⦻ 𝐅𝐈𝐕𝐄 ⦻
-¿Qué harás si él regresa alguna vez? Quiero decir...¿no tienes miedo de que Toby pueda intentar acercarse?-
Mientras el miedo me paralizaba, las palabras de Daphne se presentaron en mi mente, repitiéndose una y otra vez como un disco descompuesto que me atrapaba en un remolino de angustia. En lo más profundo, sabía que él regresaría algún día, quizá para arrebatarme la vida, quizá no; la verdad es que ya no podía albergar muchas esperanzas al respecto. Evitaba pensar en ello desde lo sucedido, pero esa inquietante sensación siempre permaneció acechante, aguardando pacientemente el momento de aflorar con intensidad.
Entonces, el sonido de las pisadas sobre los fragmentos de cristal esparcidos por el suelo me alertó, y en ese instante, una voz primaria en mi cerebro envió una orden que todo mi cuerpo pareció obedecer:
"Corre"
Con el corazón acelerado, mis piernas actuaron por cuenta propia, llevándome desesperadamente hacia la puerta de mi habitación. Pero antes de llegar allí, los brazos de Toby me apresaron, lanzándome con brusquedad al suelo. Un quejido ahogado escapó de mis labios al aterrizar sobre los afilados cristales rotos, que perforaron parte de mi piel.
Mis ojos se encontraron con los del chico que se acercaba a mí, empuñando un par de hachas que enviaron escalofríos por mi espalda. En un acto desesperado, mi mano se aferró a un pedazo de cristal lo suficientemente grande para clavárselo, aunque sabía que sería en vano, pues él era insensible al dolor. La única opción que me quedaba era noquearlo, pero ¿cómo podría hacer algo así cuando él estaba armado y era mas fuerte?
Retrocedí, reprimiendo un gemido al sentir cómo los cristales se incrustaban aún más en mi piel. Hice un esfuerzo desesperado por ponerme de pie, pero nuevamente fui arrojada al suelo por un empujón de Toby.
-Lo siento- fue lo único que alcancé a escuchar de sus labios, antes de que un golpe sordo en mi cabeza me hiciera perder el conocimiento.
════ ⦻ ════
-¿¡Tienes idea en el lío en que nos has metido!?-
La voz de un hombre se oía ligeramente lejana, haciéndome abrir los párpados con lentitud y pesadez. Me costaba adaptarme a la luz, y el dolor de cabeza insoportable no ayudaba a despejarme. Recordaba claramente lo sucedido, y por un momento creí que todo había sido solo una horrible pesadilla, hasta que me di cuenta de que no me encontraba en mi habitación, ni tampoco en mi hogar.
Yacía en una vieja cama que crujía con el más mínimo movimiento, el colchón desgastado hundiéndose fácilmente bajo mi peso. El lugar emanaba un fuerte olor a humedad, y las paredes de madera, aparentemente descuidadas, le conferían un ambiente tétrico y lúgubre.
-¿¡Q..qu..quieres dejar d..de exagerar?!-
Un escalofrío de pánico recorrió mi cuerpo al escuchar la voz de Toby provenir del otro lado de la vieja puerta. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, como un incesante tambor. La angustia se apoderó de mí, y lo único que rondaba por mi mente era dónde me encontraba y cómo podría regresar a casa.
Sin pensarlo dos veces, me puse de pie, pero el repentino movimiento hizo que todo a mi alrededor diera vueltas. Apoyé mis manos en la vieja pared para estabilizarme y logré divisar una ventana cerca. No perdí tiempo en correr hacia ella, con la esperanza de poder abrirla y escapar. Sin embargo, esa esperanza se desvaneció cuando descubrí que la ventana se encontraba atascada.
Debí percatarme que no sería tan sencillo.
Abrumada por el miedo, regresé a la cama mientras un tumulto de pensamientos asaltaba mi mente. El temor y una inmensa necesidad de llorar se apoderaban de mí al pensar en mi familia y lo preocupados que estarían por mi paradero.
Y lo que me esperaba en este lugar.
-¡Tú vas a arreglar este jodido desastre, Rogers! O yo mismo me encargaré de ella-
La sangre se me heló ante esas palabras. Pude escuchar los pasos acercándose y la voz haciéndose más fuerte. La puerta se abrió de golpe, haciéndome saltar. En el umbral, apareció un hombre vestido con una chaqueta amarilla, pantalones azules y botas marrones. Pero lo que más me extrañó fue la máscara blanca que cubría su rostro.
No dije nada y solo pude permanecer allí, totalmente petrificada mientras mis manos se hacían puños y se aferraban a las sábanas con desesperación. Sentía que mi sangre se helaba y cada músculo de mi cuerpo se tensaba en un paralizante miedo. La confusión y la incertidumbre nublaban mi mente, incapaz de comprender lo que estaba sucediendo.
-Levántate- ordenó acercándose con brusquedad, su voz implacable resonó en mis oídos.
Obedecí inmediatamente sin decir una palabra, pues sabía que ser rebelde solo empeoraría las cosas. Podía sentir todo mi cuerpo temblar como una hoja al viento, mi corazón latiendo desbocado hasta parecer querer escapar de mi pecho. Hice un tremendo esfuerzo por retener las lágrimas que amenazaban con brotar, tragándome el nudo en la garganta que me impedía respirar con normalidad.
-Maldita sea con el estúpido de Toby, estoy harto de lidiar con adolescentes- murmuró al mismo tiempo que rebuscaba algo debajo de la cama hasta sacar una soga que me hizo retroceder un paso del miedo.
Sus palabras estaban cargadas de fastidio y frustración, como si yo fuera el último de sus problemas.
-Ven acá mocosa, extiende las manos- gruñó molestó, su voz grave y amenazante.
Y antes de que pudiese siquiera obedecerlo, él me acercó bruscamente y ató mis manos con la soga. La cuerda era áspera y raspaba mi piel, pero esa incomodidad era insignificante comparada con el terror que sentía. De manera repentina, el extraño me empujó hacia la puerta con violencia, y tuve que hacer un gran esfuerzo para mantener el equilibrio y evitar caer. A pesar del miedo, me ahorré los quejidos, sabiendo que cualquier reacción podría desatar aún más su ira.
-Camina, sigue directo hacia las escaleras- volvió a empujarme, y esta vez mis pies flaquearon por el brusco empuje.
Hice lo que dijo, avanzando hacia las viejas escaleras de madera que daban al primer piso. Bajé con torpeza, procurando no caer o tropezar en algún escalón, pero entonces ahogué un grito cuando el hombre sujetó mi nuca por detrás y me empujó una vez más.
-Apresúrate mierda, no tengo todo el día- gruñó, su tono estaba lleno de irritación.
Hice un gran esfuerzo por mantener el equilibrio y evitar una caída que pudiera romperme el cuello. Aunque la idea de terminar con todo parecía una alternativa tentadora, en comparación a lo que podría vivir en este sitio. Finalmente, mis pies llegaron al último escalón, y mis ojos escudriñaron el lugar: una sucia y desordenada sala de estar, con un fuerte aroma a humedad. Ahí, sentado en un sofá verde cubierto de polvo, estaba Toby, junto a otro hombre vestido con una sudadera amarilla y un pasamontañas negro con una carita triste bordada.
Al ver a Toby sentado en el sofá, sentí que un torbellino de emociones me inundaba. La rabia, el odio y el desprecio se mezclaban con un profundo dolor, nublando mi visión por las lágrimas. Permanecí inmóvil, mirándolo fijamente, pero su rostro parecía carecer de cualquier expresión.
-Muy bien Toby, aquí está tu queridísima amiga. Acaba con ella de una vez o yo mismo lo voy a hacer- dijo el hombre de manera amenazante, presionando el cañón de un arma contra mi cabeza.
Un sollozo se ahogó en mi garganta, y mi cuerpo quedó paralizado por el miedo. No quería morir, no así, no en este lugar ni rodeada de estos psicópatas. La adrenalina bombeaba en mis venas, y a pesar del terror que sentía, una chispa de desesperación por sobrevivir se encendió dentro de mí. Debía mantener la calma y buscar una forma de salir de esta horrible situación, aunque en ese momento no pudiera ver una salida.
Solo quería ir a casa y despertar de esta horrible pesadilla.
Al ver a Toby ponerse de pie y sostener una de sus hachas en las manos, me preparé para lo peor. Mantuve mi mirada fija en él, esperando que en cualquier momento acabara con mi vida. Sin embargo, para mi sorpresa, Toby se colocó frente a mí, con una expresión de molestia en su rostro.
-No puedes matarla, Masky. El jefe dio órdenes específicas de no acabar con ella hasta que decida qué hacer- dijo Toby, su voz era firme y decidida.
Me pregunté a quién se referían con "el jefe". Fuera quien fuera, parecía que mi vida dependía de sus decisiones, y eso no auguraba nada bueno. Sentí un nudo en la garganta al comprender que mi destino aún no había sido sellado, pero tampoco pude sentir alivio, pues algo me decía que las cosas empeorarían antes de mejorar.
Al sentir que el arma se alejaba de mi cabeza, solté un suspiro de alivio. Sin embargo, pude notar que el tal Masky no parecía nada contento con la decisión. Antes de que pudiera reaccionar, Masky me asestó una fuerte patada en la espalda, haciéndome gritar de dolor mientras caía al suelo.
El impacto me dejó aturdida por unos segundos, pero rápidamente intenté recomponerme, a pesar del intenso dolor que recorría mi cuerpo. Miré a Toby, esperando que intercediera de nuevo, pero su expresión seguía siendo la misma, indiferente.
-Sí intenta escapar, voy a hacer que su cabeza explote por las balas- fue lo único que lo escuché decir antes de verlo salir de la cabaña hecho una furia mientras encendía un cigarrillo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro