9|El reflejo de lo que no quiero ser
Jughead.
Si hay algo que me he rehusado hacer durante todo un año, es ir a visitar a papá.
A la cárcel.
Es un poco doloroso, sí, porque era el padre perfecto para mí, mi héroe y... Y resultó ser una estafa. De una forma demasiado literal.
Ni mamá ni yo teníamos idea de todo lo que papá hacía en nombre de un «mejor futuro». No teníamos ideas de todas las estafas a todas esas personas inocentes y de todo aquel dinero robado a personas que quizá si lo necesitaban.
Mamá no se lo tomó demasiado bien. Quiero decir, nada, pero nada bien. Y, si antes de por sí pasaba poco tiempo en casa, desde entonces, solo llego a dormír.
Toni vive al otro lado de las vías, justo como los demás chicos de mi círculo cercano de amigos, menos tabitha, ese lado es conocido como el lado sur. El lado de los marginados.
Y es mucho mejor hogar que el lado norte.
Mi familia es de aquí, papá formó su empresa de este lado de las vías, empezando por algo pequeño, y luego la cosas subió, ya sabemos cómo, y llegamos al lado norte. Pero siempre volvíamos al lado sur.
Papá era fan de venir a este maldito bar, nauseabundo y todo, pero con las menores bebidas en Riverdale, papá lo amaba; todos los fines de semana venía, y solía decir que, algún día, cuando cumpliera la mayoría de edad, me traería con él.
Hace poco cumplí la mayoría de edad, y a él aún le falta un tiempo para salir de la cárcel.
Cómo decía, Toni vive de este lado, en una zona de caravanas, hacia el centro del lado sur, el lugar más decente para vivir, incluso por encima de las que sí son casas, pero deterioradas y abandonadas.
La música suena fuerte, retumba a mi alrededor. Sé que llevo unas copas de más, pero estoy lucido.
—No deberías tomar tanto —Toni llega a mi lado, con un vaso rojo en la mano, pero ella no bebe, así que sé que es refresco.
Me encojo de hombros, más no la volteo a ver.
Papá era alcohólico y mamá se convirtió en ello apenas papá se fue.
—Estoy fresco como una lechuga.
Toni odia que haga esto; tomar, fumar. Sus padres eran así también, y los papás de la mayoría de aquí, de hecho, la mayoría de aquí somos así, solo que unos peores.
Por lo menos yo me sé medir.
—Tabitha me dijo que estuviste fumando en la azotea, de nuevo. —me sorprende la tranquilidad con que lo dice, por lo que me veo obligado a verla. Está serena, pero luce cansada.
Este no es su ambiente, pero es la responsable del grupo.
—Solo fue uno.
—Así dices siempre.
Desvío la mirada. Tiene razón. Siempre me prometo que solo será uno y termina siendo la cajetilla, o la mitad, pero no es mucho mejor.
—Esta vez es cierto.
Se pone frente a mí, toma el contenido del vaso y lo deja por algún lugar, me extiende las manos.
Con ella nunca he tenido sexo, porque a ella le gustan las mujeres y yo tengo pene, aunque es guapa, y quizá sí lo haría, pero es mi mejor amiga.
No es como con tabitha, mi relación con Toni es diferente.
Tomo sus manos, y soy jalado por ella hasta la pista de baile, mientras mueve las caderas. Apenas me muevo, realmente no tengo ganas de estar aquí.
Pero es mejor que estar en casa, supongo.
Normalmente, luego de una noche así, termino en la cama de tabitha, o en el sofá de alguno de mis amigos.
Pero decidí salir temprano de la fiesta, abandoné a Toni, dejándole con Cheryl, y me fuí en moto hasta la casa.
Ahora me arrepiento.
Desde que papá se fue, mamá cambió. Demasiado. Es como si fuera otra persona; una que me ve como una basura, una copia de mi padre. Y yo no soy él, no quiero y jamás lo seré.
En silencio, cruzo la sala de estar hasta las escaleras, maldiciendo cada vez que, en medio de la penumbra, termino tropezando con algo.
—Entrando como un maldito ladrón. —la voz de mamá, en la cima de las escaleras, me hace cerrar los ojos en puños.
—Mamá, ahora no...
Pero camina hacia mí, bajando las escaleras, y se detiene justo un escalón arriba.
Huele a alcohol.
—Estoy tan decepcionada de ti.
Mi pecho se llena de aquella opresión que me asfixia. Desvío la mirada a otro lado, cualquier otro, para no tener que verla.
Ella también me decepciona a mí.
—Es tarde, debes ir a dormir. —intento tomarla por los brazos, para darle la vuelta y llevarla a dormír, pero se aleja, como si mi tacto le quemara.
—Eres igual a tu padre. —escupe las palabras, como si no importara. Como si no doliera.
—Estás borracha, no sabes lo que...
—¡Sí sé lo que digo! Así como sé que solo eres un bueno para nada, y vas a terminar como él, vas a terminar en la cárcel, como una maldita escoria.
Puedo percibir el fuego creciendo en su mirada, del mismo color que la mía.
Cómo puedo, termino convenciendola de ir a dormir. Entre insultos, pero termina cediendo.
Y yo puedo ir a dormir también.
Cuando pongo a cargar el celular, en la mesita al lado de la cama, me percato de algunas notificaciones de Instagram.
Betty Cooper me he empezado a seguir, pero no por su cuenta normal, es una privada, que no tiene nada sobre ella.
Excepto su foto de perfil, que es un perrito que tuvo hace un par de años y que murió hace más o menos año y medio, al cuál nunca conocí, pero recuerdo haberla oído hablar de él y mostrarnos una foto, por eso sé que es ella.
En realidad, yo también le sigo con una cuenta secundaria, pero casi nunca reviso redes, así que no estoy pendiente de las historias o fotos que sube, aunque sé que tampoco es demasiado activa.
Eso me recuerda.
La carta.
Dios, que cosas hago.
Fue algo estúpido de mi parte, lo sé, pero al menos consideré el hecho de no escribirla a mano, sino q computadora.
Ahora, me arrepiento demasiado de haberla mandado.
Nunca pude ver si la leyó, pero espero que no, que me haya equivocado de casillero, quizás sería menos humillante.
No sé en qué pensabas cuando la escribí, y peor, cuando la metí de contrabando a su casillero.
Dónde descubra que soy yo, me va a insultar en cien idiomas diferentes y me va a mandar mucho a por dónde vine pero, mirando el lado positivo, al menos pude expresar un poco de lo que siento.
Dios, no sé que estoy pensando.
Cuando abro la app de Instagram, me encuentro con que, la cuenta fantasma de Betty, ha dado me gusta a la mitad de las fotos que tengo publicadas.
Es horrible stalkeando gente.
Me da un poco de gracia, en realidad.
Sonrío en medio de la oscuridad, como un maldito tonto, porque me encanta y estoy seguro de que ella ni siquiera es conciente de que sé que es ella, mientras veo la pantalla.
Estoy cayendo, y lo peor es que es ante la persona más prohibida para mí.
La clase de matemáticas es la única que comparto con Betty.
Joder, no la puedo sacar de mi maldita mente.
Debería prestar atención.
Pero mis ojos se desvían de nuevo hacia ella.
Lo admito, parezco un loco acosador pero, en mi defensa, es demasiado bella.
Me siento culpable. Desvío la mirada. Joder, ¿Y si se da cuenta de que la estoy viendo? Ay, no, que pena.
Si se gira y me ve viéndola, me mato. Me tiro de un tercer piso. Me pegó un tiro. Me-...
Volteó.
¡Volteó!
Mayday, ¡Maydayyyy!
¿Dónde puedo esconder mi cabeza?
Dios, soy tan idiota. Yo dije, donde me encuentre viéndola voy a matarme.
A ver, jughead, tú no eres así, tú no eres así, tú no...
Ya sé volteó.
Puedo respirar en paz.
Pero.. ¿Y si se dió cuenta de que la estaba viendo? Pero... No la estaba viendo. Pero... ¿Y si cree que la estaba viendo? ¡Me muero! ¡Me muerroooo!
Ya no quiero vivir.
Bueno, ya no quería, pero ..
Ahora menos.
Que vergüenza.
Tierra, trágame.
Calmado. Respira. Calmaaaadooo. Yo soy un macho pecho peludo, yo no me pongo nervioso por una mujer, las mujeres se ponen nerviosas conmigo, si, eso.
Odio mi vida. Ugh.
Cuando la campaña suena, y sé que Betty ha salido del salón, puedo volver a respirar con normalidad, pero siento la cara caliente.
Cómo odio ser del tipo de personas que respira y se pone rojas. Dios. Que mala genética me cargo.
Recojo mis cosas rápido, sabiendo que sigue química. Odio química. Pero al menos me toca con Toni.
Entro al salón con la maestra literalmente pisándome por malditos talones. Toni ya está ahí, así que voy hacia ella, con una sonrisa traviesa en la cara, subiendo y bajando las cejas.
—¿Qué hiciste? —su tono de cansancio no hace más que causarle gracia, pues sé que está con resaca.
—Nada.
Y es verdad, porque solo lo hice por molestar. Pero entonces pienso en la carta, y descarto la posibilidad de contarle acerca de ella.
—Tengo una resaca horrible. —lleva sus manos a su cabeza, cerrando los ojos y suelta un suspiro.
Esto sucede no muy seguido; se deja llevar por el momento y luego se arrepiente, porque no está acostumbrada a salir de fiesta y tomar mucho, y por lo tanto, a tener resaca.
—No deberías tomar tanto —recuerdo las palabras de ella, apenas anoche, cuando dijo aquello. Sé que se preocupa, pero a veces eso sirve para molestarla un poco.
—Idiota.
—Tu idiota favorito.
—Mi culo. —suelto una risa.
Me encanta molestarla cuando está de malas.
Pero tampoco la quiero hacer sufrir tanto, así que dejo de molestar y veo al frente.
Me siento un poco culpable, se supone que es mi mejor amiga, pero hay un montón de cosas que no sabe, porque no he tenido la suficiente confianza para decirlo, aunque sé que ella no hará más que intentar ayudarme, escucharme y hacerme ver lo que está bien y lo que no.
Pero hay cosas que uno debe guardarse para sí mismo, supongo.
La clase pasa bastante rápido, en realidad, y no vuelvo a molestar a Toni, hasta que la campana suena y nos disponemos a salir del salón.
Necesito fumar algo.
—Oye, nos vemos luego. —aún guardo mis cosas, pero ella ya está lista, con la mochila en el hombro.
—¿Qué clase tienes?
—No sé —admito—. Iré un rato arriba. —alza una ceja, sé lo que piensa— No iré a fumar nada.
—No dije nada —alza las manos, inocente.
—Pero lo pensaste. —cierro la mochila, la veo. El tinte rosa se ha desgastado en su pelo— No me extrañes.
—No lo haré. Cuídate.
Le doy una última sonrisa antes de que se de la vuelta y se vaya. Agarro mi mochila y la cuelgo, palpo los bolsillos del pantalón que traigo, en busca de la cajetilla a medio consumir de anoche. No recuerdo donde la dejé.
Chisto la lengua cuando no hallo nada, pero supongo que lo dejé en el casillero. Supongo. Retomo el camino a la salida. Alguien me agarra del brazo.
Verónica lodge.
—Voy a ser directa, Jones —Su tono es firme y si, directo—, ¿Eres tú el que le está mandando cartas a Betty? —no sé si es un reclamo, pero me mira como si ya lo supiera de por sí, y solo quiere verificar.
Desvío la mirada. Ups.
—No sé de que...
—Mírame a los ojos y dime que no eres tú.
Ese es mi maldito punto débil. No puedo mentir. No sé mentir. Sé ocultar cosas, disfrazarlas, ¿Pero mentir? Soy creyente de que mentir a alguien más es como mentirte a ti mismo.
Así que no puedo mentir.
Oigo su risa, suave.
—Lo sabía. —luego, su rostro se pone serio. Trago grueso— ¿Qué buscas? Quiero decir, no me caes mal, pero.. no creo que Betty sea tu tipo. ¿Qué buscas?
Me veo derrotado. ¿Qué le puedo decir?
—Nada malo, si eso temes. —aseguro, tan firme como ella al principio.
—Eso no responde mi pregunta, ¿Qué buscas? Porque te aseguro que si es lastimarla...
—¡No! Claro que no, por dios, no soy así —suelto un suspiro, escondiendo mi indignación en el fondo de mi mismo—. ¿Tú cómo...?
—Eres muy obvio, JJ —desvío la mirada, con la cara roja (no me veo, pero estoy seguro). ¡Yo sabía que era mala idea!
Ah, pero si soy impulsivo, ¡Yo mismo me meto en los malditos problemas!
—¿Ella sabe? —trato de ocultar el miedo, pero creo que es bastante obvio mi alivio cuando niega.
—No me cree que seas tú. Pero yo lo sé.
—No le digas. Por favor. Prometo no volver a mandar nada, solo..
—No. Tú debes seguir mandando cartas.
Vale, ahora sí me ha descolocado por completo.
—¿Qué?
—¡Si! Debes seguir mandando cartas.
—No entiendo, ¿No venías a amenazarme?
—De hecho, si. Pero ella necesita un poco de emoción en su vida y bueno.. no te me haces mal chico.
—Me haces sentir como un perro.
Woof.
Ya debo internarme.
—Solo... ¿Tienes mi número?
—¿Por qué lo tendría? —chisto.
—Cierto. Cheryl lo tiene, necesito hablar más a detalle contigo.
Ni siquiera se despide. Solo se va.
Y se marchó.
Y a su barco le llamó libertad.
Ya no quiero vivir. Dios.
Holaaa.
Es un poco más pronto de lo normal, de nuevo. ¡Espero les guste!
Creo que jughead es un poco raro, pero así lo quiero😻
En fin, ¿Qué creen que pase?
Nos leemos luego, chau.
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