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Ω|Cαpίтυlo 4|Ω

𖣔 Nadie decide lo que siento y sentiré, porque, vida mía, yo elijo mi manera de existir 𖣔

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A la mañana siguiente, unos rosados cabellos se podían apreciar con el pequeño halo de luz que se asomaba por la ventana del cuarto del omega que descansaba con la tranquilidad de saberse libre de clases por ese día.

Despertó sin la necesidad del estruendoso sonido del despertador, un exquisito despertar, si es que se preguntan. A movimientos lentos se sentó en la cama y miró el reloj en su mesilla, el número nueve brillaba en color azul, volvió a tirarse en el colchón y extendió todo su cuerpo enviando un tirón satisfactorio a cada uno de sus músculos.

El piar de algún ave que pasaba por la ventana llegó a sus oídos y decidió que debía levantarse. Colocó sus pies en las suaves pantuflas que esperaban por él al lado de su cama y caminó hacia el baño, luego de lavar su cara y acomodar un poco su alocado cabello se dirigió a la cocina; Una taza de té, un par de tostadas y su desayuno estaba listo.

Mientras bebía pausadamente su té y miraba hacia un punto inespecífico, recordó que debía visitar a su padre pues habían pasado dos semanas desde la última vez que le vió; a veces extraña a ese alfa sobreprotector con aroma a madera y canela, le gusta cuando le prepara galletas y le besa la frente, porque Park JiMin podría tener 26 años, pero para su padre siempre será su pequeño Dolly.

Al parpadear, enfocó su vista y notó que estaba viendo a su aspiradora, ese pequeño aparato de forma redonda y chata se había estropeado y lo dejó allí olvidado en el rincón; terminó su desayuno y decidió que al no tener nada mejor que hacer, iba a reparar su aspiradora robot.

Tomó el aparato luego de lavar su taza y dejar todo limpio, y bajó al sótano. Su laboratorio estaba allí, dotado de instrumentos que su padre le obsequió y otros que él mismo compró a base de sus esfuerzos y trabajo duro. Nada es fácil en esta vida y, aunque nunca le faltó nada, está al tanto de que las cosas no vienen solas, su padre le enseñó a valerse por sí mismo y a luchar por lo que quiere.

La robótica es una de sus debilidades, algo que ama, pero decidió especializarse en la química al tratar de darle una explicación lógica a su condición, en su investigación fue descubridor de muchas cosas, su curiosidad le llevó a caminos distintos y su experiencia de vida como un omega hombre en una sociedad alfista lo empujó a él y a su lobo a ser como eran, un omega seguro de sí mismo, con el poder de la razón y la capacidad de la fuerza, pues su lobo no se dejaba pisotear por nadie.

A pesar de llevar nueve años en la búsqueda de una "cura" o respuesta al hecho de poder ver los hilos del destino, aún no obtenía un resultado. Eso le frustraba, quería deshacerse de ese "don", odiaba saber que las personas estaban atadas a un destino sin la posibilidad de elegir y odiaba aún más ser unos de los cómplices de la Diosa Luna en sus sucios juegos de unión.

No llevaba puestos sus anteojos, en su casa estaba a salvo del destino y de las jugarretas de la luna, tampoco se había rociado su supresor en aerosol, por lo cual su aroma flotaba perfumando el ambiente con motitas de crema americana y chocolate blanco, dándole ese particular olor a helado a toda la casa. Era su lugar seguro, allí podía ser él mismo.

El característico sonido que indicaba una llamada entrante retumbó en la estancia, soltó el destornillador que tenía en su mano y tomó el celular que estaba en la mesa donde tenía desparramadas las pequeñas partes de la aspiradora.

Atendió.

—¡Hola, hyung!

—Oh, hola JungKookie -respondió con una sonrisa.

—¿Cómo está? Lo extraño.

—Estoy bien —respondió con una sonrisa mientras buscaba una silla para sentarse —. ¿Tú? ¿Cómo estás?

—Estoy muy bien, hyung ¿Qué está haciendo?

—Justo en este momento estoy reparando mi aspiradora.

—Quiero verlo, debo contarle muchas cosas ¿Puedo ir? —el tono de súplica hizo sonreír al pelirrosa —. No molestaré, estaré junto a usted en silencio hasta que acabe con lo que está haciendo.

—Puedes venir, prepararé unas galletas que compré el otro día...

—¡No se diga más! ¡Allá voy!

El omega alejó el celular de su oreja y observó la pantalla que indicaba que la llamada había finalizado.

Se apresuró a terminar con lo que estaba haciendo y desistió de atornillar todos esos pequeñísimos tornillos y corrió a su habitación para cambiar aquel desarreglado remeron y colocarse un short ya que todo ese tiempo anduvo en ropa interior por toda la casa.

Cuando terminaba de tender su cama es cuando el timbre sonó, su lobo levantó las orejas y supo que era su menor el que estaba detrás de la puerta. Al abrir, este ingresó hecho un rayo.

—Hyung, hyung, hyung —repetía dando saltitos y mostrando esa encantadora sonrisa.

JiMin cerró la puerta y se volteó para verlo.

—¡Ay! ¡que bonito se ve con ropa de entrecasa! —dijo JungKook mientras le daba un abrazo y luego le tomaba de la mano para sentarlo en el sillón —. ¡Venga que tengo que contarle!

JiMin se dejó llevar con una sonrisa pues cuando el menor se ponía de esa manera todo emocionado, no dejaba lugar a interrupciones. Además su aroma se esparcía maravillosamente y el lobo de JiMin movía la cola entusiasmado por la emoción del otro y liberaba el suyo para acompañarlo. La sala en ese momento olía a helado con galletas.

—¡Me enamoré! —chilló —, aunque nunca vi su cara, ni oí su voz, ni distinguí su cuerpo... —su tono de voz fue mermando a medida que enumeraba todo-. Sé que es un alfa porque su aroma era el mejor del mundo. Huele a todo lo que me encanta: verano, playa, mar, piñas ¡citrus!

JiMin frunció el ceño pues no comprendía cómo podía enamorarse de alguien que literalmente no conocía.

—¿Cómo puedes enamorarte de alguien que no conoces? Y esta vez es muy literal.

—JiMin hyung, usted... ¿cree en los destinados? —le preguntó con cautela, pues no era muy común hablar de eso. Y conociendo al hombre de ciencia que era su mayor, podía ser que este crea que eran solo estupideces.

Los vellos del cuerpo de JiMin se erizaron y su ceño se frunció de tal manera que JungKook se arrepintió de haber formulado aquella pregunta.

JiMin no sabía cómo responder a eso ¿Creía en los destinados? Pues cómo no hacerlo si él mismo podía ver los hilos que les unía ¿Quería hablar de eso? No, definitivamente no. Detestaba pensar en el destino, detestaba pensar que todo estaba planeado, detestaba saber que existe tal cosa.

Pero JungKook le hizo una pregunta sencilla ¿Por qué no podía responder? ¿Qué es lo que le impedía hablar de eso?

—No importa, hyung —la voz del omega de cabellos oscuros le trajo de vuelta a la realidad —. Ahora dígame ¿Por qué sus vecinos hacen tanto ruido?

El sonido de carcajadas, gritos de niños, cajas y muebles siendo cargados perturbaban el tranquilo ambiente y a JungKook le pareció la excusa perfecta para cambiar de tema antes de que el lobo de su hyung se volviera loco. Conocía la naturaleza incontrolable de este y no quería que aquel agrio aroma emanara de su bonito hyung. Ya de por sí era muy extraño encontrarle sin el inhibidor, que su aroma se pusiera agrio por el enojo o la tristeza sería el colmo. JungKook quería disfrutar un poco del agradable olor a helado.

—Los vecinos se están mudando -respondió el mayor quien dejó que se cambiara el tema —. El alfa consiguió empleo en el otro lado de la ciudad y le ofrecieron una casa allí.

—¡Diosa! Al parecer los niños están muy felices por eso...

—Sí... —habló el mayor.

—En fin... Se acerca el festival de verano y estoy preparando una coreografía que incluye agua —JungKook aplaudió contento —. Estoy muy emocionado, será una de mis mejores presentaciones. Lo presiento.

JiMin volvió a sonreír, le encantaba la actitud de Jeon y admira su talento para el baile.

—Lo harás putamente genial. Lo sé.


En una estilizada oficina de pulcras paredes marfil y amplias ventanas cubiertas con unas cortinas color crema que caían elegantemente hasta casi rozar el suelo, un omega de hombros anchos y piernas largas se desplazaba por la estancia mientras hablaba por celular.

—... Dije explícitamente que quería rojo borgoña con un patrón de bordado... ¿Acabas de interrumpirme? —Detuvo su caminar para mirar el rosado tono de sus uñas —. Mira, cariño, esta es la primera y última vez que lo haces. Estás despedido.

Alejó el dispositivo de su oreja y soltó un suspiro de cansancio.

—No puedo estar rodeado de incompetentes, por lo menos debe existir alguien en todo ese edificio con la capacidad de ser lo suficientemente bueno en su trabajo... —Miró al alfa que estaba sentado en el sillón, este lo observaba con semblante preocupado y en su aroma de eucalipto y menta se podía apreciar el toque agrio que hacía cosquillear la nariz de su pareja.

—Sokiie... —susurró al ver que su omega se acercaba a él.

—Te lo dije, NamJoon —habló sentándose en el regazo de quien adora con toda su alma —. Eres tú y solo tú. No hay nadie más. No existe otro ser en este mundo que ame más.

—Pero es tu destinado...

—Que ella haya vuelto no cambiará nada. Tú eres mi alfa y eso lo decido yo.

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Gracias por leer❤️
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Les quiero.

×.𝓑𝓵𝓾𝓮

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