Misterio
—¿Y? —pronunció el de ojos oscuros y cabellos rubios con ansiedad, Kazutora apenas había dado un paso fuera de aquella puerta y ya estaba recibiendo preguntas, más de las que ya le habían hecho dentro.
—¿Estás bien? —Shinichiro se le acercó preocupado, el rostro del menor era neutral, simplemente asintiendo a sus palabras.
—¿Y Baji? —murmuró, observando hacia el suelo como si fuese lo más interesante del mundo, tantas respuestas tuvo que dar, recordando cada escenario como si fuese en ese mismo instante, casa puño alzado en su contra. Solo quería ir a los brazos de Baji o Chifuyu, cualquiera, no importaba, y si eran los dos, mucho mejor.
—¡Tora!
—¡Kazutora!
¿Acaso el universo le había escuchado?
Allí estaban aquellos dos, corriendo hacia él con rostros preocupados, Chifuyu tenía las mejillas muy rojas debido a su tan blanca piel, mientras que Baji trataba de que su cabello le dejase ver, estaba ya un poco largo, tal vez debería cortarlo.
—Chicos... —una pequeña sonrisa se formó en su rostro, sus ojos lucían cansados, y la parte inferior de estos estaban rojos, como si hubiese estado llorando.
El azabache se lanzó sobre él, rodeándole con sus brazos en un fuerte abrazo que disfrutó casa segundo. Chifuyu solo estaba cerca de ellos, porque no tenía la suficiente confianza con Kazutora como para abrazarle también.
Shinichiro fue llamado por la enfermera, y a petición de este, Mikey fue con él, dejándoles allí, solos los tres, en un pasillo por el que hasta el momento no pasaba nadie.
Baji comenzaba a preocuparse, Chifuyu les veía confuso, Kazutora no soltaba al de ojos chocolate, no despegaba los brazos de sobre él.
—¿Tora? —el de afilados colmillos habló, justo en el momento que el mencionado por fin se separó de este.
Observaba el suelo, de pronto todos los recuerdos tristes volviendo a su cabeza, la muerte de Shinichiro, Baji, la de Draken, el infierno que vivió en el Reformatorio, la muerte de Chifuyu...
Y solo quiso abrazarle también, caminando apenas un metro, dejando su cabeza descansar sobre el hombro de aquel rubio, el cual ahora no podía estar más sonrojado.
El corazón de Chifuyu latía con rapidez mientras un gran rubor hacia arder sus mejillas, y solo observaba a Baji, mientras poco a poco, y con duda, subía sus brazos hasta la espalda de quién se encontraba contra su cuerpo.
—¿Kazutora, estás bien? —preguntó en un bajo tono, algo tenso por la mirada de Baji sobre ambos.
—Quiero ir a casa...
Pasaron varios días después de esto, Kazutora estuvo yendo junto a Shinichiro a consultas con una psicóloga muy agradable, la cual le ayudó bastante, estaba seguro que sería alguien muy distinto cuando volviese a su tiempo.
Y hablando de eso, comenzaba a desesperarse, es decir, no pasaba absolutamente nada, y no sabía ni tenía la menor idea de cómo regresar.
Fue cuando sus ojos se iluminaron que una idea llegó a su cabeza.
¿Y si buscaba a Takemichi?
¡Seguro le ayudaba!
Aunque eran bastante pequeños, no sabía si el rubio sabía de su poder.
—¡Permiso!
Sintió una brisa que pasó fuertemente por su lado, y vió el rastro de unos cabellos rubios, logrando sacarlo de su trance.
—¿Ese no era Mikey? —preguntó Baji con curiosidad, Chifuyu se encogió de hombros, sin saber, ya que no había estado prestando la suficiente atención como para identificar a la persona que pasó corriendo por su lado y casi les atropella de no ser porque Baji les jaló a un lado.
Ellos, por mera curiosidad, comenzaron a caminar en sentido contrario, siguiendo al que supuestamente había sido Mikey.
Cuando le encontraron, estaba descansando sus manos sobre sus rodillas, tratando de recuperar su aliento. Y sí, era Mikey.
—Casi nos atropellas, tarado —Baji le proporcionó una pequeña patada en su espalda, de la cual se quejó el más bajo volteándose con enojo.
—¡Oe, eso dolió! —le apuntó con su dedo índice, poniendo sus ojos en blanco.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Kazutora, mientras sutilmente pasaba su brazo por detrás de la espalda del ojiverde, hasta terminar apoyándolo sobre sus hombros, el menor solo encogiéndose de hombros mientras sus mejillas enrojecían.
—Ustedes, ¿no le vieron?
—¿De qué hablas? —Baji arqueó una de sus cejas, sin entender a qué se refería.
—¡De Takemich-! —se calló de inmediato, dejando sus palabras esfumarse en el aire, Kazutora abrió sus ojos a tope, su respiración cortándose repentinamente—. Es decir, al chico de cabello rubio, el que venía con tres más junto a él —murmuró, de repente estando muy nervioso.
—No, no le vimos —respondió Baji, estando algo confuso.
Chifuyu soltó un quejido que solo Baji logró escuchar, y curioso por esto le observó.
—K-Kazutora... —dijo, una mueca de dolor plasmándose en su rostro, y fue que Baji se dió cuenta, era notable la fuerza con la que el mencionado le estaba tomando del hombro.
El de ojos miel le soltó de inmediato, despertando de su trance, y de la nada, todo pasando por alto cuando escucharon la voz enojada de Draken, quien venía con un aura aterradora, y no hacia ellos, sino hacia Mikey.
—¡Oye, tú! —le señaló—. ¡Ven aquí, enano de mierda!
—Corre.
Solo tuvieron que decirle eso, el rubio huyó de inmediato, Draken corrió tras él, lo demás ya no les importaba, así que decidieron seguir su camino.
—¡Hey!
—¿Eh?
—¿Cómo que "¿Eh?" ? —Baji le proporcionó un sape al tatuado, quien se quejó infantilmente, con un puchero en sus labios—. Llevo más de cinco minutos llamando tu nombre, y no reaccionas —su rostro parecía preocupado, Kazutora se regañó de inmediato, no le gustaba ver a Baji así por su culpa—. ¿Estás bien?
—Estoy bien, no te preocupes —se levantó de su asiento, abrazándole por algunos instantes, con una enorme sonrisa en su rostro.
Y aunque se veía feliz y en paz, no lo estaba, sí estaba sano, ya sus heridas no le dolían y había muy pocas vendas en ellas, las pocas que quedaron, esas que eran demasiado profundas a comparación con todas las demás. Pero en realidad, su cabeza estaba llena de pensamientos confusos.
"¡De Takemich-!"
Las palabras de Mikey no paraban de repetirse una y otra vez dentro de su cabeza, siendo tan frustrante, definitivamente debía hablar con el rubio, algo estaba pasando, y él lo descubriría.
Después de tomar un baño Shinichiro le llamó, le dijo que fuese a cenar allá, y vaya que oportuno, porque él planeaba ir de todas formas, ahora no tendría que lidiar con quemarse la cabeza en el camino pensando una excusa.
Esa tarde se despidió de Baji con un abrazo, que le dejó en un gran rubor pues el chico no quería soltarse, incluso le pidió que se quedase con él.
Pero después de media hora pudo convencerle, entonces abandonando el lugar y dirigiéndose en la moto del azabache hacia la residencia de los Sano.
Al llegar estacionó su moto en el garaje y fue recibido por un abrazo de Emma, quien al parecer estaba muy emocionada por la visita de una chica que Kazutora reconoció de inmediato, Senju Akashi, alias, la princesa de Brahman, pero que ahora solo era una pequeña que corría por toda la casa con dos lindas muñecas en sus manos.
—¡Kazutora, bienvenido! —Shinichiro le sonrió ampliamente, él le devolvió el gesto de inmediato, agradeciendo, también cuando cenaron, y en el ambiente había una terrible tensión, Mikey ya se había percatado de su mirada fija sobre él, y no sabía por qué le miraba de una forma tan inncriminatoria, por lo que comenzó a sentirse nervioso, pensando en lo sucedido en la mañana, creyendo que Kazutora ahora sabía todo.
Todos se miraban en silencio, ahora que estaban en el sofá, incluso Senju y Emma se dieron cuenta de la tensión entre el de ojos oscuros y el de orbes miel.
—¿Y a ustedes dos qué les pasa?
—¡Senju! —Shinichiro interrumpió abruptamente la interrogante de la pequeña Emma, entrando a la sala buscando con los ojos a la de cabellos blanquecinos—. Haruchiyo ha venido a por ti —le dijo, y Senju se levantó rápidamente, sonriéndole a los presentes.
—Ya me voy, adiós.
—Adiós, Senju —Emma se levantó también, dándole un abrazo a su amiga—. ¡Vuelve pronto!
La contraria asintió sonriendo, y comenzó a retirarse junto al mayor en la sala.
—¡Que ganas de ver a Sanzu me han dado de repente! —Mikey sonriendo nervioso sigue los pasos de aquellos dos, y Kazutora pone los ojos en blanco.
—¡Mikey!
—¡Aaa!
Mikey se echó a correr y Kazutora fue detrás, Shinichiro tomó a Senju en brazos para apartarla del camino por el que iban aquellos dos, ya que si la dejaba, capaz le pasaban por arriba.
—Oigan... —aquel que se encontraba en la puerta los veía acercarse—. No corran... —no parecían hacer caso, más bien, ni siquiera se habían percatado de que él estaba ahí, por lo que lo supo de inmediato, debía salir de ahí, aunque ya era muy tarde, los tenía en frente—. ¡D-deténganse!
Shinichiro cerró sus ojos, escuchando un ruido sordo y los gritos de ellos mientras caían. Senju y Emma, que recién había llegado, hicieron una mueca, para luego comenzar a reírse.
—¡¿Están bien?! —el joven de ojos negros se les acercó preocupado, viendo a Kazutora sobre Mikey, intentando levantarse, el rubio ni siquiera parecía querer moverse, riéndose por lo sucedido, por otro lado, estaba aquel chico de hermosos ojos entre verde esmeralda y azul marino, su cabello caía con gracia a un lado de su cara, de un plateado que brillaba gracias a la luz de la luna que se reflejaba en él. El chico tenía una expresión de enojo en su rostro, dando suaves golpes a aquellos dos para que se levantasen.
—¡Idiotas, quítense de encima!
Cuando aquellos al fin se levantaron, Kazutora y Haruchiyo observaban a Mikey con enojo, el rubio solo reía como si no hubiese un mañana.
"Ojalá él riese así en el futuro...", pensó Kazutora, de repente ya no estando enojado al verle de esa forma.
No pudo evitar quedarse viendo las marcas a los lados de la boca del de cabellos blanquesinos, no sabía cómo pero estaban perfectamente alineadas, como si la izquierda fuese el reflejo en un espejo de la derecha, o viceversa.
El dueño de dichas cicatrices se percató de la intensa mirada ámbar sobre él, y específicamente hacia donde era dirigida. Pareció ponerse incómodo, desviando la mirada a otro lado mientras hacía que su cabello cubriese esa parte de su rostro, fue entonces cuando Kazutora despertó de su trance y escuchó aquella voz.
—¡Haru! —la pequeña de ojos azules se acercó a su hermano después de salirse del agarre de Shinichiro.
—Senju, dime, ¿estos dos te hicieron algo? —les miró mal, porque si a penas él llegó le hicieron eso, debía preocuparse por lo que le pasó a su hermana en el tiempo que estuvo allí.
—¡No hicimos nada! —se quejaron.
—Nop —respondió la menor, haciendo explotar la última letra de su palabra, luego tomó la mano de su hermano y comenzó a guiarlo a la salida—. ¡Adiós!
—Adiós —respondieron todos a la vez, alzando sus manos en despedida.
Pronto los hermanos Akashi se marcharon, y en ese momento Mikey y Kazutora se miraron fijamente.
—Mikey...
—Kazutora...
Y sí, comenzaron a correr otra vez, Shinichiro les regañaba mientras también les seguía, y Emma solo rodaba los ojos y subía a su habitación.
"Tontos" pensó.
Tiempo después, el reloj marcó las diez en punto, y fue cuando Shinichiro acostó a Emma, quien se había quedado dormida después de molestar a Mikey y Kazutora, los cuales trataban de hablar con tranquilidad después de aquellas persecuciones.
—¿Entonces? —Mikey miraba con curiosidad al ojiambar, y este puso los ojos en blanco al escucharle.
—¿Cómo que "entonces?, ¡explícate tú! —le miró con el seño fruncido, y la verdad era que Mikey no sabía a lo que se refería, y Kazutora no sabía a lo que se refería Mikey.
—¡¿Pero qué te explico?! —le devolvió el gesto, acercándose un poco a él, ambos estaban sentados en la cama del cuarto del de ojos negros—. ¡No sé por qué me perseguías!
—¡¿Cómo mierda conoces a Takemichi?! —dijo al fin, y la expresión del rubio cambió drásticamente, de una de enojo a una de confusión y nervios.
—¿E-eh?
—No te hagas el desentendido, en la mañana lo estabas buscando —le dijo, porque Mikey y Takemichi nunca se conocieron en ese tiempo, y tampoco era como si él hubiese hecho algo para cambiarlo.
—N-no, y-yo, es decir... —le miró mientras titubeaba, de pronto cambiando a una actitud más firme, pero los nervios aún notándose en su voz temblorosa—. ¿Cómo tú lo conoces? —devolvió en el mismo tono, sin saber bien que decir o hacer.
—E-ehhh, s-somos amigos.
—Mentira —acercó su rostro al ojiambar, este tensándose por algunos instantes, esa pregunta no la había esperado.
—¿Qué sabes tú? —le alejó con su brazo, empujándole hacia atrás.
—Solo lo sé.
Kazutora no entendía nada, "¿solo lo sé?", esa sería la respuesta que él daría si le hiciesen esa pregunta... claro, ya sabía lo que estaba pasando, solo debía confirmarlo con algún juego de palabras.
—¿Solo lo sabes?, ¿acaso has estado espiándome? —preguntó, con una media sonrisa en sus labios, Mikey abrió sus ojos sorprendido.
—¿Qué?, ¡no!
—¿Entonces? —se le acercó, logrando hacer que la respiración del rubio se cortase de golpe—. ¿Qué me estás ocultando?, ¿por qué te pones tan nervioso?, ¿por qué buscabas a alguien que se supone no debas conocer?
—¿Por qué sabes que se supone que no lo conozca?
—Solo lo sé —le devolvió sus palabras, y Mikey frunció su entrecejo ante la sonrisa burlona en su rostro.
Así es, le tenía contra la pared.
—¿Solo lo sabes?, ¿acaso has estado espiándome? —Kazutora le vió con sorpresa, Mikey era quien se burlaba ahora.
—No me devuelvas mis palabras, Mikey.
—Tú fuiste el primero en hacerlo, Kazutora.
—No tienes que imitarme.
—¿Siquiera viene al tema?
—¿Cuál es el tema entonces?
—Estábamos hablando de por qué es que estaba buscando a Mishi, cuando se supone que... —el rubio calló sus palabras cuando vió en los labios de Kazutora aquella enorme sonrisa, había caído—. Eres una pequeña mierda.
—Ahora somos igual de pequeños, bueno, sigo siendo más alto que tú —le susurró mientras sonreía de manera burlona.
Mikey hizo una muñeca de enojo, de pronto Kazutora cambió su expresión, ahora sonreía genuinamente.
—Sonríe, como hace rato, sabes lo mucho que Takemichi quiere lograr que lo hagas.
—Cállate —el chico sonrió levemente mientras sus ojos se relajaban y miraban hacia abajo, y sus mejillas se tornaban rojas, viéndose realmente nostálgico—. ¿Cómo hemos llegado a esto?
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