6. Descontrol
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CAPÍTULO: 6
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Una ligera sonrisa se podía ver en el rostro pálido de la adolescente de dieciocho años, se sentía bien el estar al aire libre y leer comiendo alguna fruta como dijo su prima. Sentía que poco a poco su alma se liberaba de las ataduras impuestas por ella misma y soltó un risa sorprendiendo a su acompañante.
—¿Qué hizo que rieras, Bella? —preguntó Aqua, dejó de lado el libro que estaba leyendo para centrar su vista en el rostro de la menor, ésta tomó un ligero color rojizo en sus mejillas causando ternura a la mayor—. ¿Bella, por qué te sonrojas?
—Y-Yo...—rascó su mejilla con su dedo índice nerviosa por las preguntas dichas de la Swan—. S-Solo e-estoy b-bien.
—¿Bien? —se acercó Aqua hasta quedar al frente de la fémina y entrecerró sus ojos poniendo la palma de su mano en la frente de Isabella—. ¿No tienes fiebre? Creo que estás delirando.
—¡Aqua! —negó riendo sacando la mano de su única prima y sonrió causando que su acompañante también lo haga—. Gracias.
—¿Por qué me das las gracias?
—Por sacarme de ese lugar y hacerme disfrutar de estas vistas —se encogió de brazos sin saber que más decir y pasó su dedo índice por la cicatriz expuesta que estaba en el cuello de la de ocelos azules, Aqua se tensó en su lugar sintiendo como el dedo de la adolescente pasaba con delicadeza por esa marca cicatrizada—. ¿Qué te sucedió?
Sacó con delicadeza la mano de su prima y negó con una mueca levantándose de su sitio, se sacudió su ropa y se alejó hasta llegar el arroyo siendo seguida por la menor.
—¿Aqua?
—Pasé por algo muy malo, Bella —murmuró con su vista clavada en las aguas tranquilas—. No es agradable de contar y mucho de recordar; y me gustaría que no preguntaras sobre ello.
La de cabellos marrones miró intrigada y preocupada a la fémina, acarició con timidez uno de los brazos de ésta ocasionando que un suspiro salga de los labios rosados de la mayor.
—¿Quieres hacer algo?
—¿Qué cosa?
—No lo sé, ¿quieres caminar un poco antes de que comience a atardecer? —preguntó volteando su rostro para mirar a la adolescente y asintió, pasó su brazo derecho por los hombros de Isabella y emprendieron una caminata siguiente el arroyo—. Quieres preguntar algo, hazlo.
—¿Puedes... puedes contarme algo de ti?
Hizo una mueca Aqua al escuchar la interrogante y comenzó a pensar en qué cosas podría contarle a la mujer, no estaba entre esas cosas sus ataques de descontrol, sus tics y tampoco aquel suceso.
No, no quería que la vea con lástima.
—Tengo diecinueve años —dijo haciendo una línea con sus labios y siguieron avanzando—. Terminé hace un año el colegio, iba a entrar a la universidad en unos meses pero creo que eso esperará un tiempo más. Sé cocinar, manejar y no me gusta que se metan en mi vida.
—¿No entraste a la universidad para estar aquí ayudándome? —preguntó Isabella cerrando sus ojos esperando que la respuesta no sea positiva, retuvo sus pasos para mirar fijamente a la más alta, Aqua asintió y Bella se sintió culpable—. Lo siento, por mi culpa no fuiste a la universidad.
La de ojos azules solo negó con una sonrisa desordenando la cabellera marrón de la menor, miró hacia el cielo y movió su cabeza indicándole a Isabella para que volvieran al claro.
—No pasa nada, Bella —sonrió para no preocupar a la fémina y sus ojos se desviaron del camino para mirar a la menor—. Además, esto me sirve.
—¿Esto?
—El estar en otro lugar que no sea San Francisco, un lugar de muchos recuerdos. Aquí puedo volver a ser la antigua Aqua o, al menos, intentar volver a serlo —soltó una risa baja llevando su cabeza hacia atrás después de ver como los párpados de su prima se cerraban lentamente con sueño—. Súbete a mi espalda.
—¿Qué? No.
—Tienes sueño, Bella, y es muy seguro que te duermas caminando —aseguró la mayor y de un rápido movimiento hizo que su prima estuviera en su espalda, agarró con firmeza los muslos de la menor y soltó un resoplido divertida al escuchar a Isabella regañarla—. Calla y duerme.
—Aqua, bájame.
—Isabella, duerme. El camino es algo largo y las horas en auto también.
—Bien, gracias.
Aqua notó como la cabeza de la adolescente se acomodaba en su cuello y un escalofrío le recorrió al sentir la respiración caliente de Isabella impactar en su cuello. Tragó saliva caminando más rápido para llegar a la pradera nerviosa porque sentía que se iba a descontrolar en cualquier momento.
Después de una hora llegó al lugar y fue rápidamente al auto abriendo la puerta con la llave, dejó con cuidado el cuerpo dormido de la mujer en el asiento y soltó un gruñido al sentir un descontrol apoderarse de su cuerpo.
Cerró con cuidado la puerta y corrió hasta llegar a la mitad del prado, se tiró de rodillas al suelo y rugió rascando su pecho con sus manos, lágrimas bajaron por sus pómulos al sentir un dolor apoderarse en su pecho y liberó ese poder que la hacía volver anormal.
Sus ocelos azules brillaron con intensidad y una gran cúpula de color azul rodeó la anatomía de la fémina, de sus manos salieron hilos azules que impactaron con fuerza en los árboles y pudo respirar tranquila cuando todo su poder volvió de golpe a su cuerpo.
Se dejó caer en el suelo boscoso respirando irregularmente, levantó sus manos y sollozó apretando su pecho.
—¿Por qué no puedo ser normal?
Al cabo de media hora estaba sentada en el asiento de conductor con todas las cosas que había en el prado en la parte trasera del auto, apretó el volante y puso reversa para comenzar a irse de ahí. Con la mirada puesta en el camino soltó un suspiro destensando sus músculos, miró brevemente a Isabella y sonrió tristemente.
—Ya todo mejorará, Isabella, ya todo estará bien.
Eso quería creer la mujer de ojos azules.
H | ᴇᴅɪᴛᴀᴅᴏ
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