06.
< chapter 06: guarda silencio >
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Scorpius se tambaleaba, sostenido por Draco y Theodore, mientras la adrenalina aún seguía en sus venas. La pelea con James había sido intensa, y Scorpius se preguntaba si había asustado realmente a Ginny con ello. Pero también estaba furioso. Furioso de que ni siquiera los propios hermanos de Ginny la hubieran defendido. Estaban allí, observando el espectáculo que surgía frente a ellos, y no habían movido un dedo para protegerla.
Theodore, como siempre no podía resistirse a hacer comentarios fuera de lugar.
—¿Viste eso, Draco? ¡Ese fue un golpe tan épico que James va a recordarlo y ponerlo en su lápida!—exclamó, con una sonrisa traviesa. —Y Ginny... bueno, creo que la asustaste más que Draco en primer año con el unicornio muerto.
Draco gruño.
—No es gracioso, Theodore. —el castaño se encogió de hombros.
—Bueno, al menos ahora sabemos que James no es rival para ti en una pelea. Y Ginny... bueno, tal vez deberías invitarla a tomar una cerveza de mantequilla para calmar los ánimos.
Scorpius sonrió.
—Eres un idiota, Theodore, pero a veces tienes razón.
Scorpius en ese momento se encontraba atrapado en una especie de pesadilla cómica. Draco y Theodore, parecían haber sido sacados de una novela de absurdos. Mientras los observaba, no podía evitar preguntarse cómo demonios eran familia.
La escena se desarrollaba en el pasillo solo a unos pasos a enfermería, después de la pelea con James. Scorpius aún sentía la adrenalina corriendo por sus venas, pero ahora estaba atrapado entre sus mejores amigos, quienes parecían estar compitiendo por el título de "El Más Extraño".
Theodore, se inclinó hacia Scorpius y le guiñó un ojo.
—¿Sabes, Scorpius? Siempre he pensado que las peleas son como un ballet. Y tú, mi amigo, eres el principal bailarín. Ese golpe que le diste a James fue como un arabesque perfecto.
Scorpius frunció el ceño.
—¿Un ballet? ¿En serio, Theodore? Estábamos peleando, no haciendo piruetas en el escenario. —Draco, por su parte, levantó una ceja.
—Scorpius tiene razón. No creo que James haya apreciado mucho el ballet en ese momento. Pero, ¿sabes qué? Deberíamos considerar una nueva forma de resolver conflictos: 'La Danza de los Hechizos'.
Theodore asintió entusiasmado.
—¡Exacto! Imagina: 'El Lago de los Encantamientos', 'El Cascanueces Mágico'... podríamos hacer historia.
Scorpius se pasó una mano por el rostro.
—Esto es ridículo. ¿Por qué no podemos ser una familia normal?
Draco sonrió con malicia.
—Porque somos Black, Malfoy y Nott. La normalidad no está en nuestro vocabulario. Y nunca lo ha estado. Además, ¿quién quiere ser normal cuando puedes ser... interesante?
Theodore se separó de ellos, dejando que Scorpius se apoyará por completo en Draco, y comenzó a hacer movimientos exagerados con los brazos, girando y después parando frente a ellos.
—¡Bienvenidos al Gran Teatro de los Manock... aún no defino bien el nombre así que ignorenlo por ahora! Hoy, en el papel de 'El niño Desafiante', tenemos a Scorpius. Y como 'El Primo Sarcástico', tenemos a Draco Malfoy.
Scorpius rodó los ojos.
—Esto es absurdo. Cualquiera que nos viera debe pensar que somos completamente dementes.
Draco le dio una palmada en el hombro.
—No te preocupes, Scor. Quién nos merezca, sobrevivirá a nuestra extravagancia.
Theodore se acercó a Scorpius y le susurró al oído.
—Y si no hay nadie que soporte a Draco por su amargura, quizás deberíamos tirarlo al mundo muggle. Aunque siempre puedes invitar a Ginny a ver nuestro próximo espectáculo: 'El Duelo de los Payasos'.
Scorpius no pudo evitar reír.
—Si, el cual conformarán tu y Draco. Eres un idiota, Theodore. Pero al menos me haces olvidar lo loca que es mi familia.
Llegaron a la enfermería, un lugar donde varios de los estudiantes se encontraban con una mezcla de alivio y aprensión. Scorpius, sostenido por Draco y Theodore, no era una excepción. Su rostro estaba magullado, y su túnica rasgada revelaba moretones y raspaduras.
Madame Pomfrey, la enfermera, los recibió con una mirada que podría haber derretido el acero.
—¡Otra vez tú, Scorpius Black! Y ahora no vienes de acompañante para el señor Nott, algo nuevo debo decir. ¿Qué hiciste? ¿Te lanzaste contra un hipogrifo enojado?
Scorpius intentó sonreír, pero el dolor en su mandíbula lo hizo gemir.
—No exactamente, Madame Pomfrey. Fue más bien un enfrentamiento con James, un idiota sin importancia.
Theodore, sonrió provocador, no pudo resistirse.
—Oh, sí. Scorpius y James tuvieron una pelea épica. Fue como si dos hipogrifos se estuvieran peleando por una salchicha. —Draco le lanzó una mirada de advertencia a Theodore.
—Theodore, no ayudas.
Madame Pomfrey frunció el ceño.
—¿Y por qué, exactamente, estaban peleando?
Scorpius se encogió de hombros.
—El idiota dijo algo sobre Ginny Weasley, y las cosas se salieron de control.
Theodore asintió con entusiasmo.
—¡Oh, sí! Fue como si Scorpius fuera un basilisco enloquecido. Y James... bueno, lucia como si podría haberlo noqueado con un solo golpe, claro que no dejo muchas esperanzas ahora.
Madame Pomfrey negó con la cabeza.
—Niños, niños. ¿Cuándo aprenderán a resolver sus diferencias sin golpes? Scorpius, a la camilla. Señor Malfoy, ayúdame a llevarlo.
Scorpius se dejó caer en la camilla, sintiendo cómo su cuerpo protestaba. Theodore se inclinó hacia él y susurró:
—¿Crees que Ginny te visitará en la enfermería? Podrías decirle que te lastimaste mucho y ella te podrá cuidar.
Scorpius gruñó.
—Eres un idiota, Theodore. Pero te quiero. No te ofendas.
—No lo hago primito. —le dio un par de golpes en las mejillas, provocando una mueca de dolor en Scorpius.
Madame Pomfrey comenzó a aplicar ungüentos y hechizos curativos.
—Scorpius, la próxima vez, intenta no parecer un trasgo enojado. Y usted, señor Nott, cállese.
Theodore se encogió de hombros.
—Solo trato de animar el ambiente, Madame Pomfrey.
Draco se cruzó de brazos.
—¿Y qué hay del idiota? ¿Está bien? No quiero a Scorpius fuera de aquí una semana, no podría aguantar a Theodore yo solo.
Madame Pomfrey suspiró.
—También está aquí. Pero no puedo evitar pensar que estos jóvenes deberían aprender a resolver sus problemas de manera menos... explosiva.
Scorpius cerró los ojos mientras la magia de la enfermera hacía su trabajo. A su lado, Theodore seguía parloteando, y Draco parecía estar a punto de perder la paciencia.
Madame Pomfrey estaba ocupada preparando pociones y aplicando ungüentos. Draco, a su lado, parecía preocupado pero también un poco exasperado. Y entonces, la puerta se abrió, y Ginny entró, logrando que Theodore guardara silencio, algo no muy común.
Su cabello pelirrojo estaba recogido en una coleta desordenada, y sus ojos brillaban con preocupación. Al ver a Scorpius, su expresión se suavizó.
—¿Estás bien?—preguntó, acercándose a la camilla.
Scorpius intentó sonreír, pero el dolor en su mandíbula lo hizo gruñir.
—Estoy bien, Ginny. Solo algunos rasguños y moretones.
Theodore, por supuesto, no podía quedarse callado.
—¡Oh, sí! Rasguños y moretones. Nada serio. Excepto por el hecho de que Scorpius peleó como un dragón furioso.
Ginny lo miró con una ceja alzada.
—¿Un dragón furioso? ¿En serio, Theodore?
Draco intervino, apretando el hombro del castaño.
—Theodore tiene una imaginación muy... vívida. Pero sí, Scorpius se defendió valientemente.
Theodore se cruzó de brazos.
—Claro, valientemente. Como un valiente unicornio en una tormenta de fuego. —Scorpius gruñó.
—¿Por qué no puedes simplemente quedarte callado, Theodore?
Madame Pomfrey salió de su despacho en ese momento.
—Bien, Scorpius, parece que tienes una audiencia. ¿Ginny Weasley, verdad? ¿Eres amiga de este alborotador?
Ginny asintió.
—Sí, Madame Pomfrey. Solo quería asegurarme de que estuviera bien. —Madame Pomfrey le guiñó un ojo.
—Bueno, parece que tienes buenos amigos. Señor Malfoy, ayúdeme a llevar al señor Black a una habitación privada para que pueda descansar. Y señor Nott... —Theodore levantó una ceja.
—¿Sí?
Madame Pomfrey sonrió.
—Guarde silencio o voy a sacarlo.
Draco asintió y ayudó a Scorpius a levantarse.
—Vamos, Scor.
Scorpius miró a Ginny mientras se alejaban.
—Gracias por venir, Ginny. Aunque, te advierto, Theodore es contagioso.
Ginny se rió.
—Lo tendré en cuenta. Cuídate, Scorpius.
Y mientras Draco y Scorpius salían de la enfermería, Theodore seguía protestando en voz baja. Ginny se acercó a él y le susurró:
—¿Sabes, Theodore? A veces, el silencio es un regalo.
Theodore la miró, sorprendido.
—¿Eso es un cumplido o una frase a modo de advertencia?
Ginny sonrió.
—Tómalo como quieras. Pero Scorpius necesita descansar, así que... silencio.
Y así, mientras Madame Pomfrey regresaba con más pociones y vendajes, Ginny traslado a la nueva habitación de Scorpius, se sentó junto a el y le sostuvo la mano. Porque, al final del día, eran...amigos.
Aunque agradecía enormemente el que aquella terrorífica figura de el no apareciera en todo el camino a enfermería ni en ese momento.
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