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008. date

CHAPTER EIGHT
❝cita❞
   cobra kai season one | act. one








CASSIE TENÍA que ir a la biblioteca por unos libros por lo que, mientras ella iba, Ethan fue a su casillero encontrándose con Miguel.

—Hey, Ethan —lo saludó nervioso.

—Hola —respondió Ethan bajando sus audífonos hasta el cuello.

—No sabía que este era tu casillero.

Ethan rió con confusión y pausó la música.

—Pensé que te había dicho que este era...

—En fin —interrumpió Miguel jugando con sus manos—, me alegra haberte encontrado. He pensado mucho en ti últimamente.

Antes de que Ethan pudiera reaccionar, Miguel lo miró con los ojos muy abiertos.

—No mucho —dijo más nervioso que antes—, solo la cantidad normal en que alguien pensaría en otra persona.

—¿Qué pasa, Miguel? —preguntó Ethan riendo.

—¿Quieres salir conmigo? —preguntó antes de arrepentirse.

Y en menos de un segundo, todos los cuadernos de Ethan se estrellaron contra el piso con un ruido sordo.

—Mierda —los dos se agacharon a la vez recogiendo los cuadernos e Ethan observó a Miguel con las mejillas sonrojadas—. Me encantaría, pero... no... tengo buena experiencia con las citas.

Eso no era del todo mentira. Nunca había estado en una cita, es verdad, pero cuando lo intentó...

La última vez que quiso salir con un chico, el le dijo a toda la escuela que Ethan era gay y ya ven como es ahora.

—Sí, entiendo —dijo asintiendo con una sonrisa.

—¿Nos vemos en clases?

—Sí. Perfecto. Nos vemos en clases.

Ethan apretó los puños y rodó los ojos. Regañándose a si mismo en su cabeza por la estupidez que acababa de decir, abrió su locker.

Miguel por otro lado, caminó resignado hasta que se le ocurrió una idea y volvió corriendo.

—¿Y si no es una cita? ¿Y si son dos personas pasando tiempo en el mismo lugar, divirtiéndose por separado pero juntas? —preguntó esperanzado.

—Sigue sonando como una cita pero... está bien —Ethan sonrió y se apoyo en el locker—. Me encantaría salir contigo.

—Genial —dijo emocionado—. ¿Esta noche?

—¿Puedes ir a buscarme a las ocho?

—Sí —contestó casi inmediatamente—. Totalmente. Bien. Sí —Miguel estuvo a punto de irse pero pareció recordar algo—. Ando en bici.

—Te recojo yo entonces —Ethan rió divertido y se fue a buscar a Cassie.

—Cassie —dijo Ethan con tono inocente sentándose a su lado—. Amor de mi vida. Corazón de melón. Alma gemela.

—No tengo dinero —dijo la pelirroja cruzándose de brazos—, y chocolate tampoco.

—Los dos sabemos que es mentira, pero no quiero dinero —Ethan sonrió—. ¿Me prestas tu auto?

—¿Por qué no usas el de tus padres?

—Porque tendría que contarles que tengo una cita... con Miguel.

—¿¡Tienes una cita?! —gritó Cassie.

Y todos en la biblioteca los mandaron a callar.

—Grítalo más fuerte, no te escucharon en China —al ver a Cassie apunto de gritar de nuevo le tapó la boca—. Era broma.

—¿Tienes una cita y no me dijiste? No pienso prestarte nada.

—Cass —Ethan suspiro y tomó las manos de su amiga—, me preguntó hace menos de diez minutos.

—Está bien... pero solo porque temo que te mueras solo y con veinte gatos —la pelirroja puso su mano en el hombro de su amigo con una mueca de preocupación.

—Serás idiota.

Ethan se estacionó apenas llegaron tratando de actuar como si no estuviera al borde de desmayarse de los nervios.

—Bien, hagamos esto —dijo Miguel mientras se bajaban del auto.

—Nunca creí que vendríamos a este lugar —dijo Ethan impresionado,

—Podríamos ir a otro lado si no te gusta —contestó rápidamente Miguel.

—No —Ethan negó con una sonrisa—, amo este lugar.

—¿En serio?

—Mi mamá y mi papá nos traían a San y a mí todo el tiempo.

Los dos le entregaron el dinero a la señora de la caja y Miguel tomó dos palos de golf mientras Ethan agarraba las pelotas,

—¿Preparado para perder, Miggy?

—Te veo muy confiado, Eth —dijo sonriendo.

Comenzaron a jugar en distintas pistas dándose cuenta de que los dos eran horribles para el mini golf. En la tercera pista Miguel lanzó la pelota con la mano y chocaron los cinco como si hubieran hecho algo increíble, al igual que luego de unas cuantos intentos, se recostaron en el suelo y tiraron la pelota a unos diez centímetros de el hoyo.

Luego fueron adentro y jugaron en muchos juegos de arcade consiguiendo un montón de tickets.

—Bien —dijo Miguel tomando todos los tickets—, veamos.

—Woow —dijo Ethan riendo.

Fueron hasta la tienda y Miguel dejo caer los tickets en el meson diciendo un "¡Bum!" y cruzándose de brazos como si fuera el mejor del mundo.

—Bueno, es mucho —explicó Miguel—. Veamos, puedes llevarte quince collares, una goma de borrar o treinta y siete lámparas.

Ethan rió y apuntó a un peluche encima de una repisa.

—Quiero ese.

—El pulpo, interesante.

La señora le dió el pulpo a Ethan mientras el murmuraba un gracias y abraza el peluche,

—¿Es esponjoso? —Miguel empezó a acariciarle la cabeza mientras Ethan seguía riendo—. Sí, es muy esponjo.

Los dos levantaron la vista al mismo tiempo. Hicieron contacto visual por unos segundos hasta que Ethan rió de nuevo y salió corriendo.

—¿Adónde vamos? —gritó Miguel comenzando a reír y corriendo detrás de el.

Todo bajo la mirada enternecida de la señora de la tienda.

—Bien, ¿listo? Muy bien —dijo Miguel viendo a Ethan mientras apuntaba la pelota de básquetbol al aro.

—Mira esto —lanzó la pelota y encestó—. ¡Punto para Ethan! —lanzó un golpe al aire y chocó los cinco con Miguel— ¡Lonzo Ball con su tiro fadeaway!

—Okay —rió Miguel—, eres fan de los Lakers.

—La verdad no entiendo mucho sobre basketball, pero mi familia compra el pase de temporada desde que soy pequeño —Ethan lo volteó a ver y notó que Miguel estaba incómodo—. ¿Sabes? Mi papá los usa principalmente para negocios y esas cosas. Solo vamos a veces.

Se abrazó a si mismo con nerviosismo pensando que ya lo había echado a perder.

—Sí, claro. A veces, uso mis boletos por negocios —dijo Miguel asintiendo mientras lanzaba la pelota—. Para cerrar tratos con clientes. Es aburrido.

—Oh —dijo Ethan siguiéndole el juego—. ¿En qué negocio estás?

—Uh... En el textil —contestó Miguel asintiendo con la cabeza—. Algo de exportación y de importación. Pero mi pasión es la ayuda comunitaria.

—Eso es muy interesante —dijo Ethan alzando las cejas.

—Lo es. Tomamos a niños desamparados de Encino que van a algunos juegos de los Lakers e intentamos que vean más.

—Que bonito de tu parte, Miggy —dijo Ethan con una mano en el corazón—. Muy noble.

—Sí —dijo alzando los hombros.

—Imbécil —Ethan empezó a reír y lanzó otra pelota—. ¿Quieres ir a un juego conmigo algún día?

—Sí —Miguel sonrió y observó a Ethan detalladamente—. En realidad, depende de cuán cerca de la cancha estemos porque tengo asientos cercanos.

Ethan comenzó a reír a carcajadas mientras le daba un pequeño codazo.

—¿Tienes el plano de los asientos?

—¡Cállate!

—Si lo tienes... ¿Listo? Una más. El último gana.

—Trato.

Los dos se empezaron a empujar y lanzar pelotas tan rápido como podían. Luego fueron a la cabina de fotos y se tomaron un montón de fotos con distintas muecas.

—Mira que feo saliste —bromeó Ethan—. Mentira.

—Sales más bonito tu, eso es trampa —reclamó Miguel con una sonrisa.

Cuando se cansaron de jugar, fueron a comprar comida, luego salieron y se sentaron en una banca con el peluche de Ethan en medio.

—Entonces —agarró el pulpo—, al señor Rocco le gustaría saber si eres mejor en karate...

—Ajá.

—... que en minigolf.

—Ooh —hizo un sonido de exclamación—. No sabía que el pulpo era hispano, peeero, ¿y si le dices al señor Rocco que mi sensei dice que soy el mejor de la clase?

—¿El mejor? —preguntó Ethan con duda fingida—. Mmm...

—Te lo juro.

Ethan comió una papa frita mientras simulaba pensar.

—¿No me crees? No...

—Yo no dije que no te creía —dijo Ethan alzando los brazos.

—No. Párate —exigió Miguel.

—No me digas que hacer señor "mejor de la clase" —Ethan dejó sus papas al lado y se levantó.

—Esto es lo que vamos a hacer. Ponte en posición de combate —hizo una demostración y Ethan le copió—. Sí, estira la pierna como en L. El brazo ahí —dijo corrigiéndolo.

—Sabes mucho —dijo Ethan sarcásticamente pero sin borrar su sonrisa.

—Sí, eso. Luego posiciona... —Miguel puso sus manos en las caderas de Ethan girándolo un poco.

—Oye, respeta mis caderas.

Miguel lo miró nervioso y empezó a tartamudear.

—N..no, te corrijo la postura —explicó—. Este movimiento es difícil, si no te sale, no te sientas mal...

Ethan rodeó el cuello de Miguel e hizo que se caiga dando una vuelta.

Sam solía hacerle eso cuando peleaban y eventualmente le enseñó a hacerlo para que sepa como defenderse. Algo tenía que aprender, ¿no?

—¿Cómo...?

Ethan sacó unas gafas de sol de sus bolsillos (no pregunten) y se las puso cruzándose de brazos y asintiendo con la cabeza.

—Soy increíble, lo sé.

Sonrió y mientras se sacaba las gafas, se sentó a su lado y los dos hicieron contacto visual.

—Es mi primera cita así que no puedo comparar pero es lejos la mejor que voy a tener.

—Pensé que tenías malas experiencias con citas —dijo Miguel alzando las cejas—. Aun que eso ni importa porque no es una cita.

—Claro —dijo Ethan negando con la cabeza—, no lo es.

—Gracias por aceptar —dijo Miguel sonriendo—. La pase bien.

—Tenemos que repetirlo entonces.



























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