ʟxxᴠ. Iɴᴠɪᴛᴀᴛɪᴏɴ
CAPITULO SETENTA Y CINCO;
INVITACIÓN
El aire frío de diciembre se colaba por las ventanas del castillo, pero dentro del Gran Comedor, el ambiente estaba cálido, aunque lleno de murmullos. Los preparativos para el Baile de Navidad tenían a todo el mundo hablando, y no había nadie más emocionado —o al menos entretenido— por el tema que Blaise Zabini.
Sentado en su mesa junto a Nashira, Blaise parecía haber asumido un nuevo rol: el de Cupido.
—Escúchame bien, Black —dijo Blaise, recostándose con aires de importancia—. Este es tu año. El año en que brillarás en el baile con la persona correcta. Y para eso, necesitas mi ayuda.
Nashira, que estaba leyendo tranquilamente un libro, levantó la vista con incredulidad y cansancio.
—¿Mi año? Zabini, apenas he terminado mi té de la mañana y ya estás con tus delirios de grandeza.
—No son delirios, querida amiga. Son hechos. —Blaise la miró con una sonrisa traviesa—. ¿Y sabes cuál es mi primera misión como tu asesor personal para el baile?
Nashira dejó escapar un suspiro, cerrando su libro.
—Ilumíname.
—Que le digas que no a cada imbécil que se atreva a invitarte.
—Eso ya lo hago por defecto —respondió Nashira, arqueando una ceja—. ¿Cuál es la novedad?
Blaise se inclinó hacia ella, sus ojos brillando de emoción.
—La novedad es que esta vez tiene un propósito mayor. No puedes desperdiciar tu tiempo con cualquier don nadie. Tienes que esperar a la persona adecuada, alguien que esté a tu altura.
—¿Y quién sería esa persona según tú, oh gran Cupido? —preguntó Nashira con sarcasmo.
Blaise se llevó una mano al pecho, fingiendo indignación.
—Por favor, no me subestimes. Mi ojo para las parejas perfectas es infalible.
Nashira dejó escapar una breve carcajada, pero antes de que pudiera responder, el primer pretendiente del día se acercó.
Un chico de Hufflepuff, claramente nervioso, se detuvo frente a Nashira con una sonrisa tensa.
—Nashira, eh... estaba pensando si te gustaría ir al baile conmigo.
Antes de que Nashira pudiera abrir la boca, Blaise se adelantó, poniendo una mano en el aire como si detuviera una procesión.
—Alto ahí, amigo. ¿De verdad crees que tienes una oportunidad?
—Blaise... —advirtió Nashira, aunque no pudo evitar sonreír ligeramente.
—Solo digo la verdad —continuó Blaise, ignorándola—. Mira, no eres un mal tipo, pero... ¿Hufflepuff? Vamos, amigo. Esto es Nashira Black. Es como intentar convencerme de que Potter me agrada.
El chico se marchó rápidamente, murmurando algo sobre Slytherins siendo insensibles.
—¿Era necesario? —preguntó Nashira, dándole un codazo a Blaise.
—Por supuesto. ¿Ves? Ya he evitado que pierdas un minuto precioso de tu vida.
No pasó mucho tiempo antes de que llegara el siguiente valiente. Esta vez era un Gryffindor, con una postura confiada que rápidamente se desmoronó al acercarse a Nashira.
—Nashira, ¿te gustaría ir al baile conmigo? —preguntó, tratando de sonar seguro.
—No —respondió Nashira con calma, antes de que Blaise pudiera decir algo.
Sin embargo, eso no detuvo a Blaise, quien se inclinó hacia el chico con una sonrisa burlona.
—¿Ves? Eso fue rápido y sin dolor. Bueno, más o menos.
Después de varios intentos más, todos con resultados similares, Blaise se recostó en su lugar con una expresión satisfecha.
—¿Ves? Todo está saliendo según el plan.
—¿Qué plan? —preguntó Nashira, volviendo a abrir su libro.
—El plan de asegurarnos de que solo aceptes la invitación de alguien que realmente lo merezca. Alguien especial.
Nashira dejó escapar un suspiro, cerrando el libro de nuevo.
—Zabini, no estoy buscando algo especial. Ni siquiera estoy segura de querer ir al baile.
—¡Blasfemia! —exclamó Blaise, llevándose una mano al pecho como si hubiera recibido un golpe mortal—. Por supuesto que vas a ir. Y vas a ser el centro de atención, como siempre.
Nashira lo miró con una mezcla de diversión y exasperación.
—¿Y tú? ¿Irás con Lara?
Blaise sonrió ampliamente.
—Por supuesto. Aunque, para ser honesto, ella no me está usando para no tener que estudiar esa maldita materia de Transformaciones. Me echó de la habitación esta mañana, diciendo que mi mera presencia era una distracción.
—Sabia decisión —murmuró Nashira, ocultando una sonrisa.
Mientras Blaise continuaba con su monólogo sobre las virtudes del amor verdadero (o lo que él consideraba amor verdadero), Acturus entró en el Gran Comedor. Su presencia era imponente, como siempre, y sus ojos oscuros se fijaron inmediatamente en Nashira.
Blaise notó su llegada y se inclinó hacia Nashira con una sonrisa maliciosa.
—Prepárate. Aquí viene otro que se atreverá a probar suerte.
Nashira no respondió, pero levantó una ceja cuando Acturus se detuvo frente a ellos.
—Nashira, me gustaría invitarte al Baile de Navidad.
Blaise soltó una carcajada antes de que Nashira pudiera responder.
—Acturus, amigo, no pierdas tu tiempo. Ella lleva todo el día rechazando a...
—Acepto.
El silencio que siguió fue tan intenso que se podía haber cortado con un cuchillo. Blaise parpadeó varias veces, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar.
—¿Perdón? —preguntó Blaise finalmente, mirando a Nashira como si le hubiera salido una segunda cabeza.
—Acepto ir al baile con Acturus —repitió Nashira, con una sonrisa tranquila.
Acturus asintió, satisfecho.
—Te recojo a las siete. Mi corbata sera roja. —Y con eso, se marchó.
Cuando Acturus estuvo fuera de vista, Blaise se giró hacia Nashira, señalándola como si lo acabara de traicionar.
—¿Qué acaba de pasar?
—Acepté una invitación al baile —respondió Nashira, volviendo a su libro como si nada hubiera sucedido.
—¡Eso lo vi! Pero... ¿por qué? ¿Qué tiene Acturus que no tuvieran los otros diez idiotas de hoy?
—Es educado, sabe bailar, lo conozco y no me ha molestado con tonterías todo el día. Como otros...Que no me gustaría mencionar.
Blaise puso los ojos en blanco, claramente frustrado.
—¿Educado? ¿Sabes quién más es educado? Un centauro. Y probablemente sería más interesante como pareja de baile.
—Lo siento, Cupido Zabini. Parece que tu plan maestro ha fracasado.
Blaise se cruzó de brazos, frunciendo el ceño como un niño al que le habían quitado un juguete.
—Esto es un ultraje. Tendré que revisar mis métodos.
Nashira dejó escapar una risa, algo que no hacía a menudo, pero que siempre lograba desconcertar a Blaise.
—Deberías concentrarte en tu propia pareja, Zabini. Quizás Lara también necesita un poco de asesoría romántica.
Blaise suspiró dramáticamente.
—Lara no necesita asesoría. Solo necesita que apruebe Transformaciones para que podamos disfrutar del baile en paz.
Nashira negó con la cabeza, volviendo a su libro, pero no pudo evitar sonreír. Aunque Blaise podía ser irritante, sabía que sus intenciones eran buenas, incluso si los planes en su cabeza dejaba mucho que desear.
[ • • • ]
El frío invernal se colaba entre las paredes de Hogwarts, pero dentro del jardín de invierno, decorado con luces brillantes y adornos navideños, todo parecía más cálido. Pansy estaba recostada en una de las sillas, sus ojos fijos en su alrededor. A su lado, Lesath bservaba con la misma atención, aunque parecía mucho más relajada, jugueteando con el mechón de su cabello platinado. Frente a ellas, Viktor Krum se acercaba con paso firme hacia Hermione, como si estuviera listo para invitarla al Baile de Navidad.
Pansy no podía apartar la mirada de Hermione. La veía con algo que no podía identificar del todo. Celos, tal vez. O quizá era una mezcla de frustración y tristeza. La idea de que Krum, el famoso jugador de Quidditch, estuviera invitando a Hermione la hacía sentir extraña. A pesar de que siempre mantenía una fachada de indiferencia, no podía evitar el pequeño pinchazo que sentía al verlos tan cerca.
Lesath, sin embargo, notaba esa tensión en su amiga y, con una sonrisa traviesa, se decidió a sacar el tema.
—Parece que Krum no tiene problema en mostrarle a todo el mundo que Hermione es su objetivo, ¿eh? —dijo Lesath, sin apartar la vista de la escena que se desarrollaba frente a ellas.
Pansy no respondió inmediatamente. Su mirada seguía fija en Hermione, quien parecía atónita ante la invitación, como si no pudiera creer que alguien como Krum se interesara en ella. Pero finalmente, Pansy se giró hacia Lesath y, con una falsa indiferencia, murmuró:
—No me importa en lo más mínimo. Hermione es solo... Hermione.
Lesath le lanzó una mirada astuta, sin necesidad de decir nada más. Pansy estaba mintiendo, y Lesath lo sabía. De hecho, ella sabía exactamente lo que pasaba por la mente de Pansy, porque la conocía demasiado bien. No solo había observado cómo Pansy siempre miraba a Hermione con una intensidad que no podía disimular, sino que también había presenciado los pequeños gestos que Pansy hacía cuando creía que nadie la estaba mirando.
—Sí, claro —respondió Lesath con una sonrisa en sus labios, cruzando las piernas con una elegancia natural—. Y yo soy la Reina de Inglaterra.
Pansy bufó, aunque una leve sonrisa apareció en su rostro. No podía negar que Lesath la conocía demasiado bien.
—No digas tonterías, Lesath. No me importa que Krum la haya invitado.
Lesath observó a su amiga por un momento antes de girarse para mirar a George, que estaba conversando animadamente con Fred. A pesar de que su atención estaba momentáneamente distraída, Pansy pudo notar cómo los ojos de Lesath brillaban de una manera especial cada vez que miraba a George.
—Parece que Fred y George son inseparables, ¿verdad? —comentó Lesath de manera despreocupada, pero sus ojos seguían a George con una ternura evidente.
Pansy levantó una ceja, mirando a Lesath con una sonrisa irónica.
—¿Ah sí? Pensé que tú también eras inseparable de él.
Lesath soltó una carcajada suave y se recostó hacia atrás, claramente disfrutando de la conversación.
—Lo soy, pero no como tú piensas. —Le guiñó un ojo—. Aunque, sinceramente, creo que nuestra relación tiene más futuro que la que tú estás cultivando con Hermione.
El comentario sorprendió a Pansy, quien se giró rápidamente hacia Lesath con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
—¿Qué quieres decir con eso?
Lesath no dijo nada más, pero su mirada reveló todo lo que Pansy necesitaba saber. Lesath siempre había sido perceptiva, y más cuando se trataba de los sentimientos que Pansy había ocultado tan bien durante todos estos años. Pansy siempre había sido consciente de que sus sentimientos por Hermione no eran meros caprichos, pero nunca se había atrevido a admitirlo ni siquiera a sí misma. Sin embargo, Lesath ya lo sabía todo, y no le importaba en lo más mínimo exponerlo.
—Nada, nada —dijo Lesath con una sonrisa pícara—. Sólo sigue mirando.
Un momento después, los gemelos Weasley se acercaron al grupo, interrumpiendo la conversación. George, como siempre, fue el primero en hablar.
—¿Qué están mirando? —preguntó con su tono característico de diversión.
—Krum invitando a Hermione al baile —respondió Lesath con una ligera sonrisa.
—Vaya, qué emocionante —comentó Fred, levantando una ceja de manera burlona—. Ya me imagino a Krum bailando con Hermione, serio y rígido.
Pansy, que había estado distraída mirando a Hermione y Krum, giró su cabeza hacia Fred. No dijo nada, pero la leve incomodidad que sentía era evidente en su expresión. Lesath lo notó enseguida y decidió cambiar de tema antes de que Pansy tuviera que enfrentarse a algo que no quería reconocer.
—Oye, Fred —dijo Lesath, desviando la conversación—. Quizá deberías invitar a Pansy al baile. Después de todo, ninguno de los dos tiene pareja.
Pansy levantó las cejas y miró a Lesath con incredulidad.
—¿Qué? —dijo Pansy, claramente sorprendida por la sugerencia—. ¿Qué demonios haces proponiéndo algo así?
Fred, que parecía estar en un estado de diversión constante, se encogió de hombros.
—Bueno, ¿quién más va a invitarte? —respondió con una sonrisa descarada.
Pansy no pudo evitar soltar una risa nerviosa.
—No sé, tal vez una de esas chicas a las que siempre les dices que no. —Pansy se cruzó de brazos—. Al menos yo soy una persona decente.
Lesath y George compartieron una mirada. Lesath sabía que Pansy solo decía eso para desviar la atención de su propia incomodidad. Pero no insistió más en el tema. En su lugar, sonrió y miró a George, que había estado observando a Fred y Pansy en silencio.
—¿Entonces, Fred? ¿Qué tal si llevas a Pansy al baile? —preguntó Lesath con tono divertido.
Fred, que había estado con la mirada fija en Pansy, levantó los ojos hacia Lesath con una expresión divertida.
—¿Qué? ¿Acaso no lo sabía? —preguntó George, riendo—. Ya tengo pareja.
Lesath arqueó una ceja, sorprendida.
—¿Tienes pareja? ¿Desde cuándo? —preguntó, genuinamente intrigada.
George también se giró hacia su hermano con una expresión de sorpresa.
—¿Tienes una pareja, Fred? —bromeó George, con una sonrisa juguetona—. ¿Y por qué no nos lo habías contado?
George sonrió de manera evasiva.
—No es un secreto, solo... no era el momento.
Lesath lo observó con una mirada calculadora. Sabía que Fred siempre había sido algo reservado en cuanto a su vida personal, pero esta era la primera vez que escuchaba algo así.
—¿Quién es? —preguntó Lesath, sin poder evitar la curiosidad.
Fred simplemente le lanzó una mirada cómplice, un brillo divertido en sus ojos.
—Eso... es un secreto —dijo, guiñándole un ojo a Lesath.
Pansy, al ver la interacción, se cruzó de brazos y se apartó de la conversación. Las preguntas quedaron flotando en el aire, y aunque su rostro permanecía impasible, no podía evitar sentirse incómoda por todo lo que estaba pasando a su alrededor. ¿Qué pasaba con ella? ¿Por qué sentía que todo se movía tan rápido?
Lesath se inclinó hacia George y le dio un suave beso en la mejilla.
—No te preocupes, Pansy —dijo Lesath con una sonrisa—. Encontrarás a alguien.
—Si... Eso lo dudo.
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