Capítulo 16
Por que la crianza nunca se trato de forzar a aprender, si no de guiar y enseñar
Al cabo de unas horas, noto que Haseul ya se encontraba mas calmada y tranquila, incluso había golpeado su cama cuando llego, quejándose en murmullos contra su pobre almohada. La encontró concentrada en un pequeño libro lleno de ilustraciones que le compro los días anteriores, se acerco sin ser demasiado brusco para no asustarla, sonriendo cuando simplemente recibió un suspiro calmado en el momento en que acaricio su cabello.
— Papi, no quiero ir con esa señora de nuevo — lo mira con sus ojitos llorosos, ¿Qué tan mal había hecho el trabajo esa señora?
— ¿Quieres contarme que paso con ella, o prefieres no hablar sobre eso linda? — Deja dulces cariños en su cabeza para otorgarle tranquilidad.
Seul parece pensarlo cuidadosamente, mientras sus ojos parecen adquirir mas brillo y no precisamente al brillo lleno de emoción que el acostumbra a ver. Deja que se tranquilice unos minutos, sin parar de hacerle pequeños mimos para ayudar a consolarla.
— Ella quería hablar sobre mamá — dijo por primera vez en los veinte minutos de silencio. — Me pregunto.. si mamá había hecho algo malo, por que no salía con ella.. — Su tono de voz parecía pasar a la desesperación, — ¿Por que no podía parar de preguntar? Yo no quería estar con ella, y solo seguía, seguía diciendo sobre eso, so-lo quería que no lo hiciera más papi — Finalmente el llanto que tiene contenido sale en medida de sollozos a viva voz, con parte de sus hipidos entrecortados por su misma falta de aire.
Y no podría romper algo mas a Hoseok que ver lo que generaba en su pequeña hablar sobre Roxanne. En toda su vida, solo había sentido impotencia un par de veces, la primera por su hermana, y ahora su mente se sentía inútil de no poder hacer mas que sostener a ese pequeño ser contra su cuerpo y brindarle palabras amorosas que la sostuvieran mientras soltaba todo ese dolor. ¿Aquello era lo que había notado Taehyung cuando se quedo en el departamento? No existía explicación alguna para el, como ayudar a su pequeña sin hacerle más daño, era la real pregunta.
— Papi — Su voz aun quebrada por le llanto, le llamo la atención. — ¿No vas a dejar que vuelva con ella verdad? — Parecía rogarle en silencio que no la abandonara.
— Por supuesto que no cielo, no vas a volver con ella, lo prometo, te quedarás conmigo.
Y Hoseok sintió que jamás había tenido la necesidad tan abrumadora de abrazar a alguien como la había sentido en ese momento. Su pequeña niña que alguna vez pudo sonreír, ahora parecía rota por los recuerdos de un pasado que no conocía y el solo esperaba ser suficiente para poder repararla.
Luego de un rato Haseul se quedó dormida, con sus ojos aún hinchados por el llanto constante. No pudo hacer más que quitarle la ropa de la calle y colocarle la pijama para que no despertara incómoda, por qué era inexperto, no sabía qué hacer después de ver tantas emociones en la pequeña. Se concentró en cocinar, para la cena estaba siguiendo la receta de un vídeo para hacer jajangmyeon con puré de papa en espiral.
Dejo todo hecho casi qué a las seis de la tarde, siendo bastante temprano como para comer prefirió tomar una ducha y adelantar algunos pendientes en lo que despertaba Seul. A eso de las ocho, fue cuando llegó a su habítacion a pasos cortos y ojos cerrados, somnolienta.
— ¿Papi? Tengo sueño — Bostezó, mientras se aferraba a su pecho.
— Vamos, ya has dormido un poco, primero comamos algo ¿Si? Luego puedes dormir de nuevo — Sintió un ligero deja Vu al decir eso, recordando a su madre ligeramente.
Haseul simplemente asintió.
Levanto a la pequeña para poder cargarla por costumbre, estaba tan adormilada aún, que sus ojos ni siquiera podían abrirse bien y caminaba tan despacio como si fuera un adorable gatito bebé. En la cocina la dejo subir sola a su puesto en la mesa con tranquilidad, mientras calentaba un poco la comida para que no estuviera frío.
— Papi, soñé algo bonito — Rompió el silencio.
La miró curioso y coloco su plato en la mesa — ¿Enserio, que fue? — preguntó con real interés.
— Soñé contigo papi, estábamos en.. en una playa con Taehyung-ah, Jungkookie-ah — Comió un poco antes de seguir, — Habían flores, y papi bailaba feliz, y también comíamos mucho. Era bonito, muyy bonito — Alargó la Y.
— Ya verás que pronto haremos ese sueño realidad, nos iremos de vacaciones, ¿Que te parece, hm? — Sonrió para ella.
— ¡Es genial papi, vamos a divertirnos mucho! — aplaudió emocionada.
— Lo haremos cielo, seremos muy felices.
Incluso si tenía que arriesgarlo todo, estaría dispuesto a sacrificarse por ella una vez más. Hace mucho tiempo no pudo salvar lo que más quería, pero ahora, el realmente podía hacerlo y no perdería oportunidad alguna de cuidarla.
Domingo 25 de Mayo, 2014.
El olor del hospital parecía haberse adherido a su ropa, a su vida general. Se sentía mareado aún pero aquel hombre lo había sacado tan pronto se le dio de alta, sin más, diciendo que el era un conocido de su padre y que debía de obedecerle por un periodo de tiempo, pero la verdad que no había prestado atención, por qué en su mente seguían los recuerdos de ese día.
La mirada de su hermana, el rostro de padre y el cuerpo lejano de su madre que podía reconocer por lo que llevaba puesto, todo seguía intacto. Cuando cerraba los ojos solo podía recordar sus sonrisas, esa mirada inocente para que luego el ensordecedor sonido del camión fuera lo único que recordara hasta que abrió los ojos de nuevo; como si su cabeza quisiera torturarlo más con la pérdida de lo único que tenía.
Trata de no pensar más en lo que pasó, por qué no se siente capaz de seguir si se estanca más en los recuerdos. No ha hablado con nadie de lo que pasó, si quiera sabe si su teléfono sobrevivió al golpe. Ahora los únicos ojos que puede ver son los de aquel hombre más alto que el, con un traje que probablemente cuesta más que su matrícula en la escuela y dando órdenes por teléfono. Lo único que sabe es que aquel hombre en algún momento conoció a su padre, no sabe si fueron amigos, o que fueron, pero por ahora le ha prometido una comida y un hogar a cambio de algo que no se esforzó en escuchar. Luego de un rato, para de hablar y le miro, aún con el movimiento inestable del auto.
Ah, olvidaba que estaban en un auto, ¿A donde era que iban?
— Hoseok, ¿Estas bien?
— Si..
El silenció volvió, por qué tampoco es como que estuviera animado para hablar de algo o dar explicaciones. ¿Por que no podía simplemente descansar? Estaba tan agotado de todo, se sentía fuera de plano y lejos de todo aquello que lo rodeaba. Ya no habían risas, ya no habían caricias, y así podría seguir, por qué nadie le volvería a amar ni generar en el un sentimiento de familia como alguna vez sus padres y hermana lo hicieron.
— Lo que vas a hacer para mí no te va a gustar Hoseok, no es si quieres tampoco; no tienes poder de decidir, de ahora en adelante estarás en deuda conmigo.
Asintió, por qué tampoco afectaría mucho, lo que fuera mientras su mente estuviera ocupada. — ¿Qué debería empezar a hacer?
— Primero te entrenaremos, no podrías solo hacerlo de la nada; no tendrías el estómago ni la fuerza para eso.
— Supongo que sí — Miro sus piernas, una de ellas aún tenía un vendaje suave por la recuperación. Ya ni siquiera podría bailar como ella, ¿Para que servían ahora? Se pregunto si alguna vez podría moverse como antes, o si aquel hombre conocía lo rápido que podía ser. Podría ser aquello lo que buscaba.
El hombre le dio una mirada sin cuidado, escaneando su cuerpo — En realidad solo tendrías que completar la terapia y nada más, fuiste el menos golpeado, así que no demoras en recuperarte para que pueda empezar.
Asintió.
Nuevamente el silencio, normal para los hombres de traje, lleno de ruido para un adolescente como el, sus pensamientos llenando el espacio sin dejarle tiempo para sentir algo más o pensar en lo sospechoso que era toda su situación. Cuando llegaron a ese edificio que parecía semi-abandonado, descubrió a gente practicando con todo tipo de cosas, algunas disparando inclusive.
— Si, como debes haber analizado esto no es un centro normal — Habló el señor, de nuevo.
— Parece millitar.. — murmuró.
— Matar gente Hoseok, a eso se dedican las personas que ves aquí practicando. Próximamente tu también lo serás — Sonríe.
Su cuerpo se paralizó. ¿Matar? Era imposible, su padre no podría conocer a alguien así, el no podía hacerle eso, era una persona dulce. No, esa no podía ser su realidad.
— Si, chico, que he dicho que esto se trata de matar — Suspiró con frustración al verle ido, — ¿Acaso creíste que vendría de gratis a ofrecer hogar? Esto no es una caridad, mocoso.
Apretó las manos — ¡Me niego! Preferiría haber muerto.
El simplemente se rió, seco sin gota de gracia, y estampó su cuerpo contra la pared mientras se acercaba lentamente a su oído. Sentía tanto terror que se paralizó, de la nada, simplemente esperando en silencio.
— ¿Mocoso, que crees que puedes elegir? Desde el momento en el que tus padres murieron, dejaste de tener oportunidad alguna de decidir que o no hacer. ¿Oíste? De verdad, me generas molestias innecesarias, si vuelvo a oír que te quejas o niegas una vez más, juro que desearás morir; por qué haré de todo con tu cuerpo menos matarte — Gruñó y lo soltó bruscamente, siguiendo su camino evidentemente enojado.
Estaba temblando, transpirando y.. eso lo hizo sentir vivo. Debería haber llorado, sentirse con miedo, preso del pánico pero se sentía tan vivo; desde el accidente no sentía nada, sin emoción, sin sonrisas, y ahora tenía su adrenalina al cien recorriendo todo su cuerpo.
Probablemente se estaba volviendo loco. El sentir algo como eso no debería ponerlo ansioso, no debería considerar aceptar solo para poder sentir algo nuevamente, ¿Qué le sucedía?
A los minutos volvió a la normalidad, viendo a un hombre uniformado que parecía llevar una maleta en sus manos caminar en su dirección. — ¿Jung Hoseok? — Pregunto amablemente.
Asintió.
— Sígame, le mostraré su habitación — El hombre sonrió leve y dio una pequeña vuelta para empezar a bajar la escalera, — debe saber qué al llegar en un día semanal deberá levantarse al amanecer para iniciar su capacitación, así que no duerma muy tarde. Las comidas son medidas para cada persona y son específicas para el horario que se te asigne.
— Un horario asignado.. — murmuró. — ¿No es esto de casualidad un centro militar a pesar de todo?
El uniformado simplemente río amargamente. — Es la agencia de entrenamiento para sicarios privados del Jefe, no un centro militar. Se usan técnicas del servicio militar, es cierto, pero aquí no aprendes a defender al país. Tu deber es dar la vida por la mafia, investigar y matar a quien sea necesario, sin quejas, sin oposiciones; lo que tu contrato especifique es el tiempo que estarás bajo su mando.
» No debería decir esto, pero la mayoría de los que verás por aquí no están precisamente por gusto a matar personas o arriesgarse la vida. Como tú, debemos la vida a Lee y cumplimos con nuestra deuda hasta poder saldarla y ser libres — Se detiene un segundo para abrir una puerta, dejando ver un cuarto decente, apenas con lo necesario y un pequeño baño.
— Así que.. este es mi lugar.
El muchacho asiente y deja la maleta sobre la cama — Organiza tus cosas con calma, báñate y usa una ropa decente. Un guardia vendrá por ti en dos horas.
No se dicen más y se despiden con una respetuosa inclinación de cabeza. Solo en esa habitación ahora a solas es cuando se permite tratar de sintonizar con su cabeza, pero todavía le falla con recuerdos borrosos y pequeños pinchazos de dolor. Conoce sus reglas, y sabe muy bien que todo lo que va a hacer es inmoral, pero ni siquiera tiene un sitio a donde ir o donde acudir por ayuda. No tiene esperanzas en un futuro brillante, por qué si algo puede recordar de su padre muy claro es que aquella vida de mafia y muerte jamás traería felicidad.
Acabar con la vida de personas le helaba la sangre por anticipación, pero así mismo le generaba ganas irremediables de escapar y morir primero que tocar su primera víctima. Pero también reconoció la seriedad, aquel hombre jamás se burló, ni nada por el estilo. Podía relatar en sus ojos que un movimiento en falso sería capaz de costarle la vida o un buen monto de sufrimiento. Quería saber que tan real seria la libertad que menciono el hombre de antes, si realmente entrar a un mundo lleno de destrucción no tendría repercusión alguna en su futuro.
Trata de distraerse desempacando la maleta pequeña, notando que de la ropa que solía usar solo quedan algunas camisas negras o grises y pantalones formales. Suspira, notando que hay mas ropa nueva de su talla en los mismos colores, pero realmente no le molestaba. No tenia razón alguna para vestir tan colorido como antes, por que en esos colores llenos de vida que uso se quedaron los recuerdos de sus días felices; se quedaron allí, porque ya no existían días como esos para el.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro