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CAPITULO 58

El silencio había regresado al barco, todos observaban la hermosa isla que se hallaba a unos metros de ellos. Desde su punto de vista, todos pudieron ver sus altas montañas nevadas, sus verdes y frondosos bosques y la altura de muchos acantilados.

-No podemos proseguir. Algo nos lo impide.- Dijo un minotauro.

Dominic se metió en el agua, transformándose en una gran serpiente. Alana apareció, y se monto sobre él.

-Vamos, Alisa.- Dijo ella mirándola.

La mayor imito a su hermana y Dominic las llevo hasta el borde de la verdadera barrera. La cual era interpuesta para los seres mágicos. Las dos hermanas se dieron la mano, y de ello surgió un potente destello, el cual dejo cegados a todos aquellos que le vieron. La barrera cayo, pero por unos minutos. Alisa les indicó que podían ir. Dominic llevo a las dos hermanas hasta la orilla de la isla, y una vez allí Alana se transformó en una leona. Se dio la vuelta y miro al interior del bosque, algo había allí que la hacia querer ir a por ello, se sentía atraída, como si algo la llamase.

La Narniana miro a su hermana creyendo que actuaría igual, pero grande fue decepción, cuando no fue así. Alana comenzó a caminar, algo había en sus bosques que la atraía como un imán, quería averiguar de donde venia aquella atracción, pero si se alejaba todos irían tras ella.

-¿Que sucede?- Pregunto Alisa poniéndose a su lado.
-Nada. Estoy bien.- Respondió ella mintiendo.
-¿Segura? Te noto extraña.- Alegó su hermana.
-Estoy perfectamente.- Dicto ella comenzando a caminar.
-No te alejes mucho.- Pidió Alisa.

Alana comenzó a adentrarse entre la maleza sin darse cuenta de que estaba alejándose de la playa, y a su vez estaba mostrando su brillo de estrella.

-¿Que es esa luz?- Preguntó Edmund mirando hacia el bosque.
-La luz de una estrella.- Respondió Vela con firmeza.
-¿Donde esta Alana?- Preguntó Dominic buscando a su amiga.
-Se metió entre la maleza.- Respondió su hermana.
-¿Sola? ¿En esta isla? Hay que alcanzarla.- Alego alarmada Vela.
-¿Porque?- Preguntó Lucy mirándola.
-Esta es la isla de Arturo, isla en la que se libró la mítica batalla contra Jadis, en esta misma las grandes estrellas, las mas poderosas, vienen a morir. Alisa, ¿has notado extraña a Alana?- Alego ella asustada.
-Bueno, no dejaba de mirar al bosque, y se transformó en leona. Suele hacerlo cuando quiere huir...- Empezó a decir ella.
-Algo la esta atrayendo.- Dicto Vela.
-¿Que es lo que la esta atrayendo?- Preguntó Peter con curiosidad.
-Al único ser que ha burlado en dos ocasiones.- Respondió ella.
-La muerte.- Aclaró Dominic.

Alana caminaba sin encontrar aquello que ansiaba encontrar, sabia que no debía alejarse, pero debía de seguir, de encontrar aquello que a cada paso que daba la hacia sentirse segura.

-Alana...- Dijo una voz a su espalda.

La aludida se dio la vuelta y vio a un ser encapuchado que rápidamente se puso tras ella. Ella, se dio la vuelta, le miro fijamente, su mirada fría, sin vida y oscura, helaban y aterrorizaban al mas valiente de los guerreros, pero ella ya había visto aquella mirada, aquellos ojos sin vida. En dos ocasiones, en las cuales, rozo su pálida, fría y muerta piel.

-No eres real.- Dijo ella con miedo.
-Soy real, tan real como lo eres tu. Sabes a por lo que he venido, sabes lo que quiero. Debes de dejar ya este mundo.- Advirtió la muerte.
-No. Tengo otra oportunidad. Sino, ya me habrías llevado en las dos anteriores ocasiones.- Alegó ella cruzándose de brazos.
-Te equívocas pequeña, tu alma esta mas cerca de mi mundo, que del tuyo. Sabes que desde que supiste la verdad, sueñas con la muerte, la destrucción, la soledad y la oscuridad. La misma que se haya en tu corazón. ¿Cuanto tiempo tardaras en aniquilar todo? ¿Horas..., días..., meses..., años? No lo sabes, no puedes responderme. Haz el favor, y ayudate a evitar que destruyas aquello por lo que ellos han luchado.- Alegó la muerte tendiendo su mano.

Alana bajo la cabeza, miro la extremidad y pensó, en sí de verdad debía de hacerlo. Había soñado muchas veces con ello, había sido un recordatorio perpetuo de lo que ella era, pero aquella propuesta era tentadora, avariciosa se podría llegar a decir. Pero tan deseada por Alana que incluso sí quería tomarla. La Narniana levanto, con temor, su mano, dispuesta a darsela. Pero antes de que ambas manos se rozasen, Alisa apareció y miro fijamente a la muerte.

-No puedes pedir su vida. En una de las ocasiones dio su vida para proteger otra, lo que significa, entre las leyes de las estrellas, que aquella muerte nunca debió de suceder. Estas pidiendo algo que en realidad no puede darte. El plazo son tres muertes de la misma persona, pero debe de morir por su cuenta, sin que salve a alguien. No puedes recriminar nada.- Dijo Alisa mirándola.
-¿Crees que voy a hacerte caso?- Preguntó la muerte enfadándose.
-Puede que ella no pueda pararte, pero te recuerdo que sirves a la oscuridad, la cual pertenece a la noche, que a su vez esta reside en mi. Si intentas de nuevo, engañarme o a alguien diferente. Haré que desees tu propia muerte.- Amenazó Alana mientras sus ojos se volvían dorados.
-¿Crees poder amenazarme?- Rió la muerte.
-¿Poder? No. Puedo amenazarte y lo estoy haciendo. El poder de Allende, del cual, nosotras poseemos parte, también reside parte del tuyo. Ten cuidado con tus advertencias, porque entonces ellas dictaran tu verdadero destino. Porque yo las daré el objeto que pueda poner fin a tu hilo negro.- Aclaró Alana con una sonrisa de victoria.

La muerte desapareció y Alana regreso a la normalidad, de nuevo, sin saber que había sucedido. Simplemente estaba desorientada.

-¿Que ha pasado?- Preguntó mirándola.
-¿No recuerdas nada?- Preguntó Alisa mirándola.
-¿Recordar el que? ¿Estas bien?- Pregunto ella alarmada.
-Sí, no te preocupes de nada. Oye, ¿podrías explicarme quienes son ellas, es decir aquellas que ven los hilos negros?- Dijo Alisa mirándola.
-No son hilos negros, cada ser tiene un hilo de un color, el color representa su corazón, y este color va cambiando conforme el ser va creciendo y actuando. Ellas son tres ancianas que tienen la capacidad de ver esos hilos y cortarles. Son como parcas, pero en vez de estar al servicio de la muerte, ellas hacen ese trabajo. ¿Porque quieres saber esa información? Es mas que un cuento.- Alego Alana confundida.
-No se, solamente soñé con ello.- Mintió Alisa.
-Vale.- Respondió extrañada su hermana menor.

Ambas miraron a su alrededor, ya que se sentían observadas. De la nada el resto de sus compañeros aparecieron y se pusieron en alerta, debido a que se sentían de la misma forma. Alana cogió sus Sais, les dio una vuelta en el aire, y con un rápido movimiento les lanzo. Estos recorrieron una distancia hasta impactar contra un cuerpo, el desconocido se quejo ante el dolor que estos producían.

-No intentes quitárteles, solo yo puedo hacerlo.- Alego ella caminando.

La Narniana se puso enfrente de una mujer, ella tendría treinta y pocos años, unos hermosos ojos azules y el pelo negro como el carbón.

-¡Quitameles!- Se quejo ella.
-¿Quien eres?- Preguntó Alisa seriamente.
-¿Y vosotras? ¿Como habéis conseguido entrar? Habéis roto la barrera, lo he sentido. Pero solo Acheron es capaz de ello, bueno, era.- Alego ella mirándolas.
-Soy Alana y ella es mi hermana Alisa, somos los dos seres que debió de ser uno.- Explico Alana acercándose.
-Mis disculpas, soy Gaia. Soy protectora de la isla.- Dijo ella mientras Alana le quitaba los dos Sais.

Al hacerlo, los ojos de Alana se volvieron de un dorado muy intenso y brillante. Después de ello, se hizo para ella la oscuridad mas negra que jamas había visto o recordado.

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