Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Preludio

Los ojos de Kazutora brillaron, felices, nostálgicos, ubicando con su mirada aquella cabellera teñida de rubio, sus ojos eran justo como los recordaba, un verde azulado que en los días tormentosos eran más oscuros, como si el cielo se reflejase en ellos.

El pequeño rubio veía como aquel felino de cabellos negros caminaba cerca de la acera, dónde por algunos centímetros ya no estaría bajo techo, y sabía lo mucho que ese animalito odiaba mojarse, aunque parecía no obedecer o responder a sus llamados, sin embargo, vió como corrió a los brazos de Baji cuando se agachó a su lado, asustándolo momentáneamente al sentir su presencia tan cerca.

—Ven pequeño —murmuró el de ojos marrones, acariciando el pelaje perfectamente peinado del gatito entre sus manos.

—Gracias —el menor le sonrió cálidamente—. Últimamente no quiere hacerme caso —se quejó con un pequeño y tierno puchero en sus labios, de pronto sintiendo otra presencia en su lado contrario, era Kazutora, quien se había parado allí, teniéndole que ver desde abajo.

Y abrió sus ojos a tope cuando vió el estado del chico, levantándose de golpe, con una mirada preocupada en sus ojos aunque era la primera vez que le veía.

—¡Estás muy herido! —decía abriendo sus labios a tope en sorpresa, su boca siendo pequeña, por lo que se veía realmente tierno, Kazutora solo viéndole fijamente, nunca había conocido a ese chico en esa edad, pero no le costó reconocerlo, se parecía bastante, además de que su mascota llevaba el mismo nombre.

Chifuyu ladeó su cuello al no recibir alguna respuesta por parte del ojimiel, sus ojos curiosos analizando su cuerpo.

—¿Estás bien? —preguntó, Baji levantándose también, con el felino entre sus brazos.

Kazutora no reaccionaba, ¿era Chifuyu, o un ángel realmente bello?

—¿Por qué no habla? —pronunció el de ojos claros, volteando a ver a Baji, este negando con una sonrisa.

—Está bien, solo es algo tímido —explicó, Chifuyu volteó a ver al tatuado, viendo con angustia las vendas en sus extremidades.

—¿Qué le pasó? —preguntó inocentemente, acercando un poco su rostro al ojimiel.

Baji pensaba si debía decirle, recién se dirigían varias palabras, y Chifuyu entendió de inmediato.

—No importa —negó sonriendo un poco, entonces tomando a Peke J entre sus manos, este escondiéndose en la calidez de su cuerpo ante la brisa fría que movía los cabellos de su dueño—. Chifuyu Matsuno—le extendió su mano al de ojos chocolate, una hermosa sonrisa ampliándose en sus labios.

—Keisuke Baji —sonrió también, estrechando su mano, entonces viendo a Kazutora que aún no hacía nada, y aprovechó que tenía la mano del rubio en su poder, tomando la de Kazutora también, entonces juntándolas en el aire—. Él es Kazutora Hanemiya, un gusto conocerte —le dijo, y Kazutora observó sus manos juntas, sintiendo su piel tan suave.

No quería, pero no pudo evitarlo, dejando caer varias lágrimas de sus ojos hacia abajo, humedeciendo sus mejillas.

—¡U-un gusto, Fuy- Chifuyu! —decía entre suspiros, el rubio parpadeó varias veces sin entender el por qué de su comportamiento.

—¿Él está bien de la cabeza? —le preguntó a Baji en susurro, cerca de su oído, sin apartar su mano de la contraria que le sostenía.

—Sí, no te preocupes —le susurró de vuelta, ambos viendo la sonrisa de Kazutora.

Definitivamente, pasaba algo.

Y Baji lo descubriría.

—Gracias por ayudarnos, estaba siendo un poco pesado traerle yo solo —agradeció el de ojos carmelita, dejando sus zapatos en la entrada de su casa, junto a él Kazutora y Chifuyu, quienes imitaban su acción, agradecían que había dejado de llover, si no jamás hubiesen llegado a tiempo para antes del almuerzo.

—No te preocupes, no podía dejarles viendo su estado —sonrió el menor, rascando la parte trasera de su nuca con algo de vergüenza.

—¡Ya estoy en casa! —gritó Baji a su madre, en seguida recibiendo una respuesta.

—¡Bienvenido! —la mujer de cabellos negros asomó su cabeza desde la sala, los pequeños parpadearon varias veces junto a ella.

—¡Oh!, ¿un nuevo amigo? —se acercó con una sonrisa al menor, este sintiendo sus mejillas arder, y por alguna razón Baji también se sonrojó, era realmente adorable, sus ojos claros hacían contraste con el intenso rojo en sus mejillas, y al haberse encogido de hombros sus mejillas se habían abultado, un pequeño ángel digno de admirar.

Antes de que Chifuyu o alguien pudiese responder, la madre de Baji miró espantada a Kazutora, horrorizada al ver su cuerpo.

—¡¿K-Kazutora?! —se le acercó con rapidez, estuvo a punto de tocarlo, más se detuvo preocupada antes de hacerlo.

—Tora se quedará por unos días aquí, anoche Shin, el hermano de Mikey, se lo encontró golpeado, lo curaron y denunciaron a su padre —explicó el de cabellos negros, tanto Chifuyu como la mayor abrieron sus ojos a tope, totalmente sorprendidos.

—Que horror —dijo la mujer, totalmente espantada, con sus dos manos en su boca, sin saber cómo reaccionar.

Chifuyu, por otro lado, se acercó al de ojos miel, con su boca entreabierta, sus pequeñas manos temblando en el momento que las llevó al rostro contrario, este le observó fijamente a los ojos mientras la madre de Baji fue a por algo de comer para ellos.

Baji observaba a aquellos dos con algo de incomodidad, desviaba la mirada cada algunos segundos, Kazutora y Chifuyu simplemente estaban ahí, sin palabras.

Entonces el rubio retiró sus manos, metiéndolas en los bolsillos de su abrigo, encogiéndose de hombros mientras un pequeño sonrojo se hacía presente en sus mejillas.

Baji y Kazutora compartieron miradas, parpadeando varias veces sin entender su comportamiento.

Y el de ojos miel solo le sonrió, grandemente, porque ahora los tenía a los dos allí, las dos personas que podrían hacerle reír a carcajadas aunque estuviese lleno de heridas.

Después de que comieron algunos dulces subieron a la habitación de Baji, Chifuyu pidió irse, pues no quería molestar, pero ellos le dijeron que no importaba, y que sería agradable tenerle con ellos un poco más.

—¡¿Así que venía aquí?!, ¡por eso es que desaparecía todas las tardes, y cuando volvía ya había comido! —exclamó el menor, totalmente sorprendido, nunca se imaginó encontrarse con el chico que alimentaba a su mascota sin que él lo supiese.

—Jajaja, pues sí, siempre venía a la misma hora y yo le daba de comer, pensé que no tenía dueño, y la vez que intenté dejarle aquí se fue sin darme cuenta —hizo un pequeño puchero el de ojos chocolate, Chifuyu rió con él.

Se estaban llevando bien.

Kazutora estaba acostado en el medio de ambos, estos estando sentados uno frente al otro, Baji acariciaba el cabello del de ojos miel, logrando adormilarlo un poco, mientras que el rubio jugaba tímidamente con los dedos del chico, viendo sus vendajes de vez en cuando.

—....ora

Kazutora escuchaba una vos conocida.

—...utora

Cada vez era más fuerte y clara.

—¡Kazutora!

—¡Ah! —se despertó de golpe, viendo confundido su alrededor, pronto pudiendo distinguir el rostro de Baji entre la nebulosa que era su vista.

—Al fin despiertas, Chifuyu ya se fue, hace un rato —rió levemente el de cabellos azabaches, logrando que Kazutora se sonrojase un poco, entonces su rostro cambió, estaba totalmente serio, Kazutora le veía confundido, aún sintiendo sus mejillas calientes.

Le vió acercarse, y él retrocedió un poco, apoyando sus antebrazos en la cama, parte de su espalda rozando esta.

Baji estaba tan cerca, podía sentir su respiración y ver sus ojos verle tan fijamente, su corazón comenzando a latir como loco entonces.

—Nunca lo he hecho, y no sé si deba hacerlo, y aunque no quiera decirlo, aún somos pequeños —le dijo, desviando un poco su mirada, su corazón también acelerándose, y tenía miedo, pero ya no aguantaba las ganas de hacerlo, verle así, con tantas heridas, su cuerpo tan delgado, le hacía partir el corazón, quería darle todo el apoyo necesario, quería poder hacerle sentir querido—, pero aún así... yo... —se acercaba cada vez más, Kazutora sentía su pecho subir y bajar, y un pequeño escalofrío recorrió todo su cuerpo cuando sus labios se rozaron, Baji tomando el control, acariciándole con suavidad aquellos labios que tanto quería sentir desde hace mucho, pronto, ambos uniéndose en un beso totalmente dulce y casto, el más bajo enrollando sus dedos en el cabello negro como la noche, el dueño de este acariciando sus mejillas.

Era un beso infantil y tierno.

Sentían tocar el cielo, sus labios inexpertos curioseando en los contrarios, y Kazutora sabía hacerlo bien, pero dejó que Baji experimentase, si le besaba como él sabía se daría cuenta y tal vez pensaría otras cosas.

Cuando se separaron sus mejillas parecían echar humo, los ojos de ambos estaban entrecerrados, aún con sus rostros lo suficientemente cerca como para sentir sus alientos acelerados.

—B-Baji... —pronunció el menor, en un suspiro ahogado al sentir toques en la puerta.

Baji la abrió, su madre los buscaba para almorzar, compartieron miradas cuando la mujer preguntó por qué sus rostros estaban tan enrojecidos, ellos solo se encogieron de hombros, sin dar una respuesta verdadera, culpando al calor cuando el cuarto era más helado que un congelador.

Después de almorzar, y Kazutora sufrir varios momentos incómodos por parte de la madre de Baji, quien le daba todos los cuidados, incluso propuso embutirle su almuerzo, más puso negarse, no quería pasar esa vergüenza.

—¡P-Puedo hacerlo solo, Baji! —gritaba el de ojos miel, retrocediendo varios pasos, sintiendo el suelo frío bajo sus pies.

—¡Lo sé, pero si mi madre se entera que no te ayudé me mata! —él caminaba hacia Kazutora, tomando la ropa de este y quitándosela poco a poco.

—¡No tiene por qué enterarse! —seguía insistiendo en que no lo hiciera, y pegó un pequeño grito cuando ya no hubo ropa en su cuerpo además de sus calzones, quedando expuesto a la vista de Baji.

—Mi madre lo sabe todo —dijo, poniendo sus ojos en blanco, luego solo usando un dedo para empujar a Kazutora hasta que cayó sentado dentro de la bañera vacía, este solo quejándose.

Baji tomó una toallita húmeda, esta ya estando preparada fue deslizada sobre la espalda de Kazutora, y el chico hizo una mueca y emitió un suspiro ahogado al sentirla tan fría.

Observó a Baji de reojo, su seño estaba fruncido y sus ojos estaban adornados con un toque de tristeza, viendo el estado de su piel, le dolía tanto verle así, podría llorar en cualquier momento si no fuese por su orgullo.

—¿Vas a llorar?

Solo tuvo que decir eso para que el pelinegro tuviese que tapar su boca con la mano que tenía desocupada, tratando de contener los suspiros que querían salir de su boca.

Kazutora le miró entristecido, se le acercó, dispuesto a tomar su mano, esa que estaba reposando sobre el borde de la bañera.

Sin embargo, en cuanto hicieron contacto Baji le dió un fuerte manotazo, él le miró sorprendido por sus acciones.

—¡¿Por qué no dijiste nada?!, ¡pudimos haber evitado todo esto! —gritó, entre furioso y triste, las lágrimas acumuladas en sus ojos hacían que estos brillasen, y era ira lo que había en ellos, Kazutora tembló ante su voz.

—B-Baji yo-

—¡Nada de Baji! —interrumpió, respirando agitado, y al ver la expresión de dolor de Kazutora observó hacia su muñeca, no sabía cómo o cuando la tomó y apretó fuerte, el de ojos miel sentía más que dolor, pues estaba apretando demasiado las vendas, y apenas Baji se dió cuenta, aflojó el agarre, y Kazutora suspiró aceleradamente, llevando su mano contra su pecho, tratando de hacer que se fuera el dolor, Baji le miró con culpa, entonces recapacitando de su pequeño ataque de ira—. Perdón Tora, yo no-

No pudo terminar de hablar cuando Kazutora le empujó hasta que cayó en el suelo, y no fue una caída muy grande ya que había estado arrodillado anteriormente, pero aún así pudo sentir todas las fuerzas del chico en ese impulso, las pocas que tenía.

—¡Vete de aquí! —le gritó, viéndole con lágrimas en los ojos, entonces bajando la cabeza entre sus piernas, apoyándola sobre sus brazos, temblando, había dolido.

—L-Lo siento Tora —insistió, levantándose hasta llegar con él, y se acercaba con pasos inseguros, ¿cómo se había atrevido a hacerle daño?

—¡V-vete!, ¡déjame! —exigió, pero sintió las manos de Baji hacerle levantar la cabeza, viéndole con ojos suplicantes, y él desvió la mirada—. No me mires así, idiota —susurró, con sus mejillas rojizas, y escuchó una risita por parte de Baji, entonces sintiendo dos manos en su rostro, obligándole a verle a los ojos.

El más alto posó un beso en su frente, y cuando estuvo a punto de separarse, Kazutora le abrazó desde su lugar, escondiendo su cabeza en su abdomen.

—Discúlpame, ¿si?, es que, no soporto verte así, y solo de pensar que tú lo ocultaste tanto tiempo... —Kazutora se levantó antes de que siguiese hablando, posó un dedo sobre sus labios.

—Shhh —le indicó silencio, entonces rodeando su cuello con sus brazos, enterrando su rostro en el hueco de su cuello, Baji solo aceptándolo, sintiendo tanta calidez, su piel desnuda rozando las pocas partes de piel que tenía fuera de su ropa.

—Joder, eres tan terco.

—Perdón —rió un poco—. Prometo confiarte todo de ahora en adelante, ¿si? —dijo, separándose, extendiéndole su mano con el meñique alzado, una sonrisa juguetona asomándose en su rostro, es verdad que había errado en no contarle, debía reparar ese error, y era de las cosas que tenía como meta hacer en su estadía en ese tiempo.

—No sé cómo te aguanto —dice, rodeando su meñique con el suyo, y fueron segundos los que pasaron cuando Kazutora se inclinó hacia él, dejando un dulce beso en su mejilla, Baji sonrió infantilmente, sus mejillas tiñiéndose de rojo.

Luego Kazutora volvió a sentarse, Baji continuó lo que en un inicio estaban haciendo, limpiando su piel con suavidad, mientras tanto conversando, y fueron sorprendidos por el llamado de la madre de Baji cuando este secaba el rostro de su amigo frente al espejo, pues ya habían terminado.

—¡¿Qué pasa?! —gritó el de ojos chocolate en respuesta, mientras tanto seguía revolviendo la toalla blanca sobre las mejillas del ojimiel.

—¡Shinichiro está al teléfono!

Kazutora se tensó, él y Baji compartieron miradas.

Hora del interrogatorio.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro