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CAPITULO 43

Las gemelas salieron al exterior, donde varios elfos observaban a Alana. La Narniana sonrío al sentir los rayos del sol sobre su rostro, y sin detenerse guió a su hermana hasta donde estaban las dianas. Allí la indico que se pusiera frente a la diana y la comenzó a instruir sobre como debía de usar el arma. Mientras los lejanos recuerdos que una vez se vio obligada a olvidar regresaban, sabia que no debía de haber dicho la verdad, pero que remedio tenía, Alana ya estaba cansada de mentir y de todo lo que ocurría. Tras indicarla a Alisa lo que debía de hacer, la Narniana se sentó en el suelo, con los dos Sais delante de ella, cerro los ojos y, como si estuviera meditando, dejó su mente en blanco.

-Alana, ¿que haces?- Preguntó Alisa mirándola.
-Tú al arco. Se lo que hago.- Respondió su hermana menor sin abrir los ojos.

Alisa la miro extrañada, y por temor a su ira la obedeció, aunque la curiosidad por lo que hacia su hermana la recorría el cuerpo por completo.

-Pero dime que es lo que haces.- Rogó Alisa soltando el arco.

Alana abrió los ojos mientras sonreía.

-Entrenar una capacidad.- Explicó ella mirándola.
-No te entiendo.- Alegó Alisa desconcertada.
-De pequeña madre trajo a un guerrero de las islas solitarias para que aprendiera de sus técnicas y movimientos. Cuando empecé con la transformación madre le pidió que regresara a su hogar. Unos años después regreso para intentar completar mi entrenamiento, cosa que nunca fue posible. Pero aprendí un par de cosas.- Aclaró su hermana con una sonrisa.
-¿Podrías enseñármelas?- Preguntó Alisa mirándola.
-Si consigues controlar el arco, lo haré.- Alegó su hermana mirándola.

Alisa asintió y regreso a lo que su hermana la había pedido, mientras Alana la observaba sin verla. Alana quería usar aquella capacidad, para saber donde estaba Jadis al igual que si había alguna forma de encontrar a Arturo, cosa que veía prácticamente improbable, ya que tal vez él estuviera muerto, escondido de la magia o incluso podría tratarse de un mito. Pero con los últimos sucesos ocurridos los mitos y las leyendas parecían ser la única verdad. Era cierto que en las leyendas y en los mitos había algo que  siempre era verdad. ¿Pero ahora que era verdad y que no?

-¿Alana?- Dijo Shiary zarandeándola.
-¿Que pasa?- Preguntó Alana alarmada y abriendo los ojos de golpe.
-Estabas en un trance, me preocupaste.- Alego ella preocupada.
-No te preocupes, Shiary.- Rió Alana con una sonrisa.
-Preocuparse es decir poco, has estado muchas veces rozando las garras de la muerte. Deberías de tener cuidado.- Comentó Shiary mirándola.
-Lo se, pero no puedo evitar que mi suerte me lleve a ese camino. Se que en algún momento la suerte que tengo cesara y en ese momento puede que sea mi fin, pero hasta entonces, habrá que prepararse. Una guerra contra las Brujas sera peligrosa y sanguinaria.- Alego Alana cogiendo sus armas.
-Sera mejor que ahora te centres en la coronación. Sera en unos días y todos esperamos que ambas estéis listas para ello.- Comentó Shiary con una sonrisa.
-Al final llegara ese día. Hace un año, todo esto era inexistente, no sabia que era Bruja, que tenia una hermana, que era Elemental... Había muchas cosas que desconocía, las cuales están sucediendo ahora.- Dijo Alana mirando el brillo del filo.
-Tarde o temprano esto ocurriría, a llegado el momento que una nueva era se alce en torno a Narnia. Una era liderada por vosotras.- Alego Shiary mirándola.
-Que fácil es decirlo cuando no tienes tan altas las expectativas. Todos esperan que Alisa y yo reinemos igual que nuestros padres o que Aslan.- Alegó Alana pensativa.
-Entonces reinar vosotras. Nadie debe deciros como reinar, si os equivocais aprenderéis y sabréis hacerlo mejor la próxima vez. Nadie ha nacido sabiendo reinar, nadie es perfecto. Pero a diferencia de muchos reyes, vosotras sabéis porque lucháis, lo que sois y lo que debéis de ser. Aslan os eligió como reinas por una cosa, confía en vosotras y si los demás no lo hacen no importa. Aslan lo hace y él siempre sabe a quien pone al mando de Narnia. Puede que sean ciertos los rumores, puede que esta hermosa tierra este cambiando, pero es motivo de la nueva era que viene.- Alego Shiary con positividad.
-Siempre fuiste muy positiva. Y yo la negativa.- Rió con tristeza Alana.

Shiary rió y se marchó, debido a que todavía debía de atender varios asuntos, mientras Alana siguió observando a Alisa con las fechas. Minuto a minuto el espléndido cielo azul claro fue sustituido por el azul oscuro de la noche, el estridente sol por la silenciosa luna, y las nubes, que dejaban libre a la imaginación, a las estrellas, las cuales guiaban a los viajeros y a los marineros. Todo se sumió en el silencio, en la oscuridad y en la noche.

Los Narnianos dormían en sus camas soñando con lo que su imaginación les permitía. En el castillo elfico era igual, pero a excepción de una cosa, en una habitación de él, alguien no dormía, Alana miraba al techo de su habitación, mientras las sabanas de seda la tapaban y daban calor, pero por muy cómoda y agradable que estuviera en la cama, el sueño estaba tan lejos de ella que intentar dormir la cansaba. Se levantó sentándose en la cama, haciendo que el camisón se acomodara, la Narniana se frotó los ojos y la cara intentando despejar su mente de todo, pero no podía. Alana se puso de pies sintiendo el frío del suelo, corrió en busca de ropa para cambiarse y salir, tras ponerse un vestido negro con dibujos y una capa del mismo color, se puso los dos Sais en la cintura y su colgante alrededor del cuello. Con sigilo salió del castillo, adentrándose en la oscuridad del bosque. Alzo levemente su cabeza y miro a los arboles, una fuerte y heladora brisa azoto su cara, haciendo que tuviera que resguardarse en su capa. La Narniana llegó hasta un río, miro a la otra orilla y luego al río, sabía que era profundo, tanto como para morir ahogada, pero no había forma de bordearlo.

-Bueno, hasta aquí puedo seguir.- Alego Alana quitándose la capucha.

La Narniana miro al cielo estrellado, de pronto la luz de una estrella desapareció. De nuevo el temor de la desaparición de las estrellas la invadía, se había olvidado de ello y también era un problema. Problemas. Sólo había problemas en Narnia, y de momento ninguna solución, Brujas, estrellas que desaparecen, ella y su hermana con el poder de Acheron, y todo aquello que seguramente surgiría, ya que en aquellos temas la suerte les dejaba de lado. Caminó hacia la derecha y llego hasta unos arbustos, desde ellos pudo observar como los caballos corrían en libertad, las sirenas cantaban y el mar cambiaba su oscuro azul por un azul luminiscente.

-No es bueno que salgas del castillo.- Alego Peter apoyado en un árbol.
-No es bueno seguir alguien que puede matarte.- Alego ella mirando el mar.
-Con una herida como la que tienes, dudo que puedas alzar cualquier arma.- Respondió él mirándola.
-Es raro.- Comentó Alana pensativa.
-¿El que es raro?- Preguntó Peter acercándose.
-El mar. Nunca le había visto de ese azul, es como el azul de las estrellas. Seguro que esta relacionado.- Alegó Alana pensativa.
-Las estrellas brillan con una luz blanca, no azul.- Alego él.
-Vuestros ojos lo ven blanco, los mios y los de Alisa, al descender de una estrella, lo perciben con su verdadero color, azul.- Explicó ella con tranquilidad.
-Vale, esto ya es extraño y eso que he estado en Narnia mucho tiempo.- Alego él asimilándolo.
-Hay muchas cosas, fuera de Narnia, que harían enloquecer a los de vuestro mundo, son cortos.- Comentó Alana riéndose.
-Es cierto, estuviste en nuestro mundo. Siento lo que te ocurrió...- Respondió él.
-No tienes la culpa de algo que no has hecho. Además, si Aslan me mandó allí es por alguna razón.- Aclaró ella recordando.
-Bonito colgante. Es como mi escudo y el emblema de Narnia.- Comento Peter fijándose.
-Regalo de cumpleaños de mi abuelo.- Respondió ella rodando sus ojos.
-¿Hoy era vuestro cumpleaños?- Preguntó Peter mirándola.
-Sí, era hoy. Pero no me gustan los regalos, ni las sorpresas ni mucho menos las fiestas.- Alegó ella observando como la luminiscencia del agua desaparecía.
-Felicidades.- Respondió él.
-Te gusta molestarme, ¿no?- Alego ella jugando con su collar.
-Es un reto. Además, tú no nos harías nada.- Alego Peter con una sonrisa.
-Confías demasiado. De un día para otro puedo matar y destruir todo, te recuerdo que puedo hacer los hechizos de aquel libro.- Alego Alana poniéndose de pies.
-¿Y crees que por un hechizo te volverás mala?- Preguntó él molesto.
-Puede, no lo se. Pero no quiero herir a nadie, y se, que lo haré. Ya lo hice una vez.- Explicó ella.
-Si sigues con miedo, no sabrás que lo que podía haber pasado. Además, no creo que todo lo que has vivido te haya marcado.- Comentó el rubio con seguridad.
-No lo sabes. Nadie sabe lo que ha sucedido en aquellas misiones. Nadie vio lo que yo vi.- Explicó cabizbaja Alana.
-¿Y que sucedió? Puedes decírmelo.- Dijo Peter con curiosidad.
-La primera misión que tuve sola, fui mas allá de Narnia, todo era diferente, nuevo. La misión era fácil, ya lo había hecho mas veces, acabar con una cambiante. La encontré con rapidez, pero me engaño, se hizo pasar por mis padres, los cuales daba por desaparecidos. Cuando me fue atacar la mate, mate únicamente por sobrevivir, sin saber si lo que veía era cierto o simplemente una hermosa y dolorosa mentira. Cuando ella estaba agonizando en el suelo, me dijo que todo un pueblo caería ante mi. Nunca la he creído, pero tras los últimos sucesos, lo de Acheron y todo. Creo que no solo era cambiante, sino vidente. Puede que sea mentira, puede que sea verdad, pero lo que tengo claro es una cosa, puedo y haré daño a Narnia.- Dijo Alana mirando el suelo con una expresión de tristeza.
-No deberías de pensar en ello. Algunas Brujas no son de fiar, no confíes en ellas. Intentaran hacerte daño e incluso meterte sus ideas. Eso hizo Jadis con Edmund. No hay que dejarse manipular por ellas.- Dijo Peter.

Alana mantuvo el silencio y miró al suelo sin decir nada, solamente miraba el resplandor que sus Sais creaban, y como siempre, Alana abandono aquel lugar y se centro en sus pensamientos, llegando a lo mas lejos de su mente, de sus recuerdos y de todo. El único lugar donde solo había dos cosas. El vacío y ella.

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