Narrador Omnisciente

La desesperación que sentía el mayor de los... Potter, era inimaginable. La habitación en la que se encontraba sentía que comenzaba a reducirse cuando más caminaba.

Fin de semana en Hosmeade. Había Eros, pasado toda la mañana buscando a Pansy, hasta que se atrevió a acercarse a Theodore, quién en ese momento se encontraba con Kara, quién a pesar de las mismas objeciones de Parkinson porque su novio no contestará, Nott respondió que sus padres habían pedido el permiso de llevarse a Pansy con ellos y regresarla el domingo por la mañana.

La preocupación de Eros, aumento de sobremanera cuando escucho a Theodore decir aquello. Suspiro intentando controlar sus nervios y evitar que el mismo fuera con Pansy. No había podido hablar con ella desde que...James, la había culpado de destrozar la planta de Neville.

También estaba el caso de Harry, todo lo tenía nervioso, el hecho de tener que ignorarlo o hacer como si no existiera cuando lo veía, se le era muy difícil, pero el no daría su brazo a torcer y aunque le doliera, sabía que tarde o temprano se le caería la venda de los ojos a Harry.

Estaba seguro de que ahora Harry lo adiaba. Mientras que James lucia victorioso. Podía imaginar la sonrisa en su rostro cuando Harry le debió haber contado cada detalle. No hacia más que sentir repulsión por aquel hombre que se hacía llamar su padre. Gracias a ello, el y Harry habían tenido varios problemas, pero no solo entre ellos, si no que también económicos.

El hecho de que James apostará en las Vegas y saliera huyendo con el dinero que claramente no le pertenecía, no lo hacía más que sentir rabia. Varias veces había sido el mismo el que había tenido que tomar de la bóveda de los Parkinson, que había sido de parte de su tío Eros y otras veces había sido Pandora quién se había ofrecido a pagar, y Harry, ni siquiera lo sabía. Eros siempre se había encargado de esconder todo lo que hiciera que James quedará como el culpable, claro que, ahora lo entendía.

Harry debió haberlo sabido. Tal vez así y pensaría las cosas sobre James.

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—¡Perseus, ya basta!—gtitaba Nataly, con preocupación al ver a su hija.

—¡Cállate!—grito Perseus de vuelta, apuntando a Nataly, haciendo que retrocediera un paso atrás. Parkinson regreso la mirada a su hija, quién lo veía temerosa y sollozaba en el piso, después de recibir una bofetada de su padre.

—Padre...

—¡Padre nada, y te callas, mocosa!—Perseus la tomo del cabello y la arrastró hasta las escaleras.

Pansy, solo podía gritar y llorar, gritar que parará, pero nadie contradecía a Perseus, ni siquiera su madre podía hacer algo en ese momento, sentía miedo, terror. Llegaron hasta la segunda planta donde Perseus la introdujo a una habitación, la habitación de fondo, la más pequeña... dejando a su madre afuera, poniendo toda clase de hechizos, para que nadie pudiera salir o siquiera entrar.

La castaña observo a su padre con miedo cuando se acercó hasta donde estaba. Espero una golpiza, cómo había estado haciendo desde que la había sacado del colegio y llegado a casa. Pero eso nunca paso.

En cambio, Perseus camino hasta una puerta de madera que se encontraba hasta el fondo de la habitación. Quitó las cadenas y la abrió, para ahora sí, caminar hasta Pansy y tomarla agresivamente del brazo, arrastrándola por las escaleras que daban hasta lo más profundo de la casa.

Mientras era arrastrada por su padre, lo observo aún temblorosa. Su padre y ella se parecían en varios aspectos, y eso era algo que le molestaba y desangraba demasiado. Su cabello castaño, aquellos ojos de color marrón con un color miel, el rostro perfilado. Esas eran algunas de las similitudes que tenían ambos, pero todas las similitudes que ellos tenían eran físicas, o eso prefería pensar Pansy.

Odiaba pensar en que alguna vez sería como Perseus, no quería ser como el, no quería convertirse en el, y tampoco en su madre. Ella no era como ellos, amaba a su madre, pero...había veces que se dejaba llevar por el miedo, y eso era algo que ella odiaba, no era débil, pero no podía negar tampoco que desde que era niña, su padre había generado un miedo en ambas.

Cuando llegaron frente a una celda, Perseus la soltó bruscamente, girandose para mirarla.

—¿Sabes por qué te traje aquí?

—Como lo dije al principio de llegar a esta casa, me importa muy poco lo que tengas que decir. —Pansy dijo entre dientes—No dejaré mi amistad con los Evans, no dejaré a Leonor...—Perseus apretó la mandíbula al saber quién era aquella chica—No dejaré a Amy, y mucho menos, dejaré a Eros. Tu y Kara pueden pudrirse en el infierno, pudranse cómo la basura que son. Ella no es mi hermana, y tú no eres mi padre.

La mano de Perseus se estrechó contra la mejilla de Pansy, haciendo un fuerte sonido en la habitación.

—Aprenderas a respetar mis reglas y a tu familia. —Perseus la sostuvo del cabello, acercándola hasta la orilla de la celda—¿Sabes por que esta es una noche tan especial?—Le preguntó, acercando el rostro de la joven a las rejas. Pansy, incapaz de hablar negó con la cabeza, mientras sentía su nariz sangrar. —Porque...es una noche de reunión familiar. —susurro en su oído.

Perseus jalo una cadena que colgaba del techo e iluminaba la celda por completo. Pansy ahogo un jadeó cuando observo a quien se encontraba encadenado de brazos y piernas, por un momento sintió que llorar era lo único que haría esa noche.

Perseus golpeó la celda haciendo un eco, y sobresaltando al hombre frente a ellos. Parkinson sonrió con maldad cuando esté despertó.

—Buenos días, hermanito. —Perseus sonrió con maldad.

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