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08.

< chapter 08: Potter >

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Scorpius creía ciegamente en el
amor, estaba enamorado del amor, de los simples gestos de la gente, como besos robados, besos en la frente o abrazos fuertes, de esos que te
hacían sentir el latido de la otra persona.

No le importaba en qué formato llegase, podría ser de una pareja, una familia, o un grupo de amigos, le daba igual, pero aquel brillo en sus ojos, y esas sonrisas que te hacían doler las mejillas.

Sí, Scorpius Black amaba el amor.

En el lugar más íntimo de su corazón, donde las emociones se entrelazan como hilos invisibles, existía un sentimiento que trascendió el tiempo y el espacio: estar enamorado de la idea del amor. No es un amor concreto, no se ancla en una persona específica ni en un momento preciso. Es un amor abstracto, una pasión que se nutre de sueños y anhelos.

Cuando uno está enamorado de la idea del amor, los días se tiñen de colores vibrantes. Cada sonrisa, cada mirada, se convierte en un poema que se escribe en el aire. Se busca en las canciones, en las historias de otros, la chispa que encienda el fuego de la imaginación. El corazón late con una urgencia dulce, como si estuviera a punto de desbordarse.

Los pensamientos se vuelven versos. Se imagina un encuentro casual en una cafetería, una conversación que fluye como un río tranquilo. Se visualiza el roce de las manos, el susurro de secretos compartidos. Cada pequeño detalle se magnifica, se convierte en un escenario romántico. El amor, en su forma idealizada, es un refugio contra la soledad y la rutina.

Pero también hay una melancolía en este tipo de amor. Porque, al no tener un destinatario específico, se corre el riesgo de perderse en la nebulosa de lo inalcanzable. Las expectativas son altas, y la realidad a menudo no puede igualarlas. El amor real, con sus imperfecciones y desafíos, puede parecer menos brillante que la idea que se ha construido en la mente.

A veces, estar enamorado de la idea del amor es una forma de protegerse. Es más seguro soñar con un amor perfecto que arriesgarse a amar de verdad. Pero también es una trampa, porque impide que se experimenten las emociones reales, los altibajos que hacen que el amor sea verdaderamente humano.

En última instancia, estar enamorado de la idea del amor es un acto de fe. Es creer en la posibilidad de la conexión profunda, incluso cuando no se ha encontrado a la persona adecuada. Es seguir buscando, seguir soñando, incluso cuando el mundo parece cínico y desencantado.

Y a pesar de todo eso, nunca había
encontrado a alguien, más específicamente a ese alguien, la que le daría mariposas en el estómago, o que fuera el quien las provocara, le haría sonrojarse con fuerza o que la atraparía justo antes de caer.

Eso le rompía el corazón, en tantos
pedazos que no sabía si quiera por dónde empezar a arreglarlo.

Habia creído ridículamente que aquella persona correcta sería la pelirroja de la que estaba enamorado, pero que equivocado estaba.

Recordaba incluso las risas de Ginny llenaban los pasillos de Hogwarts en los que solían encontrarse a escondidas de los ojos públicos. Scorpius la seguía a todas partes, como un perro fiel. Palabras propias de Theodore. Pero ella no parecía notarlo. Al menos asi habia sido hasta el dia que se habia atrevido a defenderla.

Pero aquella ilusión sólo habia durado un par de días antes de que todo se cayera a pedazos frente a el.

A partir de ese momento, ni Theodore o Draco se habian atrevido a dejarlo, si alguno de ellos tenia deberes que hacer en parejas o equipo siempre solian llevarlo con el, y a pesar de las objeciones de Scorpius lo llevaban a el. Asi fuera una cita entre Theodore y Daphne, el parecia hacer de chaperon, e inclusive la rubia Greengrass habia admitido que no le molestaba.

Pero eso no quitaba que a Scorpius si, necesitaba tiempo tambien para el. Siempre estaba rodeado de amigos, compartiendo risas y tonterías que buscaban hacerlo sentir mejor. Scorpius se reía con ellos, aunque su corazón dolía.

Scorpius escribía cartas imaginarias a Ginny. Cartas que nunca enviaría. En ellas, expresaba todo lo que sentía. "Querida Ginny, tus risas son mi canción favorita. Pero también son mi tormento. ¿Por qué no puedo hacerte reír?"

Las noches eran las peores. Scorpius se recostaba en su cama, mirando el techo, mientras las lágrimas amenazaban con desbordarse. Tratando de reprimir los sollozos para no alarmar a sus compañeros de habitación.

Una tarde, en los jardines de Hogwarts, la vio con Harry Potter. Estaban cerca, demasiado cerca. Scorpius sintió un nudo en la garganta. ¿Por qué no podía ser el quién compartiera momentos íntimos con Ginny? ¿Por qué siempre era la segunda opción de todos en su vida?

El cuerpo de Scorpius estuvo inmóvil por más de tres horas luego de huir de la escena en el pasillo, sus ojos fijos en la ventana del cuarto oscuro viendo las gotas de lluvia azotar sin cesar
su ventana. Era una de las noches más frías que habia llegado a sentir y otra en la que permanecía aislado de todos
los que la rodeaban. Draco y Theodore no habían dejado caer abajo para que nuevamente optará por una nueva costumbre que antes, cuando por primera vez habia experimentado lo que era una abstinencia, lo que habia hecho para no lastimar a quienes lo amaban, había durado semanas, meses y cuando menos se habia dado cuenta había caído en una rutina de soledad en la que apenas sabía que día era.

En el pasaso se habia preguntado si realmente querría recuperarse de
eso.

La soledad se había infiltrado sutil e
insidiosamente en la vida de Scorpius, manifestándose inicialmente a través de la comida. Cada comida
que alguna vez produjo placer se había convertido en una experiencia árida e insípida, como si cada bocado masticado se hubiera convertido en polvo.

Comenzó a evitar salir de su habitación si no era necesario, sintiéndose más cómodo y seguro en el aislamiento de su propio espacio. Con el paso de los días, ese aislamiento se fue intensificando cada vez más.

Envuelto alrededor de sus costillas, se tensaba con cada suspiro, convirtiendo el simple acto de respirar en una tortura. Sintió que las espinas se clavaban más profundamente con cada inhalación, como si su propio cuerpo estuviera
confabulado con su mente para infligir dolor y poder sentir algo. Fue un agarre invisible que lo dejó sin aliento, con una sensación de asfixia que lo acompañó día y noche.

Quien lo acompañó cada minuto.
Sus pensamientos eran un torbellino caótico, donde la esperanza y la desesperación se alternaban en un ciclo sin fin. Los muros invisibles
las espinas que la asfixiaban, eran manifestaciones de su batalla contra la oscuridad que se infiltraba en su alma.

Se veía a sí mismo, de vez en cuando en reflejos en el espejo, una figura que apenas reconocía. ¿Qué le había pasado con el? ¿Qué habían hecho
con el?

Un suspiro tembloroso salió de sus labios cuando regresó de aquellos vagos, pero dolorosos recuerdos de hacer un año y medio.

Black se llevó una mano temblorosa al pecho y su corazón latía de una manera que parecía imposible para un órgano destinado a bombear sangre. El dolor irradiaba, profundo y constante, como si cada latido fuera un grito silencioso de desesperación.

¿Cómo puede doler tanto algo que se hizo para mantener con vida?

Cerró los ojos tan pronto como escuchó
pasos resonando en el pasillo cerca de el. Era un sonido familiar, un ritmo lento y vacilante que ya no lo sorprendía, pero aún le provocaba un profundo malestar.

Sin duda no quería imaginar la reacción de Theodore y Draco cuando supieran lo que está haciendo. De nuevo. Cuando habia prometido no hacerlo.

—Hufflepuff.

—Slytherin.

No hacían faltas presentaciones. Nunca habían sido necesarias. Ambos sabía lo que buscaban, y no necesitaban mas.

—Malfoy me asesinara si sabe de esto. —el pelirrojo frente a el sostenía un sobre en sus manos que hizo sentir a Scorpius ansioso.

—Preocupate por tus cosas, yo me preocupo por las mías. ¿Lo tienes o no?—Scorpius se cruzó de brazos mientras miraba a los lados, asegurándose de que el pasillo siguiera sólo.

—Lo tengo. —y pronto tuvo aquel sobre en sus manos, guardandolo dentro de su túnica, ofreciendo a cambio una pequeña bolsa de galeones. —Sólo trata de ser más discreto está vez. La vez anterior termine en San Mungo por culpa de Nott y Malfoy. No quiero terminar igual o peor.

—Entiendo.

—Nos vemos Slytherin. —el pelirrojo dio media vuelta y por donde apareció, habia desaparecido por el mismo.

Scorpius por otro lado se dirigió a los jardines. Pero claro, el mundo parecía estar en su contra, hoy y siempre.

—Black.

—Potter. —Scorpius lo miro por el rabillo del ojo con frialdad. —¿Que puedo hacer por ti?

—Sirius quiere que vayas con el a Grimmauld Place este próximo fin de semana.

—¿Por qué querría ir yo? No hay nada que me importe en ese lugar, excepto Kreacher y el jardín de mi madre. Sirius no tiene nada que me interese. Puedes quedartelo. —respondió,una pequeña sonrisa adorno su rostro al ver a Harry con los puños apretados.

Scorpius respiró hondo, tratando de controlar el temblor de sus manos, sabiendo que en cualquier
momento Harry Potter podría soltar su veneno, cuál serpiente con un comentario que podría empeorar aún más su estado de ánimo. Él siempre estaba ahí, tratando de llegar a el de
alguna manera, incluso antes de que Sirius apareciera. Potter parecía tener una habilidad especial para atormentar su vida y sabía que no se desharía de él en un corto plazo.

—¿Eso es todo? —preguntó, tratando de mantener la voz firme. —Pensé que tendrías mas cosas por decirme No se, tal vez tu rencor por haberle mostrado a Ginny que sólo eres una sucia serpiente temperamental y violenta, que en cualquier momento podría hacerle daño.

—Bueno, sí—respondió Scorpius, asintiendo con una sonrisa que Harry sabía que era falsa. Y sin más el Gryffindor se dio la vuelta. —Pero díme, Potter. ¿Cómo está Sirius? Apuesto que al ministro le interesaría saber su estado y si está comiendo bien.

Harry se detuvo abruptamente y cerró los ojos por un momento. Respiró hondo, intentando mantener la calma antes de responder y girarse.

Potter frunció los labios, con la mirada fija en Scorpius.

—Ya sabes, al menos si lo vuelven a encerrar no pasará hambre por un buen rato, y tampoco morirá en la celda. Aunque claro, no es como si eso le importará a los dementores, ¿No lo crees?

—¿Por qué rayos querrías la muerte de Sirius? Es tu padre.

—Simple. El no es parte de mi vida y tú más que nadie lo sabes. Después de todo, el hijo lo pareces tu, y no yo. Ya
que te aseguras de echármelo en cara cada vez que puedes. —Scorpius sonrió burlonamente, ocultando sus manos detrás de su espalda. —Aunque debo decir que te estás quedando sin insultos para mi. Pero déjame preguntarte algo primero, ¿cómo estás llevando los castigos de Umbridge?

—Imbécil.

—Ay, Potter, no seas así. Sólo quería saber cómo estás lidiando con todo esto. Parece que no lo estás haciendo muy bien.

Harry apretó los puños y sintió que la ira crecía en su interior.

—¿Te importa? Lo dudo mucho.

Scorpius se encogió de hombros, fingiendo indiferencia.

—Quizás sólo me gusta ver cuánto puedes aguantar. Y, francamente, no parece muy lejos.

Harry entrecerró los ojos y su voz salió entre dientes apretados.

—¿Qué quieres, Black? ¿Por qué no me dejas en paz?

Él se rió, un sonido bajo y cruel.

—Porque es divertido verte retorcerte. Siempre fuiste tan fuerte, tan orgulloso. Es interesante verte derrumbarte. Asi como tu lo haces conmigo.

—Eres patético. Siempre lo fuiste. Si tu única diversión es intentar destruirme, entonces realmente no tienes nada en la vida.

Scorpius levantó una ceja y su sonrisa se volvió aún más provocativa.

—¿Y tú qué tienes, Potter? ¿Además de un padrino prófugo, un amigo envidioso y una amiga sabelotodo?

—No soy un adicto. Y no tengo porque seguir hablando contigo. Ya dije lo que en un principio tenia que decir.

—Eres libre de irte. Tu eres quien está empeñado en seguir aquí. Yo no te tengo atado de manos, ¿O si?

"¡Harry, vamos!" Escuchó sólo a unos cuantos pasos detrás de el. La voz de Ron Weasley era inconfundible. Se resistió a voltear, no quería ver a la pelirroja, por no muy seguro que se encontrará.

Potter simplemente le dirigió una mirada de desagrado antes de irse.

—Si, tambien fue un gusto hablar contigo, Potter.

Suspiro, manteniendo la mirada en donde el Gryffindor habia estado segundo antes.

Quizás tenia razón.

Quiza ppr eso, Ginny no queria tener nada que ver con el. No quería meterse en eso. El era imperfecto y estaba lleno de problemas. Y era mucho mejor que se alejaras de el.

Le estaba haciendo un favor.

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