preface.
DESPUÉS DE LO SUCEDIDO con Miguel, nadie había vuelto a ver a Robby. Lo buscaron por todos los lugares habituales que el rubio solía estar pero ninguno dio caso. Ese día el chico corrió como si su vida dependiera de ello, estaba intentando escapar de ese lugar al estar tan asustado robó una Dodge Caravan del 93 que se encontraba en los Automóviles LaRusso. Robby estaba tan vulnerable que le robaron la camioneta, no luchó por ella, la verdad no tenía el ánimo suficiente, se sentía tan solo y tan triste. A medida que pasaban las horas se estaba oscureciendo e iba a caer la noche, al pasar por un bar vio como dos borrachos hostigaban y sostenían de las muñecas a una rubia que trataba de golpearlos con todas sus fuerzas sin tener éxito.
—¡Quiten sus sucias manos de mi, idiotas! —gritó sin poder liberarse de aquel agarre. La chica levantó la mirada encontrándose con los ojos azules de él, sus ojos reflejaban el miedo que ella sentía. Los ojos de la chica brillaban bajó la noche, estos tenían un destello especial para Robby.
Robby suspiro tranquilamente, no quería volver a pelear pero esta situación lo ameritaba, era de vida o muerte, y lo haría. A pesar de estar moreteado y con sangre en su labio inferior.
—Dejen a la chica, ¡ahora! —demandó el rubio atrayendo la mirada de los jóvenes borrachos, los cuales soltaron de inmediato el agarre a la chica, ella se deslizó por la pared quedando en el suelo; los chicos lo examinaron de arriba hacia abajo para volver a mirarse entre sí y reír de manera burlesca.
—Vaya, vaya, ¿en serio crees que te haremos caso? ¿quién mierda crees que eres? —habló uno de los borrachos, el cual era más alto que el otro.
—¿Por qué no mejor le vas a llorar a mami y a papi antes que te demos tu segunda paliza? —se burló su compañero, este vestía una camisa azul, pantalones negros y zapatillas negras.
—Primero, respondiendo a tu primera pregunta, ya me hicieron caso. —rio, sonriendo burlonamente, provocando que los borrachos refunfuñaran—. Segundo, soy la persona que los moleré a golpes. Tercero, creo que ustedes irán donde mami y papi.
—Que lástima que vayamos a dejar tú cara más golpeada de lo que ya está.
—Inténtalo. —desafío el rubio poniéndose en posición de combate.
El más alto intentó darle un puñetazo en la cara, Robby sentía que veía todo en cámara lenta, bloqueó este golpe con su mano, doblándole el brazo y tirándolo de una patada dejándolo en el piso. El segundo miró sorprendido como dejó a su amigo, poniéndose furioso para atacar, corriendo hacia él y trató de darle una patada, la cual fue esquivada por el rubio. El atacante repitió el golpe, sin embargo Robby le sostuvo el pie, dió una patada en la espalda dejándolo en la misma posición que su compañero.
Ambos atacantes permanecían en el piso quejándose por las palizas que habían recibido. En cuanto a la chica quien lo miraba absolutamente sorprendida, incluso parecía como si sus ojos fueran a salirse.
—Parker, estás demente. —mencionó uno de los jóvenes que fue golpeado por Robby, haciendo referencia a la película de Spider-Man. Ambos salieron corriendo extrañamente por las golpizas que les fueron proporcionadas.
Keene se acercó a la rubia sin regañadientes, y pudo notar nuevamente el miedo reflejado en sus ojos que brillaban por la luz de la luna.
—¿Estás bien? —ella se encontraba perpleja por la situación tratando de asimilar lo ocurrido. Él le extendió la mano para ayudarle a levantarse del suelo, sin dudarlo ella aceptó.
—Creo que sí, pero tú no. —murmuró la chica, señalando las heridas, golpes y moretones del chico. Ella se sentía tan pequeña y acongojada en ese momento.
—No te preocupes por mí. Sé que puedes estar asustada pero lo peor ya pasó. —la miró comprensivo, tratando de ayudarla lo mejor posible.
—¿Quieres ir a tomar un trago? —este la miro extrañado e inclusive hasta sorprendido. Había sido víctima de un ataque y ¿quería ir a beber? Melissa rio al ver la cara de confusión de él—. Digo para bajar la adrenalina.
—Bueno. —el rubio la siguió a la entrada, pero el guardia le puso la mano en el hombro observándolo serio.
—Clay, viene conmigo. —avisó la rubia mirando al fuerte hombre que solamente asintió con la cabeza, dejándolo entrar.
Robby se adentró en aquel club le llegaban todo tipo de olores a su nariz, lo más que destacaba era el olor a hierba. La rubia tomó del brazo al chico llevándolo en dirección a la barra, también lo había sujetado para que no se extraviara ya que habían muchas personas bailando, tomando y fumando.
—¿Qué te ofrezco, Lissa? —preguntó el barman como si la conociera desde hace tiempo, bueno eso era verdad.
—Una cerveza, y... —respondió, y desvió su mirada al rubio esperando una respuesta.
—No bebo alcohol, así que una coca- cola.
—Una Coca. —el barman asintió y se fue. Melissa dirigió su mirada hacia su acompañante.
—¿Cómo entras aquí? —cuestionó apoyando su brazo en la barra, sintiendo la música fuerte en sus oídos.
—Identificación falsa, pero no le digas a nadie. —respondió inclinandose hacia él, ya que con suerte se podía escuchar sus palabras.
—Toma, para ti y tu amigo. —el hombre dejó los pedidos en la barra, y le dedicó una sonrisa a la rubia.
—Gracias. —le hizo un ademán y se tomó al seco la cerveza. El rubio la miro sorprendido por aquella acción—. Nada mejor para bajar la adrenalina luego de unos idiotas calientes.
—Supongo que sí. —murmuró él haciendo una mueca, desde que su madre bebía mucho no le gustaba estar tan cerca del alcohol.
—¡Vamos a bailar! —exclamó Melissa llena de energía, tomó la mano del chico llevándolo arrastras a la pista, y colocó las manos de él en sus caderas empezando a moverse al ritmo de la música.
Robby no podía creer la actitud de la chica; la verdad Melissa solamente estaba tratando de olvidar lo que había sucedido pasándolo bien con un extraño que salvó su vida, no podía negar que aquello la dejó un poco traumatizada. Que dos hombres se acerquen a abusar de ti, no era algo tan sencillo, hasta se sentía enojada. ¿Por qué algunos hombres no entendían la respuesta no? ¿Por qué ella debía vivir con miedo? ¿Por qué tenía que andar con cuidado en las calles?
Luego de aquel baile ambos chicos fueron hacia donde estuvieron sentados hace un rato.
—¿Por qué tienes golpes en tu cara? Si es que se puede saber. —pregunto la chica con curiosidad, posando su mirada en sus heridas.
—Una pelea en la escuela. —respondió simplemente, evitando entrar en detalles.
—¿Eso es lo que te tiene tan cabizbajo? —al escuchar la pregunta Robby giró su cabeza hacia ella, ¿tanto se notaba qué estaba mal?—. No soy adivina, pero por tu rostro se nota que hay algo mal. Además tienes la mirada de estar perdido, si quieres hablar con alguien que pueda darte otro punto de vista, aquí estoy. —colocó su mano en la rodilla de él, dejando una leve caricia.
—Pelee con el ex-novio de mi novia. En realidad intenté detener la pelea, pero termine en ella. —soltó de golpe, el recordar aquello sentía una culpa tremenda.
—¿Tu novia está bien o le pasó algo? Si es-.
—No, ella está bien... solo que tiré a su ex-novio del barandal. —admitió, no se sentía orgulloso de confesar aquello. Melissa lo miró sorprendida, ¿qué clase de escuela monstruosa era esa? Al ver la cara de ella se asustó—. ¡Fue un accidente, lo prometo! Me deje llevar por el odio, él mencionó cosas que realmente me hirieron... No me fijé que estábamos cerca del barandal, lo único que ví fue su cuerpo tirado en las escaleras. Huí, después escuché por la radio que estaba inconsciente... Y que peligraba su vida.
—Espera... ¡¿Qué?! —la rubia lo observó entre confundida y sorprendida, literalmente su cabeza había explotado. ¿Cómo era eso posible?—. Ya, veamos si entendí bien, tu golpeaste a un chico que cayó de un barandal golpeándose todo el cuerpo, quedando inconsciente. Él está grave en hospital y ahora lucha por su vida. —Robby asintió observando culpable a la rubia, quién mantenía su mirada fija en él.
—¿Qué? —preguntó al ver la cara de ella. Solo esperaba que la rubia no fuera de inmediato a denunciarlo.
—¿Te arrepientes de haberlo tirado aunque no fue así?
—Sí, pude haberlo matado.
—Ya está, ya pasó, sé que no es tan fácil como se escucha, mira fue un error pero no permitas que eso te ponga en el lado oscuro —sonrió, tratando de animarlo un poco—, y no fue solamente tu error, ¿qué clase de escuela permite que todos se golpeen por casi una hora? ¿no compraron teléfonos para llamar a la policía o qué?
El rubio rio aquella chica había logrado subirle el ánimo, a pesar de haberla conocido hace poco lo hizo sentir mejor que su novia.
—Tienes razón en cierto punto. ¿Cuál es tu nombre? —soltó una risa al darse cuenta que no se habían presentado.
—Melissa Langdon.
—Un gusto, Melissa. Yo soy Robby Keene.
—Así que Robby, ¿cómo sabes todos esos golpes? —preguntó ella, recordando como él la había salvado.
—Práctico karate. —informó, pero al instante se dió cuenta de su error—. Bueno, practicaba.
—Ya veo. —murmuró, observando su reloj—. Se está haciendo tarde, ¿tienes algún lugar donde quedarte hoy?
Robby bebió lo último de la gaseosa, negando.
—Ya que tú me salvaste esta noche, yo te ayudaré. Mi departamento está a unas calles de aquí, ¿vienes conmigo?
—Sí, gracias. ¿A tus padres no les hará problema? —preguntó el adolescente con un tono de preocupación, ya que se encontraba prófugo y no tenía intención de entregarse.
—No, vivo sola. —confesó Melissa, saliendo del club, siendo perseguida por Robby. Mel sabía que este chico estaba apunto de explotar literalmente, tenía la mirada perdida como si fuera a escapar de nuevo.
Melissa no quiso obligar al chico a hablar, no estaba en su mejor momento pero por suerte le seguía el paso, caminaban por aquella noche estrellada parecía como si no hubiera ocurrido nada malo ese día.
( . . . )
—Ven, Robby, siéntate. Voy a curarte esas heridas —Melissa fue en busca del botiquín de primeros auxilios que tenía en el baño, llego a la sala de estar, separándose las piernas al chico para mirar más de cerca sus heridas. Tenía un moretón gigante en la frente, un corte en la ceja y un golpe en el labio inferior—. Puede que te duela, ¿si?
Este asintió y con sumo cuidado Melissa paso levemente el algodón por su ceja, Robby soltó una queja ya que tenía un poco de alcohol para desinfectar la herida con otro algodón ingerido en agua caliente lo paso por su labio limpiando el resto de la sangre.
—Gracias, Melissa.
—Dime Mel, solamente. Puedes darte una ducha si quieres.
—¿Puedo? —pregunto tímido pero a su vez impresionado, una ducha sonaba tan bien en estos momentos.
—Claro. Iré a buscarte alguna ropa. — Mel fue a la habitación que alguna vez perteneció a su padre, dirigiéndose al cajón donde estaba la ropa que pertenecía a William, sacó una polera, jeans, calcetines y ropa interior nueva. Se dirigió al baño donde Robby la esperaba en la puerta—. Toma, la ropa interior está nueva. Si necesitas algo me avisas, yo iré hacerte algo de comer.
El rubio asintió cerrando la puerta, despojándose de toda su ropa quedando desnudo, entró a la ducha, sintiendo el agua caliente caer entre su largo cabello, en ese momento se relajó. Tratando de evitar pensar en Sam, Miguel y todo lo que había sucedido; él solamente trato de resolver la pelea pero de un segundo a otro el pelinegro estaba encima de él, como paso de mediador a finalizador, ni siquiera pudo procesar que ella había besado a Miguel.
Todo sucedió tan rápido.
Melissa mientras esperaba que el agua hirviera, se dirigió al balcón, observando el cielo con una sonrisa.
—Gracias papá por haber enviado a Robby a salvarme. —suspiró, sonriendo con melancolía. Aún recordaba que cuando era pequeña, todas las noches sin excepciones con su padre venían las estrellas. Desde que se mudó al departamento que alguna vez fue de su padre, dejo la escuela empezando a trabajar, todo esto a escondidas de sus abuelos si no le harían volver a la casa de ellos y no quería eso.
Todas las cosas de él quedaron a su nombre incluida dos motocicletas, una de color naranja que pertenecía a William y una morada que le había regalado para uno de sus cumpleaños, aún no tenía licencia pero a veces salía igualmente. Cerró el gran ventanal, corriendo las cortinas dejándolas cerradas. Decidió prepararle al chico unos spaghetti's ya que era lo más rápido de hacer a estas horas de la noche, también quería que cuando Robby saliera del baño estuviera la comida servida. Quedó sorprendida por las técnicas de él, no estaría mal saber algo de defensa, así podría salvar su trasero ella misma sin necesitar ayuda, después de todo es mejor prevenir que lamentar.
Pasado unos quince minutos se encontraba sirviéndole el plato al rubio que aún no salía, no le molestaba que se hubiera demorado, imaginó que eso pasaría, había sufrido mucho en estos días solo, sabía perfectamente que la soledad era el peor enemigo de una persona, te hacía sentir que no valías nada, supo que el rubio a pesar de sus palabras se seguiría culpando de lo sucedido. Colocó los utensilios en la mesa, dejando todo preparado mientras esperaba al rubio, se dejó caer en el sofá dispuesta a reflexionar un poco de su vida pero se distrajo al oír la puerta del baño.
—Gracias. —soltó Robby, observando lo que ella le había servido, su estomago gruñó al no haber comido bien durante días. Melissa le sonrió amable haciéndole un ademan para que fuera a comer, sentándose en frente de él.
—¿Tienes un lugar donde puedas quedarte estos días? —preguntó curiosa colocando una mano en su mentón.
—No. —Robby empezó a comer rapidamente, no sabía si era porque no comió bien en días, pero le habían quedado riquísimos.
—Puedes quedarte aquí si quieres. —Robby la observó seriamente.
—Yo no podría, Mel.
—Sí puedes, el único problema es que deberías dormir conmigo.
—He dormido en lugares peores estos días, supongo que una cama no le haría mal a mi espalda. —bromeó, haciendo que Melissa le dedicará una sonrisa amable—. ¿Por qué eres tan buena conmigo? Después de lo que te conté, yo no merezco esto, además me sigue la policía, no quiero meterte en este problema, Melissa.
—Robby, todos cometemos errores, tú me salvaste la vida y estoy en deuda contigo. Sabes que aquello pudo haber resultado mucho peor de lo que te imaginas, siempre hay que tener cuidado. Y no dejaré que digas que no, así que estás obligado a colaborar conmigo.
—Esta bien.
—Pero, solamente te quiero pedir que me enseñes eso del Karate. —Robby miró con una mueca a la chica, era obvio que pusiera esa cara después de lo que había pasado—. Sé que es difícil para ti lo que te estoy pidiendo... puedes pensarlo si quieres, me gustaría aprender. Te puedo dar el tiempo que tu quieras para meditarlo. ¡También puedes decir que no!
—Esta bien, supongo. Tu cuidas de mi, y yo de cierta manera cuidaré de ti enseñándote a defenderte.
—Oh, ¡que genial! Voy a ser como Po.
—¿Po? —se encontraba confundido al oír aquel nombre, no sabía quién era.
— El de Kung-Fu Panda. —este la miró extrañado aún sin entender su referencia—. ¿No la has visto? Necesitamos verla hoy mismo.
Robby solamente necesitaba alguien que lo comprendiera, que le diera todo su apoyo. Y Melissa estaría dispuesta a ser esa persona, después de todo él la había salvado. Él estaba a punto de conocer el amor sin recibir nada a cambio. Robby Keene era un chico que le había faltado amor, contención y apoyo incondicional, casualmente encontró a la mejor persona en eso.
¡Hola a todos! Lamento
haberme demorado tanto
en publicar capítulo. ✨
Espero que disfruten el inicio
de la historia de Mel y Robby.
¡Muchas gracias por leer,
les agradecería que
voten y comenten! ✨
Cualquier fallo de
ortografía será
corregido luego. 🌱
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro