EPÍLOGO
«PAIGE MACKENZIE PARKINSON»
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Julio 03, 1978
Mackenzie se movió incómoda en la cama. Abrió los ojos y gritó de dolor.
Se sentó en la cama con cuidado, mientras respiraba como le habían dicho las enfermeras.
—¡Maldición!—Se quejó Mackenzie
No quería llamarlo. Hace menos de un mes, que se había casado con Lucas. Oficialmente era la señora Parkinson.
Y aunque cada quien dormía en una habitación, cada que se veían, era seguro que terminaba en pelea.
Aunque Mackenzie a veces lo hacía apropósito. Pues aún recordaba la primera vez que le fue fácil hacer perder la paciencia a Lucas en el colegio.
Y en algo que estaba de acuerdo con Lucas, era en lo mucho que se odiaban. Vivían en la mansión Parkinson.
—¡Lucas!—Llamo Mackenzie, en un grito—. No, no, ahora no.
Mackenzie se levantó de la cama, mientras caminaba hacia la puerta.
—¡Lucas Parkinson, sube maldita sea!—Grito Mackenzie por segunda vez, mientras sentía un líquido recorrer sus piernas—. Mierda, no.
Pasaron unos minutos, hasta que Mackenzie escuchó pasos acercarse así que fue a abrir la puerta.
—¿Te hiciste...
—Rompí fuente, imbecil—Interrumpió Mackenzie, mientras se quejaba del dolor—. Nos matarán, a los dos.
Habían decidido mantener en secreto que era niña. Ambos sabían que Peter y Esther, no estarían felices sabiendo que su primer nieto, sería niña.
—¿Ya va a nacer...
—¡Es más que obvio!—Grito Mackenzie con poca paciencia
Mackenzie perdió la cuenta de hace cuantas horas estaba en la sala de parto. Solo sabía que dolía.
Eva estaba a su lado, recibiendo los apretones de manos que le daba Mackenzie.
No supo cuánto tiempo estuvo pujando, solo quería que ya terminada el dolor.
Escuchó el llanto de un bebé, y fue que sintió que podía respirar.
El medigamo le entregó la bebe a una enfermera para que lo limpiara.
—Felicidades, señora Parkinson—Felicitó el medigamo—. Es una niña linda y saludable niña.
Mackenzie no le respondió, solo se concentro en volver a su respiración normal.
—¿Quiere cargarla?—Pregunto el medigamo, acercándose con un bulto en brazos
Mackenzie lo pensó. ¿Quería cargarla? Se quedó unos segundo callada.
Hasta que por inercia asintió. Se acomodó en la camilla. El medigamo le pasó a la bebe.
Mackenzie suspiró, cuando en sus brazos, tuvo a la bebe.
—Mírala—Susurró Mackenzie, hacia Eva—, parece tan débil y frágil.
Mackenzie se resistió de sonreír. La bebe aún tenía piel pálida, el cabello era castaño pero tenía mechones rubios, como los de Lucas.
—Mírala, va a abrir los ojos—Susurro Eva
La bebe se estiró un poco en brazos de su madre, y abrió los ojos.
—Son...Son mis ojos—Susurro Mackenzie
—Tenemos que llevarla con los otros bebés—Dijo la enfermera—. Regresare más tarde para la información.
—Acompáñala, Eva—Pidió Mackenzie
Eva asintió, con una sonrisa. Siguió a la enfermera.
—Saldré a decirle al padre de la niña—Dijo el medigamo
Mackenzie solo asintió. Cuando la revisaron, y vieron como todo estaba bien. Los enfermeras salieron.
Cuando vio que estaba sola, no pudo evitar que lágrimas salieran por sus mejillas.
No podía ser posible que lloraba por él. No, él no.
La puerta se abrió, y mostró a Eva.
—La enfermera ya...—Eva detuvo sus palabras al ver como Mackenzie sollozaba—. ¿Qué pasa?
—¡Es un estupido!—Dijo Mackenzie—. ¿Que le costaba?
—No entiendo de quien me hablas—Dijo Eva, cerrando la puerta y acercándose a Mackenzie
—Del maldito Lucas, ¿quien mas?
—Bien—Dijo Eva—. El medigamo dijo que podía pasar esto por las hormonas de post-parto. ¿Por qué lo dices?
—¿Que le costaba?—Mackenzie se tapó la cara
—¿Que le costaba que, Mack?
—No le pedí que me sostuviera la mano—Comenzó a explicar Mackenzie—. No le pedí que me dijera cosas bonitas o algo. Lo único que le pedí, es que estuviera aquí, adentro. Es su hija. ¿Acaso no se le hablando el corazón con eso?
—Lucas...así es—Quiso controlar Eva
—Pudo estar en la esquina, si lo quería—Dijo Mackenzie—. Yo solo quería que él fuera el primero en cargarla, ¿tanto le constaba dejar su maldito orgullo a un lado?
—Mack—Eva la abrazó—, no llores por él.
La puerta se abrió, y por ella entraron Esther y Peter.
—Déjanos solos, Eva—Pidió Esther
Mackenzie se limpió las lágrimas.
—No creo que...
Eva no terminó de hablar, cuando Esther la miro de mala manera. La pelirroja miró a su amiga, y ella le asintió.
Eva suspiró y salió de la habitación.
—¿Estas consiente de lo que acabas de dar a luz?—Esther levantó a Mackenzie de la camilla
—A una bebé—Dijo Mackenzie
Lo siguiente que sintió Mackenzie, fue la mano de Esther impactar contra su mejilla.
—¡No me respondas!—Dijo Esther—. ¡Es una niña!
—Por si no me has visto, madre—Dijo Mackenzie, tocándose la mejilla—. Tú también diste luz a una mujer.
Esther volvió a darle una cachetada a Mackenzie.
—¡No sabes hacer nada bien!—Grito Esther
Mackenzie resistía las lágrimas en sus ojos.
—No solo la cree yo—Dijo Mackenzie, viendo a Peter
—Mis genes son perfectos—Dijo Peter—. Esa niña, es la primera en linaje Parkinson en nacer.
—Claramente no son genes tan fuertes como pensaba—Dijo Mackenzie
Por primera vez, Mackenzie sintió como alguien, que no fuera su madre le pegara.
Peter le había dado una cachetada a tal grado, de hacer que la castaña, cayera el suelo.
La puerta se abrió mostrando a la misma enfermera que había llevado a la bebe.
—Lamentó la interrupción—Dijo la enfermera—. El señor Parkinson ya está con su hija, Liliane ha sido...
Mackenzie alzó la cabeza viendo a la enfermera.
—¿Como la llamó?—Pregunto Peter
—El padre de la niña firmó, y la llamó Paige Liliane Parkinson—Explicó la enfermera
Mackenzie se levantó del piso, con los ojos cerrados. No podía creerlo. ¿En serio la había llamado así? ¿Con qué derecho le ponía nombre? No estuvo en el parto.
—Esto es el colmo—Exclamó el Parkinson
—Tu nos vas a ayudar—Dijo Esther, apuntando a Mackenzie
—Están locos—Dijo Mackenzie
—Sera por las malas—Dijo Esther
Peter sacó a la enfermera de la habitación.
—¿De que...
—Imperio—Dijo Esther apuntando a Mackenzie con la varita
—No otra vez—Dijo Mackenzie
—Al menos, haz algo bien, niñita—Dijo Peter
Peter le asintió a Esther.
Esther controlo a Mackenzie hasta la habitación donde estaría Lucas.
Mackenzie sabía que no podía hacer nada. La controlaban. Abrió la puerta, y aunque la imagen hizo que su corazón se quebrara, no pudo evitarlo.
—Perdón, Lucas.
—Y ni se te ocurra salir de aquí—Dijo Esther
Dicho eso, cerró la puerta.
—¡Y calla a esa niña, ya!—Grito Esther desde el otro lado de la puerta
Mackenzie con lágrimas en los ojos, se acercó a donde estaba la bebe llorando.
La miro en el corral llorando.
—De verdad, lo siento—Murmuro Mackenzie, mientras pasaba su dedo por la cara de la bebe—. Lo hago por ti...y por mi.
Mackenzie se limpió las lágrimas.
—Tengo que demostrar que nadie me volverá a hacer daño—Dijo Mackenzie—. Ojalá, en un futuro lo entiendas. Espero que perdones por la madre en la que me voy a convertir. Nadie, nadie más que Esther, Peter y yo, sabremos tu verdadero segundo nombre. De ahora en adelante, serás, Paige Mackenzie Parkinson.
La bebé cerró los ojos, quedándose dormida, debido a las caricias que Mackenzie le daba.
Después de algunas horas, Esther volvió a entrar a la habitación. Mackenzie dejó a la bebe en el corral, dormida.
—Has algo por mi—Dijo Mackenzie—. Por primera vez en tu vida.
—¿Ahora que es lo que quieres?
—Borra—Dijo Mackenzie—. Borra toda la felicidad que puedas de mi mente. Modifica mis recuerdos, crea nuevos. Te dejo hacer conmigo, lo que quieras. Solo hazlo.
Esther vio a Mackenzie con el ceño fruncido.
—Si es lo que quieres.
Mackenzie cerró los ojos, cuando sintió el impacto de aquel hechizo en su mente. Claro que sabía que recuerdos mostraba para Esther y cuales no.
Por ejemplo. Dejó todo rastro sobre recuerdo de James. Pero borró el embarazo. Dejó a sus amigos, pero su madre le creó nuevos, donde le hacía odiar más a Lily Evans.
¡FIN!
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