PROLOGUE
< chapter o: prólogo >
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El pasado aveces nos trae buenos y malos recuerdos. El pensar que tan solo con una acción pudiste arruinar tu futuro presente te hace arrepentirte día tras día.
El querer ser feliz ignorando los problemas de tu pasado que te persiguen, hace que te des cuenta de que tarde o temprano pagarás por ello.
Y ese era el caso de Alessa Nott.
Siempre había sido la melliza adorable que termino en la casa de Hufflepuff y que nadie pensaría que podría hacerle daño a alguien, era demasiado inocente para darse cuenta de que su vida se estaba cayendo a pedazos con solo el portador de un nombre. Sirius Black.
Alessa le había entregado su vida, su tiempo, su amor, y el no lo valoro, nunca lo hizo, solo le había hecho falsas promesas. Alessa dejo a su familia por Sirius. Puso a Black por encima de su familia. Y aún cometiendo ese error, su hermano mellizo jamás la abandono.
—¡¿Dónde está el padre de mi hijo?!—pregunto Alessa mientras se encontraba recostada en su cama sosteniendo las manos de Regulus Black y Alexander Nott
Alessa se encontraba en labor de parto. Pero no solo era eso, estaba luchando contra su enfermedad en ese momento. Y el padre de su hijo no se encontraba en ese momento.
Su esposo no lo estaba.
Alexander miro a su melliza con algo de lástima mientras limpiaba el sudor de su frente. Mataría a Sirius Black en cuanto lo viera.
Regulus frente a el, no se encontraba mejor que Alexander, incluso podría decir que su enojo era peor. No quería lastimar más el corazón de su mejor amiga, era por eso que no se había atrevido a decirle que Sirius la había estado engañando cada día, desde su boda. No quería decirlo, pero sabía que era lo correcto.
En cuanto Regulus lo había descubierto, gracias al novio de su mellizo.
Ese día, Regulus Black había ido hasta la casa de los Potter, entrando como si fuera su casa, sin importarle las objeciones que Lily Evans, ahora Potter, quien siempre lo habia odiado o las de James Potter, su ex-novio. El había subido las escaleras encontrando a quien años atrás había considerado su hermano, en un acto asqueroso vulgar.
Menos le pudo importar cuando fue capaz de sacarlo a la fuerza de esa cama, arrastrándolo por el suelo hasta que llegaron a la planta baja donde lo había golpeado tantas veces que sin duda le habían dejado cicatrices.
Cuando dejó de golpearlo hasta asegurarse de que estaba inconciente, salió por la puerta delantera, no sin antes escuchar decir a James:
—El dijo que se había divorciado de Alessa hace tres meses. —y con eso, Regulus Black no volvió a mirar a Sirius, mucho menos a dirigirle la palabra.
Los siguientes meses, lucieron muy diferentes para Alessa, y no sabía porque. Al inicio de su relación con Sirius, el siempre había sido bastante amoroso y detallista, después de un par de semanas se había vuelto distante, que fue justo en el momento en el que Scorpius Black había comenzado a salir con Remus Lupin.
Inclusive llegó a pensar que su novio estaba enamorado de Remus, y que solo la usaba. Idea que pronto elimino de sus pensamientos.
—¡Alessa tienes que pujar con fuerza!—grito Arlette Nott, con la voz temblorosa, pues la sangre en sus manos no era precisamente normal, mucho menos en la cantidad que las sábanas tenían del color rojizo.
—¡Ya no puedo!—grito Alessa de vuelta mientras lloraba apretando las manos de su mejor amigo y mellizo, quienes a su vez hacían muecas, más no se quejaban. —¡Esto duele como un demonio! Estoy cansada...—murmuró.
—Estarás bien, ¿De acuerdo? Puedes lograrlo. —dijo Regulus mientras pasaba su mano por la frente de la castaña llorosa frente a el. —Lo harás bien. Tu y ese bebé lo lograran. Solo un par de veces más y todo acabará. —Alessa asintió lentamente, mientras Regulus besaba su dorso, y hacía una mueca al sentir el agarre de la castaña con fuerza.
Tal y como dijo Regulus, un par de veces más y el grito final sangriento de Alessa, el bebé había nacido.
—Es un precioso varón. —informó Arlette, tendiendole el bebé a Alessa con una sonrisa, quien estaba siendo abrazada delicadamente por Regulus y Alexander.
Alessa tomó al bebé en brazos y lo observó al igual que los hombres que tenía a sus lados. Este tenía la piel blanca lechosa. En cuanto abrió los ojos, un hermoso color chocolate con toques de grises en ello, algo que apenas lucia si lo observabas con detenimiento.
—Miralo Reggie, es un hermoso bebé. —dijo Alessa mirandolo risueña.
Alexander ahora se encontraba susurrando con Arlette, quien intentaba retener las lágrimas.
—Mi sobrino es hermoso. —dijo Regulus besando su cabeza. —¿Sabes cómo lo llamaras?
—Así es. —Alessa miro a su mellizo y cuñada frente a ella, para después observar a Regulus. —He decidido llamarlo, Scorpius Leo Black. —Regulus soltó una pequeña risa con una sonrisa mientras sus ojos se cristalizaban al igual que los de Alexander al oír el primer nombre del bebé.
Pronto, todo paso de una alegría maravillosa, a una repentina tristeza desgarradora.
Ese día, para ser más específicos el 29 de Abril de 1980, habían sucedió dos cosas: La primera, había nacido Scorpius Leo Black Nott.
La segunda, Alessa Black, había muerto minutos después de sostener a su hijo en brazos.
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