𝟎𝟏. training.
ROBBY DESPERTÓ sintiendo unos brazos rodeándolo por un momento pensó que era Sam. Abrió los ojos rápidamente, acordándose de todo lo ocurrido ayer, Melissa tenía su brazo rodeando su cadera y la pequeña mano de la rubia estaba muy cerca de cierta zona. Sintió como empezaba a subirle la sangre a la cara, colocándose colorado como un tomate. Observó a la pequeña rubia a su lado, descansaba plácidamente a su lado con sus mejillas levemente coloradas de un suave rosado, su corazón empezó a latir rápidamente.
Si mi corazón no siguiera amando a Sam... sería muy simple enamorarme de Mel. ¡Parece un maldito ángel cuando duerme! Mi corazón sigue perteneciendo a Samantha LaRusso, pensó el chico.
Melissa se quejó entre abriendo lentamente los ojos encontrándose con la mirada del rubio en ella. — ¿Robby? — habló en un tono suave y dulce.
— ¿Si, Mel?
— Eres cómodo para dormir, eres el peluche que nunca tuve. — confesó, observando como al chico le subían todos los colores al rostro. Soltando una carcajada, volviendo a sonreír. — Eres tierno, Robby Keene. Casi se me olvida, alguien me prometió ayer que hoy me enseñaría Karate temprano.
El rubio la observó inocente dando a entender que se le había olvidado, Melissa hizo un puchero por aquello. Ella se levantó mientras él la seguía con la mirada.
— Puedes sacar ropa de la otra habitación, elige lo que quieras. Yo iré a hacernos el desayuno. — Le sonrió dejando atónito al rubio, nunca tuvo ese tipo de atención, ni siquiera con su madre. Shannon nunca estaba en la casa, siempre salía con hombres distintos.
En estos días no había dormido tan cómodo como ayer, Melissa no lo había juzgado por lo que hizo. ¿Era normal sentirse tan bien con una persona que conoció hace un día? O ¿Era donde se sentía tan solo? Al entrar a la habitación vio una cama con varias cajas encima de ella, posters de motocicletas y bandas de rock, fotografías de un hombre y una niña se acercó tomando un cuadro de un rubio en una motocicleta amarilla junto a una pequeña rubia sonriendo con un diente faltante. Era Melissa y su padre, lo cual significaba que estaba en la habitación de él, las mayoría de las fotografías eran de ellos dos y unos señores mayores, que supuso que eran sus abuelos.
( . . . )
Una motocicleta morada pasaba a una velocidad mediana por la vía esquivando algunos autos con unos desarrollados reflejos, tomó la salida más cercana, desviándose por el camino que le había indicado el rubio, la ruta se encontraba rodeada de grandes árboles, el aire era totalmente distinto comparado con la ciudad, demostraba una libertad de la naturaleza, Keene sintió un tranquilidad mayor al estar en ese lugar supo que nadie iría a molestarlos, que podía tomarse un tiempo para respirar calmadamente sin temer que alguien lo capturará. Robby podía sentir la brisa del viento correr por su cuerpo, este venia dirigiéndole el camino a Melissa. La rubia conducía con cuidado la motocicleta, pero Robby venía abrazado a ella, cosa que la estaba inquietando demasiado.
Sin embargo, este aún se encontraba preocupado por su novia Samantha, si es que aún lo era, no estaba muy seguro de eso, la castaña sufrió una herida por la novia de Miguel, Tory. Tuvo tres cortes no sabía si fueron profundos o no, lo más probable era que si, no podía creer la agresividad de la otra rubia al usar una pulsera para golpear a su novia.
Sam había besado a Miguel en la fiesta anterior, ella se encontraba borracha pero... siempre dicen que los borrachos dicen la verdad, ¿sería cierto? Ella quería besar al ecuatoriano, sacudió su cabeza luchando con sus pensamientos. Samantha LaRusso era una buena persona, sabía que ella no haría nada por herirlo, porque Sam lo quería mucho más que a Miguel. Melissa sentía como Robby luchaba con sus pensamientos, lamentablemente ella no podía hacer nada para detenerlos.
Detuvo la moto a un lado del camino donde el rubio le había indicado, ambos se sacaron los cascos llevándolos en sus manos, se adentrarse en el bosque, pudo observar el gran lago que se encontraba ahí. Paz, tranquilidad, todo eso reflejaba el lugar.
— ¡Es increíble, Robb! ¿Cómo supiste de este lugar? — El nombrado soltó una pequeña risa al ver el entusiasmo en ella.
— Este fue mi lugar de entrenamiento, el cual vas a odiar en unas horas más. Bien, empecemos. Cierra los ojos y dime que oyes. — Melissa hizo caso, inhalando el aire, absorbió el olor a humedad, eucaliptos, era aire puro.
— No oigo nada, pero veo la intención.
— Esa es la idea, ningún ruido exterior que nos pueda molestar. Primero te mostraré los golpes iniciales.
Robby empezó lentamente enseñándole la patada frontal, Melissa repetía toda sus acciones, poco a poco fueron dándole más velocidad hasta que la rubia la tenía dominada. Lo mismo fue con la patada de gancho y la giratoria. En el muelle realizaron una pequeña secuencia de estos tres movimientos, Robby estaba contento que la rubia pudiera aprender tan rápido aquello. Tomaron un descanso para después centrarse en los bloqueos y esquivar golpes.
Era increíble el como un bosque podía hacer olvidar todos los problemas que ambos adolescentes cargaban, la pérdida de su padre era algo que aún no superaba, he ahí la razón de su aislamiento. Su abuela al principio se negó al dejarla vivir en el departamento que alguna vez perteneció a su hijo, su nieta fue persuasiva con ella solamente quería estar junto a las cosas de su padre que al menos la consolaba un poco, cuando entraba a la habitación de él se podía oler el perfume que usaba habitualmente, sonreía por este detalle acompañado por un llanto desgarrador, se abrazaba a la chaqueta de William, mientras miles de preguntas pasaban por su cabeza. ¿Por qué partiste tan pronto? ¿Por qué te quiso llevar antes? ¿Por qué no me llevo a mi en ves de a ti? ¡No ves que te extraño demasiado! Mi corazón se cae a pedazos si tú no estás, papá. ¡Vuelve por favor! Hasta que simplemente se quedaba dormida producto de las horas de llanto y el dolor de cabeza.
Le tenía un rencor a Dios por haberse llevado a Billy antes que ella. ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Eres de lo peor! ¡Lo único que haces es traernos infelicidad llevándote a la gente que amamos en momentos equivocados! ¡Te detesto! ¡Me cagó en ti en el cielo! ¡Si termino en el infierno por lo menos estaré ardiendo! ¡No es mi culpa que tu mujer haya quedado embarazada del Espíritu Santo y nosotros tengamos que pagar el precio de esta manera! ¡Púdrete, Dios! ¿Sabes algo, Dios? Empezaré a escribir tu nombre sin la mayúscula inicial porque ya no te tengo respeto, no después de que te llevaste lo que más amo en esta vida. Sus vecinos pensaban que vivía una loca, pero realmente... ¿Qué le puedes pedir a una adolescente con el corazón roto por la partida de su padre?
Al menos se desquitaba con alguien, tenían una caja de zapatos llenas de fotografías de ambos. El primer día de escuela de Melissa, cuando se cayó su primer diente, cuando le regaló la motocicleta morada de sus sueños. William fue un padre ejemplar a pesar de la ausencia de su madre, de la cual no tenía ni idea quién era y tampoco le interesaba, él cumplió ambos roles. Le tocaron charlas incómodas para su edad, sobre su periodo menstrual, cuidado sexual, como usar preservativos, que hacer cuando ella empiece a tener una vida sexual activa, que anticonceptivos usar, y las miles de opciones que tenía para escoger. Le enseñó a como colocarse bien una toalla higiénica cuando recién llego su periodo a su corta edad de diez años, le practicó de la opción de tampones pero también algunos riesgos que traen para la salud, si ella quisiera usarlos estaba la opción pero la idea era que se sintiera lo más cómoda posible.
Si pasamos al chico se encontraba casi en las mismas condiciones, nunca conoció bien a su padre, ya que él jamás estuvo junto a él, no negaba que sentía envidia de la relación de padre e hijo de Johnny y Miguel, porque eso era todo lo que él deseaba cuando pequeño tener un padre. El que pudiera admirarlo, felicitarlo tal y como hacía con el otro chico, lamentablemente Johnny hacía promesas que no podía cumplir, agradecía que su madre no lo dejó y se quedó a su lado cuando niño, pero las cosas ahora eran distintas, ella casi nunca estaba llegaba con hombres distintos y hace poco había ingresado a rehabilitación, esperaba de corazón que Shannon pudiera tomar su cargo de madre otro vez, porque le hacía falta el cariño de ella.
El rubio le indico a la chica que se subiera arriba de aquel árbol, la cual le hizo cazo sin chistar.
— ¿Qué pretendes que haga parada en un árbol? ¿Ver las hormigas?
— Intenta la patada frontal. — Lo realizó obviamente con dificultad porque no podía mantener bien el equilibrio.
— Patada giratoria.
— ¿Se suponía que era difícil, Robb? Puedo hasta ganarte.
— Veamos si ya aprendiste, patada de gancho. — Dijo y ella se cayo, soltando un grito de dolor. Robby rio, comprobando si ella estaba bien. — ¿Ves qué no era tan fácil?
— Siento que terminaré odiándote. — Bromeó, volviendo a subirse al árbol, cerro los ojos e inhalar el aire puro para después exhalar. Realizó la patada sin caerse para después repetirla varias veces.
Keene estaba orgulloso de la facilidad de aprender de la rubia, la observaba recordando cuando él paso por la misma faceta de entrenamiento con el señor LaRusso. Cuando todo en su vida seguía marchando bien.
Aunque en sus pesadillas viera la cara Sam observándolo decepcionado por tirar a Miguel.
Robby, ¿qué hiciste?
Aquella estúpida frase estaba marcada en sus pesadillas.
¡Hola! espero que les haya
gustado este capítulo!
Considerando que estuvo
bien sad y corto.
En este capítulo conocieron
un poquito de la vida de
nuestra protagonista.
Espero que voten y comenten
que les pareció. ✨
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