006| 𝐂𝐀𝐒𝐓𝐈𝐄𝐋 𝐘 𝐋𝐔 𝐁𝐔.
«¡Felicidades!. Han desbloqueado el capítulo 6. Disfruten su lectura»
Saludos a estas tres hermosas personitas que comentaron más en el capítulo pasado:
-Soy_yuri-
Ryu_Shirakawa
misterohn9
ANTERIORMENTE EN "HE IS MINE":
El azabache se dejó caer en su cama, llorando a lágrimas, había sido rechazado...por uno de sus destinos dorados y le dolia.
Aún así...intento convencerse de que a lo mejor con los demás no sería lo mismo, que ellos si lo querían...¿Verdad?.
De pronto, una vez más sintió ese dolor inmenso en su pecho, se desabotono la camisa blanca y ahí estaba...esa marca morada como si fuera moreton en la parte de su corazón...
-----AÑOS ATRÁS-----
(Ubicación: China).
-Castiel, ya me canse de caminar...-. Lloriqueo Rin caminando al lado del semidiós. La pequeña no estaba acostumbrada a caminar, siempre se la pasaba flotando pero estaba vez no podía.
Habían pasado ya años desde que Castiel había dejado el Olimpo junto a Rin. En ese tiempo Castiel se la había pasado de maravilla aunque también mal. Justo en estos momentos estaba en su tercer viaje por el mundo humano.
Resulta que todo este viaje era un trampa de la Diosa Carysse para encontrar a sus nuevos destinos dorados.
¿Estaba enojada con ella? Claro que no, al contrario, le agradecía y mucho, aunque si esta un poquito molesto de que su Tía no le dijo la verdad de una vez pero bueno, a lo mejor ella queria que fuera sorpresa.
Castiel llevaba un traje tradicional de China, sus color eran azul, blanco. (Algo similar como la imagen de abajo)
Volviendo a estos momentos. Castiel cargo a su pequeña Rin y la puso en su cabeza quien no dudó en acostarse en ella.
Suspiro cansado. -Ay, Casti', yo de verdad quiero ayudarte a encontrar a tu nuevo harem dorado, pero...-. Hizo una pequeña pausa. -¿¡ES NECESARIO CAMINAR POR MEDIA CHINA!?-. Exclamó entre lloriqueos por el dolor en sus patitas.
Castiel dio un suspiro sonríen ante las palabras de Rin.
-Lo lamentó, Rin. Recordé que no puedes utilizar tus poderes para que nadie sepa nuestra identidad-. Tomó a la zorrita en sus manos y le dio un tierno beso en su cabecita en señal de disculpas. -Te parece bien si nos de tenemos en aquel pueblo para que puedas comer algo?-. Sonrió y vió al pueblo que quedaba cerca a 10 minutos.
La colita de la menor se movió de un lado al otro, sus orejitas de movierin sus ojitos brillaron con felicidad al oir la palabra comida. Rin adoraba mucho la comida.
-¡¡SI, COMIDA!!-. Y sin importarle si alguien la viera, salió volando de las manos de Castiel directo al pueblo.
-¡¡Rin, Espera!!-. Castiel salió corriendo detrás de ella alertado.
Tenía miedo de que si alguien la vieran volando quisiera hacerle daño pesando que era un demonio, cuando no era así, Rin era una cría Kitsune, no un demonio, pero los del Olimpo decían que eran lo mismo pero no era así.
Rin le dio un gran mordisco wontón que Castiel había ordenado para ella quién estaba sentada en el hombro derecho del semidiós que solo comía tranquilamente su comida que eran unos fideos.
Ambos habían encontrado un puesto de comida una vez que llegaron al pueblo por lo que no dudaron en ir ahí y pedir su orden de comida, seguido de eso se sentaron afuera en una de las mesas para comer pues el dia era lindo, tranquilo y con un buen clima.
En estos momentos solo estaban comiendo tranquilamente, aunque Castiel se sentía incómodo pues sentía que las personas lo estaban mirando mucho.
-Ya vistes el chico de haya?-. Susurro una mujer castaña a su amiga de cabellos cafés. -¿No te parece atractivo?-. Sonrió con un leve sonrojo.
-¡Oh por los dioses!, ¡Es simplemente hermoso!-. Susurró la amiga de la castaña muy sonrojada. -¿¡Ya viste sus ojos!? Son como hermosas perlas!-. Sonrió manteniendo su voz aún baja.
-Ay Amigó, ese chico de haya es hermoso-. Dijo un hombre mirando a Castiel con un leve sonrojo. -¿Tu crees que quiera ser mi Pèi'ǒu*?-. Sonrisa.
[Traducción: Pèi'ǒu = Conyuge]
-Tu no estabas comprometido?-. Arqueo la ceja el amigo del hombre cruzado de brazos. -Aunque no lo niego. Ese chico tiene la belleza de un ángel-. Suspiro mirando con una sonrisa al azabache.
Castiel no tenía idea de lo que la gente hablaba de él, solamente estaba seguro que hablaban de él pues se le quedaban viendo mucho. En la mente del semidiós le llegó la idea así de la nada que puede que estén hablando mál de él, si los dioses lo hacían a lo mejor los humanos también.
El azabache solo suspiro ante esa idea que tuvo en su cabeza, la verdad, ya no le importaba si eso era cierto o no, solo había venido aquí por su destino dorado y quería encontrarlo, quería hacerlo felíz.
Rin era la única que sabía de los dos que la gente del lugar estaban hablando solamente del atractivo de Castiel (esto se debe a su oido que podía detectar el más mínimo ruido) por lo que tenía los ojos abiertos casi salidos y la boca abierta dejando ver su comida. ¿Que le pasaba a esta gente? ¡Parecian adolescentes con las hormonas alborotadas!.
-Rin, cierra la boca, te van a entrar moscas por la boca, ya te lo he dicho-. Regaño Castiel a la pequeña que seguía permaneciendo con la misma cara.
La pobre niña hasta dejó de comer para taparse de los oídos de lo mucho que hablaban de su papá, hasta chillo un poquito por que a causa de eso se le cayó su wontón.
-Ay, Rin, mi niña, se cayó tu comida-. Castiel tomó a Rin de sus manos y le acarició su cabecita preocupado pues no sabía porque las lágrimas de sus ojos. -Mi vida, ¿que pasa?-. Dijo preocupado el azabache.
Por primera vez estaban hablando bien del semidiós y eso le hacia feliz a Rin, pero de todas maneras ella seguía siendo una niña bueno, más bien una bebé pero eso no viene al caso, y como cualquier niño o niña no le gustaba compartir la atención de sus padres, y para Rin, Castiel es su mami y los destinos dorados sus papis.
-Ven, abre la boquita aquí tienes-. Sonrió de forma dulce y amable Castiel ofreciendo su comida a Rin quién dejó de llorar y abrió la boquita para comer de los fideos del azabache.
Un suspiro de alivio salió de los labios rojizos natural de Castiel al ver que Rin ya se había calmado.
Al terminar de comer, Rin salió corriendo a la calle a jugar con un gatito y una niña que había ahí con la pelotita que había empacado en su mini maleta.
-No te alejes mucho Rin!-. Le dijo el semidiós a la zorrita la que solo asintió y fue corriendo a jugar jugar.
Las cosas por ahora iban bién, un clima tranquilo, Rin jugaba amistosamente con esa niña y su felino, y el día era calmado. Aun así, la única molestia de Castiel es que no haya podido encontrar a su tercer destino dorado pero esta bién, aun había tiempo, solo había que ser paciente.
-¡¡OIGAN TODOS, EL GENERAL LU BU ESTÁ AQUÍ PRESENTE!!-. Un aldeano que iba corriendo por las calles del pueblo gritaba a todo pulmón esas palabras con una gran sonrisa de emoción.
Y más rápido que la luz, todos salieron corriendo hacia la dirección donde el tipo había señalado. Hasta el vendedor de puesto donde había comido dijo que la comida de todos era cuenta de la casa solamente para salir corriendo junto a los demás.
De la tanta gente que había, Castiel estaba empezando a perder de vista a Rin por lo que se levantó para poder verla mejor pero cuando la gente se fue, se alteró al ver que Rin no estaba en el lugar de hacer unos segundos.
-¡Rin!, ¡Rin!, ¡RIN!-. Llamó preocupado y desesperado el semidiós con un inmenso miedo en su interior. No podía perder a Rin, no podía perder a la pequeña que veía como hija. -¡RIN!, ¿¡Donde estas!?-. Exclamó con mucha preocupación y su voz temblando.
A lo largo de la historia de Lu bu él jamás había sentido el sentimiento del amor, jamás tuvo la dicha de experimentarlo...o eso es lo que cuentan los libros.
Lu bu nació con un solo destino, ser el más fuerte de toda la humana, era tan fuerte que no hubo enemigo que pudiera vencerlo y eso era algo que detestaba pues...¿que sentido tenía ser el más fuerte sino podía disfrutar de una buena batalla?. Siempre eliminaba a sus enemigos de un golpe, era aburrido, sumamente aburrido.
No había persona en la tierra que podía igual su fuerza y eso lo desespero, le dejó un gran vacío en él. Cheng gong, su mano derecha, le aconsejó que tal vez podía llenar ese vacío si formaba una familia, conseguía una linda pareja y tenía hijos con ella o él, incluso también dijo que él podía ser el tío de sus hijos.
Lu bu estab 0% interesado en esos temas, pero no le quedó de otra pues Cheng insistió mucho y ya se lo quería quitar de encima.
Al principio empezaron citas al azar con chicas de familias adineradas, humildes o clase media, pero ninguna llamó la atención de Lu bu.
Después Cheng opto por la opción de intentaron con chicos, quién sabe, a lo mejor su señor prefería a un hombre que a una mujer, aun así podría tener hijos, adoptados, pero de que iba a hacer tío- es decir, de que su señor iba a tener hijo iba a tener hijos.
Aún que intentaron esa opción a Lu bu no le llamó la atención ninguno.
Por más pretendientes que hubo, Lu bu no eligió a ninguno, nunca se enamoró de ninguno. Todo eso solo lo deprimió un poco más, seguía desinteresado en ese tema del amor pero de verdad no podía creer que de tantas personas que había conocido ninguno pudo llame su atención.
Actualmente solo estaba comprando algo de comida junto a algunas personas de su ejército, era aburrido y molesto pues la gente no paraba de hablarles.
Todos a su alrededor se veían...como un mundo en gris...eran aburridos, las peleas eran aburridas, esta vida era aburrida.
-¡Señor Lu bu!-. Una mujer de cabellos negros se abrió paso en la multitud desesperada.
-Eh?-. El general detuvo su paso y se dio la vuelta para ver a la mujer.
-¡Por favor, se lo suplico, necesito su ayuda!-. Rogó entre preocupación y desesperación aquella mujer que comenzaba a llorar.
-Oiga!, ¡tranquila!-. Cheng puso su mano en el hombro de la mujer para tranquilizarla. -¿Cual es su nombre?,¿Que le sucede?, ¿le pasó algo malo?-. Dijo preocupado pues el estado de la mujer era de mucha angustia.
-Mi nombre es Jing, y mi hijita Ming esta en peligro!-. Sollozo ella alzando la mirada hacía Lu bu.
Aquella niña de nombre de Ming estaba atrapada en los escombros de un derrumbe que sucedió mientras jugaba junto a su felino y esa pequeña cría de zorro con la que estaba jugando hace rato.
El aire comenzaba a faltarles, solo había un hueco entre las rocas donde a duras penas entraba la luz del Sol.
-No tengas miedo flor, muy pronto saldremos de aquí-. Calmo la niña a su gatita de pelaje negro con manchas blancas en la carrita y sus orejitas.
-Así es, muy pronto mi mami vendrá a salvarnos!-. Dijo sonriendo con mucha tranquilidad Rin mientras se sentaba en una piedra que estaba medio salida de las demás que estaban alrededor.
Ming miro sorprendida a la pequeña zorrita, acaso...¿ella habló o es que la falta de aire estaba a comenzando afectar?.
-...Tú...-. La voz de Ming llamó la atención de Rin que la vió. -hablaste...-. Finalizó la niña aún viendo a Rin que estaba muy tranquila.
La colita de kitsune dejó de moverse y vio sin interés a la niña cuando dijo eso, al cabo de unos segundos después de haber procesado lo que dijo, se alarmó.
-¡¡AAAAAH, CASTIEL ME VA A REGAÑAR!!-. Gritó alarmada la pequeña zorrita jalando se las orejas por su descuido.
-¿¡Rin!?-. Esa era la voz de Castiel.
La gran roca que estaba arriba de ellos fue removida de inmediato, ahí estaba, el semidiós cargando con facilidad la roca como si fuera una simple pluma de ave.
-¡¡Castiel!!-. Lloró de alegría Rin al ver al mayor. Ming se quedó perpleja al igual que su gatita al ver como Castiel cargaba la roca como si nada.
De los arbusto salieron Jing quién detrás de ella venía Lu bu junto a Cheng.
-¡Es por aquí!-. Dijo la mujer corriendo con desesperación. -¡Rapido, mi hija esta-...!-. Abrió los ojos sorprendida ante la vista que tenía, sus lágrimas pararon y su respiración dejó de ser tan agitada.
Cheng también vio lo que tenía adelante sorprendido mientras que Lu bu estaba confundido...¿por que se detenían?.
-Mami!-. Ming sonrió de felicidad al ver a su progenitora mientras subía con cuidado las rocas para poder salir sujetando la mano del azabache que tenía cargando la gran roca con la otra mano.
Lu bu miro enfrente al escuchar la voz de niña y vió al chico de ojos aperlados fue en ese momento...que el mundo del general...volvio a tener color.
¿Estaba viendo acaso a un angel? O ¿será tal vez una deidad?. Ese chico tenia una fuerza sorprendente, pero estaba más hipnotizado por sus ojos...esos ojos...eran...preciosos...
-¡Ming!-. Jing corrió hacia su hija quién tomó a su gatito y salió corriendo a los brazos de su madre llorando.
Madre e hija se abrazaron y agradecieron mucho a Castiel por haber salvado a la menor. El chico solo tiro la roca a un lado donde no lastimara a nadie.
Después de los agradecimientos de la madre, ella se retiró del lugar junto a su hija.
-Bueno, al parecer la niña esta bien, es lo bueno-. Dijo Cheng sonriendo con alivio. -Por que no va-...uh?-. Él notó que su general andaba raro, se le veía en los ojos.
Lu bu solo sentía su corazón latir una y otra y otra y otra vez, en su mente solo se repetían tres palabras; precioso, mío, belleza, eso sentia al ver al chico de bellos ojos aperlados y de labios rojizos naturales.
-Casti...-. Sollozo bajito Rin abrazando por el pecho a Castiel quién solo la consolaba.
-Menos mál y estas bien. ¿Como fue que acabaste en esa situación junto a esa niña-. Dijo Castiel preocupado pero también aliviado de que la kitsune estuviera a salvó.
-Pues verás...-. Y la pequeña solo comenzó a contar su historia de como llegó a esa situación.
Cheng veía aquella escena sorprendido. -...Esa cría de zorro...¿acaba de hablar?-. De todas las cosas que había visto en su vida esta era la más loca.
El General no le importó eso, solo estana enfocado en el hermoso chico que estaba ante sus ojos, comenzó a caminar directo hacía él no sin antes arrancar una rosas del suelo que estaban justamente a su lado.
Cuando comenzó a caminar con las rosas en la mano Cheng se sorprendió...acaso su señor...le iba dar esas rosas aquel chico...?.
Si ese era el caso...¡¡Tenia que planear de una vez la boda!!.
-Y luego-...Ay!-. Rin se escondió en la parte de la ropa del pecho de Castiel asustada.
El semidiós miro atrás confundido de lo que asustó a su pequeña Rin, y grande fue su sorpresa al ver a aquel hombre mucho más alto que él enfrente de él, ¿acaso había escuchado a hablar a Rin? Era lo más probable, pero lo que le llamó la atención fueron...esas rosas que llevaba en manos.
...¿Por que...por que de la nada sentía esta hermosa calidez...?, era similar a...
-P-Puedo ayudarle en algo...?-. Dijo él serio pero nervioso también y algo sonrojado.
Lu bu suspiro. -Ví estás rosas y me recordaron a ti-. Ofreció la rosas al azabache acariciando su cuello, sonrojado y algo timido.
Silencio...
Silencio...
Silencio...
Más Silencio...
-¡¡SI!!/¿¡QUE!?-. Gritaron Cheng gong, Rin y Castiel al mismo tiempo. El primero grito "si" llorando de alegria mientras que los últimos dos estaban confundidos.
-¡Oye, primero invitale un cafecito!, ¿¡No!?-. Rin salió de donde se escondía e incluso comenzó a reclamarle a Lu bu que tenia que ser más tranquilo y no ir directo.
Castiel se sorprendió de que Lu bu y el tipo que estaba detrás de él no se hayan sorprendido de que Rin pudiera hablar y volar. El semidiós miro las rosas.
Seguía sonrojado, nervioso, ya no estaba serio al contrario estaba más bién...emocionado, pero no debía ilusionarse tanto.
-Gracias...-. Castiel recibió las rosas lo que llamó la atención de todas. -Es un gesto repentino de un desconocido pero...tierno...-. Sonrió de forma gentil y dulce aún sonrojado.
Los ojos de Lu bu solo brillaban al ver a Castiel, era demasiado real para ser verdad, era tan hermoso, esa sonrisa era ver el brillo del oro, el sol, las joyas.
Esos labios...¿acaso era natural ese tono rojizo de labios? Porque si era así se seguía viendo igual de hermoso, sus labios se veían tan delicados y besables como los pétalos de una rosa, esos ojos aperlados eran tan lindos, de un blanco tan puro.
Su piel se veía blanca como la nieve, su cuerpo a pesar de verse con músculos tenia una cintura tan pequeña que si ponía sus manos en ella sus dedos estarían de seguro tocándose, se veía tan frágil...era...tan lindo...
¿Como puede existir algo tan hermoso en este mundo podrido?.
-Disculpa...-. Habló Lu bu llamando la atención de Castiel. -Se que es repentino y no nos conocemos pero por favor...-. Bajo la cabeza y se arrodilló.
Los presentes se sorprendieron, sobretodo Cheng.
Era la primera vez en la historia que Lu bu se arrodillada a alguien y por voluntad propia, Castiel fue el primero, último y único por el cual Lu bu se arrodilló y arrodillaria.
-¡¡Casate conmigo!!-. Exclamó Lu bu tomando la mano de Castiel con sus ojos brillando con intensidad.
Y el tiempo comenzó a pasar. Lu bu y Castiel comenzaron a conocer se mejor, su tiempo al lado del otro siempre era de felicidad y empalagoso, y eso que aún no eran pareja.
Cheng junto con el ejército ya habían adoptado a Rin como la hija oficial de Lu bu, pues Castiel y el general trataban a la Kitsune como si fuera su hija. El más feliz era Cheng pues estaba orgulloso de tener al fin una sobrina apesar que el tutor de la pequeña Rin seguía en la zona de 'casi algo' con su general.
Todos en el ejército del Lu bu, incluyéndolo a él, sabían que Castiel era un semidiós hijo del mismísimo Zeus, pues este mismo lo confesó cuando ya todos se estaban preguntando del por que Rin habla.
En este tiempo Lu bu se dedicaba a amar a Castiel, en hacerlo feliz, sip, aún seguía llendo a las batallas pero siempre que volvió le traía un regalo a su dulce perla.
Las cosas iban progresando bien, todo era perfecto, era lindo, cálido...y para Lu bu ya era el momento de dar el siguiente paso...
Fue una noche de Luna llena con el cielo estrellado que Cheng cuido a Rin por órdenes de Lu bu, pues el general quería estar con Castiel a solas y obviamente su mano derecha y los demás del ejercito lo apoyaron.
-Mi Perla...-. Lu bu entró al pabellón del semidiós quien solo estana vestido con su pijama que era una Hanfu simple de color blanco.
-Ah!, Lu bu!-. Dijo Castiel levantándose de su cama mirando sonrojado al general.
Y por primera vez el general estaba siendo débil...débil a la tentación de querer tocar a Castiel. El semidiós se veía tan lindo y tan frágil, utilizando esa vestimenta de dormir que resaltaba su belleza, su cabello que estaba desareglado pero así se veía muy lindo, tierno, era tan hermoso su perla.
-Y-Yo...quería hablarte de algo...-. Dijo desviando un poco la mirada hacia otro lado.
Asintió. -De que quieres hablar?-. Se levantó de su cama con una sonrisa dulce.
Durante todo este tiempo, Castiel pudo confirmar que Lu bu era parte de su harem dorado y eso lo hacía muy feliz. El único problema es que...él aceptaría compartirlo con alguien más?.
El destino dorado era común para los dioses, y semidioses, y para ellos eran normales los harems dorados, aunque no eran muy comunes, aun así no tenían problemas en compartir...será que los humanos que eran su destino dorado también lo acepten?.
-Pu-Pues veras...y-yo...-. Lu bu dio un suave suspiro para calmarse. -Quiero que debemos el siguiente paso...quiero...quiero ser tu pareja!-. Dijo con una mirada decidida y sonrojado. Sus ojos brillaban como nunca. -Solo...si tu quieres...
Castiel sabía que este día iba a llegar algún día y él de verdad quería ser su pareja, pero...tenia que decirselo. Escuchar esas palabras hicieron que su corazón se acelerará, pero aún así...queria decirselo.
-Es lo que más quiero..., de verdad...-. Dijo con una gran sonrisa Castiel haciendo también sonreír a Lu bu. -Pero...primero debes conocer mi pasado...-. Dijo él borrando sus sonrisa recordando esos malos recuerdos.
Lu bu se preocupo, no le gustaba ver a su perla así.
-Sucedió algo?, ¿Alguien te lastimó?-. Dijo el general preocupado pero también molesto. ¿Quien es tan idiota para hacer sufrir a una belleza como Castiel?, lo mataría.
-Lu bu, por favor...-. Castiel abrazo de a Lu bu del brazo alzado la mirada a arriba. -Escúchame...-. Quería llorar, no quería recordar esos malos días y tampoco quería perderlo.
El general solo se preocupó, ¿Que había pasado Castiel para tenerlo así?.
Un ruido fuerte de algo ser destruido fue escuchado por todo el campamento más ninguno hizo nada, no le dieron importancia.
Castiel estaba sorprendido, Lu bu acaba de quebrar el piso. No había que ser un genio para adivinar que el general estaba enojado, eso preocupo y causó miedo en Castiel, será que...¿estaba molesto de que tenía más destinos dorados aparte de él?.
Ese pensamiento puso triste a Castiel, ¿sera acaso rechazado de nuevo?.
Acaba apenas de contar todo lo que vivió, su infancia, su relación con su 'familia',...sus antiguos destinos dorados y los nuevos...
-¿¡COMO SE ATREVIERON ESOS DIOSES A LASTIMARTE!?-. Grito con mucha furia Lu bu levantándose del piso.
Los ojos de Castiel se abrieron como platos, ¿no estaba enojado por tener que compartirlo?.
Lu bu tomó su lanza y tenía intenciones de irse de ahí.
-Eh!?, ¿¡A donde vas!?-. Dijo Castiel levantándose de la cama para ponerse enfrente de él para evitarle el paso.
-¡¡Matare a todos esos dioses, asesinare a cada uno de ellos de ser necesario!!-. Esas palabras que dijo Lu bu causó que el corazón de Castiel latiera con fuerza, ¿de verdad Lu bu seria capaz de hacer eso por él?. -¡¡NO DEJARÉ QUE NADIE VUELVA HACERTE DAÑO!!-. Juró tomando con delicadeza a Castiel de los hombros quien alzó la mirada para mirarse ambos a los ojos.
El corazón de Castiel se sentía...calido, protegido, Castiel...se sentía feliz...el sentimiento de protección de quien amaba era lo que siempre había querido sentír...y ahora lo tenía.
Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, sus mejillas y nariz se tornaron rosados.
-Creí...creí que estas enojado conmigo...-. Comenzó a sollozar el semidiós tratando de secar sus lágrimas.
🚨Advertencia🚨
«Las siguientes escenas están subiditas de tono, se recomienda discreción, si eres menor de edad lo estas leyendo bajo tu propia responsabilidad».
«La Autora pide disculpas si esta mal escrita pues no acostumbra a escribir estas escenas».
-Oh, Mi Amor...-. Escuchar eso de los labios de Lu bu hizo sentir tan bien a Castiel, tan feliz, no dejaba de llorar de la alegría. -Yo nunca me enojaria contigo...-. Cargo a Castiel sentandolo en su brazo izquierdo mientras que con el otro lo abrazaba de la espalda a la cabeza. -No me molesta tener que compartirte...soy feliz sabiendo que estoy destinado a tu amor-. Sonrió con tanta dulzura y amor que hizo que el corazón de Castiel se agitara tanto.
Ninguno pudo soportarlo más, sus rostros estaban tan cerca. Lu bu quería devorar y besar sin parar esos lindos labios rojizos naturales de su amado Castiel, mientras que Castiel, el semidiós solo rogaba sentir la barba de su amado picarle su barbilla al besar, quería sentir esos labios gruesos apoderarse de sus labios.
Comenzaron a acercarse más y más, el ambiente se sentía cálido, reconfortante, amoroso. Al final, unieron sus labios en un tierno beso.
Los corazones de ambos saltaron de alegría y con velocidad al sentir el contacto del otro. Inició siendo un tierno beso, lleno de amor, calidez e incluso era empalagoso, pero poco a poco se fue intensificando.
Castiel permitió que la lengua del más alto entrara a su boca, se dejó dominar por completo, sentia como la lengua de su amado general recorría cada rincón de su boca e incluso entrelazada su lengua con la de él.
Dejó que la mano de Lu bu se escabullera abajo de su vestimenta de dormir y fue en ese momento que pegó un fuerte gemido de sorpresa al sentir como la mano del chino acarició justamente en su parte íntima.
-Perdón..., debí avisarte antes...-. El general beso en la frente de Castiel en señal de disculpas.
-N-No, esta bien...-. Dijo Castiel reteniendo algunos jadeos. -Por favor...-. Acarició su mejilla. -No te contegas, Mi amor~-. Pidió de manera tímida y sonrojada.
Esas palabras de Castiel fueron lo suficientemente fuertes para que Lu bu tirará a la basura todo su auto control y a la vez a Castiel a la cama, aunque lo tiro con mucha delicadeza. Las manos de Lu bu se posaron en cama quedando el semidiós en medio de ellas.
La vestimenta de dormir del de ojos aperlados estaba fuera de lugar, las mangas de los hombros estaban hacia abajo, una de sus piernas estaba completamente desnuda.
-Si mi semidiós lo pide...-. Lu bu tomó una de la manos de Castiel. -Cumpliré con su petición-. Beso la palma de su mano.
-Lu bu...-. Los ojos de Castiel brillaron, su cara estaba roja. Tragó saliva, llevó su mano al listón del peinado de Lu bu y lo jalo causando que el general quedará con el cabello suelto. -Reclama me...-. Aun sujetando el listón de Lu bu, lo puso detrás del cuello del mortal para jalarlo con cuidado acercandolo a él.
-A sus órdenes-. Sonrió Lu bu lanzándose a besar de nuevo a su preciado Castiel.
La ropa de ambos desapareció velozmente, las manos de Lu bu exploraban cada rincón del cuerpo de Castiel quién daba gemidos de placer con cada toque.
El semidiós tampoco se quedó atrás, también quizo complacer a su amado en todas de sus necesidades carnales.
Al pasó de dos horas los ruidos de la cama rechinando y los jadeos ambos hombres se escuchaban en aquella campaña. Los ojos aperlados de Castiel estaban repletos de lágrimas, más ninguna era de tristeza, sino de placer. Esa noche ambos amantes disfrutaron la cercanía del otro, disfrutaron el rose de sus cuerpos...y el amor que se demostraron.
Los años volvieron a pasar...
Que Lu bu muriera era impredecible pues la vida de un humano no era igual a la de un Dios o semidiós.
En el momento que Lu bu cerro sus ojos solo se pudo escuchar el grito desgarrador de Castiel, ese día él lloro por la muerte de su ser amado, y lo que también le dolía sería que no sería la última vez.
Castiel quería volver...queria volver al Reino de los dioses y correr hacia el Valhalla para reencontrarse con su amado pero no podía...hizo un juramento hacia uno de sus destinos que no volvería al Valhalla hasta a ver encontrado a los nuevos integrantes de su nuevo harem dorado y estar con ellos hasta al final.
Una vez que los encontrará a todos...al fin podían volver a verse en el Valhalla.
El semidiós le lloró a su amado 10 años, le tomó 10 años en recuperarse y volver al camino de encontrar a quienes están destinados a él.
Para Castiel ninguno era el reemplazos del anterior, para él serían los únicos en su vida y sabía que los amaría a todos por igual a la vez que les lloraría lo mismo cuando los pierda...
Lu bu murió sonriendo hasta al final sabiendo que vivió lo que quedó de su vida hasta la vejez al lado de aquel semidiós que vino a llenar su vacío de existencia, su hermosa perla fue la razón de que siguió viviendo y siguió viendo el mundo de color.
Su único arrepentimiento es...haber muerto sabiendo que su perla sufrió por su muerte.
El general se juro cuando murió que les haría pagar a cada uno de se antiguo harem dorado que su amado tuvo por hacerlo sufrir.
No dejaría que su Castiel sufriera...ya no más...
Apenas solo tiene ayer que publique el capítulo 5. ¿Como es que tan rápido desbloquearon el capítulo 6?.
Ahora me despido. Adiós.
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