CAPÍTULO 14
Alana llego hasta las rocas, camino por ellas, como solía hacer de pequeña, permitiendo que los recuerdos regresaran a su mente y que una pequeña sonrisa se escapara de sus labios.
Los Pevensie seguían con distancia a Alana, los cuatro hermanos querían saber a donde se dirigía la princesa.
La Narniana llego hasta una pared, se planto frente a ella y la miro fijamente. Sabia que había algo tras ella.
-"Invocó al ojo que todo lo ve para enseñarme lo que no se. Revelame lo que esta escondido, muestrame lo que esta prohibido."- Grito Alana tocando la pared.
Los Pevensie se quedaron inmóviles al ver, como Alana decía aquél hechizo y surgía lo que decía. Mientras, la Narniana sonreía al ver, el viejo y gordo, diario de su madre.
Alana, inspiró hondo y bajo la cabeza, segundos después se transformó en una leona. Cuando ya adquirió la forma animal, rugió, haciendo que no solo la pared de la montaña se abriera, sino que, los hijos de Adán y las hijas de Eva, sintieran miedo de aquel rugido.
Alana se metió dentro de la montaña y se dirigió, directamente hacia el libro. Al llegar ante él, volvió a sonreír, le cogió y salió de allí. Tras salir bajó la mirada al libro, y observó el dibujo que había en la cubierta de cuero. Al verle reconoció aquel símbolo, la media luna unida a una estrella y a la imagen de un pequeño león. Aquel dibujo, era el sello de su padre y el emblema de su familia. La luna simbolizaba la magia, la estrella, a su abuela, y el león a Aslan.
-¿Como has hecho eso?- Preguntó Edmund.
-Es un hechizo. Te sirve para hacer cosas.- Respondió Alana con obviedad mientras miraba el dibujo del libro.
-Eso lo hemos deducido. ¿Pero, porque has hecho ese hechizo?- Pregunto Susan mirándola.
-¿Tan importante es ese libro, como para que rompas una montaña?- Preguntó Peter.
Alana se giro hacia la montaña, observó el hueco que había quedado y con un simple chasquido de dedos, la pared regreso a su estado original. La Narniana caminó alejándose de ellos, mientras abría el libro y comenzaba a sumergirse en las páginas del viejo diario de su madre.
Los cuatro hermanos se quedaron, de nuevo, asombrados al ver como ella había actuado, y les había ignorado.
-Siempre tan amable.- Ironizó Edmund rodando los ojos.
-¿Visteis el libro? El dibujo que llevaba es como el sello de algunos documentos.- Comentó Lucy a sus hermanos.
-Tal vez, podría ser el nuevo emblema de Narnia. En su mayoría siguen teniendo a Aslan, pero he oído que había otro, uno creado por el rey Leo. Este era un león, una estrella y una luna.- Respondió Susan a su hermana pequeña.
-Esos tres dibujos estaban en el libro.- Alego Lucy emocionada.
-Creo, que ese libro es mucho mas importante. Sino, no estaría guardado en una montaña.- Alegó Peter caminando hacia el castillo.
-¿Y como pretendes quitárselo?- Preguntó Susan poniéndose a su lado.
-De eso me encargó yo. Me lo llevare cuando este distraída.- Respondió el Magnífico.
Los cuatro hermanos regresaron al castillo, donde esperaron a que Alana estuviera distraída, para quitarla el diario. Los Pevensie siguieron caminando, mientras que Alana corrió hacia el castillo, para poder leer el diario.
-Alana, ¿podrías jugar ahora esa partida de ajedrez?- Dijo Caspian mirándola.
-Claro, espera que vaya a mi habitación y deje una cosa.- Alego Alana.
Los Pevensie que estaban escondidos, vieron aquello como una oportunidad, así que decidieron esperar a que ambos, empezaran su partida, para poder coger el cuaderno.
Alana dejó el cuaderno sobre su cama, y salió de allí dirigiéndose a la biblioteca, allí se sentó frente a Caspian y ambos empezaron su partida.
En ese momento, Peter, junto a Susan entraron en la habitación de Alana, al entrar se asombraron al ver una habitación bastante diferente a lo que se esperaban. Esta, tenia las paredes de color lila, una cama con sabanas de seda y con un dosel de color azul cielo. A la derecha, había un tocador y un armario, a la izquierda un escritorio y unas estanterías, a los pies de la cama había un baúl y cerca de uno de los ventanales y al lado de la puerta dos sillones.
-Jamas me imagine esto así.- Comentó Susan perpleja.
-Cojamos el libro rápido.- Alego Peter cogiéndole.
Los dos hermanos salieron corriendo de la habitación y le llevaron a la habitación mas cercana, que resultó ser la del Magnifico.
Los cuatro hermanos estaban frente al libro, mirándole. Ninguno era capaz de abrirle y de leerle, ya que sabían que no debían de hacerlo. Pero, por primera vez, querían saber, antes que nadie, a lo que se enfrentaban.
-¿Estamos, los cuatro, seguros de esto?- Preguntó Edmund mirando a sus hermanos.
-Sí.- Respondieron al unísono Susan y Peter, mientras que Lucy asentía.
Edmund bajo la mirada y abrió el libro, al abrirle se fijaron en la regia letra con la que estaba escrita. Y sin mas preámbulos comenzaron a sumergirse en las palabras escritas, por Sigrid.
Alana acabó la partida con Caspian, en la que, claramente, gano la Narniana. Tras acabar se fue a su habitación, al llegar se percato de que su libro no estaba. Aquello la alarmó, pero recordó que cuando adquiría su forma animal, detectaba olores que para su forma humana eran imperceptibles. La Narniana se convirtió en un león e intento captar todo el aire y olor posible. Tras diferenciar el suyo del desconocido, salió fuera de su habitación y recorrió el castillo hasta dar con el dueño o dueños, de aquel olor.
Al llagar hasta una puerta se transformó en humana y llamó a la puerta, se sorprendió al ver que quien le abría fuera Peter.
-Dame lo que me has quitado.- Alego Alana intentando calmarse.
-¿A que te refieres?- Preguntó él nervioso.
-No soy tonta, me das el diario que me habéis quitado o lo tengo que recuperar por las malas.- Amenazo Alana mientras sus ojos se volvían dorados.
-Toma.- Dijo Edmund dándoselo.
-Lo sentimos.- Dijo Lucy, mientras ella y Susan se ponían al lado de sus hermanos.
-Esto me lo esperaba de cualquiera, pero no de aquellos por los cuales mi abuelo dio su vida y por los que he tenido admiración. Los cuatro son para mi una deshonra. Me alegro que os tuvierais que ir, Narnia no se merecía unos reyes así.- Alego Alana mientras se iba y se encerraba en su habitación seguido de un fuerte portazo.
Los Pevensie se miraron entre sí y se dieron cuenta del error que habían cometido. El hecho de haberla quitado el diario de su madre había hecho que la Narniana se enfadara con ellos, y estaba claro que tardaría, mucho, en olvidar aquel hurtó por parte de ellos.
-Ganial.- Ironizó Edmund saliendo de la habitación.
-Ahora si que no nos dirá nada.- Alego Susan con pesadez.
-¿Como habrá sabido que habíamos sido nosotros?- Preguntó Peter con curiosidad.
-Es medio león.- Respondió Lucy con obviedad.
Sus hermanos se rieron al no darse cuenta de aquello y cada uno se dirigió a su respectiva habitación. Mientras Alana miraba la portada del libro, aunque mirase el libro con la intención de leerlo, sus pensamientos estaban muy lejos del diario, de la habitación o del castillo, incluso más lejos de Narnia.
El hecho de haberse enfadado había hecho acordarse, de los buenos amigos que había hecho, no en Narnia o en las Islas Solitarias, sino, en aquellos lugares llenos de magia y criaturas muy especiales. Alana se acerco al baúl y rebuscó en él, en busca de un brazalete. Este tenia forma de un león rugiendo. Este brazalete fue el último regalo hecho por sus padres, el cual estaba unido a los diferentes brazaletes que había en aquellos lugares tan lejanos de Narnia como cercanos. Alana sonrió y recorrió con sus manos el dibujo, mientras de su boca se escapaba una sonrisa y regresaba a su mirada aquel brillo de felicidad y jovialidad que de pequeña perdió.
Alana se deslizó el brazalete por su mano derecha, recordando el motivo que hizo que se le quitara, y eso se debía a las pesadillas o visiones que este le causaba, las cuales no resistía.
El brazalete brillo con un poco de intensidad y rápidamente se acomodo a la muñeca de la Narniana. Alana sonrió y pensó en si de verdad debería de involucrar en aquella guerra a todos esos, pequeños, mundos.
De pronto la puerta sonó haciendo que Alana volviera al mundo real, por segunda vez. Ella se acerco a la puerta y la abrió, dejando ver a Peter.
-¿Que quieres? No quiero perder el tiempo a lo tonto.- Alegó Alana con cara de pocos amigos.
-Queria pedirte disculpas por haber robado tu libro. Solamente queríamos leerlo, te le íbamos a devolver.- Alego el rubio mirándola.
-Me da igual lo que fuerais a hacer con él. No es vuestro, podíais a verlo pedido.- Respondió Alana mientras ocultaba el brazalete.
-¿Nos lo hubieras dejado?- Preguntó él alzando una ceja.
-Pues sí, a diferencia de lo que lleguéis a pensar de mí, solo quiero ayudar. Pero parece ser que lo único que os importa a todos es protegerme de las Brujas, si de verdad quisieran mi muerte ya me habrían matado hace muchos años. Ella prefieren que permanezca con vida hasta que la luna este en su fase completa y sea de color rojo. Me sorprende que tras haber sido reyes y haber luchado contra una, no se os ocurriera indagar en sus tradiciones.- Alegó Alana entrando a su habitación y cerrando a Peter.
La Narniana sabia perfectamente que ese día estaba tan lejos como cerca, y por ello empezaba a preocuparse. No solo el peligro que se acercaba, sino, porque cuando aquello estuviera listo, atacarían y matarían a todos únicamente por un único Narniano. Ella.
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El hechizo que Alana hace esta sacado de la serie "Star vs las fuerzas del mal"
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