048. mac and cheese
CHAPTER FORTY-EIGHT
❝macarrones con queso❞
cobra kai season five | act. five
ETHAN HABÍA SALIDO A comprar pan a mandado de su mamá. Se iban a quedar en casa de su abuela y Ethan ya se había estresado por tener que irse de Los Ángeles así que salir y tomar aire le haría bien.
El problema empezó cuando su espalda chocó con una pared y Kyler lo tenía de agarrado de la camiseta mientras tres chicos más estaban detrás de el con sonrisas divertidas.
—Suéltame, imbécil —dijo dándole un empujón al asiático.
—Awww, la mariquita esta cree que puede defenderse —se burló, riendo con sus amigos—. Silver dijo que podíamos hacerte lo que queramos. Creo que esta tratando de probarle algo a papá LaRusso pero no quiso contarnos, solo nos dijo que te toquemos la cara.
El cuerpo de Ethan se lleno de ansiedad y su corazón latió diez veces más rápido de lo normal.
Lo tenían rodeado y era casi como revivir sus primeros años de secundaria.
Le dió un cabezazo a Kyler y cuando estaba apunto de salir corriendo, lo patearon en la parte trasera de la rodilla y le tiraron el pelo dejándolo en el suelo.
Kyler le dió una patada a Ethan en el estómago y este se dobló, sin aire. Trató de levantarse pero lo volvieron a empujar.
—Ya no eres tan valiente ahora, ¿eh, Miedusso? ¡Levántate, vamos!
Pocos segundos después todo el grupo empezó a darle patadas por lo que no tuvo posibilidades para defenderse. Se hizo bolita en el suelo, cubriendo su cabeza y comenzó a llorar.
—¿No eras tan rudo? —se burló, dejando que Ethan respirara por un segundo—. Solo eres una nenita. Vámonos de aquí.
Kyler y otro chico chocaron los puños y todo el grupo se fue, riendo, burlándose y Ethan no pudo hacer nada más que sentirse pequeño de nuevo.
Ethan estaba en el baño viendo su torso lleno de moretones en el espejo. Le dolía moverse pero realmente no estaba seguro que debía hacer.
Trató de ocultárselo a Amanda pero no le sirvió de mucho ya que se dió cuenta enseguida cosa que no ayudó a su enojo con Daniel.
—¡Sam, Ethan, Anthony, vamos! —gritó Amanda desde el primer piso.
Ethan suspiró, se puso una camiseta limpia y bajó las escaleras detrás de sus hermanos.
Llegaron justo a tiempo para que Amanda abriera la puerta.
—¡Mandy!
—¡Jessie!
Se dieron un abrazo mientras sonreían y reían. Luego las dos voltearon y se encontraron con los tres menores.
—¡Dios mío! ¡Mírense! Vengan a darme amor.
Los cuatro se abrazaron al mismo tiempo y Ethan ahogo un quejido de dolor.
—Bien. ¿Dónde está su papá? —preguntó Jessie cuando se separó—. Le tengo cinco kilos de macarrones con queso.
—Papá no vino con nosotros —dijo Sam con tono incómodo.
—Está con muchas cosas —dijo Amanda—, así que...
—Yo aceptó los macarrones si no los quieres —dijo Ethan tomando la bolsa sin hacer ningún movimiento brusco.
—No los toques —le pegó un manotazo y se los quitó—. Seguro durarán si la tía Jo lo pone en el congelador. Los traeré antes del toque de queda.
—Sí, claro.
—Bien. Vamos, chicos.
Entraron al bar-restaurante y las dos adultas soltaron sonidos de exclamación. Ethan observó con asombro el lugar.
—Vaya, este lugar nunca cambia —murmuró Amanda.
—Dices eso cada vez que vienes —Jessie soltó una risa—. Mira eso. Retro.
Pasó su brazo por los hombros de Anthony mostrándole juegos de arcade. Sam y Ethan se cruzaron de brazos al mismo tiempo.
—Sí, están rehaciendo cosas viejas de los años 80 —contesto Anthony sin una pizca de emoción.
—Dulce niño —dijo dándole palmaditas en el pecho—. No es una mala versión nueva, es original. Tú mamá solía jugar durante horas. Hasta que empezó a beber alcohol. Llegó a tener el puntaje más alto. Quizá aún lo tenga —sonrió—. Solo lo averiguarás si logras un puntaje alto.
—Sí, claro —Anthony comenzó a caminar hasta los juegos—. No se ve difícil.
Sam y Ethan compartieron una mirada antes de seguir a su hermano.
—¡Muévete, Sam, yo si quiero jugar! —insistió Ethan mientras veía a Sam estar en su celular
—Hablas como un bebé —dijo ignorándolo.
—¿Las langostas tiran rayos? —preguntó Anthony dándole un golpe al juego—. Este juego es una mierda.
—¿Eres tú? —le preguntó Sam mostrándole un video de Instagram.
—Pensé que Kenny lo había dicho solo para molestarme.
—Lo vio todo el Valle —dijo Sam—. ¿Por qué no nos pediste ayuda?
—No sé, pedirle a mis hermanos que golpeen a un bravucón no me parece la mejor solución a largo plazo. Además, me lo merecía.
—¿Tú bravucón? —preguntó—. ¿Desde cuándo pasa esto?
—Llegas muy tarde, Sammy.
Anthony le resumió toda la historia mientras los dos lo escuchaban con atención.
—Traté de disculparme en el torneo, pero se enojó más. Si Robby no llega...
—¿Robby?
—Entró cuando me pateaban el trasero y evitó que la paliza fuera aún peor —suspiró—. Entiendo por qué papá odia a Cobra Kai.
—Cobra Kai siempre termina llevándote por un mal camin...
—Mira la chica dura —dijo la voz de una mujer.
Los tres se voltearon para ver que pasaba y vieron a su tía junto a Amanda frente a un trio de señoras.
—Deja de molestar, Elizabeth.
—¿Sí? ¿O qué?
—Sigue y lo descubrirás —dijo Amanda.
—No te metas, Steiner. Esto es un bar, no una clase de yoga. Salvo que tengas un bate en tu trasero huesudo...
—No necesito un bate, zorra.
Otra señora se metió de la nada y empujó a Amanda, eso llevo a que Jessie la empujara a ella. Y así, empezaron a empujarse entre todas.
Entre dos agarraron a Amanda y otra señora tenía a Jessie mientras que la llamada Elizabeth las veía con odio.
—Tú lo pediste, perra.
Antes de que la golpeara, Sam y Ethan salieron corriendo. Sam le dio una patada en el estómago haciendo que caiga.
—¡Mierda! —gritó Amanda sorprendida—. ¡Vamos!
Ethan se empezó a reír a carcajadas y empujó a Anthony hacia la salida mientras todos salían corriendo.
Hamburguesas, papas fritas, bebida y gomitas. ¿Qué más podía pedir un adolescente?
—Era como una película de acción —decía Anthony emocionado—. Eres como Jean-Claude Van Sam.
Sam se largó a reír y Ethan comió de sus papas mientras sonreía.
—Podemos enseñarte —dijo Sam comiendo una papita.
—¿No era que odiabas el karate?
—Eso creía —empezó a jugar con sus dedos—. No lo sé, supongo que quería que las cosas volvieran a ser lo que eran antes de que el karate lo invadiera todo. La verdad es que siempre habrá idiotas y bravucones en el mundo. A veces es bueno saber cómo defenderse.
—Creemos una secta para sacrificar a Kyler —bromeó Ethan tomando bebida—. Ant, se que las tareas y esas cosas no son muy tu estilo pero podemos saltárnoslas.
Se le iluminaron los ojos.
—Pero no le digas a papá —dijo Sam.
—Claro —respondió el sonriendo—, le he mentido por años.
—No es muy difícil —opinó Ethan riendo, contagiando a los otros dos.
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