EPÍLOGO | ENTRE LAS SOMBRAS
Cuando los lobos iban perdiendo algo sorprendente sucedió, una luz rojiza con motas negras llenó todos los espacios del cuerpo de los vampiros, algunos pudieron percibir dolor, otros tantos, placer, pero aquella luz que los llenó los desintegró.
Para Miley fue doloroso, era tan cortante como el odio que sentía, su existencia perecía y aun así su odio permanecería por eones.
Para Meraki, la luz fue dulce, se entregó a ella casi de inmediato, cerró los ojos con la firme convicción de que vería a su amado allá en la eternidad, y algunos pueden aseverar que Bristón sí bajo y le dio la mano para llevárselo.
Para los ancianos, fue doloroso, resollaron la perdida de dolor, se ahogaron, lucharon hasta con lo último que quedaba de ellos, para no irse, para no abandonar lo que eran y lo que tanto poder les brindó, al final se convertían en cenizas, en nada.
Todos fueron desapareciendo uno a uno, dejando a los lobos solos, dejándolos entre un humo rojizo y montones de ceniza.
Edda había entendido que la única forma de romper la maldición, la redención que tanto buscaban, era pagar su vida con vida, era pedir perdón, era aceptar cada uno de sus errores y eso es lo que Edda hizo, pidió perdón a Ikail, le ofreció su vida, le ofreció el amor que sentía por Cole. Le ofreció hasta el último aliento de su vida.
Lisba entendió que el amor era una fuerza poderosa cuando vio a su marido, yacer muerto al lado de las cenizas de lo que alguna vez fue Edda, con las lágrimas secas en su mejilla, entendió que Cole siempre le pertenecería a Edda y Edda siempre le pertenecería a Cole.
Mientras que Cole y Edda, por fin, por fin estarían tomados de la mano más allá de la eternidad, con los hijos que juraron tener, con la vida con la que siempre soñaron.
Hay quienes dicen que en algunas noches de viento otoñal, se escuchaban las risas de Cole, Edda y sus hijos.
Su amor no solo demostraba el sacrificio, le entregaba a Noah la esperanza de un mejor mañana donde las cosas fueran diferentes, donde el amor fuera la regla y no la amenaza.
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