
Ω|Cαpίтυlo 5|Ω
+º*。 .El enigma del amor y los juegos del destino ¿van de la mano? 。*゚+
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—¿Sabes que lo que te hace especial son tus aromas? —inquirió el alfa mirando ceñudo al hombre frente a él.
Aquel hombre sentado en la silla tras su escritorio poseía un porte imperturbable, con el rostro neutro, incapaz de sentir algo ante las poderosas feromonas dominantes que expelía quien se encontraba parado en la puerta de su oficina.
YoonGi había llegado temprano al trabajo, había estacionado el auto en su lugar reservado, subió por el ascensor privado hasta su piso, saludó a su secretario, quien se sorprendió tanto que las cuencas de sus ojos parecían dos bochas de hockey, e ingresó a su lugar de trabajo.
Ocho años lejos y no había cambiado nada. Recorrió con la mirada cada espacio de lo que antes había sido su refugio y sonrió al saberse liberado de aquella presión que lo hacía encerrarse en el trabajo durante horas alarmantemente insalubres. Sentía, ahora al fin, aquel lugar como lo que en realidad era, una oficina.
Tomó asiento detrás de su escritorio cuando de repente la puerta se abrió dejando ver a JaeBeom con el rostro impecable y el cabello salpicado en grises atractivos adquiridos por el pasar del tiempo. Aún con el picaporte todavía en su mano, el alfa movió sutilmente su nariz en busca de algo que rápidamente dejó saber. Pues lo primero que dijo al entrar, fue el tema que YoonGi esperaba escuchar: su aroma. O mejor dicho, la ausencia de éste.
Luego de aquella pregunta, el alfa ingresó a la oficina cerrando la puerta tras él para crear el ambiente de privacidad que buscaba.
—Hola, padre —el simple saludo que recibió, hizo crispar los vellos de su cuerpo.
Mientras caminaba y tomaba asiento frente a YoonGi, las espesas feromonas de JaeBeom inundaron la estancia, en busca de que el lobo contrario reaccionara como tantas veces lo hizo en el pasado. Quería ver esos ojos rojos de nuevo, quería percibir el aroma a fuego, licor y ciruela, aunque sabía que la ciruela no se percibía desde antes de la huída, quería que la ira lo desbordara, quería... alguna reacción distinta a la fría indiferencia que en ese momento le mostraba.
—Ocho años, YoonGi — comenzó —. Ocho años desde que desapareciste sin dejar nada más que un estúpido mensaje de voz, diciendo que era tu decisión, que no te buscaramos y otras estupideces. Ocho años sin mi hijo —el alfa lo miraba con dolor —. Al principio no lo asimilaba, no creí que fuera cierto —sonrió amargamente —, me consolaba diciendo que en algún momento aparecerías por casa, te reirías de tu madre por ser una llorona, recibirías un golpe en la nuca de mi parte y todo volvería a ser lo de siempre.
>Luego del tercer año sin ti lo acepté, dijiste que volverías cuando estuvieras listo, entonces me dije que apoyar tus decisiones, así sean las más ridículas y a mi me dolieran, si te hacían bien, entonces lo valía. Confiaba en ti lo suficiente para saber que en algún momento regresarías, pero... ¡¿Ocho años, Min YoonGi?!
El menor de los dos lo miró frunciendo el ceño en un gesto lo suficientemente rápido para pasar desapercibido para volver a la indiferencia ya sostenida. Apoyó sus codos en el escritorio, llevó sus manos entrelazadas hacia arriba y habló en un tono bajo.
—Sabe muy bien lo que sucedió ese día. No solo lo sufrí yo, mucha gente salió perjudicada.
—Dime, hijo ¿Dónde estuviste? ¿Qué le pasó a tus aromas?
Y YoonGi quiso reír amargamente porque estaba sucediendo lo mismo de siempre. Ignorar sus opiniones y decisiones era la actividad favorita de su padre... No era un alfa, lo sabía. La decepción en los párpados caídos de su abuelo cada vez que le miraba le recordaba que, aunque no lo quisiera, era diferente a la familia. Después de todo, los Min se caracterizaban por su linaje puro de alfas dominantes ¡Que escándalo habría de ser si la gente se enterara que el primogénito del líder no era un alfa pura sangre! ¡O peor! ¡Si supieran que no tenían ni idea de su casta!
─Estuve realizando actividades de suma importancia en un lugar que no puedo nombrar. Cómo vio, la empresa no fue descuidada ni un día, me mantuve al tanto de cada movimiento y creo que nuestra conversación no debería realizarse aquí. Esta noche iré a su casa, podremos continuar allí. Ahora ─ extendió su brazo solo un poco en dirección a la salida ─, me gustaría continuar con mi trabajo.
El alfa entendió que no iba a conseguir nada de su hijo, lo notó desde que ingresó a la oficina, ese hombre frente a él no era el mismo YoonGi que conocía. Su indiferencia, su ausencia aún estando en la misma habitación y la manera en la que su lobo le envió un golpe de tristeza, uno casi imperceptible, al saber que su hijo no respondía a su llamado fue lo que le hizo saber que debía retirarse sin intentar nada.
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─¿Entonces te casarás al fin?
El alfa de cabellos amarillos sonrió luminosamente antes de responder.
─Así es, mi querido amigo. Pero acá lo importante es que regresaste ─miró a YoonGi con ojos afectuosos ─, y justo a tiempo para ser el padrino de mi boda.
Yoongi soltó una risa nasal mientras negaba con la cabeza. Contento de sentir que todo con su amigo estaba exactamente como cuando se fue, se recargó en el cómodo sillón, aliviado sin el peso que llevaba encima hasta hace un par de minutos cuando solicitó una reunión con el alfa. Antes había temido al encuentro con HoSeok, es decir, había desaparecido sin dar motivo durante ocho años y, si es sincero consigo mismo, él se habría cerrado la puerta en la cara.
Pero HoSeok le recibió con un cálido abrazo seguido de palabras que decían lo mucho que le echaba de menos y lo distinto que se veía. Siempre con una sonrisa en el rostro y el afecto en su mirada. Y YoonGi admitió haber extrañado a su risueño amigo de aroma a naranjas y césped.
—¿Tu padrino? —sonríe —Está bien.
Con un asentimiento, HoSeok dio el tema por finalizado y su rostro se tornó serio de repente. La oficina en donde se encontraban se percibía pacífica como toda la casa, pues los gemelos aún se encontraban en el instituto y SeokMin había salido a una clase de karate. Entonces en el medio de las milésimas de segundos en las que el silencio reinó en aquellas cuatro paredes YoonGi lo supo. De todas formas ¿Qué clase de amigo sería si no lo preguntase? ¿Si la preocupación no se presentase en su aroma como lo hizo de repente? ¿Qué clase de persona sería HoSeok si dejase que después de ocho años todo sea igual? ¿Qué clase de amigo sería YoonGi al desaparecer de repente...?
—No voy a preguntar mucho — los pensamientos de YoonGi se vieron interrumpidos por la voz del otro —. Lo que necesito saber es si estás bien y... — la pequeña pausa mantuvo expectante al hombre de negros cabellos —¿Encontraste lo que buscabas?
Y ahí estaba el aroma, el tono y la mirada de preocupación que YoonGi esperaba, inconscientemente, con ansias, pues si le trataba con molestia o le hubiese cerrado la puerta en la cara él tristemente lo hubiera entendido, pero que HoSeok no mostrara apoyo o preocupación por su vida luego de haberlo recibido habría significado que todo había cambiado en su mejor amigo; que el tiempo corrompió lo que quedaba entre ellos y la culpa caería como pesadas rocas sobre los hombros de YoonGi quien se encontraría autor de aquel lazo roto.
Mas ante el escenario que esperaba y se le presentaba a él solo le quedó responder con sinceridad.
—Encontré lo que buscaba —los hombros de HoSeok se relajaron —. Pero no lo que necesito.
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—¡Amor! ¡Eso necesitas, omega gruñón! —El grito de SeokJin se hizo escuchar en toda la casa.
Las voces de los actores que los altavoces de la televisión reproducían no dejaron que el silencio apareciera después de eso. Estaban sentados en la sala de la casa del mayor viendo una telenovela de la cual este era fan y la burla hecha por JiMin provocó aquel escandaloso grito.
—¡Ay, por la luna, hyung! Ese intento de trama no es más que predecible —JiMin exclamó extendiendo su mano para apuntar la pantalla donde seguía reproduciéndose la programación —. Es obvio que el beta se enterará por parte de la alfa que su hijo es...
—¡Cállate!
Las carcajadas de JiMin se hicieron oír por toda la estancia y fueron interrumpidas por el sonido de la llegada de HanJin. Al parecer el instituto le había drenado las energías porque al saludar su voz careció de la característica felicidad de siempre.
Su madre inmediatamente se dio cuenta y mientras el pequeño alfa subía las escaleras en dirección a su habitación decidió seguirlo, no sin antes ofrecerle una mirada que JiMin al instante captó.
—Vaya tranquilo, aquí estaré esperando —Dijo antes de quedarse solo en la amplia sala.
Su celular timbra en aviso de un nuevo mensaje y al fijarse descubre que es JungKook.
JungKook: Encontré un lugar.
No hacía falta preguntar sobre qué hablaba, aún así, otro texto llegó al segundo siguiente.
JungKook: Es en Fasto.
Bueno, estaba bastante alejado si lo pensaba, pero decidió aceptar.
JiMin: Está bien, iremos en mi auto. Seré el conductor designado.
JungKook: 🙂
JiMin solo quería bailar y divertirse, no tomar alcohol no impediría nada de eso así que con una sonrisa devuelve su celular a su bolsillo.
Los pasos de SeokJin se oyeron mientras descendía por la escalera.
—Mal de amores —exclama al mirar a JiMin que abre la boca a modo de sorpresa y entendimiento.
Cuando el mayor toma asiento en el sillón JiMin se promete hablar con HanJin sobre eso. Entonces SeokJin habló silenciando todos los pensamientos del otro.
—Ella volvió.
JiMin comprendió a quién se refería y su postura se volvió ligeramente más recta, en un intento de otorgar seriedad al asunto y cuestionar por consiguiente.
—¿Estás listo para enfrentar al destino?
El aroma de Jin dejó entrever el miedo y el menor no estaba seguro si ese era el lobo o su hyung.
—No quiero abandonar mi vida, JiMinnie —lo dice sin titubear —. Soy fuerte, lo soy. Mi razón y corazón eligen a NamJoon, pero mi lobo rasguña las paredes de mi alma en busca de aquella alfa, mi interior arde ante su sola mención y mis entrañas se contraen tal como la primera vez que la vi.
JiMin no interrumpió su habla, solo observaba el rostro de SeokJin y trataba de captar todas sus expresiones. Dolor es lo que veía.
—Pero anhelo estar con Nam, mi corazón palpita por él, mis mejillas se colorean cuando me habla —Entonces una sonrisa se dibuja en él mientras habla de su esposo —, su sola presencia transporta mi alma y cuerpo a un tranquilo bosque donde solo queda el profundo amor que tengo hacia él. Y, JiMin —miró fijamente a este —, elijo a mi familia, a mi calma, a mi razón, a mi corazón y a NamJoon por sobre todo.
Su voz decidida en contraste con el aroma a tristeza que emanaba su lobo inundaron la sala al mismo tiempo que el pecho de JiMin se contraía con un viejo recuerdo.
¿Era tan fuerte el destino? ¿Era tan fuerte el corazón? El pasado es irreversible, se dice a sí mismo mientras recuerda los rubios cabellos de su madre al alejarse en aquel auto para nunca volver. Y el futuro es un enigma, concluye cuando SeokJin de repente anunció que necesitaba una taza de té y se alejó caminando hacía la cocina.
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