
010. miyagi do karate
CHAPTER TEN
❝miyagi do karate❞
cobra kai season one | act. one
LOS DOS adolescentes caminaban observando todo mientras Daniel les contaba una historia.
—De niño, el señor Miyagi me llevó a un lago hermoso al norte para entrenar. Intenté llevar a Samantha y a Ethan, pero, luego de la sequía es solo un charco. Así que encontré este lugar. ¿Oyeron eso? ¿Lo oyeron? Cierren los ojos y escuchen.
Robby miró a Ethan con duda, el simplemente alzó los hombros y cerró los ojos.
—¿Que oyen?
—Nada —dijeron los dos a la vez.
—Exacto —dijo Daniel sonriendo—. Sin llamadas, internet, ni discusiones familiares. Solo tú y la naturaleza. Por eso estamos aquí. De esto trata Miyagi-do Karate. Vamos.
Robby miro a Ethan con una sonrisa emocionada y empezaron a caminar hasta el muelle y empezar a hacer la rutina. Luego fueron a unas rocas e hicieron lo mismo que en el muelle, Daniel se puso protecciones de béisbol.
—Bien, como les dije, de frente con fuerza. ¿Sí?
Los dos asintieron y Daniel continuó explicando.
—Cuando giren, giren la cadera, cierren el puño —dijo haciéndolo mientras hablaba—. Toda la energía aquí, en esta pulgada, ¿sí? ¿Entendieron? Robby tu primero.
—Esta bien —Robby se puso en posición mientras Ethan se alejaba un poco.
—¡Hai!
—¡Kyo! —dijo Robby golpeándolo justo en el pecho.
—Ethan, ahora tu.
Intercambiaron lugares.
—¡Hai!
—¡Kyo!
—Bien, túrnense.
Estuvieron mínimo una hora turnándose hasta que Daniel los llevo a otro lado.
—Vaya, siento que soy Jackie Chan —dijo Robby divertido.
—Se les da mejor a ustedes que a mí —confesó Daniel—. Pero no sean arrogantes, siempre hay más que aprender.
—¿Lo digo el señor Miyagi? —preguntó Robby.
—No, lo inventé sobre la marcha. No está mal, ¿no?
—Entonces... ¿Nos vamos a casa?
—Eso quisieras —dijo Daniel—. El entrenamiento aún no terminó. Conocen los movimientos, pero necesitan equilibrio.
—Tengo equilibrio en el skate.
—No hablo de eso. Me refiero a equilibrar tu vida.
La sonrisa de Robby se borró rápidamente y Ethan, al notarlo, pasó su brazo por sus hombros.
—Mira, Robby, sé que es difícil crecer sin un padre —empezó Daniel—. El mío murió cuando era pequeño, así que lo sé. Pero cuando esas sensaciones malas te agobian, debes buscar lo bueno adentro, y solo... —hizo un gesto de balancear con las manos—. Entonces, encontrarás equilibrio en la vida. ¿Entiendes? No es fácil, pero lo lograrás.
—Aparte ahora somos amigos, ¿no? —dijo Ethan sonriendo levemente—. Si necesitas cualquier cosa puedes decirnos.
—Señor LaRusso, Ethan, necesito decirles algo.
—Claro. ¿Qué pasa?
Robby vaciló por unos segundos y luego sonrió.
—Gracias por enseñarme y ayudarme.
—No me agradezcas aún —dijo papá—. Me vas a odiar. Dejen los bolsos y súbanse al árbol.
Dejaron los bolsos en el suelo y subieron al árbol tambaleándose.
—Bien, encuentren su equilibrio. Muéstrenme lo que aprendimos hoy. La patada frontal.
Ethan caminó hasta la otra punta del árbol y los dos hicieron la patada.
—No está mal, patada giratoria.
Ethan cerró los ojos concentrándose e hicieron la patada.
—¿No iba a ser difícil? —preguntó Robby.
—Muy bien, as —dijo Daniel burlón—. Patada de gancho.
Robby hizo la patada pero cayó al suelo y Ethan se largó a reír a carcajadas.
—No te rías tanto, hazlo tu —ordenó el adulto.
Apenas dejo de reír, Ethan intentó hacer la patada pero el también cayó de espaldas al suelo.
—Karma —dijo Robby adolorido.
—Muérete.
—No me des ideas.
—¿Están bien? —preguntó Daniel.
—Sí/No —respondieron al mismo tiempo.
—Levántate de ahí —Robby sonrió y le extendió la mano.
—Te odio —Ethan tomó su mano y se levantó.
—¿Que hacemos ahora? —preguntó Robby.
—Vuelven a intentarlo. Avísenme cuando puedan patear sin caerse —Daniel agarró su celular y se fue caminando.
—¿Adónde va? —dijo Robby frunciendo el ceño.
—Hay un partido en la costa este. Iré a un lugar con mejor conexión.
—¿Y las distracciones?
—El hockey no cuenta.
—Hipócrita —dijo Ethan cruzándose de brazos.
Los dos adolescentes bufaron y volvieron a subirse al árbol. Se turnaron para practicar la patada, ayudándose mutuamente hasta que luego de mucho rato, los dos lo lograron.
Ethan se sentó sobre el tronco y Robby se sentó a su lado.
—Si no tomó un litro de agua me voy a desmayar —dijo Ethan apoyándose en sus rodillas.
Robby le extendió su botella de agua y Ethan sonriendo.
—Gracias.
—No hay de que —Robby alzó los hombros—. Supuse que se te olvidaría el agua dado que estabas en la piscina.
—Tenía calor —dijo Ethan cruzándose de brazos.
—Vamos a buscar a tu papá.
—Quien sabe donde se metió.
Saltaron del árbol, tomaron los bolsos y caminaron por ahí mientras buscaban.
—Oye, no coquetees con mi hermana —advirtió Ethan— o te asesino.
—¿Prefieres que te coquetee a ti? —dijo burlón.
Ethan alzó los hombros y los dos rieron.
—Hey, mira —Robby apunto hacía Daniel que estaba parado de manos sobre una roca.
Cerró los ojos y se mantuvo derecho mientras levantaba una mano.
—¿Señor LaRusso? —dijo Robby sorprendido.
—¿Qué? ¡Ay!
Daniel se cayó de cara y los dos adolescentes dejaron caer los bolsos al salir corriendo hacia el.
—Casi lo logro —se lamentó.
—Estas muy viejo para esto —regañó Ethan—, ¿te quieres matar?
—¿Qué estaba haciendo? —preguntó Robby.
—No me digas viejo —le advirtió a su hijo—. Estaba haciendo una de las últimas cosas que el señor Miyagi me enseñó. La patada más poderosa de Miyagi-Do Karate.
—¿Cómo lo haces?
—Ojalá pudiera mostrarles. Solo el señor Miyagi la hacía. Debes equilibrar el cuerpo con una mano, eso libera a las piernas para patear. Casi lo logro a los veinte, así que estar a punto de hacerlo ahora es increíble. ¿Cómo les fue en el árbol?
—Hicimos todos los movimientos sin caernos —dijo Robby orgulloso.
—Bien. Ahora que dominan eso, están listos para el próximo desafío.
—¿Más? —dijo Ethan lloriqueando.
—Encontrar el auto —dijo Daniel recuperando el aire—. Esto es como un laberinto.
Robby rió mientras Ethan levantaba los bolsos con pereza.
Cuando llegaron a la casa, Ethan y Daniel esperaban encontrar la tercera guerra mundial, en vez de eso, encontraron a Amanda y a Lucille riendo en la cocina.
—Miren quién llegó —dijo Lucille—. Pasen.
—Hola —dijo Daniel sonriendo con el ceño fruncido.
—Amanda y yo cocinamos.
—Tu mamá hizo su famoso pollo cacciatore —dijo Amanda dejando la bandeja en la mesa.
—Sí, pero con la ayuda de tu bella esposa.
—Aquí es cuando aparecen los zombies y nos matan a todos —le dijo Ethan a Robby en un susurro.
—Nos deben mucho —dijo Sam llegando con Cassie.
—¿Cómo lo hicieron? —preguntó Daniel—. ¿Saben qué? Ni me importa. Tengo hambre. ¿Tienes hambre Robby?
—Quédate a cenar —dijo Ethan.
—Claro —dijo el emocionado—. Sí, gracias.
—Mamá, ¿y Louie? —preguntó Daniel.
—Dijo que no podía venir.
—¿Te quedas? —le preguntó Ethan a Cassie.
—Claro que si.
Luego de servir la comida, se sentaron todos en el patio.
—Debieron haberse caído más de una vez —dijo Sam.
—Me resbalé una vez, pero me frené y volví a subir, no cuenta —dijo Robby y Ethan empezó a reír.
—¡Te caíste como por media hora seguida!
—¡Y tu también! No puedes reclamarme nada.
—Detalles sin importancia —dijo Ethan riendo.
—Cuéntele sobre la parada de manos —le dijo Robby a Daniel.
—Casi lo logro —dijo tomando vino—. Me acerqué bastante.
—Casi se rompe el cuello —dijo Ethan.
—Fue increíble.
—¿Cuánto te pagó por decir eso? —le preguntó Cassie a Robby.
—¡No me pagó!
—¿No? —preguntó Ethan riendo—. Yo creo que si.
Lo que nadie en esa mesa sabia, era que Miguel estaba observando todo.
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