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༉‧₊˚. Capítulo 2

༉‧₊˚. 02 — Adventure gone wrong.

⋆. 𐙚 ˚

—¿Sabes usar equipo de buceo? —preguntó Pope, apoyándose en la caja registradora donde Layla atendía en la tienda de sus abuelos.

Layla, distraída mientras resolvía un complicado sudoku, respondió sin pensar demasiado —Sí, claro.

Lo que no esperaba era que esa respuesta la llevara directamente a la lancha de John B, rodeada por el resto del grupo. Cuando Pope comenzó a explicarle que necesitaban su ayuda, Layla se negó de inmediato. Sin embargo, al escuchar la conversación, su abuela, siempre entrometida, pero con buenas intenciones, intervino insistiendo que saliera a disfrutar su verano.

Layla intentó protestar, pero todos sabemos que no se le dice que no a una abuela. Así que ahí estaba, rodeada de tres chicos y una chica listos para lo que, según ellos, sería una aventura inolvidable.

—A ver si entendí —dijo Layla finalmente, después de que la lancha se detuviera cerca del naufragio. Miró a los cuatro amigos con una ceja alzada y tono incrédulo—. Encontraron un barco hundido que los llevó a una llave, esa llave los llevó a un hotel, en el hotel encontraron dinero y una pistola, y ahora quieren explorar el naufragio para saber qué hay detrás de todo esto.

El grupo asintió al unísono, sin rastro de duda en sus rostros. Layla suspiró, masajeándose las sienes como si intentara procesar la absurda situación.

—¿Les digo qué van a encontrar? —dijo mientras se levantaba del borde de la lancha, extendiendo los brazos y señalando a su alrededor—. ¡Miles de problemas!

Los chicos se miraron entre ellos, y JJ fue el primero en romper el silencio con una sonrisa socarrona. —Sí, probablemente, pero ahí está la diversión.

Layla puso los ojos en blanco, cruzándose de brazos mientras pensaba que lo que realmente había aceptado no era una tonta y simple aventura de verano, sino un boleto directo a problemas.

 —Escucha, no tienes que hacer esto. Solo dime cómo usar el equipo y me encargaré. Después de esto, no volveremos a molestarte —intervino John B al notar la duda en los ojos de Layla.

Ella suspiró, resignada, antes de asentir.

—Está bien. Enséñame el equipo.

Los chicos sacaron el equipo de buceo rápidamente, y Layla, al revisarlo, notó de inmediato que algo estaba mal. —Estos tanques están vacíos —dijo, alzando una ceja con incredulidad.

—¿Qué? ¿En serio trajiste tanques vacíos? —Kiara miró a John B como si no pudiera creerlo.

John B, en lugar de defenderse, se sentó junto a Kiara y optó por guardar silencio, mientras Layla revisaba los tanques restantes.

—Estos dos tienen un cuarto de capacidad —informó finalmente—. Suficiente para dos personas, pero apenas.

—Bucearé yo —anunció John B, levantando la mano como un niño en clase.

—¿Desde cuándo sabes bucear? —preguntó Kiara, cruzándose de brazos.

—Sí, me parece bien —Apoyo JJ.

—Lo haré, está decidido —aseguró John B, luego miró a Layla—. Solo dime lo que tengo que hacer.

Layla lo miró directamente a los ojos antes de responder, —Bajaré contigo.

El grupo intercambió miradas, claramente sorprendidos.

—Para eso me trajeron, ¿no? Además, no quiero cargar con tu muerte en mi conciencia.

—Déjenme hacer unos cálculos rápidos —interrumpió Pope, sacando un papel y un lápiz. Dibujó un esquema simple mientras hablaba—. El barco está a unos nueve metros, ¿no? Eso significa que tardarán unos 25 minutos a esa profundidad. Y deben hacer una parada de seguridad a tres metros durante dos minutos.

—Tres metros, dos minutos. Entendido —confirmó Layla.

Pope asintió, asegurándose de que ambos comprendieran. Aunque Layla tenía experiencia con el equipo de buceo, la limitación de oxígeno añadía una complejidad con la que prefería no arriesgarse. Confiar en las matemáticas de Pope parecía la mejor opción.

Justo cuando iban a colocarse el equipo, Kiara se quitó la camisa de golpe y se lanzó al agua sin decir una palabra.

—¿Qué fue eso? —preguntó Pope, desconcertado.

—No sé, pero me encantó —admitió JJ, mirando hacia el agua con una sonrisa soñadora.

Layla reprimió un comentario sarcástico, optando por aclararse la garganta y redirigir la atención al plan.

—Cuando estén abajo, busquen la bodega —indicó JJ, entregando una herramienta extraña a John B—. Mete esto, gira y jala, ¿entendido?

—Meto, giro y jalo. Entendido.

—Mi papá movió peso en otra época.

—¿Quién no? —bromeó John B.

—Até mi camiseta a la cadena del ancla a unos tres metros. Ahí pueden hacer la parada de seguridad —informó Kiara al regresar a la lancha.

—Genial—respondió John B mientras se ajustaba el equipo junto a Layla.

Pope tomó la palabra, adoptando un tono más serio. —Vigila tu oxígeno. Asegúrate de tener suficiente para descomprimir —le advirtió a John B—. Respiren lo menos posible.

—Entendido —confirmó John B mientras ajustaba sus gafas.

Justo antes de saltar, Kiara se acercó a John B y le plantó un beso en la mejilla sin previo aviso. JJ y Pope quedaron boquiabiertos, mientras Layla disimulaba una sonrisa al morderse el labio y agachar la cabeza.

—¿Me zambullo? —preguntó John B, aún algo aturdido.

—Zambúllete —respondió Kiara.

John B y Layla se miraron por última vez antes de saltar al agua al mismo tiempo. Juntos, comenzaron a nadar hacia las profundidades, con la cadena del ancla marcando el camino. Pronto ambos se adentraron en el naufragio. La linterna de John B iluminando el agua, creando haces de luz. Layla siguiendolo de cerca, su linterna complementando la suya mientras revisan los gabinetes.

Un objeto pequeño, una pelota de tenis, flota desde uno de los compartimentos abiertos por John B y se desliza hacia la salida del naufragio. Layla lo observa por un momento antes de centrar su atención de nuevo en John B, quien continúa abriendo gabinetes.

Finalmente, John B descubre un agujero en el piso, cubierto por una fina capa de arena. Se detiene un momento, toma el cilindro de latón que JJ le dio y lo introduce en el agujero. Layla lo observa con atención mientras gira el cilindro, causando que un panel del suelo se levante con un crujido sordo.

Ambos mueven el panel a un lado, revelando un compartimento de contrabando. Dentro, hay una bolsa negra. John B la toma rápidamente, revisa dentro del compartimento una última vez y, al no encontrar nada más, señala que deben irse.

Nadando de regreso, John B se detiene momentáneamente al ver la camiseta amarilla atada a la cadena del ancla, el marcador de su parada de seguridad. John B miró su medidor de oxígeno, claramente entrando en pánico al ver que casi estaba vacío: 1 minuto y 15 segundos y bajando rápido. De pronto, un ruido extraño llamó la atención de ambos. Era el motor de un barco, el del Sheriff, deslizándose justo por encima de ellos.

Layla notó enseguida cómo John B empezó a moverse hacia la superficie, impulsado por el pánico. Sin pensarlo, lo agarró del brazo, sosteniéndolo con firmeza para evitar que subiera. Le hizo un gesto claro con la mano, "No podemos subir ahora."

John B intentó soltarse, claramente desesperado por aire, pero Layla, no lo soltó. Con una mirada seria, le transmitió un mensaje, "Confía en mí." Layla no lo soltó en ningún momento. Incluso tomó su muñeca por un segundo, mostrando su medidor de oxígeno, que todavía estaba en un nivel manejable. Ese gesto fue suficiente para que John B empezara a tranquilizarse un poco.

Layla observaba hacia arriba constantemente, atenta a cualquier movimiento del barco del Sheriff. Mientras tanto, John B, aunque aún jadeaba un poco, trataba de quedarse inmóvil. El motor del barco arrancó de nuevo. Layla esperó unos segundos más para asegurarse de que el ruido se alejaba. Cuando estuvo segura, le hizo una señal a John B para que la siguiera. Lo sostuvo de nuevo mientras empezaban a ascender con cuidado.

Cuando finalmente salieron a la superficie, John B emergió jadeando como si hubiera estado a punto de morir, pero esta vez Layla estaba justo detrás de él, asegurándose de que no subiera demasiado rápido. En la lancha, Kiara, JJ y Pope casi saltaron de alivio al verlos salir del agua. 

Layla se inclinó un poco hacia John B mientras este trataba de recuperar el aliento y lo miró con alivio. —¿Ves? Por eso te dije que confiaras en mí.

—¿Cómo les fue? ¿Encontraron algo? —preguntó rápidamente JJ mientras Layla y John B, aún batallando por recuperar el aliento, se acercaban a la lancha para subir.

—¿Que si encontramos algo? —John B sonrió con emoción, mostrando la bolsa negra que habia mantenido bajo el agua, como si buscara sorprenderlos.

—¡Sí, eso es! ¡Eso son mis chicos! —JJ exclamó, levantando los brazos como si celebrara un gol.

Layla no era particularmente cercana al grupo. Claro que los conocía desde hace años, pero nunca se había sentido como parte de ellos, más allá de las conversaciones ocasionales en la tienda. Sin embargo, el escuchar a JJ referirse a ellos como "mis chicos" le arrancó una pequeña sonrisa. Sabía que probablemente era solo la emoción del momento, pero no podía evitar sentirse un poco incluida, aunque fuera por esa frase.

—¿Están bien? —preguntó Pope, más serio, claramente notando que habían pasado más tiempo bajo el agua de lo planeado.

—Nos quedamos sin aire —confesó John B, echando una mirada a Layla, quien seguía a su lado. —Pero Layla controló la situación.

Kiara, que ya había estado preocupada al verlos subir, no pudo contenerse —¡Nos asustaron, carajo!

Pope asintió junto a ella mientras observaba cómo ambos comenzaban a quitarse el equipo. —Sí, mientras ustedes estaban abajo, vino la policía, pero me encargué de ellos.

Por un momento, todos comenzaron a hablar al mismo tiempo, cruzando comentarios sobre lo que había pasado. Layla intentó seguir el hilo de la conversación, pero perdió el rumbo rápidamente. Pero, todo se detuvo cuando Kiara alzó la voz,

—¡Oigan, chicos! —Todos voltearon a verla, alarmados por su tono. —Gente a las dos en punto —dijo, señalando con un gesto.

Los cinco se giraron hacia el horizonte y vieron un barco que se dirigía directamente hacia ellos. No reconocieron la embarcación, y considerando que el pantano estaba cerrado, era evidente que algo no andaba bien.

Sin perder tiempo, John B arrancó la lancha, internándose más en el pantano mientras intentaba despistar a los recién llegados. Para su sorpresa, el otro barco aceleró, comenzando a perseguirlos. Layla, al voltear hacia atrás para intentar identificar a los hombres en el barco, vio que uno de ellos sacaba un arma. Sus ojos se abrieron como platos, y su reacción fue inmediata.

—¡Cuidado! —gritó, tirando de Kiara hacia el suelo justo cuando se escuchó el primer disparo.

—¡Dios mío, vamos a morir! —gritó Pope desde el suelo, cubriéndose la cabeza.

Layla y Kiara se refugiaron juntas detrás de los asientos, tratando de protegerse mutuamente. Fue entonces cuando Kiara susurró algo, —Tengo una idea.

Antes de que Layla pudiera detenerla, Kiara se levantó y lanzó algo al agua. Lo que fuera que había arrojado, causó algún tipo de interferencia, y el barco de los hombres se detuvo repentinamente. La lancha de los chicos aprovechó el momento y se alejó rápidamente, dejándolos atrás.

El silencio llenó el aire. Algunos murmuraron frases como "Dios mío" o "¡Fue una locura!", pero Layla apenas los escuchaba. El ruido más fuerte era el de su propio corazón, que latía con tanta fuerza que temía entrar en shock. Incapaz de mantenerse en pie, decidió quedarse recostada hasta que sintiera que podía moverse otra vez.

Cuando finalmente llegaron al muelle en la casa de John B, Kiara fue quien ayudó a Layla a levantarse. Aunque Layla aseguraba que estaba bien, Kiara sabía que no era cierto. Había visto la forma en que temblaba y lo pálida que estaba.

Mientras tanto, los demás estaban concentrados en otra cosa.

—¿Qué creen que sea? —preguntó JJ, mirando la bolsa.

—Debe ser dinero o algo importante —respondió Pope.

Con todos observando, John B sacó una cápsula metálica de la bolsa. Tras varios intentos, logró abrirla. De su interior sacó un objeto pequeño y aparentemente insignificante: una brújula.

—Era de mi padre —dijo John B, con una sonrisa nostálgica mientras sostenía el objeto con cuidado, como si fuera un tesoro invaluable. 

⋆. 𐙚 ˚

Aunque Layla insistió en que podía regresar sola a su casa, John B no aceptó ninguna excusa. Él había dicho que acompañarla era lo mínimo que podía hacer después de todo lo que habían vivido esa tarde. Layla finalmente cedió, permitiéndole caminar a su lado por las oscuras calles.

El trayecto estuvo en su mayoría en silencio. Layla sabía que John B probablemente estaba sobrepensando todo lo ocurrido, y lo entendía. Encontrar la brújula de su padre, a quien todos daban por muerto, debía haber encendido en él una chispa de esperanza.

—Lamento mucho haberte metido en todo esto —rompió finalmente el silencio John B, con las manos enterradas en los bolsillos de sus shorts. Su voz sonaba cargada de culpa—. Creo que tu mamá tenía razón.

Layla lo miró, algo confundida, mientras la tenue luz de un poste iluminaba apenas el rostro del chico, dejando entrever el ojo morado que llevaba como recuerdo de la noche.

—¿A qué te refieres? —preguntó con curiosidad.

John B alzó los hombros mientras pateaba una piedra en el camino. —Siempre ha dicho que somos una mala influencia para los kooks.

Layla bufó, negando con la cabeza. —Nada de lo que pasó fue tu culpa. Y sí, puede que hagan muchas idioteces —aquello logró arrancarle una risa al Routledge—, pero eso no los convierte en malas personas. Además, fui yo quien decidió acompañarlos.

John B giró la cabeza para mirarla, con una sonrisa ligera en los labios. —Entonces, ¿aún no hemos logrado asustarte lo suficiente como para que te alejes?

Layla negó lentamente, dejando escapar una pequeña risa. —No, todavía no. Pero, por favor... no más con armas, ¿sí? 

—Entendido. 

Mientras caminaban, Layla volvió a mirarlo de reojo. No pudo evitar decir lo que había querido mencionarle desde que lo vio esa mañana.

—Siento que Topper te haya golpeado... A veces no sabe controlarse.

John B se señaló el ojo morado con una expresión despreocupada. —¿Te refieres a esto? —preguntó. Layla asintió, y él bufó como si fuera la cosa más insignificante del mundo.—Apenas y si me duele... golpea como una niña.

Layla soltó una risa. Topper era su amigo, pero incluso ella debía admitir que a veces podía ser un completo idiota. Sabía de la pelea y también que un arma estuvo involucrada. Solo agradecía que ninguno de los dos hubiera salido más lastimado de lo que ya estaban.

Al llegar a la entrada de la casa de Layla, ambos se detuvieron. John B metió las manos en sus bolsillos y le dirigió una mirada. —Gracias por todo, Layla.

Layla sonrió ligeramente al escucharlo. —No hay de qué, Routledge.

Se despidieron con una última sonrisa antes de que Layla entrara en su casa y John B comenzara a alejarse. 

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Layla cuando los perseguían: Siento mucho escalofrío, el cuerpo me está temblando. Me siento muy alterado, siento estarme acalambrando. 

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