
𝐃𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞 (𝐄𝐩𝐢́𝐥𝐨𝐠𝐨)
(Veinte años después)
Los sábados por la mañana siempre eran tranquilos. Gratamente el barrio no había crecido demasiado, por lo que podías salir al patio y mezclarse con el silencio de la naturaleza. YoonGi se había tomado el tiempo de colocar árboles y plantas de todo tipo en el (no tan) pequeño patio, con lo cual actualmente parecía un pequeño bosque colorido.
Lastimosamente, el invierno había llegado. Por lo que salir afuera en la mañana era la última opción. Aunque de todas maneras, a algunas personas dentro de esa vivienda les gustaba despertar temprano. Quizás, demasiado temprano.
—Yoonie...
—¿Qué pasa amor?—estaban recostados en el sofá de la sala, ambos con un pijama de invierno. YoonGi era una ardilla y Park un perro amarillo, pero más allá de la temática, estaban bien abrigados.
—Me encanta cuando llega el invierno.
—Pero amor—lo miró incrédulo—, hace un par de meses me dijiste que te encantaba el verano.
—Lo sé, pero solo dije que me encanta el verano porque te pones tan cande-
—¡Ca-calla idiota! Ya lo capté, g-gracias.
Jimin se rió.
—Estaré todo el tiempo con mi familia, me dieron vacaciones todo el invierno—susurró contra su cuello, aspirando el suave perfume a manzana que el shampoo dejaba en él.
Min reaccionó ante sus palabras minutos más tardes.
—¡¿Tres meses?! Oh Park Jimin, ¡eso es maravilloso!
—Lo sé.
—¡Besaría a tu jefe o a quien demonios te haya dado las vacaciones!
—Pues no puedes—tomó al menor por el cuello del pijama y lo pegó más a su cuerpo para besarlo siendo un poquito posesivo.
Y a Min le encantaba que fuera así.
—Claro que no puedo, prefiero besar al señor beneficiado—sonrió juguetón y junto sus bocas nuevamente. Hasta que se oyeron pasos en la escalera—. Jungkook, ¿vas a salir tan temprano?—Min se cruzó de brazos frunciendo el ceño, apartándose del abrazo que mantenía con su esposo pero sin levantarse de su regazo.
Su hijo bajaba las escaleras de a dos escalones por vez, con prisa. Vestido de forma informal pero manteniendo la elegancia, se veía muy bien. Min sabía perfectamente a donde y con quién se encontraría.
—No, voy a entrar—respondió con sarcasmo, sacándole la lengua con burla. Giró el pomo de la puerta y tras abrir, salió de la vivienda.
YoonGi rió bajito, negando con la cabeza. Se recosto para dejarse abrazar por el mayor nuevamente como si fuera un bebé.
—No me gusta que te hable así—bufó Jimin, rodando los ojos—. ¿Porqué se lo permites?
—Porque es igual a mi, no puedo pedirle que sea lo que yo no le enseño. Pero Jim, él nos respeta y conoce sus límites.
—Lo sé—susurró en el cabello del menor—. ¿Iba a ver a Kim?
—Si Park, sabes que son novios desde hace un mes.
YoonGi amaba ver lo celoso que Jimin se ponía con solo recordarle que su pequeño bebé de diecisiete años estaba en una relación con un muchacho tres años mayor. A quien, irónicamente, hasta le habían cambiado los pañales.
—Aún no lo asimilo, tengo ganas de matarlos a ambos.
Min lo miró.
—Dame una razón válida, que no sea la edad.
La respuesta al mayor le salió automáticamente de sus labios, aunque no lo hubiera querido así.
—Son primos.
—¡Park Jimin! Hemos hablado de ese tema cientos de veces, basta ya—le señaló con el dedo índice, queriendo lucir intimidante.
El mayor le mordió el dedo con el que le señalaba sin ejercer demasiada presión. Atrajo el cuerpo de su esposo hacia el suyo un poco más y pegó sus frentes.
—Amor, solo bromeo—Min golpeaba el pecho del mayor con los puños mientras le dejaba pequeños besos por el rostro—. Mmm—ronroneó—, ¿tan molesto estás?
—Sip.
—¿Y si te doy mimos se te pasa?
—Quizás podría funcionar, pero preferiría que hoy en la noche prepares la cena—el mayor asintió sonriente.
Le gustaba mucho cocinar, y aunque no lo hacía con frecuencia, se le daba bien. Desde que su madre necesitaba ayuda para alimentarse debido al cáncer, Jimin tuvo que aprender algunos trucos también.
—Claro bebé.
—E invites a Kim, sin quejas—agregó poniéndose de pie, alejándose del mayor. Quizo reír de la mueca en el rostro de su marido pero se contuvo, comenzando a caminar en dirección a las escaleras.
Le picaba mucho la garganta, pero no quiso decirle nada al respecto a Park. Quizás solo se estaba por resfriar.
(...)
Jungkook llegó primero, a eso de las siete en punto, ya que quería ponerse ropa que usaba para estar cómodo en su casa mientras su novio compraba un par de cosas en el almacén a media cuadra. Cuando el timbre sonó, el menor de la casa estaba colocándose un pantalón corto por lo que le fue imposible ir a abrir la puerta.
Pero cierta persona le ganó de antemano, y no se enteró de aquello hasta que se asomó un poco por las escaleras. A medio vestir, sonreía embobado al ver a su lindo novio tímido hablando con su padre.
—Hola, Jimin hyung—saludó educado, haciendo una reverencia, mostrándole respeto. Realmente se encontraba nervioso, se sentía como si estuviera en el colegio y tuviera que dar una exposición oral al frente de sus compañeros, con la diferencia de que solo estaba parado frente a su suegro.
—Señor—le gruñó de mala gana, cruzado de brazos, como si quisiera marcar autoridad.
—¿Có-cómo?
Jungkook sintió las mariposas, que en algún momento de su adolescencia llegó a creer que eran una estupidés inventadas por niñitas, revolverse en su estómago al ver lo avergonzado que estaba Taehyung por el actuar de Park.
—Dime señor Jimin, porque soy tu tío.
Oh, que gran error.
Jungkook corrió mientras terminaba de acomodarse el cinturón a la habitación de sus padres, pasando por la habitación de su hermana que tenía la puerta cerrada por lo que pensó que dormía. Lo cierto es que Hye no estaba ya que había salido al parque con su mejor amigo y regresarían para la cena, aunque Jungkook no estaba enterado de aquello o su humor se habría caído al suelo.
Min se encontraba leyendo un artículo en internet sobre medicina cuando el chico entró, y levantó la vista a penas estuvo invadiendo su espacio personal.
—¡Gigi, Jimin está molestando a Taehyung!—se quejó, pateando la cama un poco fuerte.
A veces YoonGi pensaba que tener a Jungkook era igual que tener otra niña. Sus caprichos, enojos y berrinches eran como los de la pequeña Junghye de catorce años. Lo único que la diferenciaba del resto de la familia, es que a ella le gustaba dormir bastante.
—Cielo, tienes que entender—se rió un poco, indicandole al menor que tomara asiento a su lado, justo a los pies de la cama.
—¿Que cosa?—murmuró dudando viendo al mayor. Él podía entender que a sus padres les costara aceptar que ya no era un niño pequeño y que Taehyung fuera su novio, pero quizás estaban exagerando un poquito.
—Que eres nuestro hijo.
Jungkook quedó aún mas confundido que antes. Esperaba que le dijera que para Jimin seguía siendo el bebé que estaba en el orfanato y le llamó papá en cuanto lo vio entrar, o alguna cursilería de padre como esa.
—Pero eso ya lo sé papá, yo también los amo.
—Nuestro hijito—se corrigió acariciandole el cabello con nostalgia.
Bueno, a esas cursilerías me refería.
El adolescente le sonrió a su padre y no dudó en abrazarlo, escondiendo su rostro en el pecho de Min. A veces podía llegar a parecer que era un desagradecido y que no amaba a sus padres, pero la realidad era completamente distinta. Jungkook amaba a sus padres con todo lo que era su ser, y les estaría sumamente agradecido el resto de su vida por cada cosa que hicieron y hacen por el.
—Pero es que Papá Minnie le pidió a TaeTae que le llame tío.
Y en ese instante fue como si algo se encendiera dentro de Min. Ira, furia, enojo. Con una mezcla de amor y diversión quizás. Y todo ese sentir revuelto en sus venas, lo hicieron correr a sus cuarenta y tres años hasta las escaleras.
Solo para gritarle al amor de su vida, tres simples palabras que siempre lo significarán todo.
—¡Hey, Park Jimin!
Creo que falta un extra, pero no sé xd quiero hacerlo pero es difícil...
¿Prefieren que sea sobre la boda, todo cursi y tierno?
¿O sobre la boda pero mezclado con lemon y esas cosas? Lo que si, me llevará más tiempo jajajajja
En fin, aquí termina este libro realmente. Pero no es lo único, porque queda una última sorpresa por revelar próximamente.
Cuídense, lxs amo y gracias por todo♡
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