27. Sola
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CAPÍTULO: 27
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La noche cayó de manera repentina, atrayendo a los pueblerinos a resguardarse en sus casas si no querían ser víctimas de un posible robo o aprovechar a salir junto con su pareja a un local de comida y disfrutar de una linda velada. Aqua miraba vagamente la silueta de su prima que estaba eligiendo un saco para ponerse ya que iba a salir con su padre a comer, como en los viejos tiempos; la mayor daba ciertos vistazos a la ventana que estaba en la habitación atenta a los movimientos de las gotas de la lluvia, encontrando en éstas una cierta paz para su mente.
—Aqua —le llamó la atención su prima, logrando que sus ojos zafiros dieran a parar en el rostro de la menor—. ¿En serio no quieres ir con nosotros?
La Swan solo le dedicó una sonrisa ligera para después negar con su cabeza; la estudiante soltó un suspiro mientras bajaba el saco que tenía en sus manos y se acercaba a la cama en donde se encontraba la castaña, se sentó en el borde de la superficie y carraspeó.
—¿Sucede algo?
—No quiero atar a nadie a mí —murmuró sincera la de hebras claras mientras apartaba su vista—. No me ha gustado eso desde que sucedió eso.
—¿Te refieres al... hombre que te hizo eso? —dudó en preguntar la humana.
—Sí —asintió con una mueca y cerró sus ojos soltando un leve suspiro—. Mi madre lo conoció cuando yo tenía trece años, el se hacía apodar como el "Rey Oscuro" y Sandra le resultó gracioso y también a mi, aunque no creí que se hubiera tomado tan en serio ese papel.
El semblante de la adolescente estaba endurecido, no podía creer que ese hombre hubiese sido tan cruel con su hijastra y sin querer quiso buscarlo y hacer el mismo infierno que él le hizo a Aqua. Tragó saliva para después tomar la mano blanca de su prima y acariciarla levemente, mostrando que tenía su apoyo.
—Estaré contigo, ¿lo sabes, no? —le cuestionó la morocha sonriéndole; la contraria asintió.
—Ya debes irte.
Avisó la castaña y segundos después apareció Charlie vestido y diciéndole a la menor que ya debían irse. Aqua la vio alejarse junto con su padre y se acurrucó en la cama queriendo refugiarse entre las cálidas mantas. No estaba bien del todo, su mente era el ojo de un huracán que era inestable tal como los erráticos latidos de su corazón, donde solo reinaban los pensamientos y recuerdos que la orillaron a encerrarse dentro de unas cuatro paredes para sentirse protegida.
Sus ojos azules estaban fijados en un punto invisible entre toda la habitación, inquietando al intruso que se había colado desde la ventana en busca de respuestas.
—Lárgate —pronunció con molestia la hada mirando el techo.
—Es impresionante lo poderoso que es la mente humana, sin embargo, es aún más impresionante que tu sigas recia a estar en la misma habitación que yo —soltó desde la esquina del cuarto Edward, quien mantenía su mirada dorada en el rostro de la mujer.
—¿Por qué será, no? ¿No te dejó todo claro lo que te dijo mi prima? —alzó una ceja Aqua.
—Sinceramente, solo un poco —sonrió de lado el vampiro acercándose a donde se encontraba la fémina y ésta elevó su mano, alertando al frío.
Una hilera de agua se adentró a la habitación y se transformó en una barrera, interrumpiendo la caminata del Cullen y advirtiéndole que no podría dar un paso en dirección a la mujer.
—Te acercas y te mato —amenazó la fémina mostrando un dedo que tenía una llama de fuego en la punta, el hombre retrocedió algo temeroso ante el inmenso poder que portaba la chica.
No la entendía sinceramente, no lograba entenderla por más que lo intentara. Sus ojos azules brillaban con violencia y demostraban lo poderosa que era si es que te metías con ella. Entendía eso, pero no lo que la hacía ser "Aqua Swan".
—No te entiendo, Aqua —musitó Edward sentándose en el sillón que estaba en la esquina de la habitación con la mirada fija en la mujer que era su compañera, no su tua cantante. Aunque antes se vio algo confundido ante los significados, pero logró comprenderlo luego de confirmarlo al tener a las dos mujeres Swan al frente de él aquel día en su casa.
—¿Y para qué quieres entenderme? ¿Para acercarte a mí? ¡Ja! Mejor lárgate de aquí, no quiero tu presencia en esta casa —gruñó volteando sus ojos y apretando su puño, haciendo que el muro de agua rodease al vampiro y lo apretase para después lanzarlo por la ventana, la cual abrió con el elemento líquido translucido para que no se rompa.
Lo oyó quejarse y rio en voz baja disfrutando de la caída del sujeto, se dio la vuelta en la cama y suspiró dejando que sus párpados se cierren para poder descansar su mente y cuerpo. Quería desear que aquella unión que tenía con el vampiro desaparezca, quería porque no podía hacerlo por completo; una parte de ella agarraba su corazón apretándolo para que no piense en esas cosas y acepte de una vez por todas que esa unión iba a ser la mejor de todas.
Pero, ¿quién le aseguraba eso a ella? ¿Quién le aseguraba que esa unión iba a ser una buena y no una como la que tuvo su madre con aquel señor? ¡¿Quién?!
Su mente taladró de forma constante sin necesidad de querer apagarlo porque no tenía ningún interruptor, era una máquina que solo funcionaba cuando la muchacha tenía esas recaídas mentales; en donde lo único que podía ser era escuchar los pensamientos y ver los recuerdos que su mente proyectaba, hundiéndola a un abismo casi oscuro, que no permitía que sus ojos vean una luz para iluminar su obscuro camino.
Estaba sola en esos momentos, por más que era acompañada hasta por la misma calidez de las sábanas.
Estaba sola, y siempre lo sabría.
H | ᴇᴅɪᴛᴀᴅᴏ
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