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ʟxxɪɪ.Mʏ Lɪᴛᴛʟᴇ Bʀᴏᴛʜᴇʀ

CAPITULO SETENTA Y DOS;
MI HERMANITO

Nashira siempre había compartido una conexión especial con Draco y Lesath, pero sobretodo con la rubia. Aunque no eran hermanos de sangre, la cercanía entre ellos era tan fuerte que se consideraban como tal. Sin embargo, el destino los separó, cuando en su niñez, habían prometido quedarse los tres juntos, por siempre, llevando a Lesath a alejarse de ellos, inclusive su hermano, a quien le dolía todo lo que estaba pasando, pero no decía nada por orgullo. Solo Astoria lo sabía.

A medida que los días pasaban, Nashira empezó a sentir una extrañeza profunda ante la lejanía de Lesath, el no poder hablarle, ni estar junto a ella hacia su corazón doler. La ausencia de su prima-hermana generaba un vacío que no sabía cómo llenar. A pesar de ello, su orgullo impedía que expresara abiertamente lo mucho que la extrañaba.

Aunque anhelaba decirle a Lesath cuánto la extrañaba, su orgullo se interponía como una barrera silenciosa.

Los recuerdos compartidos de la infancia se convertían en tesoros que tanto Draco y Lesath como Nashira guardaban celosamente. Cada risa, cada aventura juntos, se volvían más valiosas con la lejanía. Aunque su corazón ansiaba la cercanía de su prima, y hermana gemela, la palabra "extrañar" no encontraba salida debido al orgullo que lo envolvía.

En ocasiones, Draco se encontraba perdido en sus pensamientos, reflexionando sobre la importancia de expresar lo que sentía. Sin embargo, la idea de admitir su añoranza parecía una rendición de su parte. Así, el silencio persistía, aunque su corazón latía con fuerza ante la ausencia de su hermana.

El dilema interno entre el deseo de conexión y la reticencia a mostrar vulnerabilidad continuaba su curso, sumiendo a Draco en una lucha interna silenciosa.

En su habitación, Nashira miraba fotografías de momentos compartidos, y la nostalgia se apoderaba de ella. Las lágrimas no derramadas se convertían en sus compañeras nocturnas, mientras el orgullo seguía siendo una muralla infranqueable en su incapacidad para expresar lo que realmente sentía.

Draco comprendía que el orgullo no era un buen consejero cuando se trataba de relaciones significativas. La distancia física entre él y su hermana, inclusive la que había estado tomando con Nashira no debía reflejar la brecha emocional que su orgullo había creado. Aceptó que la vulnerabilidad no era sinónimo de debilidad, sino una expresión sincera de sus sentimientos.

Pero aún era tiempo de que ellos se encontraran.

—Sigo sin entender porque el es tan importante. Es un simple mocoso y ya. Alguien reemplazable. —Nashira rodó los ojos. —Quiero decir, unos cuantos cabellos tomados de el, lo asesinas, te conviertes en el y nadie podría darse cuenta. —Tom camino hasta colocarse detrás de Nashira, quien se encontraba en su tocador, tomando su cabello y colocando detrás de sus hombros, dejando caer como cascada en su espalda. —Todos son muy estúpidos. —susurró en su oído, sintiendola estremecer.

—El es importante para Marlene y Barty. —Nashira lo observó a través del espejo, conectando sus ojos con los de el. —Y también lo es para mí.

—Todos lo son. —dijo Tom con burla en su voz.

—Excepto tu. —soltó con brusquedad. —No eres importante para mí. Solo te ayudo por mi familia, y por mi, y lo que prometí conseguir.

—Eso dices ahora querida. —una sonrisa socarrona apareció en su rostro. —Pero en unos años...—tomo su mano izquierda acercándola con la de el, entrelazada, y acercándose a su cuello, pudiendo Nashira sentir su respiración. —Tu y yo estaremos juntos, y nadie va a poder evitarlo. —beso su cuello, causando una mueca en el rostro de la Black.

—Aléjate de mi. —alejó su mano de la de el, levantándose de dónde se encontraba. —No vuelvas a tocarme si yo no te lo permito. Me recuerdas a el. —Tom alzó una ceja con seriedad. —Ambicioso, pero cobarde en el fondo, queriendo salir victorioso de todo lo que planea. Un hipócrita. Un hombre al que yo siempre voy a detestar aunque esté muerto, y yo misma lo haya hecho. Así que mantente alejado de mi.

—¿Peter Pettigrew?—soltó Riddle con burla y sarcasmo. —¿Crees que soy como Peter Pettigrew? Un imbécil cobarde, que lo único que hizo fue rodearse de amigos, aún más imbéciles, para después traicionarlos, aunque no sirvió de nada. El era un imbécil, y una rata sin suerte. Si tu lo mataste, fue gracias a mi. —se acercó a ella, tomándola del cuello con violencia, acercándola a su rostro. —Me debes eso...y más.

Nashira lo miró con seriedad, separándose de el con brusquedad, empujándolo de el pecho. Ella alzó una ceja, sintiendo su respiración elevarse, tal vez Tom no tenía similitud con Peter, pero su manera de actuar, le recordaba tanto a él, que era imposible no recordar aquello que vivió con solo ser una niña.

—Yo no te debo nada. —siseo con enojo.

Muñeca...tarde o temprano voy a cobrarmelo, todo. —la tomo de las caderas con violencia, acercando su cuerpo al suyo. —Y espero, que eso ocurra muy, muy pronto. —sonrió sobre sus labios. —Nos vemos muñequita. —beso la comisura de sus labios, y después su cuello, alejándose de ella con rapidez, y saliendo de la habitación, pronto convertido en serpiente, siendo llevado por Barty, quien lo espero afuera de la sala de Slytherin, quien se encontraba como Alastor.

Nashira trago en seco. Cerro los ojos y respiro profundo. No podía mostrarse débil, no podía hacerlo. Ella era fuerte, no importaba lo que hiciera, eso nunca iba a importarle, y tampoco podía admitir, el miedo que entro un segundo por su cuerpo. Negó, sintiendo su cuerpo temblar, saliendo de la habitación y azotando la puerta con fuerza.

Bajo las escaleras de la sala con rapidez, restándole importancia a qué todos sus amigos se encontraban ahí, mirándola extrañados, incluso Lesath, quien más a la lejanía, se encontraba preocupada por ella, e intuía lo que sucedía.

Pero ese no era su problema...o eso quería creer.

Camino por los pasillos, sintiéndose ansiosa de ver a tantas personas rodearla, y aún más por el torneo, era aún más grande la cantidad de alumnos ahí, a pesar de ser solo unos cuantos que venían a competir en dicho torneo.

Y uno de esos, era el único que le interesaba.

Aunque creía que lo hacía por Barty y Marlene, también lo hacía por ella, aunque no lo aceptará.

—Black, ¿Aún sigues alucinando?

Se detuvo inmediatamente. Y su respiración se cortó. Cerro los ojos, tragando con fuerza.

Quizás no reconocía la voz, pues había pasado demasiado tiempo desde que lo había visto por última vez, sin embargo, aquella inusual pregunta la hizo reconocerlo. Aquella pregunta se debía a qué siempre que Sirius o alguien los golpeaba por la más mínima cosa, que casi siempre era Peter el causante, el la distraía dándole miles de razones del porque los fantasmas eran una ilusión de nosotros, una alucinación, mientras que Nashira defendía su opinión de que si existían.

Y juntos se podían pasar horas debatiendo aquello.

Una pregunta simple, sin sentido, pero que para ellos significaba demasiado.

Nashira se había lamentado tanto cuando no pudo llevarlo con ella. Sabía que conseguir la custodia de Acturus en ese momento sería difícil dado que Sirius, tenía manipulado de cierta manera al ministro, y no solo Acturus no podría ir con ella, si no que Nashira volvería, inclusive Lesath y Draco, dado que con las opiniones de los Gryffindor mayores, Lucius y Narcissa eran mortifagos, junto a Bellatrix, y quitarían a los menores de su custodia.

—Hola, Nash. —dijo Acturus cuando ella se giro a mirarlo.

Nashira no podía creer que el en serio estuviera ahí. Justo frente a ella, mirándola con una sonrisa, que hizo, que de un modo u otro, su corazón se acelerará fuertemente.

Contuvo sus ganas de llorar de felicidad, era consciente de que varios allí se detenían a mirarlos, no era muy común ver a Nashira Black sonreír a menos que estuviera con su familia, pero inclusive con ellos, eran muy limitados esos momentos.

Ella camina rápidamente hasta el, lanzándose a abrazarlo. El, tomándola en sus brazos para confirmar que en serio era ella, que estuviera ahí, sintiendo un alivio al recordar lo mucho que amaba la presencia de la pequeña princesita que adoraba.

—También te extrañé. —dijo en un susurro al notar los brazos de Nashira acercarlo más contra ella.

—¿Eres real o estoy alucinando?—su pregunta hace que Acturus suelte una carcajada, abrazándola más contra el, cambiando su rostro a uno enternecido.

—Bueno, definitivamente puedo confirmarte que ya no alucinas. —Nashira sonrió. Ocultándose en su cuello. —Si...ahora puedo decir que me amas muchísimo.

—Aún no...—murmuró divertida.

—Esperaré.

El reencuentro con tu primer beso, algo muy hermoso, ¿No?













[ • • • ]




















El corazón de Nashira latió con fuerza cuando vio a Acturus después de años. El reencuentro con su amor de la infancia desató una mezcla de emociones que le resultaba difícil de describir. Ver al McKinnon despertó recuerdos vívidos de su primer beso a los cuatro años, un momento que había permanecido grabado en su memoria.

Las palabras se enredaban en su mente mientras intentaba expresar lo que sentía. La conexión especial que compartían desde la infancia se manifestaba en cada mirada y sonrisa compartida. El paso del tiempo no había debilitado el lazo que los unía.

El presente se mezclaba con el pasado, formando un vínculo único entre dos almas que habían crecido pero mantenían viva la esencia de su complicidad infantil. Cada segundo del reencuentro estaba impregnado de gratitud por haber recuperado a ese amor que creció con ellos. Aunque ambos lo negaran...o solo Nashira.

Acturus jamás lo nego.

La felicidad se extendía como una ola cálida, inundando sus corazones con la certeza de que este reencuentro era un regalo precioso.

—Bese a Daphne. —soltó Theodore de golpe.

Nashira giro la cabeza hacía su izquierda. Sus piernas se encontraban en dirección a la cabecera de la cama. Theodore a su lado, por el contrario, sus piernas se encontraban colgando de la cama para que su cabeza quedará a la misma altura que la de Nashira.

—¿Y...?—Theodore la miro. —¿Te golpeó?—alzó una ceja con diversión.

El castaño río sarcástico.

—Muy graciosa Shira, pero no. Ella no me golpeó. —volvió su mirada al techo. —Dijo que no podía coquetearle, después besarla, y luego hacer como si nada pasara.

—Eres un idiota. —Nashira hablo, también regresando la mirada al techo. —Eres mi mejor amigo, pero un idiota.

—Deberías parar de insultarme, y mejor decirme que debo hacer para que Daphne acepte salir conmigo y no piense que solo juego con ella.

—Theo, se que no quieres jugar con ella, sin embargo, tus acciones demuestran lo contrario. Deberías empezar a demostrarle que si la quieres, no solo decírselo. —Theodore la miro por un segundo, antes de suspirar y volver la mirada hacia arriba.

—¿Acciones?

—Acciones. —Nashira asintió. —Lo que significa, que no debes de besarla, y primero invitarla a salir, nada llamativo que te haga ver necesitado de atención, pero tampoco muy normal y corriente. Algo sutil, pero que la impresione y haga que quiera volver a salir contigo.

—De acuerdo. —un suspiro fue lo único que se escuchó en la habitación, antes de que Theodore tomara la mano izquierda de Nashira entre la suya y la mirara. —Papá volvió a mencionar a mamá. —ella apretó su mano con fuerza, levantándose, y sentándose frente a el.

Ella lo observó, se inclinó un poco hasta adelante, frente a él y tomó sus manos para dejar un beso rápido en ellas. Nashira sonrió al ver como su mirada se iluminaba un poco por la acción.

—Tu padre es un imbécil alcohólico que no sabe lo que dice Theo. Tu madre te amo hasta su último día de vida. Y tú eres idéntico a ella, y eso es lo que el no soporta. Porque su imagen. Una persona con un semblante frío por fuera, pero por dentro, eres el ser humano más amable y sensible de mi mundo. —Nashira, lo miró con una sonrisa, mirándolo suavizar su semblante y soltando una de sus manos de su agarre, acomodando su cabello hacia atrás.

Nashira había escuchado palabras directas de Lucius, Narcissa, Severus, Bellatrix, inclusive de Regulus y Linda, la madre de Theodore, era justamente como el, castaña, de ojos marrones, con la sonrisa más adorable del mundo, su corazón tenía espacio para muchas personas, tanto que temía hacerle daño hasta el ser más miserable del mundo mágico.

Eres mi hermanito. —dijo con una sonrisa, sostenido su rostro. Theodore, se levantó inclinándose hasta recostarse en su pecho. El había sido el primer chico que logro no hacer que Nashira se sintiera incómoda por el tacto de alguien, excepto su familia. Dejo un beso en su frente, envolviendo su cuerpo en sus brazos acercándolo lo que mas pudiera.

—Creciste con tu padre en casa, pero el nunca te prestó la suficiente atención como para poder ver la gran persona que es su hijo. No dejes que lo que diga el te afecte. Ahora tienes una familia. Una de verdad. Tu padre no vio lo importante que eres, lo especial que eres, pero los chicos lo hacen, Daphne lo hace. Y yo lo hago. Eres muy importante para mí Theo.

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