
𝐗𝐈𝐕. 𝐒𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝
Jake apenas había dado un par de pasos fuera de la biblioteca cuando un escalofrío recorrió su espalda. No era miedo, sino una sensación de advertencia. Su instinto le gritaba que Lilith y su madre no eran solo una amenaza menor. Algo más oscuro se estaba gestando, algo que aún no lograba descifrar.
Decidido a no darle más vueltas al asunto, se dirigió a la habitación de Sunghoon. Al abrir la puerta, lo encontró de pie, quitándose la chaqueta de su traje. La mirada de Sunghoon se suavizó en cuanto vio a Jake.
—Te estaba esperando. ¿Dónde estabas?
Jake cerró la puerta tras él y dejó el libro sobre la mesita de noche.
—Lilith me encontró en la biblioteca. Intentó insinuar que las alianzas entre nuestras Razas están destinadas al fracaso.
El ceño de Sunghoon se frunció levemente mientras se acercaba.
—Está jugando sucio.
—Lo sé —Jake suspiró—. Pero no logró lo que quería.
Sunghoon tomó el rostro de Jake entre sus manos, acariciando su mejilla con el pulgar.
—No dejaré que nadie siembre dudas en tu corazón.
Jake apoyó su frente contra la de Sunghoon, dejando escapar un suspiro al sentir la calidez de su mate envolviéndolo.
—No podrán separarnos.
—Nunca —Susurró Sunghoon, sellando la promesa con un beso.
Pero lejos de la paz de su habitación, en las profundidades de la mansión, Lady Seraphina y Lilith se preparaban para el siguiente movimiento.
—No puedes simplemente presionarlo de frente —Dice la madre con una sonrisa calculadora—. Si Jake es tan leal como parece, entonces tendremos que debilitarlo desde adentro.
Lilith asintió, su mente trabajando rápidamente.
—Entonces es hora de usar el plan B.
Lady Seraphina alzó una ceja.
—¿Qué tienes en mente?
Lilith sonrió con malicia.
—Si no puedo sembrar dudas en Jake... entonces haré que Sunghoon dude de sí mismo.
Y con esa última frase, las sombras parecieron oscurecerse a su alrededor.
Lilith caminó con paso firme hasta su habitación, su mente calculando cada movimiento. Si no podía quebrar la confianza de Jake en Sunghoon, haría que Sunghoon cuestionara su propia capacidad para proteger a su mate.
Se detuvo frente a un espejo de cuerpo entero, observándose con una sonrisa ladina. Sabía exactamente cómo hacerlo. Sunghoon era un líder poderoso, pero bajo esa fachada de fuerza había algo que todo líder teme, la idea de fallarle a su destinado.
Esa misma noche, mientras la mansión dormía, Lilith puso en marcha su plan.
Se dirigió al ala este, donde se guardaban los documentos históricos de la familia de Sunghoon. Encontró lo que buscaba en un viejo pergamino, cubierto de polvo y sellado con un escudo antiguo: Los registros de Alianzas Rota y Guerras Perdidas.
Con cuidado, extrajo un fragmento del documento y lo deslizó dentro de una carta que dejó sobre el escritorio de Sunghoon. La nota, escrita con elegante caligrafía, era breve pero lo suficientemente venenosa:
«Los líderes que antepusieron el amor a su Clan, sellaron el destino de los suyos con sangre. No permitas que la historia se repita.»
A la mañana siguiente, Sunghoon despertó temprano, como siempre. Jake que había pasado la noche en su Clan a regañadientes del Alfa Taheyung aún dormía plácidamente, envuelto en las mantas, con el cabello desordenado sobre la almohada. Sunghoon lo contempló por unos instantes antes de levantarse con cuidado de la cama.
Al llegar a su despacho, encontró la carta sobre su escritorio.
Su ceño se frunció al leerla. El mensaje era anónimo, pero el fragmento de pergamino que la acompañaba hablaba por sí solo: un relato detallado de un Líder que, por elegir a su mate sobre su Clan, había conducido a la ruina a su pueblo.
Sunghoon apretó los dientes, sintiendo cómo una sombra de duda se instalaba en su pecho.
Jake era su todo, su destino, su razón de ser. Pero... ¿y si protegerlo significaba condenar a su gente?
Lilith, oculta tras la puerta entreabierta, observó cómo el rostro de Sunghoon se ensombrecía.
Sonrió.
El primer veneno ya había sido sembrado.
Sunghoon dejó la carta sobre su escritorio, pero su mirada permaneció fija en el mensaje, como si las palabras pudieran quemarse en su memoria. La idea de traicionar su destino con Jake le resultaba impensable, pero la responsabilidad sobre su Clan pesaba como una cadena invisible sobre sus hombros.
El sonido de pasos ligeros interrumpió sus pensamientos. Jake apareció en el umbral de la puerta, aún adormilado, con una expresión tranquila que contrastaba con la tormenta en el interior de Sunghoon.
—¿Todo bien? —Preguntó Jake con suavidad, acercándose.
Sunghoon, por primera vez, dudó en responder. Miró a su mate, al Omega que había jurado proteger, y sintió el conflicto desgarrándolo desde dentro. Pero antes de que pudiera decir algo, Jake se inclinó sobre el escritorio y notó la carta.
Sus ojos se oscurecieron al reconocer la intención oculta en aquellas palabras.
—¿Quién te dejó esto? —Le pregunta con firmeza.
Sunghoon suspiró, frotándose las sienas.
—No lo sé... pero quien lo hizo quiere que dude de nosotros.
Jake tomó la carta y la arrugó entre sus manos, sin apartar la mirada de Sunghoon.
—Entonces no le des ese poder —Susurra—. No importa quién lo haya escrito, lo único que importa es lo que sabemos tú y yo.
Sunghoon lo miró, buscando en sus ojos la certeza que él mismo necesitaba. Y ahí estaba: inquebrantable, firme, como siempre.
Pero desde las sombras, Lilith observaba, con los labios curvados en una sonrisa peligrosa.
El veneno no actúa de inmediato. Se desliza, se esparce... y cuando menos lo esperan, ya ha hecho su trabajo.
𝐇𝐢𝐬 𝐒𝐜𝐞𝐧𝐭
𝐗𝐈𝐕. 𝐒𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝
𝟐𝟓/𝟎𝟑/𝟐𝟎𝟐𝟓
Gracias por leer la historia ❤️
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