𝟎𝟒. changes.
Después de una larga charla junto a Bobby Brown y Robby Keene, decidieron que el muchacho haría servicio comunitario para salir antes del tiempo de condena, idea que fue sugerida por la rubia. Cuando se terminó la visita salió junto a Brown, el cual estaba bastante molesto con su amigo.
—No contesta, ni idea dónde está. Si quedamos en que nos veríamos aquí. —confirmó el hombre bloqueando su teléfono para echarlo en su bolsillo.
—¿El imbécil de Johnny? —soltó la chica sarcástica sin miedo a mostrar su enojo.
—Sí... Se supondría que venía.
—Usted mismo lo dijo se supondría, yo soy la única que está aquí por él, nadie más. En este momento soy la única persona que tiene Robby y yo no pienso fallarle. —decretó la adolescente con bastante firmeza.
—Respeto tú decisión, Melissa. Si necesitas ayuda con Robby, llámame —Bobby le entregó su número escrito a la chica sin dudar—. Te ayudaré a que salga luego.
Melissa estuvo a unos segundos de dedicarle una sonrisa pero se contuvo a esto, recibió el papel sin alguna expresión en su rostro. Bobby soltó una carcajada sin embargo no quiso decir algo con respecto a ello.
La rubia se dirigió a su motocicleta antes de ello le gritó al hombre: —Por cierto mi apellido es Langdon, Melissa Langdon.
Una vez colocado su casco arrancó a gran velocidad con una sonrisa en su rostro, habían encontrado una solución para sacar a Robby eso era lo más importante aunque no parecía estar tan bien, sobretodo con esos hematomas que demostraban lo contrario de “estar bien”, enseguida supó que se trataba de algún tipo jefe allí dentro. En las correccionales siempre existía un tipo alfa que los demás reclusos lo respetaban sin chistar porque si lo hacían les iría mal, añadiendo que la mayoría tenía dos perritos falderos, esos que jamás lo dejaban solo y que estaban 24/7 con él.
Melissa no quería pensar en su época oscura ya que era algo que aún le marchitaba su corazón, sus errores seguían permaneciendo detrás de ella haciéndole recordar su talón de Aquiles.
William y sus abuelos.
No es porque fueran malos con ella sino que las todas veces que los decepcionó no lograba sacarlas de su mente. Ellos habían hecho de todo por ella, eran capaces de cruzar un mar con marea alta solo para verla feliz.
Le daba lo mismo su madre, Melissa era demasiado cruel en ese aspecto porque jamás quiso saber de esa mujer, aunque le hubiera dado la vida para la rubia no existía. Había llegado a pensar que era una insensible por no sentir nada porque su familia llenó todo ese vacío y jamás llegó a necesitarla, a su abuela la consideraba madre y a Billy igual. Al llegar a su departamento visualizó un coche bastante conocido así que estacionó en segundos su moto y se dirigió hacía su piso; estaba nerviosa sabía lo que el significado de que ellos estuvieran aquí.
« Me matará, estoy segura de que lo hará. »
Al bajar del elevador vio a las dos personas que no había visto hace un tiempo.
Sus abuelos.
Corrió hacía ellos abrazándolos con esmeró, cuánto había extrañado sus perfumes, sus olores. Melissa los adoraba no se imaginan cuanto.
—Los extrañé bastante —admitió Melissa, tomando su llave para dejar entrar a sus visitas. Espero que sus abuelos se acomodaran y fue junto a ellos—. ¿Qué están haciendo aquí? No me mal interpreten pero no me avisaron.
—Nosotros también te extrañamos bastante, aún tienes tú habitación disponible en casa —le recordó su abuela sonriéndole cariñosa—. Mel, recibimos el llamado de la policía. Nos enteramos que te arrestaron por golpear a un policía.
En ese momento su cara se cayó de vergüenza, no podía levantar su cabeza, no quería ver la decepción en sus ojos. Se negaba a hacerlo, se había prometido que nunca más sucedería.
—No es lo que creen, ósea si lo es pero fue por una buena causa —intentó explayarse lo más posible pero terminó siendo confuso—. Intenté ayudar a un amigo que me salvó la vida en una ocasión, ¡fue solamente para ayudarlo a escapar de la policía!
—Melissa, eso no suena muy bien. De hecho suena terrible, ¿cómo es eso que te salvó la vida? —interrogó su abuelo de manera demandante.
—Me salvó de unos chicos que querían abusar de mí afueras de un bar. —confesó, sin imaginar la impresión de los adultos debido a la confesión.
—¡¿Qué?! Por Dios, explícame que hacías en un bar. —su abuelo se descompuso en el sofá, desviando su mirada.
—Estaba bebiendo. —afirmó, no podía ser tan cara dura para mentirles en la cara.
—¡Melissa Langdon! Tienes toda una vida por delante y la estás desperdiciando en tragos. ¿Y la escuela has ido? —pocas veces le decían por su nombre completo a excepción que estuvieran enojados y este era el caso. Su abuela aún trataba de procesar todo lo dicho hace pocos segundos.
Observó de manera nerviosa a los mayores sin pronunciar alguna palabra.
—...No, no he ido. —vio como su abuelo se agarró la cabeza tratando de respirar, intentando calmarse.
—¿Por qué no has ido? —cuestionó su abuelo cerrando los ojos, imaginando la respuesta que él esperaba en su mente.
—Porque quería conseguir dinero, trabajando.
—¡Pero lo desperdiciaste en tragos! Eso no es lógico.
Su abuela sabía que la discusión entre los ambos seguiría hasta que alguno le diera fin, por eso decidió interferir.
—¡Suficiente! Ya se acabó, Melissa. Toma tus cosas y te vienes con nosotros a casa. —ordenó la mayor, esperando la oposición de su nieta.
—¡No! Me niego a irme de aquí...
—Sabes el compromiso que habíamos realizado para que estuvieras aquí, no lo cumpliste. Hasta que sepas cumplir con tus deberes no volverás a vivir aquí sola. Así que ve a buscar tus cosas, estaremos esperando.
Melissa apretó sus dientes intentando no decir algo que después pudiera arrepentirse, agarró de mala manera su bolso guardando las cosas más necesarias, su vista se desvió un momento y vio la ropa de Robby en su cama, sonrió tomándolas para el recuerdo. No quiso llevar nada de su padre porque sabía que volvería, no quería que esto fuera un adiós porque no lo sería. Era momentáneo hasta que supiera tomar las riendas de su vida, ahora debía cumplir porque después Robby la necesitaría. Se dirigió a la pieza de William, amaba este lugar.
—Volveré Papá, lo prometo —se juró a si misma, dejándole un beso a la foto de ambos—. Te extrañaré mucho.
Tomó sus cosas sintiendo como su corazón era estrujado violentamente, dolía como si estuviera recibiendo una estaca en ese lugar, pero sabía que ella se lo había buscado porque toda acción tiene sus consecuencias y esta era la suya. Sin pensarlo estaba dándole demasiada importancia a las cosas materiales, no quería dejar el departamento porque sentía que su padre estaba allí y en realidad no lo estaba, ella misma se creó un mal sin saberlo... todo esto eran un recuerdo vivo de William Langdon por eso es que no estaba lista para dejarlo ir.
Muchas veces la tristeza nos ciega creyendo que estamos solos en el mundo cuando en realidad tenemos a miles de personas dispuestas a prestar ayuda, y la adolescente aún estaba cegada con la tristeza.
« Así se siente el infierno en vida, pensó. »
Se dirigió a la puerta de salida soltando un suspiro comenzando a avanzar sin mirar atrás porque sabría que sería su perdición, los mayores fueron atrás de ella.
Lo peor de todo esto es que fue ella quién tuvo que colocarle llave a la puerta a la tercera vuelta sus lágrimas caían deliberadamente se las limpió sin ser vista, siguiendo a sus abuelos en dirección al vehículo. Por la ventana veía su antiguo vecindario intentando retener el adiós, no sabía porque se sentía como una despedida aunque se había prometido que no lo sería.
« Volveré, volveré. Esas palabras se repetían una y otra vez en su mente. »
Después de un eterno trayecto llegó a la casa de sus abuelos, seguía igual como la recordaba bien pintada, las plantas de su abuela en excelente estado, incluso los columpios que usaba con su padre; espero a que los mayores abrieran la puerta al entrar sintió el calor del hogar, alegre sin tristeza de por medio. Ellos habían aprendido a vivir con el dolor de la pérdida de su hijo porque ya no existía nada que pudieran hacer, habían aprendido convivir con ello.
Subió a su habitación que estaba impecable, su abuela limpiaba todo aunque no nadie estuviera usando su pieza, dejó su bolso en el piso recorriendo aquellas cuatro paredes que significaban su completa niñez y algo de su adolescencia, la parte de la puerta que daba hacia adentro estaba aún con sus dibujos y los de William, no eran precisos pero lograban ser entendibles.
Se hincó pasando sus dedos por aquel dibujo de ellos en una motocicleta morada, la única diferencia era que ella llevaba a su padre. Algunas fotos con sus amigas del barrio que jamás volvió a verlas debido a donde se fue, incluso su motocicleta morada en miniatura permanecía intacta ahí. Otra de las promesas que le había hecho a su abuela que no la manejaría hasta que tuviera licencia hasta en eso le falló. Trató de olvidar la culpa y decepción que sentía de si misma hasta que recordó que tenía que ir al centro público a ver a Keene.
Mierda, estaba llegando tarde. Sin decir alguna palabra bajó las escaleras corriendo preocupando a sus abuelos.
—¡Melissa! ¿Qué sucede?
—Tengo que salir, prometí estar en un lado. —explicó, pero aún así sus abuelos la detuvieron.
—No saldrás de esta casa, debido a todo lo que hiciste. —declaró su abuelo de manera firme.
—Vamos, es urgente. Prometo que estaré de vuelta pronto, no es nada malo, lo juró. Sé que no confían debido a todos los juramentos que fallé pero esto es realmente importante —se miraron entre ellos, dudando. Melissa esperaba que la dejarán ir—. Por favor, se los suplicó.
—Está bien. —comentó su abuela, haciendo que Melissa fuera a fundirla en un abrazo.
—Gracias, gracias. —agradeció la rubia besando la mejilla de ambos, saliendo rápidamente del hogar.
Iba a tener que correr no tenía otra alternativa por el momento, aunque su resistencia física no durará más de la esquina lo intentaría.
( . . . )
Robby servía comida a los indigentes esto era parte de la estrategia para salir luego, le agradecía infinitamente a Bobby y Melissa por su ayuda.
—Hola, Robby. —al escuchar esa voz el nombrado giró su cabeza en segundos, no esperaba verlo aquí. Le dolía que estuviera aquí después de ilusionarlo.
—No deberías estar aquí. —asumió Robby siendo cortante.
—Es la única forma de verte. Supe que haces servicio comunitario para salir antes, que bien. —se alegró el hombre que intentaba abrirse un camino en el corazón de su propio hijo.
—Fue idea de Melissa.
—¿Melissa? ¿Quién es esa? —indagó Johnny al ver la cara de su hijo cuestionó nuevamente: — ¿Tienes el ojo morado? Después de lo que pasó, ¿estás peleando?
—¿Es en serio? ¿Tú vas a sermonearme por pelear? —preguntó siendo totalmente sarcástico.
—Tienes razón, lo siento. Solo quiero decir que lo arruiné y... —se intentó excusar el rubio.
—Basta.
—Solo digo que...
—¿Qué? —escupió Robby con furia—, ¿Qué cuento contigo? ¿Qué me apoyas? Porque eso no significa nada. El Sr. LaRusso lo dijo y mira dónde estoy. La única persona que ha estado conmigo ha sido Melissa, me ha apoyado más que tú.
— Olvídate de LaRusso y esa tal Melissa. —solicitó Johnny, molesto al ser comparado.
—¡Oye! ¡No retrases la fila! ¡Te arrojaré un zapato! —le vocifero una mujer de la fila, al voltearse se dio cuenta que la conocía—. ¡Miren quién es! ¿Me estas avisando, guapetón?
—Claro que no. — Johnny respondió con fastidio.
—No te tomes mi sopa, ricitos de oro. Y los frijoles también son míos. —amenazó la mujer, en eso Robby miró a su padre levantando una ceja.
—No me iré sin que hablemos. —declaró el rubio ignorando a la mujer.
—Tomará tiempo. Estoy un poco ocupado. —ers cierto, tenía bastante trabajo que hacer y sinceramente no quería hablar con su padre.
—Bueno, tengo hambre. —Johnny se fue a sentar bajó la mirada incrédula de Robby quién negaba al notar su comportamiento.
Melissa vio el centro comunitario desde lejos y se alegró aunque ya no podía correr más de lo agitada que estaba logró llegar, no sabía cuántas cuadras había corrido porque la casa de sus abuelos quedaba más lejos que su apartamento. Al entrar un policía la miró fijamente con algo de sospecha, lo ignoró dirigiéndose a la fila; el semblante triste de Robby la mantenía alerta seguramente sucedió algo mientras no estaba, cuando llegó su turno la vista de Robby comenzó a tener un brillo de alegría en sus ojos.
—Melissa... —susurró el rubio totalmente perdido—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vine a verte, dije que estaría para ti Robby —le recordó sonriéndole, al no estar nadie en la fila podían mantenerse al día—. Por tu cara veo que sucedió algo sin contar ese moretón.
—Vino mi papá a verme, intentó pedirme perdón y ahora quiere conversar conmigo. Seguramente será una mierda, otra vez —confesó el chico, su mirada podía reflejar todo el sufrimiento que sentía.
—¡¿Qué?! Oh, ¿Cómo estás con respecto a eso? —inquirió Melissa, sabía que en eso no podría ser de mucha ayuda—. ¿Qué piensas hacer?
Robby quería ayuda. ¿Debía escuchar a su padre aunque lo que pudiera decirle lo hiriera más de lo ya lo había hecho? Miguel tuvo todo lo que Keene deseó, sin pedirlo Johnny le dio todo el amor, el orgullo y el apoyo que no le entregó a Robby ni siquiera intentó ser un padre con él, lo había dejado cuando nació. ¿Aún tenía que justificar su odio por Miguel? Siendo que sin pedirlo a cambio Johnny lo sostuvo en los momentos más débiles y a su propio hijo lo dejó cuando más lo necesitó. Oh vaya, que necesitaba ayuda. ¿Qué podía hacer si sus dos padres eran alcohólicos?
—No lo sé, tampoco necesito calentarme la cabeza con eso ahora mismo —divagó—. Y tú, ¿qué has hecho desde que me fui?
—¿La verdad? Mis abuelos supieron lo que pasó así que estoy de vuelta en la casa de ellos —el rubio la miró confuso—. Porque dejé de ir a la escuela, estuve en un bar, golpee a un policía aunque lo último fue por buena causa a mi abuela no le pareció tan gracioso.
—Es mi culpa, Mel, todo esto es mi culpa. Si yo no hubiera aparecido en tu vida no estarías pasando esto. —se culpó a si mismo.
—No digas eso, Robb —La rubia tomó su mano, dando leves caricias—. De no ser por ti no estaría viva, eventualmente iba a pasar todo esto algún día tendría que meter la pata. No tengo la menor idea en qué escuela vaya a ir ahora, pero asistiré para que cuando salgas podamos estar los dos en el apartamento.
—¿Por qué haces todo esto por mi, Melissa? No te merezco, eres un ángel.
—A las personas que realmente les importas no te dejarán aunque cometas el error más estúpido de tu vida. —soltó sin más, aquella frase tomó por sorpresa a Keene.
—¿Me estas diciendo que tú eres esa persona? —cuestionó bastante esperanzado, alguien quería sacrificarse por él.
Por primera vez, alguien estaba dispuesto a hacerlo sin verlo como un caso perdido.
—Quiero estar para ti, Robby. Sin importar las consecuencias. —confesó, sin dejar de apartar su vista del muchacho.
Desde lejos Johnny veía a su hijo interactuar con una rubia, quiso suponer que aquella chica, era Melissa. En ese instante pudo notar la diferencia de la actitud Robby con ella, era bastante alegre.
—¿Quién es tú papá? —Langdon solo conocía por el nombre, no por apariencia.
—¿Ves al que nos está mirando fijamente? —la chica volteó y vio al hombre rubio intentando pasar desapercibido al bajar la mirada al plato—. Bueno, es él.
—Ya veo, iré al baño volveré en unos segundos, digamos que estar sin motocicleta es un horror. —La chica fue al baño, tomó agua del grifo y lavó su cara al menos para poder refrescarse un poco.
Al fin soltó lo que deseaba decirle a Robby hace unos días, su corazón se sentía más aliviado con un peso menos que cargar. El estar junto a él le hacía olvidar todo lo malo que hizo aunque fueran por tan solo unos minutos, ambos estaban rotos por dentro y por distintas cosas, sin embargo seguían tratando de buscar su lugar... Uno en el que estuvieran seguros sin importar todo lo que se viniera a continuación.
Porque todo sería difícil en un tiempo más, pronto vendría el tornado que sacudiría todas las relaciones existentes, y ese tornado estaba por llegar.
—Oye, guapetón —intentó llamar su atención la indigente.
—Aquí tienes, buitre —Johnny le regaló su plato a la mujer, al ver que Keene caminaba con dificultad necesitaba un apoyo, corrió hacía él—. Déjame ayudarte.
—No necesito tu ayuda.
—Tienes razón, pero tú eres mi hijo y yo soy tu papá. Así que déjame ayudarte —ambos subieron la gran olla a la encimera—. Sé que hemos tenido problemas, Robby. Pero antes de la pelea, íbamos bien.
—Fue un buen día. Hace más de un mes. ¿Dónde has estado? —cuestionó, esperando que la respuesta no fuera a quebrarlo más de lo que ya estaba—. ¿Por qué no llegaste?
—Robby, lo siento mucho. Realmente quería ir, pero paso algo en el hospital... —confesó el mayor, esa era la respuesta que él mejor no quería escuchar. Podría aceptar cualquier otra respuesta pero no eso.
—Entiendo.
—Robby, vamos.
—No, esta bien, no me sorprende que preferiste quedarte con Miguel en vez de mi, de nuevo.
—No lo preferí a Miguel sobre ti, solo intento hacer lo correcto.
—Seguro Miguel aprecia eso.
—Yo no lo mandé al hospital —soltó Lawrence sin medir la calidad de sus palabras, que lastimaron complemente a su hijo—. Robby, vamos...
—No me toques —Keene tenía su mano en el mango, al querer evitar el toque de su padre terminó derramando todo—. Ya no te necesito.
—Vamos. —llegó un oficial a escoltar a Lawrence hacia la salida.
—Tranquilo, me voy.
Melissa salió del baño observando toda la escena, en cosas de segundos ya estaba al lado de Robby, tomó el rostro del chico entre sus manos haciendo que su mirada estuviera fija en ella.
—¿Estás bien, Robb? —le preguntó, el rubio asintió sin ánimos y por el rabillo del ojo vió a unos chicos riéndose de lo sucedido—. ¿Qué tanto se ríen, idiotas? ¿Tan chistoso les parece, o desean unos payasos?
—Cuidado con tu boca si no deseas que te le cierre de un golpe, perra. —le advirtió el moreno.
—Vamos, te espero. ¿Crees que te tengo miedo, hijo de puta? —Robby la tomó del brazo llevándola lejos de Shawn y sus secuaces.
—¿Qué sucedió? Me fui por un momento y paso un desastre.
—Mi papá nuevamente eligió a Miguel sobre mi, recriminándome que lo tiré.
—Es un imbécil, no creas ninguna palabra de lo que dice. Eres bueno Robby, lo eres. —trató de darle confianza al chico, sin excepciones.
Era el momento de la despedida seguramente por lo sucedido se llevarían a Keene, o lo mandarían a limpiar todo el desastre.
—Te visitaré pronto, cuando menos lo esperes estaré allí. Cuídate Robb. —Melissa besó la mejilla del rubio.
—Igual tú, Mel. —susurró viendo a la chica caminar hacía la salida.
( . . . )
Langdon salió hecha una furia del centro comunitario, ¿cómo era posible que Johnny viniera a hacer sufrir más a su hijo? Sinceramente no lo entendía y probablemente nunca lo haría, con realidades tan distintas era obvio. Melissa después de la muerte de Billy tuvo a sus abuelos a diferencia de Robby que ambos padres eran unos borrachos y no se preocupaban por él, Shannon se salvaba de las garras de la rubia por estar en rehabilitación porque si no... sería complicado.
—¡Ey, tú! —escuchó por la calle, volteó rápidamente encontrándose con la persona que menos quería ver en este momento. El hombre se acercó a ella examinándola de arriba hacia abajo—. Supongo que tú eres Melissa.
La nombrada le aplaudió sarcástica con una sonrisa burlona para responderle: —Lo soy. ¿Qué mierda quieres?
Johnny inmediatamente se sorprendió con la actitud hostil contra él, se podía notar el desprecio de la mirada de Langdon hacia Lawrence sin ningún miedo de mostrarla.
—¿Es tu novio? —cuestionó, sin embargo la chica rodó los ojos.
—¿Eso es lo que te importa? No me sorprende lo mal padre que eres.
—Veamos, niña. Ni siquiera me conoces, y si te pregunté es porque Robby siempre te menciona —explicó, sin querer que ella lo llenará nuevamente de mierda habló—. Me interesa una mierda de lo que me digas, ¿cómo está él?
—¿Cómo crees que está? ¿Bien? ¿Feliz? Claro que no, si su padre lo dejó botado el día que iría a verlo por querer ver a una persona que no es su hijo. —enfrentó al hombre sin miedo a decirle lo que pensaba.
—Intento hacer lo correcto por él, veo que no eres capaz de entender eso.
—¿Ese es tu consuelo por todas las noches? ¿Te dices voy a cuidar a Miguel por lo que mi pobre hijo le hizo, aprovecho de ilusionarlo y lo dejó tirado? —le recriminó sin dejar nada por olvidado—. ¿Realmente crees que es lo mejor para Robby? Eres un imbécil.
—¿Acaso tú sabes que es lo mejor para él? —se burló en su cara.
Melissa se acercó intimidante. —Al menos yo lo he estado ayudando todo este tiempo, he venido todos los días desde que Robby entró a esa maldita correccional. ¿Y dónde mierda estabas tú? Ah, ya sé. Cuidando al pobre Miguel, vaya padre de mierda que le tocó.
Melissa se dio media vuelta para comenzar a irse dejando a Johnny estático en su lugar, aquellas palabras de la chica lo dejaron congelado únicamente porque todo lo que le había dicho era verdad. Ni siquiera podría protestar le falló todo este tiempo, sé dedicó al moreno dejando de lado a su propia creación.
Siempre lo dejó solo desde el día que nació, únicamente por miedo a convertirse en el padre de mierda que mágicamente era hoy en día.
¿Qué había hecho?
Pobre Robby.
( . . . )
— Miren. “Pero Robby, eres mi hijo” “Pero te odio, papá” —se burló Shawn de todo lo que le sucedió al chico—. Tu chica te dejo, tu papá te odia, no tienes a nadie. Y ahora no tienes nada. Lo único que tienes es esa perra habladora.
—Vayan a sus literas, Payne, los tres. De inmediato —ordenó el guardia, en ese momento se acercó al rubio—. Keene, tienes una visita.
—¿Quién es? —preguntó al hombre que tampoco fue capaz de responderle; tal vez era Melissa, ella dijo que vendría.
Fue guiado a la sala de visitantes al iba mirando al piso en todo momento sin ánimos de levantar su visión. Entró al salón escuchando una voz grave.
—Hola, hijo. — Aquella voz ronca resonó por toda la habitación, al levantar su vista vio al hombre que ni sueños esperó ver en este momento.
John Kreese.
El fundador de Cobra Kai y ex-entrenador de su padre.
Oh no.
¡Hola, espero que
les haya gustado
el capítulo!
Sé que demoré demasiado
en actualizar, les pido disculpas.
Este capítulo va dedicado a que ya
solamente queda un mes para CK5,
y quede sin alma al ver las fotos. 😭
Prometo que verán más de Mel y Robby en este tiempo. 🤧✨
Muchas gracias a toda
la gente que está
votando y me motiva a
seguir. ✨
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será corregida luego.
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