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𝟎𝟎𝟏. 𝐭𝐡𝐞 𝐧𝐞𝐰 𝐡𝐨𝐮𝐬𝐞

MIRO POR TODO SU ALREDEDOR CON MUCHA ATENCIÓN, aquella habitación era mucho más grande que en la que había tenido cuando vivía en Chicago. Había una gran ventana a la izquierda de la habitación, la cual era cubierta por unas largas cortinas de color blanco que caían hasta el suelo, siendo levemente levantas por el aire frío que corría en aquella mañana. El color de las paredes eran de un verde oscuro que para la sorpresa de Katherine, aquello no le desagrado si no más bien todo lo contrario, aquel color lograba que la habitación se viera un poco más oscura de lo normal y el clima de nubes grises no ayudaba mucho, pero para la chica estaba bien, además, aquello era algo que podría solucionar con unas dos o tres lámparas de noche.

Dió unos cuantos paso por el lugar hasta quedar en medio de este, logrando que un leve crujido se escuchará por toda la habitación, pero aquello no consiguió despertar al animal peludo que reposaba encima de unas cajas de cartón en las que la chica había guardado algunas pertenencias y recuerdos de Chicago. Miro por todo su alrededor, a unos metros de ella se encontraba un viejo escritorio de madera, pintado de color blanco junto a una silla que le hacía juego aunque está tenía una almohada color gris para que sea mucho más cómoda. A su derecha había una enorme cama matrimonial de madera color marrón, el colchón parecía ser nuevo pues el color blanco que esté poseía parecía impecable, frente a ella estaba dos enormes puertas de madera de un color blanco, con curiosidad, se acercó a estás y tomo las dos pequeñas perillas de plata, abriendo ambas puertas de un solo jalón, dándose cuenta de que aquello era un armario, uno demasiado grande y espacioso tanto que la castaña podría llegar meterse toda.

"¿Ésto logrará llevarme a Narnia?" se pregunto con diversión, mirando atentamente cada rincón de aquel armario. Era mucho espacio para la poca ropa que había traído, tenía unos pequeños cajones donde podría guarda su ropa interior e incluso algunas pulseras o collares, el enorme tubo de madera se encontraba lleno de unos ganchos de metal color negro, casi hasta llegar al suelo había una pequeña tabla que dividía el interior del armario, dejando tan solo unos cuantos metros de espacio, seguramente para poder guardar los zapatos.

No había nada más que eso, logrando que el lugar se viera mucho más grande y vacío. "Con algunas cosas más podría verse mejor" pensó Katherine mientras miraba a su alrededor pensando en como arreglar y decorar aquel lugar que ahora sería su nuevo hogar. Comenzando a caminar hacía un par de cajas que había dejado por ahí, saco las sábanas color rosa y anaranjadas que había traído de Chicago, empezaría por arreglar la cama y seguir con acomodar algunas cosas en el escritorio para concluir guardando toda su ropa en el armario, comenzado a desdoblar el cubre colchón color rosado y colocar esté, siendo seguido por una sábana de una liguera tela de color naranja que hacía juego con el enorme y cálido cobertor.

Saco las cuatro almohadas que había traído y les colo las fundas que le correspondían, arreglando estás lo más perfectas posibles. Con una sonrisa miro con orgullo la cama ya lista, se veía limpia y ordenada pero sabía que eso no duraría mucho tiempo, seguramente al otro día le daría una gran pereza de volver a arreglarla y terminaría dejándola completamente desordenada. Agarro la caja en donde había guardado todo aquello y comenzó a doblarla hasta volverla completamente plana, dejándola dentro del enorme armario, mientras sacaba los otros dos juegos de cama que había en una caja más pequeña, dejando estos sobre la madera dentro del armario.

Saco toda la ropa en su maleta y comenzó a guardar está en los cajones y sobre los ganchos de aquel armario. Como lo había imaginado, aquel se encontraba a la mitad y con el suficiente espacio para mucho más ropa cuando finalmente termino de arreglarlo, coloco los cuatro pares de tenis que tenía y finalmente cerró aquel armario. Miro el reloj en su muñeca, notando que había pasado tan solo dos horas desde que había comenzado, el leve empujón sobre sus pies llamo su total atención por lo cual dirijo su mirada hacia el tierno y peludo animal que le pedía atención.

Con una pequeña sonrisa tomo entre sus manos al minino y comenzó a dejar leves caricias detrás de sus orejas, comenzado a caminar hacía donde se encontraba reposando su mochila de un llamativo y colorido rojo brillante, dejando al gato arriba del escritorio empezó a abrir los cierres de su bolsa hasta lograr abrirla por completo, sacando dos pequeños traste de plástico, uno de un color azul mientras que el otro era de un brillante color verde. Coloco ambos en la esquina de la habitación y volvió hacia el escritorio, sacando una bolsa llena de alimento para gato junto con una botella de plástico llena de agua, con éstas entre sus manos se encamino hacia la esquina y comenzó a llenar aquel traste verde con las croquetas mientras que el azul con un poco de agua, aquello causo que tan sólo unos segundos después el felino se encontrará comiendo muy alegre y entusiasmado.

Con la ternura reflejada en sus ojos miro aquella escena por unos cuantos segundos, pero no fue cuando el ruido de la puerta siendo tocada se escuchó por toda la casa, rápidamente corrió hacia la venta que daba hacia afuera de la casa, tranquilizando se al notar a un hombre de cabello y bigote negro, una playera blanca y un abrigo color negro junto con unos pantalones color azul ya algo gastados, tocando la puerta.

—Baja a ver qué quiere.—la voz de Charlotte se escucha desde afuera de su habitación, giro un poco su cabeza hasta mirar a aquella mujer. Sus largas piernas lograban estar a la vista gracias al hermoso vestido color negro que traía puesto, entre sus dedos sostenía un cigarro que estaba apunto de acabarse, logrando que aquel aroma a tabaco llegará hasta sus fosas nasales, de manera inconsciente su mirada se dirijo hacia el rostro de aquella mujer. Su ojo izquierdo estaba morado y algo inflamado, pero parecía estar mucho mejor a diferencia de como esté se encontraba hace unos cuantos días, su labio estaba partido y con un poco de sangre seca a la vista.—¿Qué estás esperando?—aquello la hizo reaccionar, comenzó a caminar hasta llegar en donde se encontraba la mayor, está la miro por unos segundos para tan sólo irse rumbo a la habitación que se encontraba frente a ella y cerrar de un portazo.

Soltando un suspiro comenzó a bajar las viejas escaleras de madera que rechinaron un poco, no iba a protestar contra Charlotte en aquella circunstancias, sabía que ella no le agrada que los demás la vieran después de haber sido golpeada. El ruido de la puesta de volvió a escuchar por todo el lugar, saltándose los dos últimos escalones llegó hasta la vieja puerta de madera pintada de blanco —ya casi de un color gris por la suciedad— y giro aquella perilla, abriendo la puerta y dándole paso al aire frío de aquel día además de dejar a la vista a aquel hombre que había visto desde la ventana de su cuarto.

—Mucho gusto me llamo Charlie Swan.—tan sólo había pasado un par de segundos cuando aquel hombre finalmente se dispuso a hablar, pero cuando lo hizo era algo notoria la dificultad que tenía, de igual manera pudo notar como esté no sabía muy bien que decir en aquellos momentos. Un silencio incómodo comenzó a reinar en aquel lugar, logrando que solo se escuchara el ruido de las hojas moviéndose de un lado al otro gracias al fuerte viento frío que corría aquella tarde.

—Mucho gusto señor Swan yo soy Katherine.—saludó al no poder aguantar más con aquel silencio, extendió un poco su mano enfrente del hombre con bigote en manera de saludo, esté la miro más de lo que debía hasta que con algo de timidez la estrechó levemente, durando no más de quince segundos. Katherine le dirijo una pequeña sonrisa sin mostrar los dientes al hombre después de separar sus manos, esté último aclaro un poco su garganta y levantó la mirada del sucio tapete color marrón empapado por la lluvia que había en el porche de la puerta principal, en donde lo único que se alcanzaba a leer era un "No Se Aceptan visitas" sin duda alguna debería quitar aquel tapete.

—Llámame Charlie.—pidió con gentileza, la menor asintió con una pequeña sonrisa tímida. No le era fácil llamar a las personas mayores por sus nombres, le resultaba algo poco cortés y mal educado lo cual le causaba gran incomodidad, aunque la única excepción eran sus padres a quien solía llamar por su nombre la gran parte del del tiempo.—Soy el jefe de policías aquí en Forks así que si necesitas mi ayuda puedes pedirla sin problemas, por cierto, vivo a tres casas de aquí por si algún día llegan a querer un poco de pescado fresco, los fines de semana salgo a pescar.—explico con emoción y aquello a Katherine le pareció algo adorable, no era una chica que confiaba demasiado en los hombres gracias al maltrato que había recibido por parte de éstos, pero por alguna extraña razón sabía que podría llegar a contar con Charlie Swan y eso de alguna manera le agradaba.

—Muchas gracias Sheriff, tomaré mucho eso en cuenta cuando tenga antojo de pescado.—respondió con amabilidad logrando notar el brillo que se reflejó en aquellos ojos de un color marrón oscuro. El ruido de unos cristales rompiéndose se logró escuchar en la parte de arriba, justamente provenientes de la habitación de Charlotte y aquello pareció llamar la atención del hombre parado frente a ella quien rápidamente la miro con curiosidad.—Lo siento, mi gato es demasiado travieso.—mintio con gran facilidad algo que parecía haber heredado por parte de la familia de su madre, lo hacía muy a menudo así que muchos parecían creerle rápido. Aquel gato de hermoso pelaje blanco era todo menos travieso, la mayor parte del día se la pasaba dormido y únicamente se levanta a comer, beber un poco de agua y defecar para nueva volver a su rutina de sueño.

—Oh ya entiendo, ¿Están tus padres?—pregunto con curiosidad, mirando al interios de aquella casa logrando sólo encontrarse con la sala, unos sillones color verdes una alfombra roja color vino, una mesa de centro una gran televisión encima de una enorme mueble de madera y muchas cajas de cartón esparcidas por todo el lugar. Katherine rápidamente y de una manera muy discreta cerró un poco más la puerta y cubrió el espacio que quedaba con su pequeño cuerpo.

—He venido con mi madre, mi padre nos dejó hace mucho.—respondió con rapidez mientras mordía levemente el interior de su mejilla izquierda con nerviosismo, el hombre no había esperado aquella respuesta por lo cual provocó que una expresión llena de culpa se dibujara en el rostro del señor Swan al preguntar aquello, siendo seguido por un silencio incómodo de algunos cuantos segundos. Se había prometido olvidarse de su vida en Chicago por lo cual no le gustaría tocar aquel tema a tan solo unas horas de haber llegado, además de que creía que Charlie no era la persona correcta para hablar sobre aquel tema. Algo incómodo aclaro su garganta y volvió su postura más recta, causando que se viera mucho más alto.

—Bueno yo tengo una hija que llegará a Forks en menos de un mes y la verdad ella no tiene ningún amigo aquí así que creía que sería bueno que tú y ella se conocieran, claro, si es que aceptás.—y aquellas palabras fueron como una hermosa melodía para la chica Cooper, de manera casi inmediata una enorme y brillante sonrisa se comenzó a dibujar en su rostro, sin duda alguna aquello le encantaría demasiado, algo que logró notar el hombre frente a ella pues el brillo que emanaban de sus ojos era simplemente increíble, rápidamente comenzó a mover su cabeza de arriba hacia abajo en señal de respuesta.—Me alegra mucho, entonces nos vemos luego Katherine fue un gusto conocerte.

—Igualmente señor Swan.—el hombre le dedico una rápida sonrisa sin dientes y giro sobre sus talones, comenzando a caminar hasta bajar los cuatro escalones y alejarse de aquella casa sin mirar atrás. Katherine cerro la puerta antes de que el frío comenzará a matarla y por un par de minutos se quedó mirando hacia la nada, aquello era un gran avance para poder iniciar con una nueva vida así que esperaba poder agradarle a la hija del señor Swan.

El fuerte ruido de las noticias en la televisión podía incluso llegar a escucharse hasta la última habitación del segundo piso. Los días habían pasado y finalmente había llegado aquel día tan esperado. El frío aún seguía asechando el pueblito de Forks aunque esto no afecta la belleza del lugar, segundo el punto de vista de Katherine. Desde hacía ya casi un mes que había huido hacia aquel aquel pequeño pueblo y para su desgracia la relación con Charlotte no parecía mejorar, más bien parecía ser todo lo contrario. La mayor parte del día se la pasaba encerrada en su habitación mientras que la mujer más grande simplemente se dedicaba a deambular por toda la casa mientras hablaba por teléfono con un cigarro en la boca, llenando todo la casa con ese aroma a tabaco que tanto odiaba, no es hasta cuando la noche caía que Charlotte abandona aquella casa en el viejo auto color gris del cual era dueña, para luego desaparecer por más de tres horas de la vida de Katherine, llegado hasta altas horas de la noche con un horrible y fuerte aroma a alcohol por todo el cuerpo, la ropa mal puesta y un notorio estado de ebriedad. La idea de que aquella mujer siguiera con la vida que tenía en Chicago le desagradaba, se sentía un tanto estúpida por llegar a pensar que Charlotte podría llegar a cambiar su vida para mejor, pero se había equivocado.

Soltando un suspiro miro el reloj colgado en la sombría pared de un color verde oscuro, pronto llegaría la hija de Charlie y eso la emocionaba pero al mismo tiempo los nervios se apoderaba de ella. Las gotas de lluvia habían dejado de caer sobre aquel pueblo desde hacía unos minutos pero aquellas nubes grises parecían no quererse ir nunca. Todo parecía estar de color verde: los árboles, los troncos cubiertos de musgo, el dosel de ramas
que colgaba de los mismos, el suelo cubierto de helechos. Incluso el aire
que se filtraba entre las hojas tenía un matiz de verdor y eso le encantaba a Katherine. Con pereza se levantó de su escritorio, dirigiendo una rápida mirada al animal peludo que dormía plácidamente sobre la desarreglada cama, de manera casi inmediata e inconsciente sonrió con ternura ante la vista que tenía. Aquel gato regordete era el único ser en su vida que verdaderamente parecía quererla, el único que podía llegar a llamar un amigo fiel que siempre estaba para ella cada que lo necesitaba y verdaderamente agradecía eso, sabía que si no fuera por esa tierna bola de pelos, seguramente no se encontraría allí desde hacía mucho tiempo, pues una de sus razones por la cual seguir era su hermoso gatito. Aunque deseaba que eso cambiará un poco con la llegada Isabella Swan al pueblo.

El ruido de un auto deteniéndose a unas cuantas casa de la suya llamo la atención de la chica de cabellos marrones, dio unos cuantos pasos hacia la ventana que se encontraba en su habitación y pudo notar rápidamente la patrulla de policía estacionada a tres casas de distancia. Miro por unos segundos la casa a unos metros y se alejó de la ventana con una enorme sonrisa en el rostro y el corazón acelerado, comenzando a caminar hasta la puerta de su habitación y cerrando está casi por completo, dejando un pequeño espacio por si aquella bola de pelos se levantaba para hacer sus necesidades.

El sonido de sus tenis resonando contra la madera se pudo escuchar por toda la sala, el ruido de las noticias se hacía más notorio con el bajar de los escalones. Saltando los últimos tres escalones llegó hasta la puerta, se encamino hacia donde se encontraba la mujer de cabellos castaños, está se encontraba mirando la televisión mientras comía una rebanada de la pizza que había quedado del día anterior mientras la acompañaba con una gran taza de café, la cual seguramente tenía un poco de alcohol mezclado con esté. La mujer ni siquiera parecía haberse percatado de la presencia de su hija que recién había entrado, pues parecía estar mucho más interesada mirando lo que decía el hombre lleno de canas y arrugas que daba las noticias de la mañana.

—Voy a salir.—informo, la mujer ni siquiera tuvo la molestia de girar un poco su cabeza y mirar a la menor, en cambio, sólo hizo un movimiento de cabeza y siguió comiendo de la rebanada de pizza. Con fastidio, giro los ojos y soltó un fuerte suspiro lleno de cansancio, ni siquiera sabía porqué se tomaba la molestia de avisarle a Charlotte a dónde iría si a ella simplemente parecía no importarle en lo más mínimo, su mirada se posó por unos segundos en aquella mujer hasta que finalmente comenzó a caminar hasta salir de la sala de estar y dirigirse hacia la entrada de la casa.

Con nerviosismo arreglo sus marrones cabellos y ató estos en una cola de caballo alta, miro sus pantalones de mezclilla color azul en busca de alguna mancha o imperfección siguiendo con su suéter rojo, apartando su mirada cuando no encuentro nada que afectará su imagen, abrió la puerta y salió de aquella casa, siendo rápidamente recibida con el aire frío que poseía ese clima tan característico de Forks. Bajando los cuatro escalones de aquel viejo pórtico y caminando a pasos lentos hacia la casa del Sheriff Swan, había pasado alrededor de una semana entera tratando de pensar en que poder decir cuando Isabella llegará finalmente, y ahora que aquel día finalmente había llegado, no tenia la más mínima idea de que decir. Levantó la vista del pavimento mojado y cubierto de helechos para poder mirar de un lado a otro entre el cruce de aquella calle, pasando al otro extremo de la banqueta con gran velocidad, soltando un pequeño chillido agudo cuando casi resbala y caía al suelo, aunque para su suerte logró recuperar un poco el equilibrio y ponerse completamente recta.

Miro la patrulla aparcada en la calle delante de esa casa que tan conocida a unos pocos metros de donde ella se encontraba, además de ver ese "nuevo" auto de un rojo desvaído, con guardabarros grandes y redondos y una cabina de aspecto bulboso, que Charlie le había comprado a Isabella como regalo de bienvenida. Katherine sabía que eran de esos modelos de un hierro sólido a los que es casi imposible de dañar, la clase de automóviles que puedes llegar a ver en un accidente de tráfico con la pintura completamente intacta y rodeado de los trozos del coche extranjero que acaba de destrozar o al menos esos le había dicho Jacob Black, hijo de Billy Black, quien era el mejor amigo del jefe de policías. Un chico muy agradable que había conocido gracias a Charlie, hace unas pocas semanas y con quien sin duda alguna le gustaría volver a hablar. Siguió caminando rumbo hacia la pequeña casa de dos pisos, subiendo los escalones del porche con mucho cuidado para no terminar resbalando. Al llegar frente a la puerta soltó un fuerte suspiro, arreglo un poco su ropa -incluso aun cuando está no tenía ninguna imperfección a la vista- y dió tres leves toques a la puerta, pasando tan sólo unos pocos segundos para que está fuera abierta, dejando ver a un nervioso Charlie Swan con el uniforme de policía.

—¡Estás aquí!—hablo con ánimo y un leve tono de nerviosismo mientras se hacía a un lado para poder dejar entrar a la chica Cooper, ante lo dicho anteriormente ella simplemente asintió con la cabeza. Una enorme sonrisa se dibujo en su rostro y no precisamente por la emoción sino más bien por los nervios que habían comenzado a comerla viva, una pequeña costumbre que había tenido desde muy pequeña.—Ven, ella está aquí arriba.—y sin esperar respuesta alguna, el hombre comenzó a subir escalón por escalón, siendo rápidamente seguido por la chica de cabellos marrones. La casa de Charlie seguía igual que la última vez con la única excepción de que ahora lucia mucho más limpia, ella había ayudado un poco con el arreglo de la habitación de Isabella, pues según el Sheriff Swan, “ambas eran unas chicas en la etapa de la adolescentes”.

Detuvieron su andar cuando casi llegaron al final del pasillo, la puerta del baño se encontraba abierta al igual que la de la habitación a la izquierda. El ruidos de unos pasos se podía escuchar hasta afuera de está, soltó un fuerte suspiro y los marrones ojos de Charlie se posaron sobre ella, una rápida pero sincera sonrisas se dibujo en el rostro del hombre, intentado así darle ánimos a la menor quien asintió y vio como Charlie avanzaba unos cuantos pasos hasta llegar a aquella habitación y detenerse en marco de la puerta.

—Bella, quiero presentarte a alguien.—hablo y tan sólo unos segundos después pudo ver una figura esbelta con piel pálida, incluso aún viniendo de un lugar tan soleado como lo es Phoenix Arizona, ojos marrones y unos cabellos color chocolate, sin duda una chica muy linda. Los ojos de la chica se posaron sobre Katherine mientras su ceño se fruncía levemente ante la confusión, en cambio ella simplemente levantó un poco su mano y la movió de un lado al otro en señal de saludo, mientras en su rostro se dibujaba una pequeña sonrisa llena de timidez.—Bella, ella es Katherine Cooper, vive a tres casa de aquí y tiene tu misma edad así que creí que sería bueno el que hagas alguna amiga.—y un gran silencio inundó todo el lugar, logrando que sólo se escuchara el ruido de los autos pasando sobre el pavimento mojado. La chica Swan asintió con la cabeza y posó su mirada en la mayor mientras le dirija una diminuta sonrisa casi forzada, “Sin duda alguna es hija de Charlie” pensó Katherine.—Entonces las dejo, iré a cambiarme.

En cuestión de unos segundos el hombre comenzó a caminar hasta entrar a la habitación que se encontraba a la derecha y cerrar la puerta de un leve portazo, logrando que el rechinar de está se escuchara sobre el agobiante silencio. Ambas chicas se miraron pero rápidamente apartaron la mirada, la chica Swan dio dos pasos hacia atrás y extendió un poco su mano derecha, indicándole que entrara a la habitación junto a ella, Katherine no hizo objeción alguna y entro a la habitación siendo rápidamente seguida por la de cabellos color chocolate.

El lugar que dos semanas atrás había decorado seguía casi igual que la última vez, el suelo de madera completamente limpio, las paredes pintadas de un azul claro, el techo a dos aguas, las cortinas de encaje ya amarillentas que había colocado Charlie flanqueando las ventanas, la cama ya hecha y un escritorio. Encima de éste se encontraba un viejo ordenador de segunda mano que había ayudado a recogerlo, el cable del módem grapado al suelo hasta la toma de teléfono más próxima. Tomo todo el aire que podría llegar a entrar en sus pulmones y miro a la chica a sus espaldas y le dedicó una gran sonrisa quien simplemente movió un poco su mano de un lado a otro con un leve movimiento, Katherine sabía que podría llegar a ser algo difícil el llegar a lograr una conversación de más de diez palabras con Bella Swan, pero no sé rendiría, lograba sentir que amabas podrían llegar a ser buenas amigas. Mientras que para sorpresas de la Swan, había algo en aquella chica de estaura pequeña, ojos oscuros parecidos a los de un pequeño venado y cabellos marrones, que le daba un poco de confianza y comodidad al estar junto a ella, lo que logró que ambas comenzarán a entablar una interesante conversación y conocerse un poco más, logrando que por primera vez, las dos sintieran felicidad al haber hecho a su primer amiga en aquel pueblito. Lo que causó que el hecho de ir al escuela al día siguiente no fuera tan aterrador al saber que tendrían a alguien con quien estar durante todas esas horas de clases.

©𝗦𝘄𝗲𝗲_𝗛𝗼𝗻𝗲𝘆_

Publicada:
31/O7/22

Editada:

23/O8/22

▎❛𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑❜ ▎
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Está historia se da con los sucesos ocurridos en los libros de Crepúsculo —no todo se sigue al pie de la letra— no en las películas. Mis disculpas si no les gusto, no me convences mucho como quedó, no sirvo para esto

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