ʟxɪx.Gɪʀʟғʀɪᴇɴᴅ Nᴏᴛ Gɪʀʟғʀɪᴇɴᴅ
CAPITULO SESENTA Y NUEVE;
NOVIA NO NOVIA
—Pero... pero usted dijo que eso estaba prohibido, profesor—dijo una vacilante Hermione, al tiempo que el profesor Moody apartaba las mesas con un movimiento de la varita, dejando un amplio espacio en el medio del aula. —Usted dijo que usarlo contra otro ser humano estaba..
—Dumbledore quiere que les enseñe cómo es—interrumpió Moody, girando hacia Hermione, con su ojo mágico y fijandolo sin parpadear en una mirada sobrecogedora. —Si alguno de ustedes prefiere aprenderlo del modo más duro, cuando alguien le eche la maldición para controlarlo completamente, por mí de acuerdo. Puede salir del aula. —señaló la puerta con un dedo nudoso. Hermione se puso muy colorada, y murmuró algo de que no había querido decir que deseara irse.
Moody empezó a llamar por señas a los alumnos y a echarles la maldición imperius. Uno tras otro, hacían las cosas más extrañas bajo su influencia: Dean Thomas dio tres vueltas al aula a la pata coja cantando la canción de bienvenida cada inicio que los alumnos volvían a Hogwarts, Lavender Brown imitó una ardilla y Neville Longbottom hizo movimientos gimnásticos sorprendentes, de los que hubiera sido completamente incapaz en estado normal. Ninguno de ellos parecía capaz de oponer ninguna resistencia a la maldición, y se recobraban sólo cuando Moody la anulaba.
—¡Zabini!—llamo Moody. El moreno se sobresalto sobre su lugar, dejando de aventarle bolitas de papel con saliva a Draco, provocando que Nashira, quien compartía mesa con el, lo mirará divertía. —Ven aquí.
Antes de ponerse de pie, Blaise miro a Nashira, enviándole una mirada clara de; "te ríes si falló y te dejo de hablar por siempre".
Lo miró fijo a los ojos, observó como levantaba su varita hacía el. Blaise solo rezaba que las clases que había aprendido de Severus sirvieran en ese momento, pues sabía que detrás de Moody se encontraba Barty, que después de todo, si había logrado entrar a Hogwarts, justo el mismo día, que el torneo de los tres magos se anunció.
—Imperius. —solo había sentido una brisa chocar contra su cuerpo. Su mente estaba cerrada para Barty, cruzó sus brazos esperando, sentándose en el escritorio, y moviendo los pies y el murmullo de todos comenzaba aumentar.
—¡Esa es mi novio!—grito Theodore, a su lado Daphne apretó los labios soportando una carcajada. Nashira lo golpeó en la espalda suavemente, al estar el castaño sentado frente a ella.
—Blaise ya está apartado por Lara, así que...—Nashira se inclinó sobre su asiento hacia adelante. —Vete consiguiendo otra pareja para el baile de navidad. —se acercó al oído del castaño. —Incluso podrías invitar a Daphne. —volvió a su lugar con normalidad, sin importarle el sonrojó de Theodore, o el hecho, de que Daphne los hubiera escuchado.
—Sorprendente. —dijo él bajando su varita. —Vuelve a tu lugar Zabini. —Blaise se acercó nuevamente a su lugar, tomando la hoja que Nashira le tendía y volviendo a su trabajo; hacer bolitas de papel con saliva para molestar a Draco. —¡Potter, ven aquí!
Potter se adelantó hasta el centro del aula, en el espacio despejado de mesas. Moody levantó la varita, lo apuntó con ella y dijo:
—iImperius!
Se quedó allí, inmensamente relajado, apenas consciente de que todos lo miraban.
Ojoloco Moody, le ordenó que saltara sobre la mesa. Potter , obediente, flexionó las rodillas, preparado a dar el salto. Había tratado al mismo tiempo de saltar y de resistirse a saltar. El resultado había sido pegarse de cabeza contra la mesa, que se volcó, y, a juzgar por el dolor de las piernas, fracturarse las rótulas.
—Bien, ¡por ahí va la cosa!—gruñó Moody. —Miren esto, todos ustedes... ¡Potter se ha resistido! ¡Se ha resistido, y el condenado casi lo logra! Lo volveremos a intentar, Potter, y todos los demás presten atención...
[...]
El profesor Binns, el fantasma que enseñaba Historia de la Magia, mandaba redacciones todas las semanas sobre las revueltas de los duendes en el siglo XVIII; el profesor Snape obligaba a descubrir antídotos, tomandoselo muy en serio porque había dado a entender que envenenaría a uno de todos antes de Navidad para ver si el antídoto funcionaba.
El profesor Flitwick había ordenado leer tres libros más como preparación a su clase de encantamientos convocadores.
Hagrid se había unido a la carga de trabajo. Los escregutos de cola explosiva crecían a un ritmo sorprendente aunque nadie había descubierto todavía qué comían. Hagrid estaba encantado y, como parte del proyecto, había sugerido ir a la cabaña una tarde, para observar los escregutos y tomar notas sobre su extraordinario comportamiento.
—No lo haré. —se negó Draco, cuando Hagrid le propuso que sacara de su saco un nuevo juguete. —Ya tengo bastante con ver esos bichos durante las clases, gracias.
De la cara de Hagrid desapareció la sonrisa.
—Harás lo que te digo...—gruñó. —O seguiré el ejemplo del profesor Moody.. Me han dicho que eres un hurón magnifico, Malfoy.
Los de Gryffindor estallaron en carcajadas. Draco enrojeció de enojo y vergüenza, pero dio la impresión de que el recuerdo del castigo que le había infligido Moody era lo bastante doloroso para impedirle replicar.
—El tío Barty es una de mis personas menos favoritas justo ahora. —Draco les murmuró a Nashira, Daphne, Theodore, Blaise y Pansy, antes de acercarse a dicho saco, con una mueca en la cara.
[...]
Cuando llegaron al vestíbulo, era inevitable hacer que pudieran pasar, debido a la multitud de estudiantes que estaban arremolinados al pie de la escalinata de mármol, alrededor de un gran letrero. Blaise, el cual era el más alto de todos, y eso lo hacía lucir intimidante por su postura, pudo abrirse paso hasta el frente con Theo, Nashira, Daphne, Pansy y Draco siguiéndolo.
TORNEO DE LOS TRES MAGOS
Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre.
Las clases se interrumpirán media hora antes.
El cartel del vestíbulo causó un gran revuelo entre los habitantes del castillo. Durante la semana siguiente, y fuera donde fuera, no había más que un tema de conversación: el Torneo de los tres magos.
Los rumores pasaban de un alumno a otro como gérmenes altamente contagioso: quién se iba a proponer para campeón de Hogwarts, en qué consistiría el Torneo, en qué se diferenciaban de ellos los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang. Además, que el castillo parecía estar sometido a una limpieza especialmente concienzuda. Habían restregado algunos retratos mugrientos, para irritación de los retratados, que se acurrucaban dentro del marco murmurando cosas y muriéndose de vergüenza por el color sonrojado de su rostro.
Las armaduras aparecían de repente brillantes y se movían sin chirriar. Argus Filch, el conserje, se mostraba tan feroz con cualquier estudiante que olvidara limpiarse los zapatos que aterrorizó a dos alumnas de primero hasta la histeria.
Cuando finalmente llegó la mañana del 30 de octubre, habían engalanado el Gran Comedor. De los muros colgaban unos enormes estandartes de seda que representaban las diferentes casas de Hogwarts: rojos con un león dorado los de Gryffindor, azules con un águila de color bronce los de Ravenclaw, amarillos con un tejón negro los de Hufflepuff, y verdes con una serpiente plateada los de Slytherin.
Detrás de la mesa de los profesores, un estandarte más grande que los demás mostraba el escudo de Hogwarts: el león, el águila, el tejón y la serpiente se unían en torno a una enorme hache.
Aquel día había en el ambiente una agradable impaciencia. Nadie estuvo muy atento a las clases, porque estaban mucho más interesados en la llegada aquella noche de la gente de Beauxbatons y Durmstrang.
Los jefes de las casas colocaban a sus alumnos en filas.
—¡Weasley, ponte bien el sombrero!—ordenó la profesora McGonagall a Ron Weasley. –¡Patil, quítate esa cosa ridícula del pelo!—grito la profesora. —Siganme, por favor. Los de primero delante. Sin empujar...
—Te notó nerviosa, ¿Estás bien?—Daphne le susurró.
—Lo estoy. Tranquila. —respondió Nashira, soltando un suspiro, y sintiendo el frío de la noche.
El día había llegado.
[...]
Los alumnos de Beauxbatons se habían puesto en la mesa de Ravenclaw y observaban el Gran Comedor con expresión crítica. Tres de ellos se sujetaban aún bufandas o chales en torno a la cabeza.
Viktor Krum y sus compañeros de Durmstrang se habían colocado en la mesa de Slytherin.
Los alumnos de Durmstrang se quitaban las pesadas pieles y miraban con expresión de interés el negro techo lleno de estrellas. Dos de ellos tomaron los platos y las copas de oro y los examinaban, aparentemente muy impresionados.
—Buenas noches, damas, caballeros, fantasmas y, muy especialmente, buenas noches a nuestros huéspedes. —dijo Dumbledore, dirigiendo una sonrisa a los estudiantes extranjeros. —Es para mi un placer darles la bienvenida a Hogwarts. Deseo que su estancia aquí les resulte al mismo tiempo confortable y placentera, y confío en que así sea. El Torneo quedará oficialmente abierto al final del banquete. —explicó Dumbledore. —¡Ahora los invito a todos a comer, a beber y a disfrutar como si estuvieran en su casa!—se sentó. Karkarov se inclinaba inmediatamente hacia él y trababan conversación.
—Karkarov va a ser un gran problema aquí. —susurró Draco. —Mi padre lo dijo, el podría delatar a cualquiera con tal de salvar su pellejo. Es un cobarde. Si delató al tío Barty...
—Draco, quiero comer en paz. —interrumpió Blaise. —Y te agradecería mucho si dejaras de preocuparme, porque aún, ni siquiera empiezo quinto grado, así que, guarda silencio. Gracias. —sonrió con falsedad volviendo la mesa a su plato.
—Blaise...
—No. ¡Shh! Si vas a abrir la boca que sea para decir lo guapo que me veo hoy, o porque mi preciosa rubia viene, pero si no es eso, mantén tu boca cerrada, que así te ves menos feo. —Draco alzó una ceja con incredulidad.
—Tu ego es aún más grande que tú, enserio. —dijo Daphne. —Pero si de sinceros hablamos, Theodore es el más guapo de aquí. Y no estoy para discutir.
—¿Disculpa?—preguntó Blaise de golpe, dejando su plato de lado.
—Disculpado, ahora vuelve a comer. —Daphne dijo, provocando la risa de Pansy y Theodore.
—Si Blaise, así te ves menos feo. Quizás sea eso la razón por la que Lara no te ha hablado en todo lo que llevamos del día. —dijo Draco, y Blaise colocó su mano en su corazón con indignación.
—Envidiosos. Es por eso que ustedes no tienen pareja. —dijo el moreno.
—Tu no tienes novia Blaise. —mencionó Pansy divertida.
—Los odio.
—Pero yo, ya casi tengo a alguien que me besé. —dijo Theodore, mirando a Daphne de reojo, sonrojandola en el proceso.
—Pero, ¿Ya te besó?—preguntó Blaise.
—Pues... no...—titubeó Theodore.
—Entonces no cuenta. Porque estamos hablando de parejas. Y por más cerca que esten de serlo no cuenta.
—Me caes mal, Blaise. Mejor vete con tu novia no novia. —dijo Theodore mientras miraba al moreno y le daba un pulgar abajo.
—¡Shira!—Blaise se quejó, volteando a ver a la pelinegra. —¡Dile algo a Theodore! Me está molestando. —dijo zangoloteando a Nashira de un lado a otro. —¿Shira?—Blaise volvió su mirada a los chicos, antes de seguir la de Nashira. —Oh...ya entendí...¿Ese es Acturus, no es así?
—Si. Si lo es. —respondió, sintiéndose hipnotizada por el color marrón con verde que Acturus tenía en sus ojos, pues desde que Durmstrang había ocupado lugar en Slytherin, en ningún momento, Nashira o Acturus habían apartado la mirada del otro.
—Bueno, ahora parece que tenemos una pareja más en el grupo. —murmuró Blaise divertido. —Entonces Pansy, ¿Cuando nos presentarás a tu enamorada?
—Cuando tu le digas a Lara que te gusta, y no se lo ocultes queriendo correr de ella. —contesto la castaña.
—Ya no juego.
Lune_black
DESPUÉS DE TANTO TIEMPO POR FIN PUDE ACTUALIZAAAARR!!
Ahora sí, el drama se vieneeee
Y aún más, porque solo quedan 26 capítulos, así que...conteo regresivo!
Byeeeeeeeeeee
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