia de chispas rojas y Harry se volteó cuando el profesor Lupin entró en la habitación como un rayo. Tenía la cara cansada, exhausto. Miró a Ron, que yacía en la cama, con Pansy a su lado, a Hermione, encogida de miedo junto a la puerta; a Harry, que no dejó de apuntar a Black con la varita, Eros aldo de Sirius, con su cuerpo frente a el por si fuera a ocurrir que alguien de ministerio era el que entraba, y al mismo Black, que aún seguía en el piso sangrando.

—Remus...—murmuró Sirius.

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