038. boys don't cry
CHAPTER THIRTY-EIGHT
❝los chicos no lloran❞
cobra kai season four | act. four
LOS ALUMNOS DE EAGLE FANG estaban nuevamente, al rededor del estanque tratando de agarrar a los peces.
—¡Maldita sea! Se ve tan fácil en la televisión.
—¡Mierda! ¡Esto es imposible!
—Paciencia. Ya lo resolverán.
—Tengo una idea —dijo Miguel sonriendo antes de meterse en el estanque con zapatos y todo—. Vamos, entren.
—Otra vez no —se lamentó Ethan.
Se sentó y se quitó los zapatos con tranquilidad. Luca también se quitó los suyos y se hundieron en el agua juntos.
—Síganme. Caminaremos en círculo.
Hicieron lo que se les ordenó a paso lento.
—Está funcionando —dijo Luca sonriendo.
—Nadan bajo la plataforma.
Miguel sacó un pez del agua con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Tenemos un ganador! Buen trabajo, Miguel. Muy bien.
Cuando ya todos estaban secos, Miguel y Daniel estaban sobre la plataforma.
—El señor Miyagi me dijo una vez que esto representa perseverancia, coraje y fuerza. También evita que te llegue sudor a los ojos.
Daniel le puso la cinta en la cabeza a Miguel. Ethan observó a su novio con una sonrisa orgullosa mientras los dos en la plataforma hacían una reverencia.
Ethan entró al baño junto a Halcón y Luca. Los últimos dos agarraron a un chico que estaba apunto de golpear a Nate y a Bert y lo pusieron contra una puerta del baño.
Ethan vió que tenía una camiseta de Cobra Kai pero parecía muy asustado.
—¿Vas a golpear primero? —preguntó el de cresta roja.
—Yo...
—Sí —asintió Luca, aunque el no estaba sonriendo como Halcón—. Un consejo, niño, sal de Cobra Kai mientras puedas. Porque van a caer y la cosa se pondrá fea.
Luca hizo un saludo con Halcón para salir del baño con Bert y Nate detrás.
—¡Debilucho! ¡Creo que va a llorar!
Ethan suspiró y se dió la vuelta. Lo vio hiperventilar y se trató de acercar pero el dió un paso atrás asustado.
—No muerdo —trató de bromear—. Me llamo Ethan, ¿como te llamas?
—Kenny —respondió aún con la respiración agitada.
—Un gusto conocerte, Kenny —sonrió amablemente—. Disculpa a mis amigos, no tenemos la mejor relación con Cobra Kai...
Al ver a Kenny más calmado, sonrió.
—Hazle caso, Cobra Kai no te hará nada bueno —sacó un papel y un lápiz—. Este es mi número. No nos conocemos pero... si necesitas algo, puedes llamarme.
Kenny sonrió tímidamente y tomó el papel.
—Gracias.
—Cuídate —Ethan se despidió con la mano y se fue junto a sus amigos.
Ethan aún no tenía la oportunidad de hablar a solas con Miguel y se estaba empezando a estresar.
¿Qué carajos hacía en una fiesta infantil?
—¿Por qué vinimos a esto? —preguntó Sam.
—Sheila lleva diez años con nosotros —respondió Amanda—, es como de la familia. Les solía encantar cuidar a Cindee. Especialmente a ti, Sam. ¡Hola!
Sheila los saludó con la mano.
—Eso no significa que quiera pasar aquí mi sábado —respondió Sam.
—Quería salir con Miguel —murmuró Ethan.
—Muchas personas sufren más que ustedes.
Ethan bufó y apoyó la cabeza en el hombro de su hermana. Sam rió y cuando Ethan levantó la cabeza, vió a Tory con la vista pegada en ellos.
—¿Dije que no quería pasar aquí mi sábado? —dijo Sam—. Me encanta haber venido.
—Sigo queriendo irme —dijo Ethan.
Un rato después, Tory le contaba una historia a los niños. Sam había arrastrado a Ethan para escuchar.
—El príncipe escaló la montaña. El dragón me llevó allí para comerme viva. Pero el valiente príncipe me rescató.
—¿El príncipe que le robaste al otro príncipe? —preguntó Sam.
Ethan le dió un codazo. Sam lo miró molesta.
—El otro príncipe ya no salía que ese príncipe —respondió sonriendo sarcástica—. En fin, el dragón le lanzó fuego y le derritió su espada. Ahora yo debía salvar al príncipe.
—¿Con qué? —preguntó Sam—. ¿Con un arma? ¿Un brazalete con pinchos o nunchakus?
—No, cantando una canción mágica.
—Sam —llamó Ethan tenso—, para. De verdad.
Sam lo ignoró olímpicamente.
—¿Y cómo era la canción?
—¡Cántanos la canción! —dijo una niña.
—¡Sí! ¡Vamos!
—¡Sí! ¡Canta!
—Beautiful dragon, please go to sleep, sunset is falling, now time to count sheeps.
Sam empezó a reír.
—¡Vaya! Cantas peor de lo que peleas —sonrió y se fue.
—¿Qué te pasa? —le preguntó Ethan enojado—. ¿Por qué hiciste eso?
—Se lo merece, Ethan.
—No me interesa —le reclamó—. Estoy harto de pelea...
—¡Mueran, brujos malos!
Y los dos se encontraron bajo un montón de brillantina. Tory les mandó un beso a cada uno, Ethan miró a Sam realmente molesto.
—Eth...
—No.
Ethan se alejó mientras se quitaba el brillo del pelo y la cara. O bueno, lo intentaba.
—Es un atuendo interesante. ¿Te disfrazaste de bola de discoteca?
—Ja, ja muy chistoso —sacó un montón de brillos de su suéter y se los lanzó a Miguel en el pelo.
—¡Hey! —se quejó mientras reía.
—Dame un abrazo —Ethan estiró sus brazos y se acercó.
—No, Ethan, mi ropa —Ethan lo abrazó con fuerza—. Tu vas a lavar todo.
Ethan rió y le dió un corto beso en los labios.
Esa misma noche habían ido al auto-cine. Ya que todos sus amigos habían ido a distintos autos o a buscar comida, Ethan aprovecho la oportunidad.
—Oye, Miguel —llamó Ethan—. Tenemos que hablar sobre algo.
—¿Qué pasa?
—Bueno, hace un rato ya que he querido hablar...
—¿Puede ser después? —pidió—. Los de Cobra Kai están con los chicos allá.
Halcón estaba frente a un grupo de Cobra Kai's y Miguel salió del auto a paso apresurado.
—Y le daremos su merecido —escuchó a Tory.
—No lo creo —dijo Sam—. No si yo puedo evitarlo, princesa.
—¡Chicos! —dijo Demetri llegando con Luca—. ¿Vieron que tienen sodas de todos los sabores? —todos lo miraron y el bajo su vaso—. Mierda. No de nuevo.
—Hola, bonito —saludó Luca a Robby que le sonrió.
—Cuidado —dijo Tory mirándo a Sam y a Ethan—, su mamá no está para dárselas de pacificadora.
—Oye, rubiecita —llamó Cassie al lado de Sam—, con la señora LaRusso no.
—Basta. No podemos hacer esto —dijo Miguel—. Los venceremos en el torneo.
—¿Sí? —dijo Robby—. ¿Recuerdas la última vez que peleamos?
—Bien, nos vemos en el campo de béisbol en treinta minutos —miro a Tory—. Sin armas.
—No las necesitaremos.
—Sí.
Ethan miró a Kenny con tristeza antes de seguir a sus amigos.
El grupo de Cobra Kai llegó al campo buscando al resto. Las luces se apagaron y los rociadores comenzaron a funcionar.
—¡Amigo, jugada maestra! ¡No tuvimos que pelear! —dijo Halcón riendo.
—Mi victoria favorita —dijo Demetri.
Ethan no dijo nada. Se estaba frustrando demasiado con esta situación y Miguel ni siquiera lo notó.
—Ahora Miguel Díaz será conocido como El Hacedor de Lluvia.
—El diablo de la lluvia —dijo Halcón en español.
—Si no hubieran caído, los habríamos vencido —dijo Sam.
—Sam, para —dijo Ethan—. De verdad.
—Podría haber salido mal —dijo Miguel.
—¿Qué pudo haber salido mal? —preguntó Johnny.
—Estábamos a punto de pelear —explicó Halcón—, pero Miguel salvó el día.
—¿Sí? ¿Cómo?
—Mandé a los Cobra Kai al campo de béisbol. Justo cuando regarían el césped.
—¿Buscaste una pelea, los plantaste y los rociaste con una manguera? —dijo Johnny que no se veía muy feliz.
—Eran rociadores —corrigió Demetri recibiendo una mala mirada de parte del adulto—. No volveré a decir nada.
—Acabas de provocar a la fiera. ¿Qué crees que pasará? ¿Qué los dejarán en paz?
—Por todo lo que escuché —dijo Daniel a sus espaldas—, parece que Miguel practicó la moderación. Halló la solución sin que nadie saliera herido. ¿Qué querías que hicieran? ¿Que lucharan con navajas? Estoy orgulloso. Aplicaste las enseñanzas de Miyagi-Do —le dio unas palmaditas en el hombro con una sonrisa.
—Tenemos que hablar, LaRusso.
—Qué...
Kreese y otro señor entraron como Pedro por su casa al dojo.
—Caballeros. Parece que tenemos algunas cosas que discutir.
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