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Ω|Cαpίтυlo 3|Ω

+º*。 .Te extraño porque no te encuentro. Te lloro porque me faltas. Te amo porque así lo quiero. 。*゚+

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Luego de una charla muy amena con TaeHyung, donde el rubio se colocó todo el equipo de seguridad y le hizo compañía mientras le preguntaba sobre cada proceso que el omega realizaba, a lo que JiMin respondía encantado; el omega descubrió que tenían la misma edad, que el alfa era nuevo en la ciudad y que ya poseía una licenciatura en actuación, lo cual le llevó a preguntar sobre la estúpida iniciación en la fraternidad.

—Es por mi padre — JiMin le miró sin entender —. Mi padre estuvo en esa hermandad en sus años como universitario. Siempre me habló de ella y de lo genial que era pertenecer a una. Y... no lo sé, yo quería eso... —suspiró —. Al mudarme le comenté que iba a estudiar danza en esta universidad y él me dijo muy ilusionado que si aplicaba para entrar a xi-rho-theta sería genial.

—Entiendo tus motivos —habló el omega —, pero ahora te preguntaré algo —el rubio le miró expectante —¿Piensas quedarte allí?

El alfa dudó unos segundos.

—No —respondió con firmeza —. Desde un principio me pareció repulsiva su forma de pensar. Y la verdad es que no me apetece pertenecer a algo así.

JiMin le sonrió con simplicidad, percibiendo la familiaridad que sentía su lobo para con ese alfa de expresivos ojos azules.

Al finalizar todos sus pendientes, a eso de las dos de la tarde, se despidió del alfa, que estuvo con él todo ese tiempo alegando que ese día no tenía más nada que hacer, y se dirigió a la casa de SeokMin.

Estacionó su auto en la entrada y bajó dejando la bata y su maleta tiradas descuidadamente en el asiento de atrás.

Al golpear la puerta de color caoba de la gran casa, esta se abrió de par en par mostrando a dos niños que le miraban con una sonrisa de oreja a oreja en sus rostros.

—¡Tío Mimi! —gritaron al unísono y abrazaron al omega que sonrió enternecido mientras les devolvía el gesto.

—¿Cómo están, dulzuras?

Los niños le dejaron libre del abrazo, HyunAh cerró la puerta y luego cada uno le tomó una mano y lo condujeron al living.

—Estoy bien —comentó la niña —. Ayer descubrí un gatito en nuestro jardín. Es de nuestra vecina, se llama Cielo. El gato, no la vecina.

JiMin rio.

—¿Tío? —habló Hyunjin, que movía su naricita tiernamente tratando de percibir el aroma del omega. JiMin le miró esperando a que hable —. Su aroma es muy rico, pero a veces no puedo olerlo ¿por qué?

JiMin suspiró mientras tomaba asiento en el sillón blanco. La voz de SeokMin se oyó venir desde el piso de arriba.

—¡En un momento bajo, JiMinnie!

—¡Está bien! —gritó el pelirosa.

—Mamá ya te lo dijo, no es correcto indaragar en la vida de los demás -la pequeña recriminó a su hermano.

—No es indaragar, es indagar —corrigió HyunJin, sacando su lengua al final.

—Como sea. Lo estás haciendo y eso es malo —dijo la niña con tono autosuficiente.

—Pero Tío Mimi no es cualquier persona y yo quiero saber —cruzó sus brazos.

JiMin que miraba con una sonrisa el intercambio de palabras habló:

—Bueno, HyunJin, lo cierto es que yo tengo un perfume que hace que mi aroma se esconda.

—Eso es genial, pero no entiendo por qué quiere esconderlo. Es muy rico ¡Todos deberían olerlo! —el pequeño se expresaba con emoción burbujeante —. Usted es muy bonito, de seguro tendrá cachorritos muy lindos y se llamarán LuHan, MinJo y Jannet. Tendrán el pelo de color rosado como usted y su alfa será un señor bonito igual que usted. Porque las personas bonitas siempre están con personas bonitas, como mi papi y mi mami. Mi papá dice que mami es la persona más linda del mundo y yo le creo porque Tío Jinnie... —en medio del parloteo del pequeño, el omega de la casa hizo presencia en el living.

—Cariño ¿otra vez hablando sin respirar? —habló SeokMin con dulzura.

—¡Mami! ¡HyunJin estuvo indaragando... —con dificultad pronunció lo último provocando una sonrisa en su madre —... sobre la vida de los demás!

HyunJin calló de repente y con ojitos brillantes miraba a su madre que no tenía ni la más mínima intención de regañarlo. Pero sabía que HyunAh no dejaría de reprochar por eso.

—HyunJin, debes hacer caso a lo que digo ¿no es cierto?

—Sí... —dijo en tono bajito.

—Está bien, en una hora voy a revisar sus cuadernos y espero ver que todo esté bien  —ambos niños asintieron —. Ahora vayan a hacer sus tareas y si no entienden algo me avisan ¿De acuerdo?

—Sí, mami —respondieron en coro y se dirigieron a su habitaciones.

JiMin les veía subir entre risas y canturreos.

—¿Cómo estás, pastelito? —llamó su atención el omega pelinegro que seguía de pie frente al sillón

—Estoy muy bien. hyung ¿Y usted?

—Muy bien —dijo con emoción —. Ven, vamos a la cocina. ¿Quieres tomar un café?

—Claro —respondió el pelirosa al tiempo que se levantaba de dónde estaba y seguía a SeokMin que caminaba a la cocina.

Tomó una banqueta y se sentó en la isla apoyando los codos sobre el mármol blanco.

—Ya dígame, hyung ¿Qué es lo que quería contarme? Tengo intriga desde esta mañana y sabe que odio eso.

Una gran sonrisa apareció en el rostro de SeokMin y luego de presionar el botón de la cafetera se volteó para ver a JiMin.

—Voy a casarme —dijo de repente. JiMin abrió sus ojos con sorpresa —. Sabes que desde hace diez años que HoSeok y yo estamos comprometidos.

—Lo sé, pero es repentino ¿Qué los hizo decidir hacerlo ahora?

El sonido de la máquina repiqueteó en sus oídos y con eso ambos prepararon todo para compartir. Dos tazas de café, un recipiente con galletas que SeokMin compraba cuando no tenía ganas de hornear y el tarro de miel con el que les gustaba endulzar el café, todo estaba acomodado en la isla.

—Bueno, cuando Hobi me lo propuso yo aún no estaba embarazado y pusimos fecha para casarnos seis meses después, pero dos meses desde la proposición descubrí que estaba en cinta y pospuse todo —hizo una pausa para beber un trago de su café —. Luego me pareció innecesario, pues tenía mi marca, mis cachorros, mi casa y mi alfa. No necesitaba un estúpido papel que defina mi relación y sentimientos.

JiMin asintió mientras tomaba una galleta del tazón. SeokMin sonrió al verle las mejillas llenas y prosiguió:

—Pero Hobi me convenció de hacerlo...

—¿Cogieron? —preguntó el omega de cabellos rosados después de tragar la galleta.

—Por supuesto que sí, pero eso no es lo que me convenció —rio con soltura —. HoSeok está preparando su testamento y algunas cosas de la empresa, y necesita incluirme. Pero la ley no me reconoce como su omega porque no estamos casados. Eso...y también porque dijo que me vería hermoso en el altar con un traje o vestido o lo que fuera que vistiera ese día.

—Primero, me alegra saber que tu vida sexual es activa —habló JiMin que a veces olvidaba la formalidad para referirse a su mayor —. Y segundo, me encanta la idea de una boda.

SeokMin sonrió.

—¡Lo sé! —exclamó emocionado —. Quiero vestir de manera elegante y bonita a mis cachorros y que entreguen los anillos después de haber arrojado pétalos de flores por la pasarela ¡Ah! —chilló eufórico —. ¡Ya lo estoy imaginando y muero de ternura!

JiMin rio con la imagen que creó en su propia cabeza. Los mellizos con trajecitos blancos regando rojos pétalos y mostrando sonrisas gigantes en sus rostros. Sin duda algo que quiere presenciar.

—Lo estoy visualizando y estoy seguro de que la memoria de mi celular se llenará de fotos de ellos dos —dijo sonriendo. SeokMin asintió.

—Bueno, te llamé para que me ayudes con los colores ¿Qué opinas del lila?...

Así pasaron la tarde, decidiendo entre colores, flores, ropa y comida. JiMin era un loco del control por lo que al terminar el café se dirigieron al living donde pidió una hoja y un papel para anotar todo y en donde dibujó hasta un plano provisional de la posición de las cosas. SeokMin se mostraba encantado con la ayuda y al pelirosa, que era fanático del amor que su amigos se tenían, le hacía mucha ilusión el estar presente en su boda. Pues SeokJin ya estaba casado cuando se conocieron y no pudo asistir.

A las seis y media de la tarde, después de haber cenado junto a su amigo, el pelirosa se despidió de todos, incluyendo a HoSeok que ya había llegado del trabajo, y regresó a su casa.

Tomó un baño y se vistió con una camiseta vieja con la que dormía. La transparencia y los agujeritos en ella delataban el tiempo de uso, pero el omega no quería deshacerse de algo tan cómodo, le parecía un desperdicio, así que decidió que esa sería su pijama hasta que se deshaga y ya no pueda usarla más.

Luego de secar su cabello se sentó en la cama y tomó su celular para enviar un mensaje a JungKook.

JiMin: Hola Kookie ¿Cómo estás?

Recibió una respuesta casi de inmediato.

JungKook: Hola hyung, estoy muy bien ¿y usted?

JiMin: Me alegro de que estés bien. Yo estoy muy bien.

JungKook: Me alegro mucho, ¿salimos este sábado?

JiMin: Ya sabes que no iré a ningún lugar en dónde pueda encontrarme con algún idiota de la universidad.

JungKook: Sí, lo sé. No se preocupe, encontré el lugar perfecto. Mañana se lo mostraré.

JiMin: Está bien, hablamos mañana. Buenas noches.

JungKook: Adiós hyung, que descanses.

Dejó su celular en la mesita que estaba al lado y se quitó los anteojos. Deshizo la cama y se recostó mirando hacia arriba, de repente elevó su mano derecha y miró los tres hilos que estaban apagados, veía su comienzo más no su final, después de veinte centímetros de largo estos ya no se distinguían, se volvían invisibles. Sólo brillaban si quienes estaban del otro lado se encontraban cerca, por eso el único que vio brillar es el amarillo que se encendía cuando su padre estaba cerca y se mostraba por completo guiándole hasta donde sea que el otro se encuentre; nunca vio a los otros encenderse en su mano, y no quería verlos, por eso llevaba sus anteojos todo el tiempo.

Bajó su diestra y apagó la lámpara de su izquierda para luego cerrar los ojos e intentar dormir. Lo consiguió pensando en que no quería tener nada que ver con el destino y diciéndose que era mejor no saber nada sobre este.

Por su parte, el lobo, se encontraba bastante tranquilo. Expectante. Impaciente ante los sucesos a los que prontamente se enfrentaría. Sólo esperaba que su parte humana sepa manejarlo, sin mencionar que el destino era la causa de todo lo que de ahora en adelante pasaría.

Lo presentía, él había llegado, estaba más cerca de lo que antes estuvo. Lo extraña más que nunca y desea que JiMin le ame tanto como él lo hace. Porque si no era así, deberá tomar el control de las cosas.

Aquel lobo quisquilloso ansiaba sólo una cosa: que todos sus hilos brillen con fuerza.

—¿Por qué sigues yendo a ese restaurante? —inquirió el alfa —. Luego de ocho años estás de vuelta y lo primero que haces es ir a ese lugar.

—Me gusta tocar el piano, además allí nadie me conoce —respondió el otro.

Estaban en casa del mayor, sentados en el despacho de paredes marrones y sillones cómodos. La ventana que daba hacia el jardín de la gran mansión se encontraba abierta y por ella se colaba una fría brisa que llevaba el aroma del césped hasta las narices de los hombres que hablaban tranquilamente.

—YoonGi eres, literalmente, el jefe de una empresa de entretenimientos —el alfa llevó su mano a su cabello, acomodando su flequillo en un gesto de impaciencia —. Puedes tocar el piano allí. Además lo haces gratis.

SeHun no lo podía creer. Su hermano había vuelto por fin de su estúpido autoexilio y él quería verlo porque lo extrañaba demasiado, siempre había sido un amigo y compañero que estaba presente siempre que lo necesitaban, y ahora que volvió notó que ya no era la misma persona. Este YoonGi era un enigma, en todos los sentidos de la palabra, ya no se percibía ni una pizca de sus aromas. Aún cuando antes había logrado esconder el tercero, siempre podías apreciar el aroma a licor y fuego que expelía de su cuerpo, pero esta persona frente a él, no era el YoonGi de hace ocho años. Ni siquiera olía como él, era como si quisiera pasar desapercibido.

Y aunque no entiende el porqué, lo aceptará, porque aquel hombre pálido frente a él era su hermano mayor y una de las personas que más amaba en este mundo.

Un suspiro fue lo que dejó escapar. Mientras dejaba el vaso con whisky sobre el posavasos descruzó las piernas y apoyó los codos en las rodillas, su lobo le insistió hacerlo en un intento de acercarse al otro y poder percibir su aroma. No obtuvo nada.

—Te extrañé.

—Me alegra escucharlo —respondió YoonGi, sintiendo a su lobo menear la cola ante el aroma de su hermano que se expandía con la idea de llamar al otro —. Yo también lo hice. A todos.

Siendo esto último lo que tenía aún más significado, pues su lobo aulló con emoción. Su omega estaba cerca y él lo encontraría.

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Gracias por leer❤️
Si te gustó, me encantaría que me lo hagas saber dándole a la estrellita de acá abajo✨

Les quiero.

×.𝓑𝓵𝓾𝓮

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